sábado, 15 de enero de 2011

LA ALEGRÍA DE LOS PADRES

«El hijo sabio es la alegría de su padre; el hijo necio es el pesar de su madre», Proverbios 10: 1.

El rey más sabio que ha existido escribió el versículo de hoy, y tenía mucha razón. Los padres se sienten alegres y están felices cuando sus hijos e hijas les hacen caso; así se dan cuenta de que su desarrollo va por buen camino.
Por otro lado, cuando los hijos, en vez de actuar de acuerdo a la educación que les ofrecen sus padres, prefieren hacer lo que les da la gana, son motivo de angustia. Recién me enteré de un muchacho que cometió un asesinato. Cuando avisaron a los padres que el hijo había sido detenido, fueron inmediatamente a la jefatura de policía. Cuando les dijeron lo que sucedió, la madre se desmayó. No pudo soportar la noticia.
Tus padres hacen todo para que tú tengas lo mejor. Trabajan arduamente para que no tengas carencias, desean que crezcas y seas un miembro útil de nuestra sociedad. Haz todo lo que te corresponde para lograr que sea más agradable la vida de tus padres y, por consiguiente, la tuya:

1. Haz lo que te pidan, pero no de mala gana, porque desean
lo mejor para ti.
2. Pórtate bien aunque no estén tus papas. Demuestra que lo que te han enseñado, lo has aprendido.
3. Ama a tu mamá y a tu papá, y cuídalos. Puedes hacer que su vida sea más llevadera.

Si tu actúas con consideración, obedeces y eres servicial, contribuirás a la alegría de tus padres. ¿No crees que vale la pena? Si mantienes tu conexión con Jesús, será fácil para ti.

Tomado de meditaciones matinales para menores
Conéctate con Jesús
Por Noemí Gil Gálvez

MÉTODOS DIVINOS - PARTE 1

Sin duda, fue para mi bien pasar por mi angustia (Isaías 38:17).

El sufrimiento es un intruso que nos visita a todos, sin excepciones. No importa nuestra condición económica o social, nuestro nivel intelectual o nuestra raza. Cuando menos lo esperamos, aparece como por arte de magia y echa sus venenosas raíces. Sin embargo, como hemos leído en el versículo de hoy en lo que parece ser un extraño juego de palabras, la angustia extrema puede ser para nuestro bien.
¿Cómo es posible? ¿Puede el sufrimiento transformarse en bien para mí? A priori no parece lógico pensar que ningún bien pueda esconderse detrás de la desgracia, del dolor o de la muerte. Entonces, ¿se equivocará la Biblia al hacer tal afirmación?
Las palabras pronunciadas por el rey Ezequías son el resultado no de una teoría, sino de su propia experiencia. A veces Dios permite que pasemos por intensas amarguras para que reflexionemos y volvamos a él. Su gran amor no escatima ningún recurso para atraernos a su salvación.
El primer objetivo de Dios con tu vida es restaurarla, salvarla, librarla de la muerte eterna, y darte así la oportunidad de vivir en un mundo de completa felicidad. No escatimará esfuerzos para lograrlo. Pero en cierta medida dependerá de ti misma, de cómo reacciones, la cantidad de angustias por las que tengas que pasar para que Dios pueda lograr su propósito en tu vida.
Reflexiona por un momento en estas preguntas: ¿Estoy asimilando la disciplina divina? ¿Soy dócil ante la dirección del cielo, o intento, como Eva, culpar a los demás de mis acciones o justificarme engañándome a mí misma?
La vida es una escuela donde tenemos que aprender, y por lo tanto hemos de pasar nuestros propios exámenes para avanzar al nivel superior, preparándonos así para nuevos retos y desafíos cada vez mayores. ¿Estás aprendiendo lo que Dios quiere enseñarte en el nivel en el que le encuentras hoy? ¿Estás lista para aprobar el examen y para asumir nuevas metas? Dios quiere que salgas vencedora. Enfrenta la angustia y aprende de ella. Y recuerda que Dios puede estar utilizando cualquier tipo de circunstancia para darte una clase magistral.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

ACCIÓN Y REACCIÓN

La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor. Proverbios 15:1.

¿Te has puesto a pensar por qué se pelea la gente? ¿Te has detenido un momento a tratar de encontrarle una explicación a los conflictos que ocurren en el hogar, en el colegio y en la sociedad? Una de las respuestas a estas preguntas está relacionada con la presencia del pecado en el mundo en que nos tocó vivir, y que tristemente infectó todos los ámbitos de la vida humana con dolor y odio.
Personalmente, cuando hablo del tema, menciono el pecado, pero también hablo del principio de la "acción y reacción". ¿Cómo funciona? En determinadas circunstancias una persona acciona palabras o miradas que son interpretadas como hostilidad por quien las recibe o presencia, luego esta segunda persona reacciona con igual o mayor intensidad para "ganar" el conflicto. En muchos casos se forma un círculo vicioso, una historia que se repite y se repite, porque cada nueva acción demanda una reacción.
¿Por qué sería absurdo pelear con una pared? Sencillamente, porque esta no reacciona ante la acción ajena. La podemos criticar, golpear, escupir o hasta insultar, pero la pared nunca responderá a lo que le hagamos. Y en este sentido, cuántas peleas evitaríamos si nos abstuviésemos de reaccionar.
La Biblia no nos prohibe reaccionar, sino que nos anima a hacerlo de una manera distinta. Cuando un familiar te agreda o te insulte, no le contestes del mismo modo, sino de manera tranquila y pacífica. Fíjate que dice: "La blanda respuesta quita la ira", o dicho de otra forma, si a alguien que está airado le contestas de manera suave, se le irá el enojo.
Sé que reaccionar así no es fácil, que muchas veces nos sentimos tan heridos y ultrajados que el sentido de justicia y venganza nos impulsa a querer producir lo mismo en el corazón del otro. Pero Dios, en su amorosa sabiduría, no nos dejó solos con su consejo. Por lo contrario, nos otorga el poder de su Espíritu Santo para que seamos capacitados en santidad y amor. Jesús, antes de ascender al cielo, les aseguró a sus discípulos, "no os dejaré huérfanos", y más adelante amplió el pensamiento: "Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad" (Juan 14:18; 16:13).
El Espíritu divino nos impulsará a conocer y a vivir en toda la verdad que poseen las Escrituras, transformará todo nuestro ser para que terminemos con los conflictos en los que participamos muchas veces. Pero antes de hacerlo, tienes que tomar la decisión de abrirle tu corazón. No lo hagas esperar, hoy mismo dile: "Tómame ¡oh Señor! como enteramente tuyo" (El camino a Cristo, p. 69).

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

EL DIOS DE TUS PADRES

¡Jehová Dios de vuestros padres os haga mil veces más de lo que ahora sois, y os bendiga como os ha prometido! Deuteronomio 1:11.

La llamaban Canela, por el color de su piel morena. Cuando sonreía, apa-recían sus dientes, como manada de ovejas blancas en orden. Era bella, inteligente y perspicaz. Soñaba con ser abogada, y no tuvo dificultades para realizar su sueño.
En la universidad, conoció a un profesor, dueño de uno de los estudios más grandes del país. Se casó con él después de la graduación, y en pocos años se había transformado en una profesional brillante, reconocida y adinerada.
Al mirar hacia el pasado, recordaba a sus padres, gente sencilla, llevándola a la iglesia y contándole historias bíblicas a la hora de dormir. Todo eso le parecía tan distante e ingenuo. Consideraba aquellos tiempos una fase superada de su vida. Su fe había desaparecido, junto con las limitaciones de su infancia. No necesitaba de Dios. Al menos, eso creía...
Sus padres fallecieron, tristes, por verla apartada de los caminos de Dios. Ella nunca había deseado herirlos; siempre había sido una buena hija. Solamente decía no necesitar de Dios. Los años transcurrieron y, un día, la tragedia tocó su vida. Un accidente de tránsito cegó la vida de su esposo, y la dejó condenada a una cama, para el resto de la vida.
Puedes imaginar lo que vino después. Casi sin recursos financieros, sin salud, sin amigos, rodeada de gente que solo se había aprovechado de su dinero, se acordó del Dios de sus padres y clamó a él.
¿Percibiste que mucha gente considera a Dios un simple detalle, dispensable? El ateísmo negaba la existencia de Dios, pero pasó de moda: ser moderno, hoy, es creer en Dios e incluso concurrir a la iglesia. Pero, eso no afecta la vida. Creer en Dios o ser fanático de un equipo de fútbol no es muy diferente; no influye en las decisiones ni modifica la conducta. Ese Dios no es "el Dios de nuestros padres".
El mensaje de hoy es un llamado a la renovación de los valores espirituales, al compromiso, a una relación viva con el Dios creador del cielo y de la tierra.
Permite que ese Dios haga la diferencia en tu vida hoy. Entrégale tu corazón. Comprométete con él, y "que Jehová, el Dios de tus padres te haga mil veces más de lo que ahora eres y te bendiga, como lo ha prometido".


Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón