viernes, 7 de agosto de 2009

LAS ORACIONES DE MAMÁ

El Señor ha escuchado mis ruegos; el Señor ha tomado en cuenta mí oración (Salmo 6: 9).

Mi mamá es una mujer muy cristiana que educó a todos sus hijos en el temor a Dios. En la familia todos somos cristianos. Sin embargo, hemos pasado por pérdidas dolorosas como la muerte de mi hermana Mireya y la de mi papá. Ambas fueron muy inesperadas pues ninguno padecía alguna enfermedad. Fueron decesos tan sorpresivos que todavía hoy nos causan dolor y tristeza. Cuando voy a visitar a mamá a Río Grande, Zacatecas, le recuerdo que ella es una mujer bienaventurada porque sus tres hijos, así como sus respectivos cónyuges e hijos, aman al Señor y cada sábado, ya sea en California, en Monterrey o en Matehuala, estamos reunidos para alabar a Dios. Mi madre son­ríe. Ella es una mujer fuerte. Pero hace algunos días le tocó experimentar y pasar por dolor al perder a su hermana mayor, la tía Rosita, y a los pocos días se enteró de que ella tenía un tumor. Estábamos en casa de mis primos, guardábamos todas las pertenencias de mi tía Rosita para ser donadas, cuando mi mamá le dijo a mi primo, quien es médico, que le diera algo para el dolor que tenía en el pie. Mi primo examinó el pie, y luego levantó los ojos de asombro y me miró desconcertado. Luego hizo algunos comentarios a otra de mis tías que es enfermera. Entonces, mi primo regresó con un libro de medicina y le dijo a mi mamá: «Tía, usted no necesita una pastilla, usted necesita una operación para que le quiten esto». Oramos mucho por ella. Informé a mi iglesia y los hermanos oraron. Mis tías y hermanos también oraron mucho para que ese tumor fuera benigno. Lo comenté con algunas amistades y les pedí que oraran por mi mamá. Pasaron dos semanas después de la operación y la doctora le comunicó a mi mamá que el tumor era benigno. Agradecimos mucho a Dios por sanarla y darle la oportunidad de caminar y guiar sus pasos hasta donde esté la persona que necesita saber de Jesús, ya que ella es muy misionera. Gracias querido Dios por escucharnos y restau­rar la salud de mi madre.

Dina Núñez de León
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor

UNA NUEVA VIDA

Por lo tanto, el que está unido a Cristo es una nueva persona. Las cosas viejas pasaron; se convirtieron en algo nuevo. 2 Comimos 5: 17.

Cuando tienes entre veinte y treinta crisálidas de monarca colgando a la vez en el acuario, cuesta mucho mantener la cabeza centrada en el trabajo de la escuela. No quieres perderte el momento en que nace una mariposa. Pero eso sucede muy rápidamente. Si no andas con cuidado, puede que te lo pierdas. La pista más clara de que una mariposa está a punto de salir es el cambio de color do la crisálida. Cuando la crisálida se forma, tiene un color verde claro y una corona dorada en la parte superior. Pero, a medida que pasan los días, se vuelve casi negra. Lo que ves son las alas negras y calabaza de la mariposa que se están formando en el interior. Cuando la mariposa está apunto para deja su confortable hogar, empuja las paredes do la crisálida hasta que se resquebraja. Luego sale fuera. Pero no te sorprendas de ver lo que veas. Una mariposa recién nacida no se parece en nada a la criatura en que se transformará finalmente. Aferrándose a su crisálida de fino papel, la mariposa, con el abdomen hinchado y las alas encogidas, empieza a balancearse adelante y atrás. Mueve la sangre desde el cuerpo hacia las alas, las cuales, lentamente, se expanden y toman forma. En unos minutos, La criatura deforme y extraña se transforma en una monarca real. La criatura, que unos días antes trepaba por una planta de algodoncillo, ahora puede volar por el aire. Cada vez que veo el nacimiento de una mariposa monarca me acuerdo de lo que Jesús quiere hacer por cada uno de sus hijos. Bastaría con que se lo permitiésemos para que nos librase de nuestro yo pecador y nos convirtiera en criaturas completamente nuevas. Instintivamente, las orugas de monarca se someten a una transformación. Nosotros, sin embargo, debemos escoger el cambio. ¿Lo has escogido?

Tomado de la Matutina el Viaje Increíble.

HASTA UN GUSANO PUEDE SERVIR A DIOS

Pero al venir el alba del día siguiente, Dios preparó un gusano, el cual hirió la calabacera y se secó. Jonás 4:7

Como muchos otros, quizá también tú te has sentido turbado al considerar la conducta del profeta Jonás. La actitud y la personalidad del profeta no concuerdan con la imagen que tenemos de lo que debe ser un mensajero de Dios. Ni siquiera concuerda con la imagen que tenemos de un cristiano. Jonás se negó a pregonar el mensaje y huyó del Señor, quien lo había enviado a Nínive. Cuando Dios lo obligó a dar el mensaje y vio la extraordinaria conversión de todos los ninivitas, recalcitrante profeta se enojó muchísimo «hasta la muerte». Es más, los milagros obrados en su favor y la paciencia que Dios le manifestó no lo afectaron, al parecer, ni lo más mínimo. El libro homónimo termina sin ninguna evidencia de que haya reconocido sus faltas y se haya arrepentido de ellas. De hecho, el libro termina con una pregunta de Dios que Jonás no contestó. Como poco, sabemos con toda claridad que Jonás necesitaba aprender mucho acerca de la pasión de Dios por salvar las almas perdidas. También necesitaba aprender sobre el juicio de Dios. Necesitaba aprender sobre la paciencia divina y sobre el poder de Dios. Dios trataba de enseñarle una lección más al profeta, y en esto se centra nuestra reflexión de hoy. ¿Qué usó Dios para alcanzar dicho objetivo? Pudo haber usado a uno de los ángeles más gloriosos del cielo, o a la persona más importante de la tierra. Sin embargo, empleó algo bien distinto: «Dios preparó un gusano, el cual hirió la calabacera y se secó». La historia de Jonás es la historia del poder de Dios, quien puede tomar cualquier instrumento en sus manos, sea grande o pequeño, para cumplir sus propósitos. La historia ilustra que Dios es capaz de hacer cualquier cosa con cualquier instrumento que elija. En el libro de Jonás encontramos muchas cosas que Dios usó para cumplir sus propósitos. Primero, usó una gran tormenta; luego, usó un gran animal marino; más tarde, hizo crecer una calabacera en una noche, con el único propósito de dar una lección a su siervo. Por último, usó un diminuto gusano para deshacerse de la calabacera. La historia de Jonás es más que la historia de una gran ciudad que se arrepintió milagrosamente. Es un relato que enseña que Dios puede usar cualquier cosa para su gloria, desde un profeta que se niega a cumplir sus instrucciones hasta un pequeño gusano. Sus recursos para cumplir sus propósitos son infinitos. Sirve tú también a ese gran Dios.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos