miércoles, 27 de mayo de 2009

UNA CUESTIÓN DE TIEMPO

De manera que todavía queda un reposo sagrado para el pueblo de Dios. Hebreos 4:9

Mayo siempre es un tiempo aciago para maestros y alumnos. A medida que el curso se acerca a su fin, todo el mundo está ocupado acabando cosas antes de las vacaciones de verano. No hay tiempo para hacer todo cuanto es preciso hacer.
El tiempo. Es lo único que los seres humanos tienen en común; y algo que siempre parece faltarles. El filósofo francés Michel Serres dijo una vez: «Todo el mundo tiene reloj, pero nadie tiene tiempo».
Hace un siglo, la gente pasaba todo el tiempo desempeñando las tareas más básicas. Lavaban la ropa a mano, enganchaban los caballos a una carreta para que la familia pudiese ir a la ciudad, cortaban leña para la cocina y hacían conserva de los productos del huerto.
Cuando vino la tecnología, se nos prometió que todos los nuevos inventos harían más fácil la vida. Se nos aseguró que los nuevos artilugios liberarían tiempo y nos permitirían disfrutar demás libertad para hacer lo que quisiésemos. Pero algo salió mal. La tecnología que prometía darnos más tiempo libre creó nuevas diversiones para ocupar el tiempo ganado. Podemos meter la ropa en la lavadora en lugar de pasar todo el día frotándola en el lavadero. Pero el tiempo que ahorramos lo pasamos viendo la televisión, navegando por Internet o jugando con videojuegos. De hecho, ahora estamos peor que antes porque, si el montón de ropa sucia puede terminarse, las diversiones no.
Si quisiésemos, podríamos estar divirtiéndonos durante todo el día. Dios sabía lo que se hacía al crear el sábado. Sabía que a menos que apartase un día especial, jamás encontraríamos tiempo para adorarlo.
Cuanto más ocupados estemos, más necesitamos el sábado. Os ayuda a echar el freno y, durante todo un día, ralentiza el ritmo frenético que llevamos los otros seis días de la semana.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble, de Renee Coffee