domingo, 25 de octubre de 2009

UN CERCO DE PROTECCIÓN

Asegúrate de saber cómo están tus rebaños; cuida mucho de tus ovejas (Proverbios 27:23).

La primavera se acercaba y era un buen tiempo para empezar a preparar el terreno para la hortaliza familiar. Comenzamos a ablandar la tierra, formamos los surcos, sembramos la semilla y a medida que pasaba el tiempo veíamos con interés el crecimiento de las plantitas. Luego les dimos los cuidados necesarios, como el riego suficiente, quitamos las malezas que harían mal a las diferentes plantas que crecían saludablemente. Una mañana, como era costumbre, fuimos para ver cómo estaba nuestra huerta y cuál fue nuestra sorpresa al ver que un conejito había estado allí esa noche y se había comido todo lo que habíamos sembrado de acelgas. Sentí una gran tristeza al pensar en todo el trabajo y cuidado que habíamos teni­do. Ese animalito habla destruido todo lo que para la familia había significado muchas horas de trabajo. Entré en la casa y mientras traté de pensar qué lección podría sacar con este incidente, vino entonces a mi mente que le había faltado algo a la hortaliza: un cerco protector. Como toda madre, existe en nosotras la preocupación por el desarrollo de los hijos a quienes tanto amamos y queremos proteger de las asechanzas del enemigo. Sin duda alguna en el hogar trabajamos con ellos de varias maneras, como lo es el culto familiar, consejos, la asistencia a la iglesia, etcétera. Pero permíteme mencionar un aspecto que ayudará a nuestros hijos a estar protegidos contra los ataques del enemigo: me refiero a mantenerlos ocupados. Esto servirá de gran medida para que el enemigo se mantenga apartado de ellos. Si a una planta hay que protegerla cuidadosamente de los ataques del enemigo que puede acabar con ellas, de igual manera a nuestros hijos, quienes como plantitas en el jardín de Dios, debemos protegerlos del enemigo feroz, quien como león rugiente anda buscando a quién devorar. Por eso sé diligente en conocer el estado de tus hijos y mira con cuidado por cada uno de ellos.

Rocío Barrera de Velázquez
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

SITUACIONES TENSAS

En mi angustia clamo a ti, porque tú me respondes. Salmo 86:7.

Tom Ferguson vivía en tiempos del salvaje oeste. Su trabajo era ent.rregar dinero a los ranchos de la zona para pagar los salarios mensuales. Era un trabajo peligroso porque siempre había bandidos a quienes les encantaba apropiarse del dinero que llevaba. Una tarde, mientras iba de camino por un camino polvoriento y solitario, vio que algo se movía detrás de unos árboles, un poco más allá de la carretera, a su derecha, Rápidamente, dirigió el caballo hacia la izquierda y se escondió detrás de unas rocas, Apenas pasó un tiempo que escuchó a alguien que gritaba desde los árboles. —¡Eh!, Tom, arroja el dinero al camino y te dejaremos volver al pueblo. No queremos líos. Solo queremos el dinero. Tom sabía que su reputación se basaba en su capacidad de llevar el dinero de forma segura de un lugar a otro. No estaba dispuesto a ceder a las demandas de los bandidos. —Lo siento, muchachos. No van a obtener nada de mí. —Ya lo veremos —respondió el bandido—. No tenemos prisa. Podemos esperar hasta que estés dispuesto a cooperar. Tom no respondió. Se limitó a disparar al aire. —¿Qué sucede? ¿Es que no sabes disparar? —bromeó el otro bandido. Tom disparó una bala más y bajó el rifle. —Le disparé al cable del telégrafo —dijo—. Muy pronto estará aquí la brigada de reparaciones. Estoy seguro que estarán encantados de entregarlos al sheriff. Cuando Tom se encontró en una situación tensa no quiso resolverla por sus propios medios. Pidió ayuda del exterior. Cuando tenemos problemas, también podemos usar ayuda exterior. Dios está dispuesto y ansioso por ayudarnos en momentos difíciles. Si lo llamamos, vendrá en nuestra ayuda y hará lo que sea necesario para rescatarnos.

Tomado de la Matutina El vieja Increíble.
Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: «Mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar». Jeremías 7: 3.

Jerusalén se había convertido en un muladar espiritual. La fe se había olvidado. La tierra santa se había cubierto con el asfalto de Sodoma y Gomorra. La falsa adoración había sustituido a la adoración verdadera que transforma el corazón. La inmoralidad era subsidiada por el gobierno. Las prostitutas vivían en el templo. Los brujos y los hechiceros habían establecido sus negocios alrededor del santuario. Pero la existencia y la percepción de lo santo y lo sagrado no habían desaparecido completamente, solo estaban ocultas. Josías fue uno de los primeros en atravesar el negro velo de la impiedad. A pesar de que había iniciado su reinado siendo un muchacho de ocho años, sentía en su interior el llamamiento de Dios. A los dieciséis años de edad sintió desde lo más profundo de su corazón un vehemente deseo de servir a Dios. La abismal impiedad de su abuelo Manases y la torpeza de su padre Amón no habían podido aplastar la fe dada a los santos. Aquel medio ambiente corrompido en todos los órdenes de la vida no había podido aniquilar la obra del Espíritu de Dios. Josías se preguntó cómo podía establecer un reinado mejor que el de sus antecesores, cómo podía restablecer la salud espiritual y la bondad que se había perdido. Tenía que comenzar por algún sitio.
Después de una lectura cuidadosa del libro de Deuteronomio, que fue encontrada por el sacerdote Hilcías durante la reparación del templo, el rey experimentó el amor de Dios y el poder transformador de la verdadera adoración. Puso en práctica de inmediato todo lo que había leído, y comenzó limpiando el templo. La maldad y la impiedad surgían del templo llevaban cincuenta y siete años contaminando las calles, las casas y lo pueblos de la nación. La vida de las personas puede medirse por el culto que rinden. La adoración define la vida. Si la adoración está corrompida, la vida también lo estará.
La gente aprendió cómo había que adorar. La religión volvió a ser lo que debía. En la historia de la reforma del buen rey Josías aprendemos muchas lecciones. Una de las lecciones más importantes es el poder que tiene la Palabra de Dios. Cuando Josías oyó por primera vez en su vida la lectura del libro de la ley, sintió que su corazón se conmovía. Sintió que Dios había hablado a su corazón, y él respondió al llamado del Señor. Siempre que se lea el Libro de Dios con corazón sincero habrá un avivamiento personal. Si se predica como se debe, habrá un avivamiento en la iglesia. Y si se toman medidas, como en el caso de Josías, habrá un avivamiento nacional. ¿Cómo están tu iglesia y tú en la lectura del libro de Dios? ¿Qué tal su adoración?

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.