domingo, 11 de diciembre de 2011

¿NACERÁ EN TU CORAZÓN?

Porque un niño nos ha nacido, hijo nos ha sido dado. (Isaías 9:6).

A medida que los invitados iban llegando a la lujosa mansión, el mayordomo recogía sus abrigos y los entregaba a una sirvienta para que los guardara. Todo estaba engalanado para el bautizo del pequeño heredero. Los sirvientes se encargaban de los últimos preparativos y los anfitriones permanecían muy ocupados atendiendo a sus invitados. De pronto se escuchó la orden: «Traigan al niño, va a comenzar la ceremonia». Pero nadie sabía dónde estaba el bebé. El centro principal de aquella fiesta era el pequeño, pero todos habían estado tan ocupados que no sabían dónde se encontraba.
De repente todo cambió. La música se detuvo. Los criados empezaron a correr de aquí para allá buscando por todas parles. La madre lloraba desesperadamente mientras el padre llamaba a la policía. La alegría de la fiesta parecía haberse esfumado. De pronto se escuchó un grito nervioso: «¡lista aquí, está aquí!». Encontraron al bebé sobre una cama, dormido; la sirvienta encargada de guardar los abrigos no lo había visto y había puesto toda la ropa sobre él. Dios había conservado milagrosamente la vida del pequeño.
Hace muchos años los libros sagrados eran leídos, enseñados y estudiados por los rabinos. Los profetas habían anunciado la venida del Mesías generación tras generación, así que el pueblo lo esperaba con ansia. Pero cuando vino, todos estaban tan ocupados con su vida que no lo reconocieron más que unos cuantos pastores y algunos sabios de tierras paganas. Solo ellos estaban listos para escuchar la voz de los ángeles.
El cielo lloró al ver la indiferencia de la humanidad. Los ángeles estaban deseosos de formar un coro alrededor del establo, pero solo se escuchó la voz distante del profeta: «Porque un niño nos es nacido, hijo nos ha sido dado» (isa. 9: 6).
Al igual que en el pasado, las profecías apuntan hacia la venida del Mesías, aunque esta vez no como un niño, sino como el Rey eterno y Príncipe de paz. ¿Puedes escuchar la voz que anuncia su regreso? ¿O hay algo que te impida escucharla? ¿Estás tan ocupada que no tienes tiempo para que Jesús se acerque a ti?

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

TIEMPO DE PRUEBAS, TIEMPO DE ANGUSTIA

En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno. Job 1:22.

Una de las grandes pruebas que le tocará vivir al pueblo de Dios en los últimos días, es el llamado "tiempo de angustia". Esa prueba será tan terrible y angustiante que "si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados" (Mat. 24:22).
En las Escrituras encontramos ejemplos de hombres que tuvieron que vivir pruebas terribles, como Job, quien sufrió sin tener culpa, solo porque Satanás lo atacaba. Job era "perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal" (Job 1:1) y no merecía que sus hijos murieran ni perder todos sus bienes, pero Dios lo permitió para mostrar a los seres celestiales la fidelidad de su siervo.
Job era el mejor del mundo en santidad (vers. 8), pero tuvo que sufrir como un delincuente y asesino, pagando con sus bienes, la vida de sus diez hijos y su salud, por algo que no había hecho. El patriarca nació en un mundo donde combaten el bien y el mal. Este conflicto se repite constantemente. Se muestra aun en la bella rosa cercada de espinas y en las guerras que cobran las vidas de miles de inocentes.
Job era leal a Dios, quien lo había cercado junto con su hogar y sus bienes para aislarlo del enemigo. Pero en el cielo se planteó un desafío: ¿Servía Job a Dios por amor o por conveniencia?
La única manera de que los seres angelicales supieran las intenciones de su corazón era dejar a Job en las manos de Satanás, y eso ocurrió. En un solo día, el enemigo le quitó todas sus riquezas y mató a sus hijos, y más adelante le produjo una sarna maligna. ¿Merecía Job sufrir todo este dolor? No. ¿Quién fue el causante de todo ese mal? Satanás, aunque Dios también se hizo responsable por quitar su cerco protector al decir, "tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa" (Job 2:3).
La historia tiene un final feliz, aunque nunca podremos entender por completo la angustia y el sufrimiento de Job a menos que vivamos su experiencia. Job hizo frente a esa tremenda prueba, y tú y yo podremos hacer frente al tiempo de angustia que nos tocará vivir, si aprendemos ahora a depender de Dios y su poder. Job salió victorioso de su tiempo de angustia. ¿Cómo saldremos tú y yo de nuestras pruebas?

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

DIOSES

Se acercaron entonces a Aarón y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Éxodo 32:1.

Habían pasado algunos días desde que Moisés subiera al Monte Sinaí, para encontrarse con Dios. El pueblo, cansado de esperar, buscó a Aarón y le dijo que, tal vez, Moisés no volvería más, y sería mejor buscar otros dioses.
¿Ya te pusiste a reflexionar sobre la fragilidad de las promesas humanas? Aquel pueblo había prometido a Moisés que estaría allí, esperando a que él regresara con el mensaje de Dios. Habían sido los hijos de Israel quienes pidieron a Moisés que lo que Dios quisiera decirles se lo dijese a él, porque ellos tenían miedo de oír la voz del Señor. Y ahora, transcurridos pocos días, el pueblo no solo se había olvidado de su promesa, sino también buscaba otros dioses.
El otro día, me encontré con una persona que durante años había sido fiel a Dios y había predicado el evangelio. Hoy, no cree más en un dios personal, sino en un dios como energía, que se manifiesta en muchas formas.
Le pregunté por qué había perdido la fe en Dios. Y su respuesta me hizo recordar al pueblo de Israel: "Esperé mucho tiempo", me dijo, "pero Dios no me respondía. Busqué, entonces, la meditación trascendental, y descubrí que no necesito de un Dios exterior: la energía vital está dentro de mí, y a eso, si quiero, puedo llamarlo dios".
¿Hace cuanto tiempo tienes la impresión de que Dios no atiende a tus oraciones? ¿Cuánto tiempo más lo esperarás? ¿Buscarás otros dioses, pensando "no sé qué le aconteció a Moisés"?
Hoy puede ser un día para fundamentar tu confianza en el Dios invisible, Creador del cielo y de la tierra. No busques la fuerza de las cosas creadas: busca al Creador; deposita tu confianza en él. Cuando pienses que está demorando en responderte, él está preparándote para lograr conquistas más grandes. Pero, para no buscar otros dioses, necesitas alimentar tu fe mediante la oración y el estudio de la Biblia. Si no lo haces, en poco tiempo acabarás fabricando amuletos, que satisfarán tu curiosidad pero no la sed del alma, que solo Dios puede calmar.
Enfrenta la batalla de este nuevo día. Pero, recuerda: "Se acercaron entonces a Aarón y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón