martes, 19 de abril de 2011

TE ESPERARE -2ª PARTE

Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. (1 Tesalonicenses 4:13).

La Biblia nos dice: «Porque los que viven saben que han de morir (Ecl. 9: 5). Precisamente porque esta realidad nos causa dolor, porque la tenemos que enfrentar día a día, es de vital importancia saber en quien hemos creído.
Siempre me ha asombrado la forma de vida de las personas que no tienen esperanza en el futuro inmortal que Dios ofrece. Parecen confortarse con unos pocos años de agonía, sufrimiento y enfermedades aquí, para que todo se termine en un único lugar, para no tener otra oportunidad, para que su nombre sea sumido en el olvido, para no volver a existir jamás. Otros piensan que la felicidad esta en complacer los deseos y apetitos de su corazón, y aprovechan al máximo el tiempo antes de ir a parar al mismo lugar.
Ayer compartí contigo parte de una canción, porque no pude concluirla cuando la comencé, ya que el dolor embargaba mi corazón. Por naturaleza amo muy profundamente, y mientras escribía, sentía el dolor de las separaciones que he tenido que vivir por causa de la muerte. Pero después, cuando mis lágrimas se calmaron, retome lo escrito y proseguí: «Hoy sé que pronto he de verte. / Hoy sé que pronto estarás / cerca de mí para siempre, / sin que haya un final fatal. / Hoy sé que Cristo ha de darme / fuerza y poder al luchar. / Hoy sé que al fin nuestras manos / se unirán por siempre jamás. / ¡Te esperare! ¡Allí estaré! / En esa mañana / do no hay separación. / ¡Te esperare! / Con Jesús, tu y yo. / ¡Te esperare!».
Cuando termine de escribir, todo cobro otro sentido. Aunque la separación trae dolor, el que tiene la esperanza de la resurrección siente consuelo y paz. No somos presa de la muerte. ¡Somos libres! Y los libres en Cristo gozan de vida eterna.
Quizás no tengas la certeza de que volverás a ver a tus seres amados, pero no debes atormentarte, porque en el cielo habrá muchas sorpresas. Asegúrate de que los tuyos conozcan este mensaje de esperanza; lo demás ya está garantizado. La vida es de Dios y el té la da gratuitamente.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

RECONOCE TU ERROR

Me levantare e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Lucas 15:18.

Casi de manera natural, cada vez que cometemos un error, lo primero que sale de nuestros labios es una excusa. Parece como si la lleváramos en nuestros genes. Fíjate que cuando Dios le pregunto a Adán: "¿Has comido del árbol que yo te mande no comieses?", Adán le respondió: "La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí". Después Dios se dirigió a Eva y le dijo: "¿Que es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engaño, y comí" (Gen. 3:11-13).
¡Excusas! La excusa no permite ver la realidad ni el error, no da la oportunidad de ser objetivo, sino que justifica la acción que llevo a la equivocación. Las excusas existen desde que entro el pecado y son el arma perfecta que utiliza el enemigo para que los humanos jamás se retracten de sus faltas.
Si deseas crecer espiritualmente, lo primero que debes hacer es eliminar las excusas. Con la ayuda de Dios, cada vez que cometas un pecado, con humildad y contrición debes presentarte ante él y reconocer tu equivocación. Es posible que el enemigo en ese momento te sugiera alguna explicación, pero no le des lugar, simplemente admite haberte equivocado.
Reconocer el error es el primer paso para obtener el perdón y la consecuente restauración.
El Hijo prodigo, después de haber gastado su fortuna en diversiones, cayo tan bajo como podía caer un hombre, al cuidar cerdos. El que había sido un hijo mimado en casa de su padre, con "abundancia de pan", bien vestido y con un techo que lo cobijara, se encontraba maloliente, sucio, vestido con harapos y con un futuro incierto.
Al encontrarse en esa triste situación, reflexiono y se dijo: "Me levantare e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros" (Luc. 15:18, 19). En toda su reflexión no presento excusas, no pretendió justificarse, simplemente vio la enormidad de su error y lo reconoció.
Todos los seres humanos cometemos pecados, y para recibir el perdón y la consecuente restauración de parte de Dios, debemos comenzar por aceptar que somos culpables. No importa cuán terrible haya sido la falta, no importa lo bajo que hayas caído socialmente, no importa las consecuencias que en el presente estés lamentado; si quieres recibir el perdón divino, reconoce tu equivocación y el Señor olvidara tu error y nunca más se acordara de él.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

VUESTRO TESORO

Porque donde este vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Mateo 6:21.

¿Es posible amar la vida, enamorado de la muerte? Incoherentemente, absurdo como parezca, si, es posible. La existencia humana esta tejida de locuras desde la entrada del pecado. Como la vida de aquellas dos personas que caminan por senderos agrestes, sobre la piel del planeta. Son dos almas tristes, que se extravían en la noche de su historia, acompañadas de un recuerdo, de una lagrima que resbala por las arrugas del tiempo y de una sonrisa negada.
Los dos extraños caminantes lamentan la vida perdida. Corrieron con desesperación, buscando dinero. Creían que buscaban vida; con dinero, podrían poner "sabor" a las cosas. Y fueron solo cosas lo que hallaron. Pusieron su corazón donde estaba su tesoro. Y su tesoro estaba en la tierra, donde las cosas son pasajeras y fugaces. Donde nada dura.
Ahora es tarde. Es eso lo que ellos creen. Por eso caminan, con las manos en los bolsillos vacíos. "Ahora es demasiado tarde", gritan. Y sus gritos hacen eco en las paredes de su propia conciencia.
Ignoran ellos que, para Jesús, nunca es tarde. Él está, todos los días y en todos los momentos, tocando a la puerta; llamando con los brazos abiertos, y esperando. Siempre esperando...
¿Cuál es el sentido de tu existencia? ¿Hacia dónde vas? ¿Adónde te diriges? ¿Dónde está tu tesoro? Hoy puede ser un día de evaluación de tus prioridades. La vida es corta; cuando menos lo esperas, te miras en el espejo de la vida y te descubres viejo. La juventud se fue... Y ¿qué es lo que te quedo?
Coloca el corazón en las cosas de arriba, en las que no se ven. Lucha por ellas. Aunque invisibles a los ojos físicos, son las que, al fin de cuentas, permanecerán cuando todo se haya perdido. No permitas que el brillo engañoso de las cosas pasajeras te haga vivir solo para los valores terrenales, olvidando que a tu lado hay gente, con sueños y con sentimientos.
Dos personas caminan por las carreteras sinuosas de la vida. Son dos almas halladas por el maravilloso amor de Jesús. Tienen las manos en los bolsillos vacíos; pero eso ya no importa: ¡encontraron a Jesús, y eso marca toda la diferencia!
Disponte hoy a caminar en la dimensión de la fe, "porque donde este vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón