martes, 16 de agosto de 2011

COSAS PEQUEÑAS

Vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos. (Éxodo 19:5).

En el año 1576 Martin Frobisher tomó en sus manos una de las tantas piedras negras y lisas que tenía debajo de sus pies y, pensando que podría ser de algún valor, la llevó a Inglaterra. La brillante piedra ocasionó un alboroto en el que se vio involucrada la misma reina Isabel I, quien adquirió acciones de una compañía que enviaba a Martin para que trajera un enorme cargamento de aquellas piedras. Dicha compañía envió a Frobisher a una nueva expedición comercial con una flota de quince barcos, los cuales regresaron con un enorme cargamento del que se pensaba era «un trozo de mineral de oro». Pero entonces recibió la decepcionante noticia de que las piedras no tenían ningún valor y que debían desechar toda la carga.
¿Te has lanzado alguna vez al mundo del descubrimiento? Nunca podré olvidar cuando mis hijos descubrieron sus pequeños pies y los dedos de sus manos. Resultaba muy gracioso observarlos mirando fijamente lo que siempre habían tenido, pero que hasta aquel momento no habían podido apreciar. ¿No crees que los adultos a veces descubrimos cosas que siempre hemos disfrutado pero que nunca habíamos valorado?
La sonrisa, por ejemplo, que no cuesta nada y es de tanto valor. Una mirada amable, un acto cortés, una melodía entonada con gratitud, unas manos laboriosas, un desayuno sencillo pero preparado con amor, un «te quiero» expresado por uno de tus hijos o las palabras mágicas «te amo» que tu pareja te susurra al oído.
Las cosas pequeñas de la vida a veces permanecen ocultas por falta de alguien que se atreva a descubrirlas. Si dedicáramos más tiempo a ellas descubriríamos cosas asombrosas, así como lo hizo Abrahán Werner, doscientos años después del suceso de las piedras negras. Este geólogo alemán descubrió que aquellas piedrecitas eran grafito, un preciado mineral que permitía una amplia diversidad de usos.
¿Crees que puedes ser una de esas mujeres que se dedican a encontrar las cosas lindas que Dios espera que descubramos? Sé esa piedrecita que, en manos del Creador, se convierte en un mágico tesoro. Cultiva y recréate en las cosas lindas de la vida. Filas esperan por ti.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

FIDELIDAD POR CONVENIENCIA

Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 2 Corintios 9:7.

Marcelo había terminado la educación media y ese verano antes de ingresar a la universidad decidió colportar. Como nunca lo había hecho, compartí con él algunos consejos y lo animé para que trabajara con tenacidad. Su temperamento, su conversación agradable y su buena presencia eran factores que le jugaban a favor, pero también sabía que la mejor de las ventajas era mantener una relación dinámica con Jesús.
Inició su primer verano de colportaje y tuvo cierto éxito al principio, pero al término del verano, una cantidad significativa de personas rechazó los pedidos de los libros y no se concretaron las ventas. Marcelo regresó con las manos semivacías, porque el trabajo de tres meses no había rendido lo que él esperaba.
En una charla que mantuvimos al término de la campaña, Marcelo estaba enojado con Dios y lo manifestó con sus palabras: "Capellán, cada día realicé mi culto personal leyendo la Biblia y orando, todos los sábados fui a la iglesia y siempre me porté como un buen cristiano. ¿Por qué entonces Dios no me ayudó en el colportaje?"
Sin darse cuenta, Marcelo había tratado de comerciar con Dios; y la vida espiritual no es un comercio, pues todo lo que hacemos en ella debe ser por amor. Su error había sido querer "comprar" a Dios con su devoción personal, yendo a la iglesia y "portándose bien"; y lo que pretendía con ese esfuerzo personal era que Dios le diera cuantiosas ventas y un verano de éxito.
El error de Marcelo de hacer lo que Dios pide por un interés personal es tan antiguo como la Biblia. Pablo lo había visto entre sus feligreses de Corinto y les enseñó que al compartir sus ofrendas con la iglesia no dieran "por necesidad". Dar de esta manera refleja un corazón egoísta, donde reina el espíritu de conveniencia, y en realidad no se tiene el deseo de alabar y honrar a Dios con esa ofrenda, sino que se la da como un "soborno" para luego recibir más.
A diferencia de esta motivación egoísta al ofrendar, Pablo enfatizó que "Dios ama al dador alegre". Toda persona sincera que comparte sus bienes con el Señor y su iglesia, recibirá de las bendiciones celestiales; pero ese Dios que lee los pensamientos y el corazón, no desea que sus hijos den con tristeza o por conveniencia, sino que compartan sus recursos sin esperar nada a cambio, simplemente porque poseen una vida santificada por su Espíritu.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

DEL CORAZÓN DE LA TIERRA

Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. Mateo 12:40.

¡Por favor, no me digas que estás fracasado, si crees en el Señor Jesucristo! Estás herido, tal vez; has recibido un golpe tan fuerte que hasta perdiste las ganas de vivir, es posible. Pero, fracasado nunca.
Este es uno de los mensajes del versículo de hoy. La declaración de Jesús es más que una simple profecía relativa a su propia muerte y resurrección: es, también, la promesa profética de que, mientras vivas en este mundo de dolor, el sufrimiento y los ataques del enemigo te pueden alcanzar. Pero lo que el enemigo te haga, por más terrible que sea, no es el punto final de la historia.
Jonás descendió a las profundidades más tenebrosas del mar. Quién podría decir que un hombre, tragado por un pez gigantesco, podría volver a la vida. ¡Era imposible! Jonás estaba acabado. ¿Acabado? Desde el punto de vista humano, tal vez; jamás, desde la perspectiva divina. Después de tres días y tres noches, sucedió lo improbable: el pez lo arrojó vivo en la playa, y la misión interrumpida de Jonás fue cumplida.
Con Jesús sucedió lo mismo: había sido crucificado en la cruz del Calvario, y Satanás pensó que había vencido. Jesús estaba muerto; ¿no es la muerte el fin de todo? Sí, para los seres humanos; jamás, para Jesús. Pero, al tercer día, el cuerpo del Maestro todavía se encontraba en el seno de la tierra, y el enemigo continuaba profiriendo carcajadas de victoria en el universo.
Era el primer día de la semana. Amaneció como cualquier otro día. Pero repentinamente la tumba se abrió; la muerte tuvo que dar lugar a la vida y Jesús resucitó.
¿Sabes lo que Jesús te dice hoy? ¡No temas, aunque todo te parezca perdido! No desesperes, aunque tus ojos no vean la salida; aunque tu día no tenga sol ni las aves canten en tu jardín. Aunque el corazón te repita, una y otra vez, que llegaste al final, no le creas: ¡Dios continúa en el comando de la situación! Dios es vida, y mientras te refugies en sus brazos, no habrá lugar para la muerte.
¿Te sientes hoy en el fondo del mar o en el corazón de la tierra? Vuelve los ojos a Dios; reconoce tu insignificancia. Pero, al mismo tiempo, reconoce el poder de Dios y sigue adelante, a pesar de las circunstancias, "porque como estuvo Joñas en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches". ¿Por qué no lo estarías tú, también?

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón