lunes, 19 de diciembre de 2011

DIOS ESTÁ SIEMPRE PRESENTE

No temas ni desmayes, porque Jehová, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas. (Josué 1:9)

Una señora acababa de recibir la visita de su vecina, quien trataba de consolarla por la ausencia de su esposo. «No sé cómo puedes estar tanto, tiempo sola. Si mi esposo saliera de casa tantos días como el tuyo me deprimiría», comentó la vecina. «¿Cómo sabes que es una desgracia que mi esposo salga en busca de un trabajo mejor?», preguntó ella, ahuyentando así a la vecina, que se marchó murmurando. Poco tiempo después el esposo regresó trayendo una máquina de coser para su esposa. No tardó mucho la vecina en decirle a su amiga lo dichosa que era, ya que tener una máquina de coser era algo que muchas ambicionaban. Pero la señora le preguntó: «¿Cómo sabes que es una bendición esta máquina?». No pudiendo creer lo que escuchaba, la vecina se alejó.
Pocos días después aquella señora tuvo un accidente con la máquina de coser y fue trasladada al hospital. La vecina fue a presentarle sus condolencias y a comentar cuan acertada había sido su respuesta: «Tenías razón cuando dijiste que tal vez no fuera una bendición», dijo, cabizbaja, mientras escuchaba asombrada la respuesta de su amiga: «¿Y cómo sabes que no ha sido una bendición?». No pudiendo soportar más la aparente insensibilidad de aquella mujer, la vecina se alejó, pensando que el pesimismo de su amiga era tal que no valía la pena ni siquiera ir a visitarla.
En aquel mismo hospital se encontraba una mujer que tenía un negocio muy próspero y necesitaba contratar costureras. Le ofreció un trabajo y un salario que mejoraba considerablemente la economía del hogar. Aquella mujer, que había aprendido a confiar en su Dios bajo cualquier circunstancia, recibía la recompensa a su fe.
¿Cuántas veces nos quejamos porque las cosas no han salido como esperábamos? Creo que después de leer esta anécdota, podríamos pensar que Dios guía cada suceso y endereza cada sendero torcido. No te desalientes cuando las bendiciones que pides lleguen disfrazadas de desgracias. No temas ni desmayes. Solo confía en que tienes un Dios que va delante de ti, allanando tu camino, enderezando tus veredas, y que no permitirá que caigas en el abismo.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

PREPARÁNDONOS PARA UN LARGO VIAJE

Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Mateo 24:42.

Al terminar mis estudios de Teología, fui llamado a servir como capellán en un colegio. El lugar de trabajo distaba 1.200 kilómetros de mi hogar paterno y 2.400 kilómetros del hogar de mi esposa, así que al finalizar el primer año de trabajo, hicimos preparativos para pasar parte de nuestras vacaciones con nuestros padres. La expectativa era tremenda, porque esa visita sería la primera que haríamos en nuestro flamante auto después de todo un año sin vernos. Días antes de salir, llevé el auto a un centro de servicios mecánicos para que lo revisaran. Luego calculamos los días de vacaciones y preparamos nuestros respectivos equipajes. Pantalones, camisas, algunas corbatas para usar en la iglesia, desodorante, espuma de afeitar, cámara fotográfica, cepillo dental, zapatos y abrigos fueron ocupando su lugar, para que nada nos faltara. Como teníamos ahorros, calculamos los gastos del viaje, más el costo de algunos gustos que nos daríamos.
El día llegó y salimos de nuestro hogar. Hoy, a varios años de aquella salida, puedo decir que la disfrutamos plenamente porque nos habíamos preparado. Sin toda esa preparación previa, el viaje no hubiera sido tan exitoso.
Hay una similitud entre la vida espiritual y el regreso de Jesús. Él vendrá a buscarnos para conducirnos en un largo viaje, pero mientras esperamos tenemos que prepararnos. Como nuestro cuerpo mortal será transformado en inmortal, el carácter será lo único que llevaremos, y podremos preparar. "Creemos sin duda alguna que Cristo va a venir pronto. Esto no es una fábula para nosotros; es una realidad... Cuando él viniere, no lo hará para limpiarnos de nuestros pecados, quitarnos los defectos de carácter, o curarnos de las flaquezas de nuestro temperamento y disposición. Si es que se ha de realizar en nosotros esta obra, se hará antes de aquel tiempo. "Cuando venga el Señor, los que son santos seguirán siendo santos. Los que han conservado su cuerpo y espíritu en pureza, santificación y honra, recibirán el toque final de la inmortalidad. Pero los injustos, inmundos y no santificados permanecerán así para siempre. No se hará en su favor ninguna obra que elimine sus defectos y les dé un carácter santo. El Refinador no se sentará entonces para proseguir su proceso de refinación y quitar sus pecados y su corrupción. Todo esto debe hacerse en las horas del tiempo de gracia. Ahora es cuando debe realizarse esta obra en nosotros" (Elena G. de White, Consejos sobre la salud, pp. 43, 44).

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

NO VERÁN

No verán la tierra de la cual juré a sus padres. Números 14:23.

La vida está hecha de decisiones. Para bien o para mal. No existe destino, en el sentido determinista: existe el resultado de las decisiones. El pueblo de Israel es un ejemplo de eso. Dios le había prometido la tierra de Canaán; lo había sacado de Egipto con mano fuerte; había cuidado de él a lo largo del desierto, y en menos de dos años los había hecho llegar a la frontera de Canaán.
Este era el momento de la decisión. ¿Creer o no creer? ¿Avanzar o quedarse? El pueblo decidió quedarse. No creyó en las promesas divinas; pensó que moriría en la frontera. Y así fue. No porque Dios lo castigó; tampoco porque su "destino" era morir allí. Así fue, simplemente porque así lo decidió. La vida es el resultado de lo que decides y cómo decides. La muerte, también.
Al leer el versículo de hoy, la primera impresión es que Dios está condenando al pueblo: "No verán". Generalmente, esa es la visión que tenemos de la vida: que lo que nos sucede depende de otros o, acaso, de las circunstancias que nos rodean. Y no podríamos ser simplistas al punto de pensar que no existen factores adversos o personas de mala voluntad: esa es una realidad de este mundo de pecado. Pero, la otra realidad es que la situación en que te encuentras no es el resultado de factores ajenos, sino consecuencias de tus decisiones. El pueblo de Israel decidió quedarse cuando debería haber decidido avanzar; la disculpa fue el poder bélico del enemigo. En fin, disculpas nunca faltan. Pero, si quieres dar una media vuelta en tu vida, es necesario revisar tus decisiones y reconocer dónde fallaste.
En cierta ocasión, una niña, de apenas 16 años, vino a pedirme un consejo: quería saber qué debería hacer, porque el novio la había agredido físicamente en la calle. ¿Qué debería hacer? Aquel era un momento para tomar decisiones: ¿Qué se puede esperar, en el futuro, de un joven que, en la época de noviazgo, agrede físicamente a una chica? Ella decidió; pero, decidió en forma errada.
Algunos años después, me encontré con ella. Destruida por la vida y por el maltrato de un hombre que, después de haberla agredido durante diez años, la abandonó con tres hijos pequeños.
Decisiones. Hoy es un día de decisiones para ti todos los días lo son. Pero, pide a Dios que hoy te ayude a tomar decisiones sabias. No sea que, un día, como resultado de tu decisión, oigas la voz de la propia vida diciéndote: "No verán la tierra de la cual juré a sus padres".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón