sábado, 22 de octubre de 2011

UN CIELO ABIERTO

Entonces tomé el librito de la mano del ángel y lo comí. En mi boca era dulce como la miel, pero cuando lo hube comido amargo mi vientre. (Apocalipsis 10:10).

El Espíritu de Profecía nos dice que «en común con el resto del mundo cristiano, los adventistas creían entonces que la tierra, o alguna parte, de ella, era el santuario. Entendían que la purificación del santuario era la purificación de la tierra por medio del fuego del último y supremo día, y que ello se verificaría en ocasión del segundo advenimiento. De ahí que concluyeran que Cristo volvería a la tierra en 1844» (El Conflicto de los siglos, p. 40:5).
Hiram Edson, un ferviente estudiante de la Biblia, describe la experiencia decepcionante sufrida por aquellos que esperaban que la segunda venida de Jesús se produjera el 22 de octubre de 1844: «Nuestras expectativas iban en aumento mientras esperábamos la llegada de nuestro Señor, hasta que el reloj marcó las doce a medianoche. El día había pasado, y el chasco que experimentamos fue terrible. Nuestras más caras esperanzas y expectativas fueron barridas, y nos sobrevino un deseo de llorar como nunca antes. La pérdida de todos los amigos terrenales no se hubiera comparado con lo que sentimos entonces. Lloramos y lloramos hasta que el día amaneció. Me decía a mí mismo: "Mi experiencia adventista ha sido la más brillante de toda mi vida cristiana. ¿Ha fallado la Biblia? ¿No hay Dios, ni cielo, ni ciudad de oro, ni paraíso? ¿Es todo nada más que una fábula astutamente inventada? ¿No hay realidad detrás de nuestras más caras esperanzas y expectativas?"» (Revievv and Herald, 23 de junio de 1921).
¿Has pasado por la desconcertante experiencia de sentirte abandonada por Dios? Entonces, fíjate en cómo continúa el señor Edson describiendo su experiencia: «Comencé a sentir que podría haber luz y ayuda para nosotros en nuestro dolor [...]. Continuamos en ferviente oración hasta que recibimos del Espíritu la certeza de que nuestras oraciones habían sido aceptadas, y que se nos daría luz. La razón de nuestro chasco sería explicada en forma clara y satisfactoria» (ibíd.).
No te aflijas si incluso en el plano espiritual tienes que subir decepciones, porque Dios no deja a sus hijos en la oscuridad.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

PODER DE DIOS

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree. Romanos 1:16.

Desde que Estados Unidos lanzara dos bombas nucleares sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, el mundo ha visto con preocupación y dolor la carrera suicida que comenzaron a correr los países que hoy son potencias mundiales.
¿Qué efectos tiene la detonación de una bomba atómica? "Durante una explosión convencional se produce una imponente liberación de energía. Esta energía provoca la dispersión de millares de fragmentos y escombros que vuelan por los aires transformándose en letales misiles. Además, se produce una gran onda expansiva o de choque que puede generar presiones insoportables para el cuerpo humano. Finalmente está el calor, que quema todo lo que encuentra a su paso. Este último es el efecto menos peligroso, ya que la mayor parte de las muertes son debidas a la proyección de restos, convertidos en metralla" (www.nuevaalejandria.com/01/sanluisg/Atomic/ Ato2.htm).
El mundo posee un arsenal atómico capaz de hacer desaparecer por completo la vida humana del planeta. Solo la coherencia y la sensatez de quienes están al frente de los países que las poseen, y la mano divina que protege a la humanidad, han logrado frenar el uso de estas armas en los enfrentamientos bélicos que han ocurrido en todo el planeta después de 1945.
Cuando el apóstol Pablo le escribió su carta pastoral a la iglesia de Roma, también hizo referencia a un elemento de poder: el evangelio. A diferencia de una bomba nuclear, el evangelio tiene poder para dar vida, para cambiar el carácter, para transformar un corazón de piedra en un corazón de carne. El evangelio de Cristo tiene poder para sanar a un enfermo, para dar consuelo a quien está sufriendo y para animar al depresivo. Cuando el apóstol Pablo habló del poder del evangelio, no lo hizo en base a una investigación científica, sino que habló de ese poder en su propia vida.
Y en tu caso, has sentido el poder del evangelio? Cuando lees el folleto de la Escuela Sabática, ¿dedicas tiempo a la oración? ¿Vas a la iglesia por costumbre, o por el impacto que el evangelio te produjo? No comiences este día, sin suplicarle a Dios que su poder se manifieste en tu vida, porque ese poder solo tiene sentido cuando se lo experimenta de manera personal.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

¡REGOCIJAOS!

Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Filipenses 4:4.

Cuando Pablo escribió esto, estaba encarcelado en Roma. En esas circunstancias, Pablo podría haber pasado el tiempo llorando y lamentándose. ¿No lo había dejado todo, por seguir a Jesús? ¿Era esa la manera en que Dios lo recompensaba, por haberle sido fiel? Pero, en vez de eso, se regocijó, y escribió una carta a los cristianos de Filipos, animándolos a vivir una permanente actitud de regocijo en Cristo.
Puede ser que tú, en este momento, no estés físicamente encarcelado. Pero ¿quién sabe?, llevas cadenas de otro tipo: tu salud que anda mal; tu matrimonio en problemas; conflictos en el trabajo; hijos que destrozan tu corazón; no sé...
¿Cómo pudo Pablo ser feliz en sus cadenas? ¿Cómo puedes tú ser feliz, en las tuyas? Pablo lo explica: "Regocijaos en el Señor". No en los seres humanos, ni en las circunstancias ni en los tiempos buenos, sino "en el Señor": este es el secreto. No falló con Pablo, y tampoco fallará contigo. "Cristo" es el todo en Pablo; y a todo lo demás, él lo da como pérdida. Su herencia, su raza, sus conocimientos, todo lo considera "basura", con tal de alcanzar el conocimiento de Cristo y ganar a Cristo. Y a Cristo, lo tiene por la fe.
La "vida", para Pablo, es Cristo. ¿Qué es la vida para mí?
Es difícil sentir alegría y gozo verdaderos cuando cualquiera de aquellas cosas de esta vida se constituye en el objetivo de la existencia; porque todo eso es solo un espejismo. El secreto del gozo verdadero es Cristo, ¡y nada más que Cristo! Y tenerlo es fácil, no cuesta nada: Dios te lo ofrece gratuitamente. Y todo lo que tienes que hacer es aceptar; no confiar ni en ti ni en ningún otro, solo en Jesús.
El problema es que "confiar" no es solo una cuestión de emoción, sino de acción. Jamás podré confiar en Jesús, si no paso todos los días tiempo con él. Esto es, en resumen, "estar en Jesús". Y solo podré regocijarme en todo cuando estoy en Jesús.
Por eso hoy, antes de iniciar las actividades del día, revisa tu relación con Cristo. ¿Es algo formal? ¿O es la razón de tu vida? Y, aunque todavía no todos los capullos se hayan abierto en tu camino, aunque las cosas no estén saliendo como quisieras, "regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!"

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón