lunes, 14 de febrero de 2011

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En aquel día el Señor hizo un pacto con Abram. Le dijo: A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el gran río, el Éufrates.Génesis 15: 18.

¡Qué privilegio! Dios había hablado a Abraham (en ese entonces, Abram), lo había elegido y hecho un pacto con él. ¿Cómo crees que se sentiría Abraham al escuchar la promesa del Señor? ¿Quién era él para que llegara su descendencia a ser una gran nación, de la que nacería el Mesías, Salvador de la humanidad?


Dios dirigió a los descendientes de Abraham, a pesar de sus fallas. El pueblo de Israel fue librado de la esclavitud egipcia. El Señor lo cuidó durante la travesía del desierto y lo llevó a la tierra prometida.


Una vez tras otra, el pueblo falló hasta terminar en manos de sus enemigos. No cumplió lo que prometió: «Obedeceremos tus mandamientos, andaremos en tus estatutos». Sí, durante un tiempo los israelitas se acordaban de su compromiso, pero después lo olvidaban y adoraban a otros dioses. A pesar de todo, Dios cumplió lo prometido. Agradece al Señor este día porque sí cumple lo que promete.


Tomado de meditaciones matinales para menores
Conéctate con Jesús
Por Noemí Gil Gálvez

AMOR A PRUEBA

Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; porque fuerte como la muerte es el amor. (Cantares 8:6).

El texto de hoy hace una aplicación interesante de la palabra «sello». Un sello es una garantía de autenticidad. ¿Cuántas de nosotras deseamos que nuestra pareja sea sellada cada día, veinticuatro horas al día, todos los días del año, con el sello del auténtico amor?

El mandato divino dado a Adán y a Eva sigue vigente en nuestros días. Ellos debían andar siempre juntos, pero el enemigo supo muy bien cómo separarlos. Adán, muy enfrascado en el trabajo, y Eva, ensimismada en la belleza de la creación (dos cosas completamente sanas), cayeron víctimas del engaño cuando se separaron el uno del otro.

No dejes que ni siquiera las cosas buenas te alejen de tu pareja. No se trata de perder tu individualidad, que forma parte de la libertad que Dios ha dado al ser humano. Se trata de respetar a tu pareja. Respetarla significa valorarla, cuidarla. Los celos, el rencor, el remordimiento y otros sinsabores de la vida, no pueden tener cabida en una pareja sellada con el amor de Dios.

El amor no es un mito, es una realidad. Innumerables sucesos lo corroboran, como el caso del joven que protegió con su cuerpo la vida cíe su amada perdiendo así la suya propia, o el de la madre que atravesó las llamas para rescatar a su bebé, o el del hijo que, desobedeciendo una orden militar, se lanzó al agua para recuperar una fotografía de su madre. En todos estos casos vemos que el verdadero amor es incluso más fuerte que la muerte.

Siendo hoy un día tan especial, tienes la oportunidad de abonar, regar y cuidar esa plantita llamada amor que Dios le ha confiado. Busca la ayuda divina para brindar amor a tu pareja y a esas personas que te rodean. No te preocupes por lo que vas a recibir de ellas y entrégate sin esperar nada a cambio. De alguna forma, el amor se las arregla para devolver amor.

Deja que Cristo ponga el sello del amor en ti. Esto será una garantía del amor divino.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

MOISÉS, AMIGO DE DIOS

Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Éxodo 33:11.

Desde que el pecado entró al mundo, los seres humanos perdimos el privilegio de relacionarnos con Dios cara a cara. Adán y Eva tenían acceso a Dios mientras vivían inocentes en el jardín del Edén, pero después de la caída, tuvieron temor de conversar con él y se escondieron de su presencia.

A partir de ese momento muchos hijos de Dios tuvieron el deseo de conversar con Dios de esa manera, y la oración fue el medio por el cual hombres y mujeres pudieron tener acceso al trono celestial. Pero hubo al menos una excepción. La Biblia habla de un hombre que tuvo el privilegio de conversar cara a cara con Dios, "como habla cualquiera a su compañero", y ese fue Moisés. Nacido en un hogar de esclavos, fue educado hasta los cuarenta años en la corte egipcia. Después de cometer un asesinato, huyó a Madián y se convirtió en pastor de ovejas, labor que realizó por otros cuarenta años. En la soledad del desierto, Moisés cultivó una amistad genuina con Dios, y el altivo príncipe de Egipto llegó a ser el manso líder de Israel.

Con el sello y la autoridad del cielo, entró por las cortes egipcias para liberar a su pueblo, y después de una manifestación poderosa del Dios verdadero, guió la liberación de todos los israelitas. Con amor y devoción dirigió a ese pueblo que había vivido como esclavo por más de cuatrocientos años, enseñándoles la ley divina que sus padres habían honrado y ellos olvidado.
Ese gran líder, que vio en visiones el Santuario celestial, tuvo el privilegio de conversar con Dios cara a cara, y era tan vivida y tan real la presencia divina a su lado, que "la piel de su rostro era resplandeciente" y todo el pueblo tuvo miedo de acercársele (Éxo. 34:30).

¿Te gustaría conversar con Dios cara a cara como lo hizo Moisés? Estoy seguro que sí, y ese gran anhelo también lo tuvo Pablo cuando expresó: "Ahora vemos por espejo, oscuramente", porque a Pablo también le tocaba relacionarse con Dios como nosotros, a través de la fe y la oración. Pero luego agregó, "mas entonces veremos cara a cara" (1 Cor. 13:12). ¿Cuándo? Cuando Jesús regrese por segunda vez. ¡Qué alegría será conversar con Dios, mirarlo a los ojos, sin la presencia perturbadora del pecado! Para llegar allí, debemos cultivar nuestra amistad con él desde ahora, como lo hizo Moisés. Cada día es una nueva oportunidad para ser más amigos de nuestro buen Dios. Por eso, no pierdas la oportunidad que se te presenta hoy: renueva tu entrega al Amigo de los amigos.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

CONFIANZA

Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Isaías 26:3.

Los dos últimos años fueron muy difíciles para Jaime. Desempleado, con la autoestima por el suelo y el hogar al borde del colapso, no resistió a la tentación de encaminarse por las tenebrosas avenidas de la deshonestidad. Al principio, todo iba bien. En pocos meses, había logrado ganar lo que no pudo percibir honestamente en varios años. Con dinero en el bolsillo, aparentemente su vida volvió a la normalidad. Tuvo paz exterior. Pero, pasaba noches enteras sin dormir, castigado por el peso de la culpa. A pesar de ello, creyó que valía la pena.

Repentinamente, cuando pensaba que nadie lo descubriría, su delito se hizo de conocimiento público y, además de la vergüenza y el escándalo, acabó en prisión.
La paz que el profeta menciona, en el texto de hoy, no es la paz del cuerpo sino del alma. La paz que realmente vale. Aquella que organiza tu mundo interior y te prepara para los embates de la vida.
Es lamentable que, a veces, el ser humano confunda las cosas. Busca la paz exterior a cualquier costo, aunque para eso tenga que violar la propia consciencia. Después, en el silencio de su insomnio, no se explica lo que sucede; solo sabe que algo lo perturba por dentro, lo hace infeliz. Es como el martillo que golpea sin parar, incomodando, hiriendo, asfixiando.
El profeta Isaías habla hoy acerca de la paz que nace de la confianza en alguien que nunca falla. Menciona la perseverancia como condición para recibir esa paz. Dice: "Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera". Perseverar, en el original hebreo, es camak, que literalmente significa "descansar la mente en algo".
Yo sé que es difícil descansar cuando el mar a tu alrededor está agitado. Cuando no hay dinero para atender las necesidades de la familia; cuando la enfermedad toca a la puerta o la muerte te merodea. Sin embargo, el consejo del profeta no falla: en los momentos más difíciles, coloca la mente en Dios y descansa en él, aunque aparentemente nada ocurra, aunque te parezca infantil.
No desistas. Lo primero que Dios hará en tu vida es colocar paz en tu corazón, y después, curado de tus ansiedades, él te usará a ti mismo como el instrumento poderoso para hacer maravillas.
Por eso hoy, aunque solo veas sombras en tu entorno, parte hacia la lucha recordando que Dios "guardará en perfecta paz a los que en Él perseveran".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón