jueves, 2 de enero de 2014

ÉL SABE MI NOMBRE

En mi Biblia: “Te he conocido por tu nombre” (Éxodo 33:17, RV95).
Tiempo para estar juntos
A Juanita no le gusta encontrarse con la señora María porque ella siempre se olvida de su nombre. La señora María siempre la llama Anita.
— Mi nombre no es Anita, sino Juanita — dice siempre Juanita.
— Perdón, se me había olvidado — responde siempre la señora María.
Jesús sabe tu nombre y nunca, pero nunca, nunca, lo olvida.
Actividad: Escribe otro nombre que te gustaría tener. ¿Por qué has escogido ese nombre?
Oración: Te doy gracias, Jesús, porque tú siempre te acuerdas de mi nombre. Por favor, ayúdame a acordarme siempre de ti. Amén.

Tomado de LECTURAS DEVOCIONALES PARA PEQUEÑOS
CON JESÚS SOY FELIZ
Por: Gloria Trotman Karen-Mae Trotman Mitchell

EL MENSAJE DE DIOS

«Ese mensaje es de Dios» (1 Tesalonicenses 2: 13, TLA).

¿Sabes qué es esto? Es una carta. La persona que la escribió no pudo venir, así que decidió enviar un mensaje. Sería maravilloso poder hablarle personalmente, pero no es posible. Qué bueno es que podemos enviarnos cartas.
En el jardín del Edén Dios hablaba personalmente con Adán y Eva, pero después de que desobedecieron, el pecado los separó de Dios. Ya no pudieron hablarse más cara a cara. Pero Dios quería expresarles su amor y enseñarles su plan para salvar al mundo. Entonces, hizo que algunas personas escribieran la Biblia.
Estas personas no escribieron lo que quisieron. Dios les dijo lo que debían escribir. A algunos les dio sueños o visiones, como una película. A otros, les dio ideas para que las escribieran. La Biblia es especial.
[Muestre el libro de historias.] Este es un libro de historias. La Biblia también lo es, pero contiene historias diferentes. [Muestre la revista.]
Esta revista nos da consejos, pero la Biblia es más que historias y consejos. Está llena de lo que Dios quiere decirnos. Por eso la llamamos la Palabra de Dios.
QUERIDO DIOS, AYÚDAME A ESCUCHAR TUS PALABRAS. AMÉN.

Tomado de MEDITACIONES MATINALES PARA NIÑOS PEQUEÑOS
¿QUÉ DICE JESÚS?
Por: Rosanne C. Tetz

LA ESTRATEGIA

Me has dirigido con tus consejos y al final me recibirás con honores. Salmo 73: 24.

«¡Quiero ganar! ¡Quiero ganar!», era lo único en lo que pensaba José mientras corría. Quería demostrarle a su nuevo entrenador lo que era capaz de hacer. Estaba decidido a lograrlo, pero los demás competidores lo iban dejando atrás uno tras otro. Cuando cruzó la meta, algunos le llevaban una vuelta completa de ventaja. José no entendía lo que había ocurrido. A l disparo de salida, había despegado velozmente, y a los pocos segundos ya había adelantado incluso a los corredores más veloces. Pero no había sido capaz de mantener aquella velocidad durante todo el recorrido. Eso ya le había ocurrido en la escuela, y lo estaba viviendo de nuevo en la secundaria.
Avergonzado, José se dirigió al vestuario para ducharse, vestirse y marcharse antes de que sus compañeros de equipo regresaran de la pista. Casi lo logró, pero cuando se echó la mochila al hombro para irse se encontró de frente con el entrenador, precisamente la persona con quien menos quería encontrarse.
—Hola, José —le dijo el entrenador poniéndole la mano en el hombro—.
Me ha impresionado tu velocidad de hoy.
—¡¿Mi velocidad?! —dijo José extrañado—. Si he sido el último en cruzar la meta.
—Sí, pero tienes una excelente arrancada —dijo el entrenador.
—Menudo consuelo… —murmuró José entre dientes— Pero en la primera vuelta comienzo a quedarme rezagado.
—¿No te gustan las carreras de velocidad? —preguntó el entrenador.
—¿Las carreras de velocidad? —repitió José.
—Sí—insistió el entrenador—. No todos tienen las mismas cualidades, por eso no todos sirven para las carreras de larga distancia. Tú podrías ser un excelente corredor de carreras de velocidad. Piénsalo.
—Es posible que tenga razón —respondió José con una sonrisa—. Tal vez he estado practicando el deporte equivocado todo este tiempo. ¿Cómo se ha dado cuenta?
El entrenador sonrió y, alborotando el cabello del joven, le dijo:
—Ese es mi trabajo.
Jesús, tu Entrenador, sabe qué es lo mejor para ti. Su trabajo es saberlo. Solo debes preguntarle qué camino debes tomar, y él te dará la respuesta.

TOMADO DE LECTURAS DEVOCIONALES PARA MENORES
EN LA CIMA
POR: Kay D. Rizzo

HAYA UN ESPACIO ENTRE LAS AGUAS

“Después dijo Dios: Haya un espacio entre las aguas, que separe un agua de la otra” (Gén. 1:6).
Es el segundo día de la Creación. Aunque lo llamamos lunes, no es el día de la luna, porque este satélite no fue creado hasta el cuarto día. El segundo día había sido destinado por Dios para crear el aire. El Creador proveyó de un ambiente perfecto para la existencia de la vida.
En este día, Dios formó la atmósfera que rodea la Tierra.
El agua está constituida por hidrógeno y oxígeno, y el Creador separó el agua en dos capas: dejó una sobre la Tierra, y con la otra hizo la atmósfera. En el espacio situado entre ambas, proveyó de incontables miles de millones de toneladas de aire. Al dejar una capa de agua por encima de la capa de aire, Dios creó un paraíso tropical a lo largo y ancho del mundo. E hizo rotar el planeta, para formar una corriente que mantuviera fresco el aire.
Dios siempre hace provisión anticipada para nuestras necesidades.

Tomado LECTURAS DEVOCIONALES PARA MENORES
¡BUSQUEÑOS JUNTOS!
Por: Santiago y Priscila Tucker

LA SABIDURIA DEL CIELO

“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová” Proverbios 1:7

Fue próspera la juventud de Salomón porque estuvo en relación con el Cielo, dependió de Dios he hizo de Él su fortaleza.
En los primeros tiempos de la vida de Salomón se ven también los resultados del método educativo de Dios. Salomón hizo en su juventud la misma decisión que David. Antes que cualquier bien terrenal, pidió a Dios un corazón sabio y entendido. Y el Señor no sólo le dio lo que le pedía, sino lo que no había pedido: riquezas y honores. El poder de su inteligencia, la amplitud de su conocimiento y la gloria de su reinado se hicieron famosos en todo el mundo" (Elena de White, La educación, p. 44).
Para entender la sabiduría del cielo y conocer la voluntad de Dios necesitamos tener sed de su amor. En la misión de educar a nuestros hijos, necesitamos mucho de Dios para no sentirnos solas. Amamos a nuestra familia más que a nada en este mundo, somos capaces hasta de dar nuestra vida por ella. Deseamos su salud, seguridad, felicidad y prosperidad como el mismo Señor las desea para nosotras. Este es un desafío grande y diario al que no podemos enfrentarnos sin su ayuda, porque la batalla estaría perdida. Nuestro mejor aliado tiene que ser el Señor, quien está deseoso de transformarnos porque nos hemos convertido en referentes y modelos de vida para nuestros hijos. La sabiduría del Cielo y el respeto a la voluntad de Dios nos ayudarán a despojarnos de falsos ideales a fin de ayudar a nuestros hijos a fortalecer sus talentos y herramientas para conducirse en la vida.
Tenemos que despojarnos del sentimiento de crítica constante para ayudarlos a que vean en Jesús su máximo ejemplo. Nuestro trabajo es estar atentas, despiertas y ser conscientes de lo que ocurre a su alrededor para saberlos conducir y guiar. No nos desalentemos. El Señor nos asegura:
"He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, y os haré saber mis palabras" (Prov. 1:23;.
Muchas veces tardamos en admitir nuestra negligencia, pero nunca es tarde para comenzar, Estamos a tiempo, hoy es el segundo día del año y un momento oportuno para crecer, porque queremos transformarnos en madres que lleven a sus hijos a los pies de Jesús.

Tomado de LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA MUJER
DE MUJER A MUJER
Recopilado por: Pilar Calle de Henger

EVA

Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser. Génesis 2:24.

Imagino la alegría de Adán cuando descubrió a Eva. Imagino la alegría de Dios cuando los presentó. Eva era todo lo que Adán quería, era su sueño hecho realidad.  Cuando esta mujer llegó con el fruto prohibido en la mano, por la mente de Adán debieron haber pasado mil ideas en apenas unas décimas de segundo.  Eligió quedarse con ella y desobedecer a Dios.
Hay cosas en tu vida que son realmente importantes, tan importantes que te modifican. Hay personas en tu vida que son así de importantes; y no es ningún pecado que esto suceda. El problema surge cuando estas personas, comúnmente del sexo opuesto y con algún encanto personal que te fascina, ocupan un lugar que solo Dios debe ocupar: el primero.
¿Por qué un ser tan inteligente como Adán tomó una elección tan extraña?
Por la misma razón que personas tan inteligentes como tú toman decisiones tan extrañas como las de él: amamos más al pecado que a Dios.
Eva era todo lo que Adán había soñado. Por eso, en el momento de la decisión pesó más la relación que había establecido con ella que la que tenía con Dios.  Igual nos sucede a nosotros. Cuando optamos por el pecado, por separarnos de Dios, elegimos a la persona, a la acción o a la palabra que sentimos más real que Dios en nuestras vidas, porque amamos o deseamos eso más que a él.
Es simple. El pecado nos gusta porque, en apariencia, nos satisface. Nos gusta la primera sensación que sentimos (la última; a veces, no tanto).  Si Dios para ti no es un ser real, cuando la tentación se presente, tendrás graves problemas para elegirlo; nadie elige una idea.
Si para ti Dios se resume en una serie de normas éticas, morales y algunos ritos básicos, es absolutamente natural que no lo elijas. Nadie elige un comportamiento.  Si, por el contrario, Dios es tu amigo real, con quien conversas diariamente, a quien le das la última palabra en tus decisiones (¡en todas!), tus chances de victoria aumentan.  Elígelo hoy a él.

Tomado de MEDITACIONES MATINALES JÓVENES
365 VIDAS
Por: Milton Bentancour

UN TIEMPO DE ENTUSIASMO PROFÉTICO – 1

Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para al á, y la ciencia se aumentará. Daniel 12:4.

“Estados Unidos a comienzos del siglo XIX” –afirma el historiador Ernest Sandeen– “estaba ebrio del milenio”. Cristianos de todas las extracciones creían que estaban al borde mismo del Reino de Dios.
El terremoto de Lisboa de 1755, espantosamente destructor, había dirigido las mentes de muchos al tema del fin del mundo. Pero, el estímulo más importante tenía sus raíces en los acontecimientos de la Revolución Francesa, en la década de 1790. Las agitaciones sociales, políticas y religiosas que tenían lugar recordaban a la gente las descripciones bíblicas del fin del mundo. La violencia y la magnitud de la catástrofe francesa hicieron volver la mirada de los eruditos, en ambos lados del Atlántico, a las profecías de Daniel y el Apocalipsis.
En particular, muchos estudiosos de la Biblia pronto se interesaron en las profecías de tiempo y en el año 1798. En febrero de ese año, Berthier, el general de Napoleón, había entrado en Roma y había destronado al papa Pío VI. De modo que 1798, para muchos eruditos bíblicos, llegó a ser el punto de anclaje para correlacionar la historia secular con la profecía bíblica. Al utilizar el principio de que en la profecía un día equivale a un año, vieron en el arresto del Papa la “herida mortal” de Apocalipsis 13:3 y el cumplimiento de la profecía de los 1.260 días/años de Daniel 7:25 y de Apocalipsis 12:6, 14 y 13:5.
Los eruditos bíblicos, escribe Sandeen, creían que ahora tenían un “punto fijo en la cronología profética de Apocalipsis y de Daniel. Algunos estaban seguros de que ahora podían marcar su ubicación en la cronología profética en desarrollo”. Finalmente, muchos sugirieron que la profecía de Daniel 12:4 se estaba cumpliendo.
Seiscientos años antes del nacimiento de Cristo, el profeta había escrito: “Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para al á, y la ciencia se aumentará”. Debido a la magnitud de los acontecimientos mundiales, muchos ahora tenían la convicción de que había llegado el “tiempo del fin”. Como nunca antes, los ojos de los estudiosos de la Biblia literalmente corrían “de aquí para allá” sobre las profecías de Daniel, mientras buscaban obtener una comprensión más clara de los acontecimientos del tiempo del fin. Los últimos años del siglo XVIII y los primeros del siglo XIX fueron testigos de una cantidad sin precedentes de libros publicados sobre profecías bíblicas.
La profecía bíblica se estaba cumpliendo. La gente no solo examinaba los escritos de Daniel como nunca, sino también el conocimiento de esas profecías iba en rápido aumento. Era un tiempo de entusiasmo profético. 

Tomado de MEDITACIONES MATINALES PARA ADULTOS
A MENOS QUE OLVIDEMOS
Por: George R. Knight