miércoles, 7 de octubre de 2009

PAZ EN MEDIO DE LA PRUEBA

EI Señor te muestre su favor y te conceda la paz (Números 6:26).

Vamos a extirpar la mitad de la tiroides junto con el nodulo que se formó en ella. Pero si es maligno, tendré que extirparla toda», fueron las palabras del médico. Dios me había guiado de manera asombrosa hacia este médico, ya que como la voz es mi instrumento de trabajo, necesitaba de un especialista, cirujano de cabeza y cuello. Habíamos entablado una consulta por medio de Internet. Él no me conocía personalmente, sin embargo, se hicieron todos los arreglos para la operación. Cuando llegué por primera vez a su consultorio expresó su extrañeza y asombro ante la situación, porque aunque no cree en Dios, sentía que algo extraño sucedía con el caso. Hacía dos años que esta enfermedad me había sido diagnosticada; yo no sentía nada, pero el médico observó una protuberancia en mi garganta y al realizar estudios descubrió este nodulo. Tuve dos semanas duras, de lucha con Dios, rogando por salud. También estudié la Biblia, encontré promesas que reclamaba para mí. Entonces, un sábado de tarde, sentí esa paz que únicamente Dios puede dar al alma que está en lucha. Dejé de pelear con Dios, salí de la depresión en la que había caído y empecé a experimentar paz, y confianza en las promesas divinas. Llegó el día y se realizó la operación. Al salir de la anestesia, todavía en la sala de recuperación, el doctor se acercó y al oído me dijo que habían encontrado cáncer, el cual se había extendido a los ganglios y que había tenido que extirpar la tiroides completa, ganglios, nervios, etcétera. La noticia era mala y buena a la vez. Me dijo que habían sacado todo y que creía que se había erradicado el mal, aunque todavía había que esperar, asimilar la noticia y pasar por tratamiento de radiación. El médico me instaba a llorar para así desahogar el miedo a la enfermedad, pero no sentía necesidad de hacerlo pues la paz de Dios seguía allí en mi vida. ¡Hasta yo me extrañaba de la serenidad que me embargaba! Hoy puedo testificar del gran amor de Dios pues no perdí la voz, puedo seguir cantando. Después de un año y otros estudios, el médico me ha dado de alta. Me dijo que no quedó rastro del cáncer. Aunque enfrento luchas a diario, aprendí a agradecer por las pruebas y a confiar en sus promesas. Tú también reclámalas. La paz de Dios llenará tu corazón.

Sara Laura Ortiz de Murillo
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.

SALIR GANANDO EN EL CAMBIO

Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas? Romanos 8:32

Cuando estaba en la escuela primaria conseguí poseer un dólar de plata de los de verdad. Lo llevé a la escuela y lo mostré a mis amigos. Harold, uno de los mayores, quería mi dólar de plata. Y me habló de cambiármelo por un viejo billete de dólar. Yo no sabía el valor real de mi dólar de plata, Cuando la gente se ofrece para hacer tratos contigo, espera salir ganando en el negocio y llevarse la mejor parte. Jesús no. Pagará el precio por tus pecados y te dará felicidad, paz y un corazón nuevo. Empezará a mejorar tu vida en la tierra y continuará rodándote con todas las delicias imaginables e inimaginables por la eternidad. Hará que detestes el pecado y te proporcionará el poder que necesites para resistir a la tentación. ¿Y a cambio qué tenemos que dar? Nada, excepto nuestro yo pecador y nuestra independencia. Desde un punto de vista humano, un negocio como este no tiene sentido. Pero eso es porque no entendemos lo mucho que significamos para Jesús. La gente piensa que ser cristiano significa abandonar la diversión y la libertad. Pero es justo lo contrarío. Dios no nos pide que abandonemos nada que sea para nuestro bien. Solo nos quita las cosas que nos impiden ser felices y sentirnos llenos. Si buscas hacer un gran negocio, no busques más. Todo cuanto has ansiado es tuyo si lo pides.

Tomado de La Matutina El Vieja Increíble.

ESCUCHA, LA VIRTUD MÁS GRANDE

Y dijo Eli a Samuel: «Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: "Habla, Jehová, porque tu siervo oye"». Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar. 1 Samuel 3: 9
Una de las virtudes más importantes del cristiano es el don de escuchar. Nuestra misma adoración solo es completa y reverente si Dios nos habla a cada uno de nosotros y nosotros escuchamos su voz. Por eso en muchos pasajes bíblicos se habla de la importancia de oír bien. El mismo Señor Jesús terminaba muchas de sus parábolas con esta importante expresión: «El que tiene oído para oír oiga». Oír bien implica la habilidad para reconocer la voz del Espíritu Santo y para responder a ella. Oír la voz de Dios se considera como el nivel más alto de espiritualidad que podemos alcanzar. Hay dos razones por las cuales Dios tiene mucha dificultad para comunicarse con nosotros, es decir, para hacerse oír. La primera es nuestra incapacidad para comprender y obedecer sus consejos. Muchas veces creemos que Dios se ha olvidado de nosotros, pero lo cierto es que no hay momento en el cual Dios haya dejado de hablar, Lo que ocurre es que nosotros no hemos escuchado la enorme cantidad de veces que Dios ha procurado comunicarse con nosotros. La segunda razón por la cual Dios tiene dificultades para comunicase con nosotros es que hay pecado en nuestra vida. Es la consecuencia de no caminar como hijos de luz. Consideremos objetivamente estas preguntas: ¿Qué concepto tienen los demás de nosotros? ¿Qué testimonio damos cada día? Al observar nuestra vida y comportamiento, ¿podrían los demás creernos si les dijéramos que Dios nos ha hablado? Por desgracia, muchas veces nos apartamos del camino de la luz y, en esas circunstancias, Dios no puede hablarnos; nosotros no podemos escuchar su voz, y los demás no pueden creer que Dios nos haya hablado. Pregúntemonos, por ejemplo: ¿Por qué habló Dios a Samuel y no a Eli? ¿Habrá una lección para nosotros aquí? Samuel era un niño; Eli era el sumo sacerdote. La lección es el carácter. El precio por escuchar la voz de Dios es alto, porque demanda que nuestro carácter esté en armonía con el carácter de Dios. A lo largo de la historia, el Señor ha escogido a hombres y mujeres a quienes ha concedido el privilegio de escuchar su voz. Dios anhela hoy que sus hijos caminen de acuerdo a su voluntad. Dios busca adoradores a quienes pueda hablarles y que puedan escuchar su voz. Medita en este texto: «Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones» (Heb. 3:15).
Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.