martes, 15 de enero de 2013

PERDÓNAME, POR FAVOR

Lugar: Florida, EE. UU.
Palabra de Dios: 1 Juan 1:9

Si tan solo pudiera retirar las cosas que había dicho y hecho... Pero, era demasiado tarde. Su esposa lo había abandonado; se había ido a casa de sus padres. Con el corazón destrozado, Larry quería que su esposa volviera. "La llamaré y le pediré perdón", decidió. Levantando el teléfono, marcó el número de celular de su esposa. Pero, en lugar de oír su voz, escuchó un mensaje grabado que decía que ese número ya no estaba en servicio.
"Voy a ir a verla y hablaré con ella en persona", pensó. Manejó dos horas hasta la casa de sus suegros, pero ellos vivían en un barrio privado, y no lo dejaron entrar. Quizás unas flores podrían trasmitir su mensaje. Llamó al florista, y le pidió que entregara cinco docenas de rosas. Luego, se sentó a esperar, deseando tener alguna noticia de ella. Pero no recibió ni una palabra de su parte.
Larry se estaba desesperando cada vez más. ¡De alguna manera tenía que alcanzar a su esposa y decirle que lo lamentaba! Necesitaba del perdón de ella. Entonces, se le ocurrió una idea: contrataría un aviso clasificado en el diario. Llamó a la oficina del diario Florida Times-Union, y pidió un lugar destacado en los avisos. La gente del diario le dijo que el aviso le costaría 17 mil dólares.
Larry pagó el aviso, y mandó escribir las siguientes palabras para su esposa: "Por favor, cree en las palabras de mi carta. Son verdad y provienen de mi corazón. Solo espero que me des la oportunidad de probar mi amor infinito. La vida sin ti es vacía y sin sentido".
¿Perdonó la esposa a Larry? No lo sé. Pero, él pasó por muchas cosas intentando llamar su atención. Me alegra que Dios no sea así.  No necesitamos mandar flores ni comprar un aviso de 17 mil dólares en el diario. "Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad".

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

¿ATADA AL PASADO?

Yo soy el que por amor a mí mismo borra tus transgresiones y no se acuerda más de tus pecados. Isaías 43:25

La capacidad del cerebro para guardar información es realmente asombrosa. En sus miles de ramificaciones nerviosas conectadas al sistema nervioso central puede almacenar millones de datos en cuestión de segundos, y en sus archivos especializados guarda sonidos, olores, imágenes e incluso sentimientos experimentados en el pasado que podemos evocar con poco esfuerzo. Es maravilloso cómo cualquier estímulo del entorno nos puede hacer revivir algo que sucedió hace mucho tiempo. Un paseo por nuestro pasado a través de los recuerdos puede ser gratificante cuando lo que evocamos son momentos felices. Sin embargo, el regreso constante a recuerdos tormentosos y a experiencias traumáticas puede resultar nocivo.
Por esa razón el apóstol Pablo expresó: «Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta» (Fil. 3:13-14). Parece ser que en la mente del apóstol estaba la idea de que olvidar los malos momentos pasados es una buena estrategia para vivir el presente y proyectarnos hacia el futuro. Los malos recuerdos pueden transformarse en un instrumento de tortura si no sabemos cómo hacerles frente; pueden destruirnos, frenar nuestro desarrollo personal, y afectar nuestra salud física y mental.
Las equivocaciones pasadas, las malas experiencias y las situaciones frustrantes, debieran ser evocadas únicamente como lecciones de vida para el presente, sin que nos causen culpa ni remordimientos. Esto puede llevarse a cabo con la ayuda y el poder de Dios aunado a nuestra fe. Su promesa es: «He disipado tus transgresiones como el rocío, y tus pecados como la bruma de la mañana. Vuelve a mí, que te he redimido» (Isa. 44:22).
Este es un llamado de Dios a vivir el presente en libertad. Dios tiene poder para librarnos de las cadenas del pecado y, por su gracia, hacer que nuestro caminar por este mundo sea ligero y pleno de triunfos en Cristo Jesús.
No permitas que se desperdicie el gozo que Dios tiene disponible para ti en este día. ¡Vívelo! Desarrolla una actitud de agradecimiento y acepta para tu vida la cruz del Calvario en la que fuiste libre por medio del sacrificio de amor que todo el cielo hizo por ti.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

UN CORTEJO FÚNEBRE DE SEIS MESES

Mucho valor tiene a los ojos del Señor la muerte de sus fieles (Salmo 116:15).

Los funerales de las personas importantes suelen ser célebres. Cuando murió John E Kennedy, su país prácticamente se paralizó durante tres días. La nación entera se detuvo frente a la pantalla del televisor. Si el cortejo fúnebre de Amado Nervo hubiera tenido lugar en los tiempos de la televisión, quizá habría sido el funeral más sentido de la historia del continente americano.
El 24 de mayo de 1919, día de la muerte del poeta, comenzó la apoteosis de su funeral.  Todo empezó en Montevideo, Uruguay, donde, para honrarlo, los comerciantes cerraron sus negocios. En el crucero Uruguay se transportaron sus restos cubiertos por las banderas de todas las naciones del continente. Luego la embarcación se detuvo en Brasil y en Venezuela, para que el difunto fuera objeto de nuevos homenajes. En La Habana, donde también se le rindieron homenajes multitudinarios, se unieron al convoy dos barcos de guerra, uno cubano y otro mexicano.
A la llegada de los restos del poeta a Veracruz, el duelo y la exaltación alcanzaron la categoría de lo indescriptible. El 14 de noviembre se realizó el entierro en la Rotonda de los Hombres Ilustres. Los asistentes se agolparon desde la Secretaría de Relaciones Exteriores hasta el Panteón de Dolores. Para este momento ya no hay adjetivos adecuados para describir lo sucedido. Es difícil calcular la cantidad de concurrentes a la ceremonia. Centenares, o quizá miles, de personas, trabajaron en la organización y en la realización del viaje y las ceremonias. El cortejo fúnebre duró seis meses, tiempo suficiente para que el continente hablara de Amado Nervo, leyera sus libros y lo conociera mejor en su muerte que en su vida.
Los funerales, especialmente si el difunto es popular, constituyen una confesión y admisión de una pérdida irreparable. Cuando murió Amado Nervo las multitudes sintieron, al parecer, más que la muerte del poeta, la muerte de la poesía.
Pero no son así los funerales de los santos. Se parecen más al lamento de una despedida, al arrullo de una madre amante para su bebé que se duerme. Es como si Dios les dijera: «Anda, pueblo mío», y cuando cierran los ojos, es como si Jesús susurrara: «Nuestro amigo duerme».
Dios siente la muerte de sus santos tanto como sintió la muerte de Lázaro, con lágrimas. Pero no lágrimas de dolor desesperado, sino de simpatía humana. En realidad, para él no están muertos, porque él no es Dios de muerte, sino de vida, y nuestra suprema esperanza se realizará ese gran día, cuando Jesucristo venga en gloria y majestad, y los muertos en él resuciten primero (1 Tes. 4:16).

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

ORAD SIN CESAR

Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu. Efesios 6:18.

No siempre estamos situados de manera que podamos entrar en nuestros aposentos para buscar a Dios en oración, pero no hay tiempo o lugar en que sea inapropiado ofrecer una petición a Dios. No hay nada que nos impida alzar nuestro corazón en el espíritu de la oración ferviente. Entre las multitudes de la calle, tu medio de un compromiso de negocios, podemos enviar una petición a Dios y rogar por conducción divina, como hizo Nehemías cuando presentó su pedido ante el rey Artajerjes. Puede encontrarse un aposento de comunión donde estamos.  Debemos tener continuamente abierta la puerta del corazón elevando nuestra invitación a Jesús para que venga y more como un invitado celestial en nuestra alma.
Aunque pueda haber una atmósfera manchada y corrompida alrededor nuestro, no necesitamos respirar de la misma, sino que podemos vivir en la atmósfera pura del cielo. Elevando el alma a la presencia de Dios por medio de la oración sincera, podemos cerrar toda puerta a las imaginaciones impuras y pensamientos impíos. Aquellos cuyos corazones están abiertos para recibir el apoyo y la bendición de Dios caminarán en una atmósfera más santa que la de la tierra y tendrán una comunión constante con Dios... El corazón ha de extenderse continuamente en un deseo por la presencia y la gracia de Jesús, de manera que el alma tenga iluminación divina y sabiduría celestial.
Necesitamos tener conceptos más claros de Jesús y una comprensión más completa del valor de las realidades eternas. La belleza de la santidad ha de colmar los corazones del pueblo de Dios, y para que esto se cumpla, debemos buscar las revelaciones divinas de las cosas celestiales...
Podemos mantenernos tan cerca de Dios que en toda prueba inesperada nuestros pensamientos se tornen a Dios tan naturalmente como la flor se torna hacia el sol. La flor del girasol mantiene su rostro hacia el sol. Si se la mueve de la luz, se tuerce por sí misma sobre su tallo hasta que levanta sus pétalos a los brillantes rayos del sol. Que todo el que ha entregado su corazón a Dios se torne hacia el Sol de Justicia y ansiosamente mire hacia arriba para recibir los brillantes rayos de la gloria que relucen en el rostro de Jesús...
El Señor no está obligado a conferirnos sus favores, sin embargo él ha comprometido su palabra que si cumplimos con las condiciones declaradas en las Escrituras, él cumplirá su parte del contrato. Los hombres y las mujeres a menudo hacen promesas pero no las cumplen. A menudo encontramos que al confiar en otros nos hemos apoyado sobre cañas rotas; pero el Señor nunca chasqueará al alma que cree en él.— Signs of the Times, 16 de diciembre de 1889.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White