lunes, 24 de enero de 2011

¡ACTÍVATE!

«Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme al Señor es digna de alabanza», Proverbios 37:30.

Haz un círculo alrededor de una V si la frase es verdadera, o de una F si es falsa.

F V Dios hizo un mundo hermoso

F V Dios hizo al hombre y a la mujer perfectos

F V A Dios le interesas si tienes bonita cara

F V Dios mira nuestras facciones,pero también conoce nuestro corazón

F V Absalón no tenía defectos físicos

Consulta los siguientes versículos para que compruebes las respuestas: 2 Samuel 14: 25; Génesis 1:31; Génesis 1: 27; 1 Samuel 16: 7. El ser humano por lo general se deja llevar por la belleza. Cuando nos presentan a un bebé, comentamos qué bonito está; o si el hermano mayor tiene novia y la presenta en casa, opinamos si está guapa o no.
En general, las personas con rasgos atractivos reciben durante su vida muchos halagos. Eso puede ser malo si concentran toda su atención en lo que les dicen. Ahora bien, vamos a pensar: ¿Qué hizo esa persona para tener un físico hermoso? Nada, así le tocó. Menos mérito tiene si se hizo cirugía. Cada quien se debe aceptar como es.

El texto de hoy, aunque menciona a la mujer particularmente, también se puede aplicar a los hombres. Nos dice que la belleza es pasajera, y temer a Dios es lo que verdaderamente es más importante. Dios te ama como te formó. Agradécele este día porque así eres.

Tomado de meditaciones matinales para menores
Conéctate con Jesús
Por Noemí Gil Gálvez

LEVÁNTATE, TE LLAMA

¡No tengas miedo! Ven, que el te llama¡(Marcos 10:49).

Como mujeres modernas que enfrentamos los interminables retos que nos presenta esta vida tan agitada, en ocasiones nos damos cuenta de que nuestro ánimo decae, y nos sentimos deprimidas, hasta el punto de considerar que nada de lo que hacemos vale la pena. Pero experimentar este tipo de sentimientos no es patrimonio exclusivo de la mujer. El sabio Salomón expresó esto mismo cuando afirmó: «Vanidad de vanidades, todo es vanidad» (Ecl. 1:2).
Si vemos la vida desde esa perspectiva, caeremos en el pesimismo, que nos hundirá en el profundo mar de nuestros propios pensamientos derrotistas. Sin embargo, cuando logramos mirar a través del cristal divino, comprendemos que cada fracaso, cada lágrima, cada desconsuelo, tienen como propósito fortalecernos en la conquista de la Canaán celestial. Esta perspectiva espiritual dará sentido a todas las circunstancias que debamos afrontar en la vida.
José Martí, el pensador y poeta cubano, declaró: «Nuestro vino es amargo, pero es nuestro vino». Obviamente, nuestra vida no está desprovista de la amargura de los problemas, los conflictos, el sufrimiento y la decepción, pero también es cierto que las palabras de Jesús quieren y pueden marcar la diferencia y, lo que es más, hacer el milagro.
Querida amiga, si hoy te encuentras pasando por momentos difíciles y piensas que todo a tu alrededor se desploma, agudiza tu oído y escucha estas maravillosas palabras: «¡No tengas miedo! Ven que él le llama» (Mar. 10: 49). Tu Dios no te ha abandonado. Él sabe de qué tienes necesidad. El puede escuchar el lamento más profundo de tu corazón y desenredar la madeja de tu vida. Solamente confía en él. No estás sola. A tu lado va aquel que levanta al caído, transforma los corazones y da paz y sosiego al alma.
Jesús se detiene hoy en tu camino. Sí, precisamente en ese punto en que piensas que vas a sucumbir. Él se detiene para ser tu apoyo. Levántate, no te quedes agonizando. Ve a Jesús. Él conoce tu nombre, y te llama. Si tienes confianza, él te levantará, para acompañarte en cada paso del resto del camino.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

JESÚS Y SU MADRE

Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Juan 19:26.

La vida de Jesús fue impactante desde todo punto de vista. Incluso quienes no lo aceptan como Salvador y ni siquiera se llaman cristianos, admiten que fue un hombre extraordinario. ¿Qué lo hizo un ser tan admirable? Que vivió lo que enseñó.
Presta atención. Es fácil decir: "Cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra" y también "orad por los que os ultrajan y os persiguen" (Mat. 5:39, 44), pero es sumamente difícil llevarlo a los hechos. Nuestra naturaleza nos empuja a devolver mal por mal, y por eso, cuando se sufre una herida, inmediatamente se desea devolver con "la misma moneda".
En cuanto a esto, Jesús fue un ejemplo perfecto, porque su enseñanza fue llevada a la práctica. Mientras lo crucificaban, no procuró hacerle daño a sus agresores, sino que con paciencia sufrió el ultraje y oró: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Luc. 23:34).
Esta no fue la única enseñanza de Jesús que luego confirmó con sus hechos. El mandó honrar a los padres a lo largo de las Escrituras, y el cuidado y la importancia que le dio a su madre (ya que se cree que su padre terrenal no vivía) incluso en el momento de la crucifixión arranca elogios al Maestro de Galilea. Pasó por alto el abuso que recibió tanto de judíos como de romanos, ignoró sus heridas y su propio sufrimiento, para centrar su atención en su madre y decirle: "Mujer, he ahí tu hijo" y conferirle al apóstol Juan el cuidado de esa mujer virtuosa.
También en nuestro tiempo son necesarios jóvenes y señoritas que se animen a vivir la fe que profesan, que no teman hacer lo que predican y que confirmen con sus hechos que son realmente cristianos. También en nuestros días es necesario que las familias se unan en amor y en apoyo, ya que esta sociedad en colapso atenta contra los vínculos que el Señor formó en la creación, a saber, la familia. Tú y yo tenemos el sagrado deber de amar como lo hizo nuestro Maestro mientras vivió en este mundo, y hoy es el día indicado para comenzar. ¡Muéstrales tu amor a todos en tu familia!

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

¡UNIDOS!

Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables. 1 Pedro 3:8.

La terminal del ómnibus está colmada de personas, esta mañana fría de invierno, en las calles del barrio Chacarita, en la ciudad de Buenos Aires. Max no ve a la gente. Su cuerpo está allí, pero su mente vaga sin rumbo, por los agrestes campos minados de los conflictos familiares. Cree no resistir más; piensa que, tal vez, la separación sea la única salida. Lo que lo incomoda y lo confunde es el hecho de que ama a su esposa, y no entiende por qué dos personas que se aman no pueden vivir en armonía.
El conflicto de hoy comenzó porque no había leche para el desayuno:
-Te dije que la compraras anoche -casi gritó ella, encolerizada.
-¿Y por qué, en lugar de pedirme, no la compraste tú? -respondió él, en el mismo tono.
A partir de allí, se dijeron cosas terribles, se echaron en cara errores del pasado y, finalmente, él salió de casa golpeando la puerta.
En el texto de hoy, Pedro aconseja que los cónyuges deben tener "un mismo sentir"; deben ser "compasivos y misericordiosos" el uno con el otro. Parece una meta distante, imposible de ser alcanzada; por lo menos, para Max y su joven esposa. Lo que ellos ignoran es que el matrimonio es la única escuela en que te matriculas, pero nunca te gradúas. La vida en pareja es una vida de constante aprendizaje.
Mucha gente se desespera porque no sabe distinguir los problemas de los conflictos. La vida es la permanente solución de problemas: desde que te levantas hasta que te acuestas por la noche, estás solucionando problemas; cada hora, cada minuto. No existe vida sin problemas. Pero, los problemas no son cataclismos destructores, sino desafíos de crecimiento. Un problema mal resuelto sí se transforma en conflicto. Y los conflictos pueden ser fatales.
Lo que la esposa de Max podría haber hecho esta mañana es preguntar:
-Querido, ¿compraste leche?
Creo que Max hubiese respondido:
-No, mi amor; pero la compro en un minuto.
Después, más calmos, podrían sentarse a conversar sobre los constantes "olvidos" de Max.
Antes de iniciar tus actividades de hoy, recuerda: "Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón