jueves, 28 de junio de 2012

ALERTA DE SANGRE


«¿Para quién serán los oyes? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas sin razón? ¿Para quién los ojos enrojecidos? Para los que no dejan el vino, para los que van probando mixturas» (Proverbios 23:29, 30, RV95).

¿Alguna vez te has caído al caminar? Yo sí me he raspado las rodillas y me he cortado en los brazos. Me ha salido sangre. ¿Sabes por qué hasta las heridas más pequeñas a veces dejan fluir mucha sangre? El cerebro ordena a los vasos sanguíneos que se abran y que la sangre fluya rápidamente. Cuanta más sangre fluye, más células blancas se apresuran hacia el lugar del problema. ¿Alguna vez has visto a alguien con los ojos enrojecidos? Eso ocurre porque los vasos sanguíneos se abren y dejan fluir sangre hacia el globo ocular.  Los ojos pueden enrojecerse cuando entran en contacto con cosas como el humo o el polvo, pero también pasa cuando la gente toma alcohol, como dice el versículo de hoy.
Esto nos habla de la importancia de mantener nuestro cuerpo libre de venenos como el alcohol. El alcohol es sumamente dañino. Lee el versículo de hoy nuevamente y entenderás lo que estoy diciendo. Nuestros cuerpos y la Palabra de Dios nos pueden enseñar muchas lecciones. La lección de hoy es que debemos permanecer alejados del alcohol.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

ORANDO POR LOS DEMÁS


Confesaos vuestras ofensas unos a otros y orad unos por oíros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho (Santiago 5:16).

«¿Y tú, oras por los homosexuales?», era el titulo de un artículo que apareció en la revista Adventista hace algunos años.  En nuestra época existe una tendencia a considerar la homosexualidad como una aceptable alternativa de vida, como algo «natural». Incluso hay iglesias que tienen clérigos que son abiertamente homosexuales. Todo esto representa un cambio radical de las actitudes del pasado relacionadas con esta cuestión.
Como cristianos debemos orar por nuestros amigos y conocidos que son homosexuales, así como por sus familias. También debemos orar por las nuevas generaciones, ya que con tristeza vemos que algunas de las esas tendencias modernas se han ido infiltrado en la iglesia cristiana.
Los padres debemos cuidar más a nuestros hijos, sobre todo a los adolescentes. Es importante que conozcamos a sus amigos, que evitemos que se reúnan con quienes podrían incitarlos a prácticas y costumbres condenadas en las Escrituras.
El artículo mencionado afirmaba que algunos jóvenes se desaniman, ya que los hermanos los juzgan por su apariencia en vez de orar por ellos. Otra queja es que la iglesia no trata de comprenderlos y que los discriminan, encasillándolos en una categoría de «pecadores».  Hemos de intentar entenderlos. Oremos por las personas con problemas, sean de la índole que sean.
Conocí en cierta ocasión a un joven que al conocer a Cristo Jesús intentó cambiar su vida y para ello dejó de relacionarse con personas que compartían sus preferencias sexuales. A veces no nos damos cuenta de que tanto varones como chicas de nuestra iglesia están siendo tentados, por el enemigo para que se olviden de que Dios «los varón y hembra».
Mis hermanas, ¡oremos por ellos!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Fabiola Fernanda Quinto

“DIME CON QUIÉN ANDAS…”


El necio cree que todo lo que hace está bien, pero el sabio atiende los consejos. Proverbios 12:15.

No hay una lista de «Los diez refranes más populares de todos los tiempos», pero si la hubiera, hay uno que con toda seguridad estaría en el tope: «Dime con quién andas, y te diré quién eres». ¿Tenían razón nuestros abuelos y nuestros padres cuando nos repetían estas palabras?
Una investigación realizada por la Universidad de Columbia, Estados Unidos, confirma que hay sabiduría en el viejo refrán. Entre los hallazgos más relevantes, el estudio encontró los siguientes:
Es mucho más probable que un joven consuma marihuana si más de la mitad de sus amigos ya la está consumiendo.
Las posibilidades de que un joven vea pornografía en Internet aumentan hasta tres veces si la mayoría de sus amigos ya lo hace.
Si al menos la mitad de sus amigos son sexualmente activos, el riesgo de que el joven consuma alcohol aumenta treinta veces; el de consumir marihuana, veintidós veces; y el de fumar, cinco veces (Courtney C. Radsch, New York Times, edición electrónica, 20 de agosto de 2004).
Los investigadores aclaran que el estudio no trata de establecer una relación de causa-efecto, sino más bien mostrar que hay una estrecha relación entre los amigos del joven y los hábitos que este adopta. Dicho de otra manera: las posibilidades de que un joven se involucre en conductas indeseables aumentan considerablemente si sus amigos participan de manera habitual de esas conductas.
Estos resultados, por supuesto, no sorprenden a nadie. Todos queremos ser aceptados, no rechazados, por nuestros amigos. El problema se produce cuando, para lograr esa aceptación, nos vemos obligados a pagar un precio demasiado elevado. Y este es, en mi opinión, el punto central del estudio de la Universidad de Columbia. Ya sabíamos que los amigos influyen en nosotros. ¡Pero tanto!
Alguien podrá alegar que se trata de solo un estudio. Sin embargo, ¿será necesario esperar que otros estudios confirmen lo que durante tantos años nos han dicho los abuelos? Ellos ya nos lo advirtieron: «Dime con quién andas, y te diré quién eres». Y hasta ahora nadie ha podido demostrar que estaban equivocados.
¿Escucharemos a los abuelos? ¿O pasaremos a formar parte de las estadísticas?
Padre celestial, ayúdame a escuchar el consejo de las personas adultas que desean mi bienestar.  Y dame sabiduría para escoger bien a mis amigos.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

UN BUEN EJEMPLO


«Pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparo de antemano para que anduviéramos en ellas» (Efesios 2:10).

El orgullo es uno de los pecados que más cuestan de erradicar. Justo cuando pensamos que está muerto y nos dirigimos hacia la multitud para aceptar sus felicitaciones, se levanta y nos apuñala por la espalda. Se dice que Dios, sabiamente, diseñó el cuerpo humano para que nosotros mismos no pudiéramos darnos palmaditas en la espalda ni tampoco patadas con demasiada facilidad.
El orgullo se había apoderado del corazón de Simón el leproso. Era rico, influyente y, gracias al milagro de la curación, gozaba de salud. Pero su corazón estaba enfermo de la lepra del pecado. Había juzgado mal a María, su sobrina, ante los invitados que asistían a su fiesta en honor de Cristo. Jesús le había contado una breve parábola que lo ayudó a verse a sí mismo tal como era.
Los dos deudores de la parábola representaban a Simón y a María. Se demostró que el pecado de Simón era diez veces más grave que el de María.  Vio que Jesús había leído tanto en su corazón como en el de María se avergonzó. Sabía que estaba en presencia de un Ser superior.
«Entre en tu casa», continuo Cristo, «y no me diste agua para mis pies; pero ella ha regado mis pies con lágrimas y los ha secado con sus cabellos. No me diste beso; pero ella, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies» (Luc. 7:44,45).
Y entonces Cristo hizo una promesa que ha traído consuelo y aliento a todos los que en su nombre sirven callada y abnegadamente a los demás. Dijo: «De cierto os digo que dóndequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que esta ha hecho, para memoria de ella» (Mat. 26:13).
Los actos de María se recordarían no con la dedicación de una iglesia o calibrando una fiesta anual en su honor, o conservando un pedazo de su sagrado frasco como una reliquia, sino mencionando su fe y su piedad como ejemplo para los demás en la predicación del evangelio. Todos hemos sido María la pecadora, María la frívola o María la impulsiva. Pero, por la gracia de Dios, ahora podemos ser María la generosa, María la reflexiva o María la agradecida. Basado en Mateo 26:6-13

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill