jueves, 24 de noviembre de 2011

EN TODO TIEMPO

Gozosos en la esperanza, sufridos en la tribulación, constantes en la oración. (Roanos 12:12).

En el versículo siguiente al del día de ayer el apóstol presenta otra perspectiva del amor; nos habla de ese amor que se basa en la esperanza, del cual solo puede derivar el gozo. ¿Cuál es esa esperanza que puede cambiar nuestra manera de amar? La esperanza de vivir en un mundo libre del pecado. Pero mientras gozamos de esa esperanza que se materializará en el futuro, debemos ser conscientes de que tenemos que afrontar las vicisitudes del presente, «ser sufridos en la tribulación», para lo cual contamos con el poder de la oración.
«Estad siempre gozosos» (1 Tes. 5: 16), nos dice también el apóstol Pablo. ¿Crees que en este mundo es posible que estemos siempre gozosos? ¿Es que Dios le está pidiendo que le sientas gozosa cuando tu hijo está enfermo, cuando tu familia pasa por estrecheces económicas, cuando atraviesas el desierto del adulterio o cuando te han despedido del trabajo que te proporcionaba el sustento de tu familia?
Esta exhortación parecería más bien una burla si el versículo no terminara con el antídoto para lograr ese gozo: ser «constantes en la oración». Alguien me regaló un libro del pastor Alejandro Bullón titulado Inviten ion. En él se narran las duras experiencias de personas que han intentado encontrar la vida lejos de Jesús, pero no lo han logrado, pues es como sembrar una planta y después privarla de los rayos del sol. Se asfixia, languidece, vive por un tiempo y finalmente muere. Así sucede con nosotras. Iodos nuestros intentos terminan en derrote si no hemos experimentado antes la conversión, el nuevo nacimiento, si no comprendemos que nuestra vida carece de sentido sin la presencia de Cristo. Puede ser que al igual que yo hayas nacido en un hogar cristiano, por lo que damos por sentado que ya no tíos hace falta otro nacimiento. Pues bien, te equivocas. Hace falta nacer de nuevo y mantener el contacto con el Padre a través de la oración.
La oración es el medio que tenemos para poder respirar, es el oxígeno que alimenta correctamente nuestro ser. Aunque no es una varita mágica, nos ayuda a ver las cosas desde oirá perspectiva. Recurre, a la oración y vivirás.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

MUERTE AL PECADO Y RESURRECCIÓN A UNA NUEVA VIDA

Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Romanos 6:4.

A lo largo de mi ministerio pastoral he tenido la alegría de ver a muchos jóvenes entregarse a Cristo a través del bautismo, y en este día contaré parte de la historia de Max, un joven de 17 años que "sin querer" comenzó los estudios bíblicos.
Max estaba llevando una vida vacía y sin Dios. Su manera de vestir, de hablar y sus diversiones mundanas eran algunas de las evidencias de que Jesús aún no formaba parte de su vida. Luego de una semana de oración, muchos alumnos llenaron formularios para pedir estudios bíblicos, y entre ellos estaba el de Max. Sus amigos habían llenado el formulario para hacerle una broma; pero cuando lo entrevisté y le pregunté cuándo comenzábamos a estudiar la Biblia, este joven me dio un horario y un día semanal para hacerlo.
Fue así como cada semana Max comenzó a dar sus primeros pasos con Jesús, y poco a poco su vida comenzó a cambiar. Sus amigos, que vivían lejos de Dios, se enojaron por los cambios que veían en él y hasta lo alejaron del grupo. No comprendían lo que estaba pasando en el corazón de este joven que hacía pocos meses era igual a ellos, y esa falta de comprensión los llevó a distanciarse de él.
En la iglesia fue querido y aceptado rápidamente, y pronto tuvo algunas responsabilidades pequeñas. Yo también lo integré en programas de Sociedad de Jóvenes y en otros eventos, ya que era sumamente capaz y responsable. Al finalizar ese año había un Max cambiado, diferente, que se entregó a Jesús a través del bautismo.
El bautismo es también muerte al pecado y resurrección a una nueva vida. Simbólicamente es como si en el agua quedara el "viejo hombre" lleno de vicios, pecados y alejado de Dios, y quien sale es "otra persona" para vivir como Jesús lo haría. Pablo, en un lenguaje teológico, expresó la relación entre el bautismo y una nueva vida: "Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva". El Max sin Dios había quedado sepultado en el bautisterio de su iglesia, y quien había salido, lo había hecho con Cristo como Señor de su vida. Cada persona que desea la salvación eterna debe dar el mismo paso (Mar. 16:16).

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

NADA PODRÁ SEPARARTE

Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 8:38,39.

Una idea fija dominaba la mente de Patricio, mientras viajaba en el tren. Su destino final era la muerte: la suya, la de su esposa y de sus dos pequeños hijos.
Casaca de cuero, manos en los bolsillos, lentes oscuros... El joven roquero, de apenas 24 años, había decidido colocar un punto final a su existencia de fracaso y de derrota. Aquella tarde, mientras viajaba, apretujado, entre los demás pasajeros, nadie podría imaginar que, entre ellos, viajaba un suicida y asesino.
Al día siguiente, la noticia conmovió a la opinión pública. Después de todo, él podría hacer lo que quisiese con su vida, pero no tenía el derecho de segar la vida de su familia.
¿Qué es lo que llevó a un joven, en la plenitud de su existencia, a tomar una decisión tan radical? El papel escrito esbozaba la respuesta: "No vale la pena seguir viviendo: destruí mi vida y la vida de mi familia. Cometí tantas locuras que nadie, ni siquiera Dios, puede seguir amándome".
Una de las peores cosas que el pecado hace, en el ser humano, es llevarlo a sentirse indigno, y sin derecho alguno. Pero, el versículo de hoy declara que tú puedes apartarte de Dios y, no obstante, nada puede separarte del amor de Dios.
Que Dios te siga amando, a pesar de lo que eres y de lo que haces, no depende de ti; depende exclusivamente de él. Su naturaleza es el amor; el día en que Dios dejase de amarte, dejaría de ser Dios: Dios es amor.
Naturalmente, ese amor maravilloso no tiene ningún valor para el que no lo acepta; Dios no puede entregar su amor por la fuerza. El ser humano necesita reconocer su insignificancia, su carencia, su urgente necesidad, y correr a los brazos de Dios. En ese momento, el Señor toma, de las manos del hombre, las páginas manchadas de su pasado y le entrega una página en blanco, con el fin de que escriba una nueva historia.
Nada está perdido, para quienes confían en Jesús. En estos momentos, él está ahí, esperándote con los brazos abiertos. Por eso, no salgas hoy, para enfrentar las luchas de la vida, sin decirte a ti mismo: "Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón