viernes, 11 de enero de 2013

LA BIBLIA DE PLATA

Lugar: Suecia
Palabra de Dios: 2 Timoteo 3:16,17.

Si quieren ver un ejemplar poco común de los evangelios -los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan-, vayan a la biblioteca de la Universidad de Uppsala, en Suecia. Allí, encontrarán lo que se conoce como el Codex Argenteus; más conocido como la Biblia de Plata. Data del siglo sexto, y es una traducción de los evangelios a la lengua gótica.
La Biblia de Plata está escrita en hojas muy finas, de un papel conocido como pergamino, teñido de púrpura. Originalmente, tenía más de 366 hojas, de las cuales hay unas 187, hoy, en la biblioteca de Uppsala. Pero, lo que hace que este libro sea único es la forma en que está escrito. En lugar de usar tinta común, alguien decidió usar metales preciosos. El texto principal está escrito con plata, y las letras iniciales mayúsculas con oro. Como la mayor parte del libro tiene letras de plata, la gente la llama la Biblia de Plata.
Alguien debió haber pensado que la Biblia era muy valiosa; por eso hizo una copia usando oro y plata. Los eruditos, también, piensan que estaba encuadernada con perlas y joyas.
Pero, no es el tipo de tinta ni la encuadernación lo que hace que la Palabra de Dios sea valiosa. La Biblia dice: "Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra".
En otras palabras, la Biblia es la Palabra de Dios, inspirada por Dios y dada a nosotros para que lleguemos a ser mejores personas. Y, aunque nuestro ejemplar pueda no tener metales costosos o piedras preciosas, continúa siendo muy, pero muy valioso porque es la Palabra de Dios. Así que atesora tu Biblia, y pasa tiempo leyendo la Palabra de Dios. Es el libro más precioso que jamás encontrarás.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

TODOS LOS DÍAS

Busquen al Señor mientras se deje encontrar, llámenlo mientras esté cercano. Que abandone el malvado su camino, y el perverso sus pensamientos. Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios, que es generoso para perdonar, y de él recibirá misericordia. Isaías 55:6-7.

Una de las promesas más hermosas y esperanzadoras que encuentro en la Biblia dice: «Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo» (Mat. 28:20). Cuando leo la palabra «siempre», me lleno de júbilo. Cristo permanecerá cada instante a nuestro lado. Dios no tiene horarios de atención al cliente, tenemos acceso al trono de la gracia en todo momento. A pesar de las circunstancias, él promete estar presente. ¡Cuánta paz debiera traernos saber esto!
Sin importar lo que vivas hoy, él estará contigo si reclamas su promesa. Su permanencia a tu lado es voluntaria en tus triunfos y en tus fracasos, cuando ríes y cuando lloras, en la salud y en la enfermedad... Pero lo mejor de todo es que cuando está a nuestro lado, no es indiferente ni pasivo, ¡no! Si se lo permitimos, se compromete con nuestra causa, nos da estrategias para salir de los atolladeros, nos muestra la senda y nos conduce por ella. Y cuando estamos de celebración, nuestro Padre Celestial también festeja con nosotros. Cuando David llegó a esta convicción, exclamó: «Señor, hazme conocer tus caminos; muéstrame tus sendas. Encamíname en tu verdad, ¡enséñame! Tú eres mi Dios y Salvador» (Sal. 25:4-5).
Si no has reclamado el cumplimiento de esta promesa en tu vida, hoy es el día para hacerlo. Invoca con fe al Señor, acércate por medio de la oración a su trono de gracia, y suplica. No ceses de hacerlo hasta que escuches al Señor decir: «Estoy contigo» (Hech. 18:10).
Nunca pienses que la promesa de compañía que Dios ha hecho es una quimera. ¡No lo es! Su cumplimiento fue una experiencia real en la vida de muchos hombres y mujeres de Dios. La Escritura declara que Moisés, en los momentos más decisivos de su vida, «se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible» (Heb. 11:27).
Amiga, te invito a que hoy descubras la realidad de la presencia de Dios en tu vida. Desarrolla el hábito de caminar con él por donde vayas y gozarás de paz y seguridad. Experimentarás el gozo de no sentirte sola y tendrás la certeza de que todo lo que hagas tendrá la aprobación del que desea lo mejor para ti.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

¿EL FORREST GUMP CHILENO?

Entonces Ajimaz hijo de Sadoc volvió a decir a Joab: Sea como fuere, yo correré ahora tras el etíope. Y Joab dijo: Hijo mío, ¿para qué has de correr tú, si no recibirás premio por las nuevas? Mas él respondió: Sea como fuere, yo correré. Entonces le dijo: Corre. Corrió, pues, Ajimaz por el camino de la llanura, y pasó delante del etíope (2 Samuel 18:22,23).

Quizá podríamos llamar a Ajimaz, el «Forrest Gump» del Antiguo Testamento. Su jefe le dijo que no corriera, pero él se empeñó en hacerlo. Correr era como un imperativo para él. Tú sabes que ahora se le llama «Forrest Gump» al que corre, más por un misterioso impulso, que por hacer ejercicio o por recompensa.
Esto se debe, como te imaginarás, a la película Forrest Gump de Robert Zemeckis, protagonizada por Tom Hanks, basada en la novela de Winston Groom. La película se refiere a Forrest Gump, un sencillo personaje de Alabama que corre por todo su país, se encuentra con personajes famosos, influye en la cultura popular y participa en relevantes acontecimientos históricos.
El 13 de octubre de 2010, el diario El Universal de la Ciudad de México publicó lo siguiente: «Edison Peña [...], quien puede ser comparado con el personaje cinematográfico Forrest Gump por su afán de correr por lo menos diez kilómetros diarios, fue hoy el duodécimo minero rescatado desde la mina San José, en el norte de Chile».
Seguramente recordarás el emocionante rescate de los treinta y tres mineros chilenos que quedaron atrapados en una mina a casi setecientos metros de profundidad.  El drama duró setenta días. La angustia de las familias, el interés popular, la ayuda de todo el mundo, culminaron finalmente en el espectacular rescate de todos los mineros sanos y salvos, durante los días 12 y 13 de octubre de 2010.
Cada uno de los salvados era un milagro «rescatado de las redes del infierno», como dijo uno de ellos. Cada uno tenía su propia historia, pero Edison Peña se destacó porque, a pesar de todos los inconvenientes, se empeñó en correr diez kilómetros diarios dentro de la tumba en que se encontraba sepultado vivo. La condición física que desarrolló fue un factor determinante para poder sobrevivir ante la desgracia que enfrentó. Con mucha razón Sebastián Pinera, el entonces presidente de Chile, dijo de él: «¡Grande, Edison, grande, grande!».
Haz ejercicio todos los días. La salud desempeña un papel importante en la vida espiritual y la actitud mental. Incluso puede ser la gran diferencia entre vivir o morir ante una adversidad que tengamos que afrontar en la vida; como le pasó a Edison.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

ORACIONES DE FORMA Y ORACIONES DE FE

Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. Mateo 6:7.

Hay dos tipos de oración: la oración de forma y la oración de fe. La repetición de frases fijas y acostumbradas cuando el corazón no siente la necesidad de Dios es una oración formal... Debemos ser extremadamente cuidadosos en nuestras oraciones de manera que hablemos los deseos del corazón y digamos únicamente lo que queremos decir. Todas las palabras floridas que tengamos a nuestra disposición no equivalen a un solo deseo santo. Las oraciones más elocuentes son palabrería vana si no expresan los sentimientos sinceros del corazón. La oración que brota del corazón ferviente, que expresa con sencillez las necesidades del alma así como pediríamos un favor a un amigo terrenal esperando que lo haga, esa es la oración de fe. El publicano que subió al templo para orar es un buen ejemplo de un adorador sincero y devoto. Sentía que era un pecador, y su gran necesidad lo llevó a un arranque de deseo apasionado: "Señor, sé propicio a mí, pecador"...
Para comulgar con Dios debemos tener algo que decirle sobre nuestra vida actual. La larga y negra lista de nuestros delitos está ante los ojos del Infinito. El registro está completo; ninguna de nuestras ofensas ha sido olvidada. Pero el que oyó las súplicas de sus siervos en lo pasado, oirá la oración de fe y perdonará nuestras transgresiones. Lo ha prometido, y cumplirá su palabra...
Después que hemos ofrecido nuestras peticiones, hemos de responderlas nosotros mismos tanto como podamos, y no esperar que Dios haga por nosotros lo que podemos hacer por nosotros mismos... La ayuda divina ha de combinarse con el esfuerzo, la aspiración y la energía humanos... No podemos ser sostenidos por las oraciones ajenas cuando nosotros mismos descuidamos la oración, porque Dios no ha hecho provisión tal para nosotros. Ni siquiera el poder divino puede elevar a una sola alma al cielo que no esté dispuesta a hacer esfuerzos por sí misma...
A medida que paso a paso ascendamos la escalera iluminada que lleva a la ciudad de Dios, cuántas veces nos desanimaremos y vendremos a llorar a los pies de Jesús por nuestros fracasos y derrotas... Pero no cesemos nuestros esfuerzos. Cada uno de nosotros puede alcanzar el cielo si luchamos lealmente, haciendo la voluntad de Jesús y creciendo a su imagen. El fracaso momentáneo debiera hacernos depender más de lleno en Cristo, y debemos proseguir con corazones valientes, voluntad firme y propósito inquebrantable.— Signs of the Times, 14 de agosto de 1884.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White