lunes, 25 de junio de 2012

¿ESTÁS VERDE HOY?


«El que confía en sus riquezas, caerá como hoja seca, pero los justos reverdecerán como las ramas» (Proverbios 11:28).

Caminemos hasta ese árbol. Mira ahora para arriba. ¡Qué alto! Fíjate en todas esas hojas verdes. Alguna vez te has preguntado cómo hacen las hojas para volverse verdes y permanecer hermosas? ¿Sabes de dónde viene su alimento? Pues todo lo que necesitan viene del suelo: la clorofila que les da su color, el agua que las mantiene saludables y el alimento que las mantiene fuertes. Otra pregunta: ¿Cómo hacen todas esas cosas para llegar del suelo a las hojas? A través de las raíces, obviamente. El alimento y el agua viajan a través de las raíces, suben por el tronco, llegan a las ramas y finalmente a las hojas. ¿No es asombroso?
¿Sabes cómo podemos hacer nosotros para crecer y ser cristianos saludables? A través de las raíces, obviamente. No son raíces como las del árbol, pero se les parecen mucho. Cada día necesitamos hablar con Dios en oración y leer sus mensajes en la Biblia. Cuando hagamos eso, Dios nos dará todo el alimento espiritual que necesitamos para convertirnos en unos seguidores de Jesús fuertes y saludables.
Abre hoy la Palabra de Dios y «echa raíces» profundas en él. Absorbe el «agua» de su salvación, y entonces crecerás en Jesús como crece un árbol.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

EL MILAGRO


No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. (Isaías 41:10).

Durante años he tenido que enfrentar muchos problemas económicos, ya que he criado a mis hijos sin ayuda. En cierta ocasión cobré el salario de una quincena, pero el dinero no me alcanzaba para cumplir con todos mis compromisos. Aquel día me mantuve sacando cuentas en mis momentos libres, tratando de estirar el más mínimo centavo.
A media mañana recibí una llamada telefónica. Era una de mis tías, quien me informó de que un primo había tenido un accidente. Le indiqué que durante mi hora de almuerzo iría a verlo al hospital donde lo habían ingresado. Salí a hacer la visita prometida, pero por el camino iba pensando en el dinero que me faltaba. De pronto recordé que Dos había obrado en otras ocasiones de forma maravillosa, demostrándome que él se preocupaba por mí. Así que le dije en voz alta: «Señor, tantas veces me has dicho que te lleve mis preocupaciones a ti... Pues desde este momento pongo en tus manos el problema que tengo. No sé cómo lo vas hacer, pero confío en ti y no me voy a preocupar más». Estuve unos minutos con mi primo y luego regresé al trabajo. Cuando llegué, había un matrimonio esperándome. Les indiqué que iría a anotar mi entrada en el reloj designado. Para sorpresa mía ellos me siguieron. El caballero me dijo: «Hemos venido a traerte algo». Y sin mediar palabra, me entregó un fajo de billetes. Les pregunté asombrada qué era aquello y me contestaron que Dios los había bendecido y que se habían sentido impresionados a ayudarme-, pensando que yo necesitaba algo de dinero. Acto seguido se marcharon.
Muy nerviosa entré al salón de empleados y conté el dinero. ¡Era precisamente la suma que me faltaba! Comencé a llorar de emoción y agradecimiento. Le di las gracias al Señor y entendí cuan real es su presencia.
Amada hermana, si acaso abrigas dudas respecto a que el Señor te escuche, quiero decirte que lo hace, y que te ayudará sin importar el problema que tengas. Llévale todas tus preocupaciones y verás las grandes cosas que está dispuesto a hacer por ti.
Te agradezco, Señor, porque eres un ser real y porque has atendido cada una de mis necesidades, supliendo siempre todo que me hace falta.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Adelaida Rivera de Jesús.

LINAJE REAL


¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que lo visites? Lo has hecho poco menor que los ángeles y lo coronaste de gloria y de honra. Salmo 8:4-5, RV95

Uno de los espectáculos que más disfruto de la naturaleza es observar el cielo estrellado, de noche, sentado a la orilla de la playa. Es probable que el Salmista se haya estado refiriendo a uno de estos espectáculos de la naturaleza cuando escribió: «El cielo proclama la gloria de Dios; de su creación nos habla la bóveda celeste» (Sal. 19:1). Es muy difícil no ver la mano de Dios en la majestuosidad de su creación.
¿Y qué decir de la maravilla que somos los seres humanos? Tampoco en este sentido el Salmista pudo ocultar su asombro: «Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: "¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que lo visites?" Lo has hecho poco menor que los ángeles y lo coronaste de gloria y de honra» (Sal. 8:3-5).
Doy gracias a Dios por estas palabras. Me dicen que tú y yo somos seres dignos; que somos hijos del Rey del universo y que hemos sido coronados «de gloria y de honra». ¡Qué inmenso valor nos da Dios! No somos un accidente en el proceso evolutivo. No somos solo carne y huesos. ¡Somos hijos del Creador de los cielos y de la tierra, con una jerarquía apenas un poco menor que la de los ángeles!
Ahora bien, si nuestro linaje es real, ¿no crees que deberíamos estar a la altura de nuestra posición, como titulares de una herencia incorruptible e indestructible (ver 1 Ped. 1:4)? ¿No deberíamos vivir como miembros de la nobleza?
No consientas cuando seas tentado a dañar tu cuerpo o tu mente con sustancias que lo debiliten o lo enfermen. No consientas cuando seas tentado a hacer «lo que hace todo el mundo». No consientas cuando se te quiera hacer creer que la vida es una sola y que, por esa razón, es mejor que «comamos y bebamos porque mañana moriremos».
Somos hijos de un Rey. Nuestro origen es noble. Hemos sido coronados de gloria y honra. ¡Vivamos de acuerdo a nuestra dignidad real!
Gracias, Rey del universo, por coronarme de gloria y honra. ¡Ayúdame a vivir hoy de acuerdo a mi linaje real!

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

NADA SE DESPERDICIA


Dad y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo, porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir» (Lucas 6:38).

Cuando escogió a los doce discípulos, Jesús entregó a Judas el poco dinero que recaudaban. De vez en cuando los seguidores agradecidos entregaban dinero a los discípulos y todo lo que se recogía se guardaba en una bolsa que llevaba Judas.  En ocasiones, con esos fondos compraban comida para sí mismos y en otras los usaban para aliviar el sufrimiento de los pobres y los hambrientos. Aunque nunca fue mucho, a veces Judas echaba mano de algún dinero para su uso personal. Como Simón, era otro que vivía una doble vida. Los otros discípulos admiraban a Judas por su buen aspecto y su educación. Pero, desde el principio, Jesús sabía qué clase de persona era y, a pesar de todo, trabajó con él durante tres años, dedicándole un tiempo especial, con la esperanza de que en su corazón se produjera un cambio que nunca llegó.
A Judas le gustaban los placeres de la vida y, sin iluda alguna, mientras andaba con los discípulos, los echaba de menos. De inmediato reconoció que no se trataba de un perfume común, sino de uno muy  caro, el mejor.  Judas fue el primero que susurro con la fuerza necesaria para que todos lo oyeran: «¿Qué propósito tiene este derroche? Ese ungüento se podría haber vendido a buen precio y dar el producto de la venta a los pobres». Si se hubiera vendido el perfume y el dinero hubiera sido dado a los discípulos con toda seguridad, una buena cantidad habría ido a parar directamente al bolsillo de Judas.
La pregunta fue pasando de mesa en mesa: «¿Por qué se habrá gastado tanto dinero?». Aquí se revela el hecho de que los asistentes de la fiesta no conocían el corazón de María. Quizá conocían las ideas, pero no el corazón. Juzgaban las acciones sin comprender los motivos. Ellos interpretaron la extravagancia de María como despilfarro, mientras que Jesús la aceptó como prueba de amor abundante. No digamos que los demás hacen demasiado porque hagan más que nosotros mismos. En su lugar, tendríamos que esforzarnos para intentar igualarlos.
Con la queja por el regalo de María mostraban falta de respeto por Jesús.  Eran bastante audaces como para decir públicamente que un regalo tan precioso como aquel se malgastaba con Jesús. ¿Se lo imagina? Nada de lo que se da a Jesús se despilfarra: ni el dinero, ni el tiempo, ni los talentos, nada. Basado en Mateo 26: 6-13

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill