sábado, 14 de enero de 2017

VENCER AL MAL CON EL BIEN

No te dejes vencer por el mal. Al contrario, vence con el bien el mal, Romanos 12:21.

Necesitarás una flor.

La familia Rodríguez estaba feliz de llegar a su nueva casa. Mientras el camión de la mudanza bajaba las cosas, la vecina, una señora de ochenta años, pasó por la casa pero no saludó. A ella no le gustaban los niños porque le maltrataban su jardín.
Un día, mientras Marcos, el niño más pequeño de la familia, jugaba en el patio de su casa, lanzó su pelota hacia la canasta, pero se fue hacia el otro lado de la barda y cayó en el patio de la ancianita.
Rápidamente fue a pedirle su pelota, pero ella, enojada, no se la quiso dar.
— Esa señora enojona, no me quiere dar mi pelota — dijo Marcos.
Hijo, ¿sabías que las personas mayores se molestan cuando alguien toca sus cosas o daña su propiedad?¿Qué te parece si en vez de reclamarle, preparamos un pastel y se lo llevamos con unas flores? Tal vez así te devuelva la pelota.
Marcos y su mamá cocinaron un delicioso pastel y se lo llevaron a la señora. Cuando abrió la puerta, se llevó una grata sorpresa. Marcos le dio el pastel y las flores, y después de un rato de plática, los invitó a pasar a su casa. Marcos había ganado el corazón de la ancianita. Los Rodríguez fueron muy buenos vecinos de la ancianita y la ayudaron a cuidar su propiedad.
Recuerda, siempre debes ser amable con tus vecinos. Para demostrar que eres un buen vecino, prepara una flor o algún bocadillo, y regálaselos a algún vecino que viva solo o sea ancianlto.

HABLA CON JESÚS
Querido Jesús, ayúdame a vencer siempre el mal con el bien. Amén.

Tomado de lecturas devocionales para preescolares 2017
¡PEQUEÑAS SONRISAS!
Por: Míriam Rodríguez Carrillo 
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TÚ TAMBIÉN ESTÁS INVITADO

“Felices los que han sido invitados al banquete de bodas del Cordero” (Apoc. 19:9).

Cuenta una historia que un rey muy poderoso dio una vez un banquete, al cual invitó a todo el mundo. Tan grande era el entusiasmo que tenía ese rey con su fiesta, que envió mensajeros por todas las ciudades y las aldeas de su reino para que anunciaran que no solo daría comida a quien asistiera, sino también les daría dinero. Lo que el rey quería era que todo el mundo estuviera contento con él, y que vieran lo generoso que era con todos sus súbditos.
En una de las ciudades a las que llegó la invitación, había un hombre robusto y fuerte, pero que era ciego y muy pobre. Aquel hombre, como todos los demás, escuchó el anuncio del rey, y empezó a lamentarse porque su situación de pobreza y ceguera le impedía asistir al banquete. Él sabía que por sí mismo nunca podría llegar a la capital, para participar de la fiesta. No tenía dinero para el viaje ni podía ver el camino, así que, aquella era una misión imposible. Pero era tan grande su deseo de asistir para poder conocer al rey, que se le ocurrió una idea.
En su misma ciudad vivía un hombre que era cojo, y que también se lamentaba porque su cojera le hacía casi imposible asistir al banquete. Así que, el ciego pobre buscó al cojo y le propuso lo siguiente:
-¿Qué te parece si yo te llevo a la espalda y tú me vas guiando por el camino? Y todo lo que gastemos durante el viaje tú lo pagas, y yo después te doy mi parte con el dinero que me dé el rey.
Ambos asistieron a la fiesta del rey y disfrutaron muchísimo de aquella ocasión tan especial. Sus ganas de ir hicieron que superaran todos los obstáculos que se les presentaban. ¿Y tú? ¿Tienes ganas de asistir a las bodas del Cordero? ¿Sabes que Jesús te ha invitado a un banquete muy especial, que él mismo dará como Rey del universo cuando estemos en la Tierra Nueva? Si quieres asistir, no te dejes vencer por ningún obstáculo que encuentres en el camino. Mantén la fe, y la mirada puesta en Jesús, y algún día disfrutarás de esa maravillosa mesa.

Tomado de lecturas devocionales para Menores 2017
¡SALTA!
Por: Patricia Navarro 
#Salta #MeditacionesMatutinas #DevociónMatutinaParaMenores #vigorespiritual #plenitudespiritual #FliaHernándezQuitian

SANCIONADA POR ANDAR DESCALZA

“Moisés le respondió: ‘El problema es que si yo voy y les digo a los Israelitas: “El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes”, ellos me van a preguntar: “¿Cómo se llama?” V entonces, ¿qué les voy a decir?’ Y Dios le contestó: ‘YO SOY EL QUE SOY. Y dirás a los israelitas: “YO SOY me ha enviado a ustedes'” ” (Éxodo 3:13,14).

Yo solía pensar que podía controlar a mis maestros. Esta fue una de las muchas ideas erróneas que tuve durante mis años de secundaria. Esta creencia errónea pasó a un primer plano durante mi tercer año. Vivíamos en Phoenix, una ciudad calentísima todo el año. En un campus rodeado de pasto por todas partes, no vi razón alguna para usar calientes, pegajosos y sudorosos zapatos, de modo que decidí descalzarme. Por doquier -salones de clase, comedor, capilla y dormitorio- mis pies iban descalzos. Casi nadie prestaba atención a mis pies descalzos, pero la Sra. Ault, sí. Por alguna razón, se propuso calzarme. Técnicamente y por razones de seguridad, estaba escrito en el reglamento escolar que los estudiantes debían llevar siempre zapatos. Ella me lo recordaba cada vez que me veía, pero yo la ignoraba y la desafiaba: “Usted no es mi jefa”. Y.me iba pisando fuerte. Un día, me atreví a apoyar mis pies sucios sobre mi pupitre durante su clase. Ella me pidió que me pusiera los zapatos y yo le contesté: “Los dejé en casa”. Menudo espectáculo… Hasta que un buen día, ella llevó mi caso al Comité de Disciplina. A partir de entonces, me quedó claro que yo no era la jefa.
Los antiguos egipcios creían que, si lograbas descubrir el nombre de un dios, entonces lo podías controlar o invocar para que actuara como quisieras. Ese fue, probablemente, el motivo por el cual Moisés, un hombre altamente entrenado por los egipcios, le rogó a Dios que le dijera su nombre. Sin embargo, Dios no lo hizo. Él solo le respondió: “Yo soy el que soy” (en una traducción más exacta: “Yo soy el que existe realmente y por sí mismo”). Aquí Dios está haciendo una declaración muy directa: “Ustedes, los humanos, no son mis jefes, no pueden forzarme a hacer nada. Yo tengo el control. Yo estoy a cargo”. Eso me consuela. No quiero un Dios al que pueda controlar, porque entonces no sería realmente Dios.
Dios está en el control de este mundo, de tu vida y de tu futuro. MH

Tomado de lecturas devocionales para Adolescentes 2017
FUSIÓN
Por: Melissa y Greg Howell
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CONFIANDO EN DIOS EN MOMENTOS DE DIFICULTAD

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Sal. 23:4).

Hace varios años, cuando mi esposo perdió su trabajo, caímos en una situación financiera desesperada. Para ser sincera, sentí como si la vida nos hubiera arrastrado en una espiral hacia abajo, y no encontráramos la forma de escapar del oscuro valle de la desesperación. Todo a nuestro alrededor parecía lóbrego y sombrío. Me sentía sola, sin amigos, sin esperanza, y angustiada porque me parecía que nadie entendía nuestra situación. Nuestra hija estaba en la universidad y nuestro hijo en secundaria, y ambos tenían necesidades. ¿Cómo podríamos mantener a nuestros hijos en escuelas de iglesia, bajo tales limitaciones financieras?
A menudo leemos pasajes muy conocidos de la Biblia como el Salmo 23, pero no nos detenemos en ellos el tiempo suficiente como para comprender bien cada versículo. Hay momentos en nuestras vidas en que enfrentamos obstáculos que nos parecen insuperables, y clamamos a Dios por ayuda. Es durante estos momentos que pasajes como el del versículo de hoy se convierten en nuestra mayor ayuda. Creo que todo el que invoque el nombre del Señor será rescatado, independientemente del llanto y la súplica. Jesús es siempre la respuesta, pero ¿cuántas veces somos incapaces de recurrir a él cuando estamos en el oscuro valle de la desesperación? Durante los momentos difíciles que tuvimos que atravesar como familia, la apacible voz de Dios me impresionó a ayunar y a orar. Me sentí renovada y fortalecida, y con la certeza de que él no nos dejaría ni nos abandonaría en aquel momento.
Entonces, nuestra cuenta de electricidad se venció y no teníamos dinero para pagarla. No se lo dije a nadie, únicamente a Aquel que es dueño de todo. Oré: “¡Oh, Dios, por favor, ten piedad de nosotros! Envíanos alguna ayuda para que las empresas de servicios públicos no nos desconecten la luz”. Luego acudí a la Biblia, y Dios me recordó que “antes que clamen, yo responderé; mientras aún estén hablando, yo habré oído” (Isa. 65:24).
En algún momento, durante ese tiempo de incertidumbre, fui un día al buzón de correo, como de costumbre. Abrí una carta inesperada de mi padre, que vivía a mil kilómetros de distancia, en la que me decía: “Sentí que debía ir al banco y sacar algo de dinero para enviártelo. Aquí lo tienes”.
¡Quinientos dólares! No le había pedido dinero, y ni siquiera me había quejado por nada. Sin embargo, Dios vio mi necesidad mucho antes de que yo hubiera clamado, y nos proporcionó lo que necesitábamos. Los quinientos dólares pagaron nuestras facturas y compramos provisiones para nuestra familia. ¡Cuánto lo alabo!
Confía en el Señor cuando estés en el oscuro valle de la desesperación. Él tiene todas las soluciones.

Eveythe Kennedy Cargill

Tomado de lecturas devocionales para Damas 2017
VIVIR EN SU AMOR    
Por: Carolyn Rathbun Sutton – Ardis Dick Stenbakken
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EL OTRO MARADONA

“En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35).

Conocemos a un Maradona; es mundialmente célebre. Y bien ganada tiene esa fama y popularidad, debido a su extraordinario talento para jugar al fútbol. Indudablemente, dentro de una cancha, Diego fue el mejor de los tiempos. No obstante, también es lamentablemente destacado por sus problemas extra deportivos.
Hoy quiero presentarte a otro Maradona. No posee tanta notoriedad, premios ni honores: Esteban Laureano Maradona. Nació un 4 de julio de 1885 en Esperanza, provincia de Santa Fe, Rep. Argentina; y murió un día como hoy, 14 de enero, de 1995. Pareciera un guiño del destino: alguien que nace en Esperanza dedica su vida a esparcir esperanza entre aquellos que, aparentemente, la perdieron.
Este médico rural, naturalista, escritor y filántropo, con modestia y abnegación, pasó cincuenta años de su vida en Estanislao del Campo, una remota localidad de la provincia de Formosa, en el norte de la Rep. Argentina. Su vida fue un ejemplo de bondad, altruismo, solidaridad y ayuda a las comunidades indígenas en lo económico, social y cultural.
Todo empezó el 9 de julio de 1935. El médico, de cuarenta años, viajaba en tren hacia Tucumán a visitar a su hermano. La vieja locomotora tuvo un desperfecto técnico y se detuvo en la localidad de Estanislao del Campo, para realizar un transbordo de pasajeros. Cerca, en medio del monte, una parturienta se debatía entre la vida y la muerte. Y allí fue Maradona, ante el desesperado pedido de un empleado ferroviario. Cuando regresó a la estación, el nuevo tren no lo había esperado. Encontró, en cambio, una multitud de enfermos pidiendo que los atendiera. Y ya no pudo irse.
Un poeta local le escribió este poema: Sea quichua, toba u ona, la tribu no importa mucho: La caridad llegó al indio, por manos de Maradona.
Hoy puede ser un día histórico. Piensa en el prójimo. Despójate de ti mismo. Sé solidario. Busca ayudar, ya sea de manera individual o mediante alguna fundación de beneficencia.
“Muchos piensan que sería un gran privilegio visitar el escenario de la vida de Cristo en la tierra […] Pero no necesitamos ir a Nazaret, Capernaúm y Betania para andar en las pisadas de Jesús. Hallaremos sus huellas al lado del lecho del enfermo, en los tugurios de los pobres, en las atestadas callejuelas de la gran ciudad y en todo lugar donde haya corazones humanos que necesiten consuelo. Al hacer como Jesús hizo cuando estaba en la tierra, andaremos en sus pisadas” (Elena de White, El ministerio de la bondad, pp. 122,123).

Tomado de lecturas devocionales para Jóvenes 2017
UN DÍA HISTÓRICO
Por: Pablo Ale – Marcos Blanco
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CAVAR PROFUNDO

«De tus mandamientos he adquirido inteligencia». Salmo 119: 104

Según la ley de dios, tanto la fortaleza física, como la mental y espiritual se adquieren por medio del esfuerzo. El desarrollo se obtiene por medio del ejercicio. De acuerdo con esta ley, Dios ha provisto en su Palabra los medios necesarios para el desarrollo mental y espiritual.
La Biblia contiene todos los principios que los seres humanos necesitamos comprender, a fin de prepararnos para esta vida y para la venidera. Todos podemos comprender estos principios. Nadie que esté dispuesto a apreciar la enseñanza de las Escrituras puede leer un solo pasaje sin obtener de él algún pensamiento útil. Pero la enseñanza más valiosa de la Biblia no se obtiene por medio de un estudio ocasional o aislado. Su gran sistema de verdad no se presenta de tal manera que pueda descubrirlo el lector apresurado o descuidado. Muchos de sus tesoros están lejos de la superficie, y solo pueden ser obtenidos por medio de una investigación diligente y de un esfuerzo continuo. Las verdades que forman el gran todo deben ser buscadas y reunidas «un poquito allí, otro poquito allá» (Isa. 28: 10, RV60).
Una vez buscadas y reunidas, corresponderán perfectamente unas con otras. Cada Evangelio complementa los demás; una profecía explica la otra; cada verdad desarrolla otra verdad. El evangelio explica los símbolos del sistema judaico. Cada principio de la Palabra de Dios tiene su lugar; cada hecho, su relación. Y la estructura completa, tanto en su propósito como en su ejecución, da testimonio de su Autor. Solo el Ser infinito pudo concebir y dar forma a esa estructura.
Al buscar las diferentes partes y al estudiar su relación, entran en actividad las facultades superiores de la mente humana. Nadie puede emprender ese estudio sin que se desarrolle su mente.
Y el valor intelectual del estudio de la Biblia no consiste solamente en investigar la verdad y descubrir su estructura íntima, sino también en el esfuerzo requerido para abarcar los temas presentados. La mente ocupada solamente con asuntos cotidianos se empequeñece y debilita. Si nunca se empeña en comprender verdades grandes y de vasto alcance, después de un tiempo pierde la capacidad de crecer. Como salvaguardia contra esa degeneración, y como estímulo para el desarrollo, nada puede igualar al estudio de la Palabra de Dios.— La educación, cap. 13, pp. 111-112.

Tomado de lecturas devocionales para Adultos 2017
DE VUELTA AL HOGAR
Por: Elena G. de White
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