sábado, 17 de octubre de 2009

LA PROMESA DE LA PAZ

Yo traeré paz al país, y ustedes podrán dormir sin ningún temor (Levítico 26: 6).

En la biblia hay más de 150 versículos en referencia a la paz desde el Génesis hasta el Apocalipsis. ¿Pero qué es paz? El Diccionario de la Real Academia Española lo define como: «Situación y relación mutua de quienes no están en guerra; reconciliación, vuelta a la amistad o a la concordia». La gente está sedienta de paz, aunque por sus actos no lo pareciera. Desde un niño hasta un adulto mayor necesita paz, no solo para caminar en las calles de las urbes contemporáneas, sino para estar en casa, en el trabajo, la escuela, para comer, recrearse, y aun para dormir. Jesús dijo: «La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden» Quan 14; 27). La paz de Dios es un poder que faculta al hombre para vivir de manera tranquila, imperturbable y confiadamente en medio de las más difíciles circunstancias de la vida. Nos proporciona una serenidad interior y seguridad exterior, sobre todo cuando vemos que el desastre es inminente. La paz de Dios es como un centinela que monta guardia ante el corazón y la mente para impedir que los afectos y pensamientos sufran ansiedad. Por lo tanto, en este tiempo que nos toca vivir, confortémonos en esta promesa de paz dada al pueblo de Israel, de manera condicionada a la obediencia de los decretos y mandamientos de Dios. Agradezcamos a Dios por ésta y otras tantas promesas de paz que nos da. Alabémosle, recordemos siempre las hermosas palabras del himno 331 titulado En el seno de mi alma.

En el seno de mi alma una dulce quietud
se difunde embargando mi ser,
una calma infinita que solo podrán,
los amados de Dios comprender
Paz, paz, cuan dulce paz
la que da nuestro Padre eternal;
le ruego que inunden por siempre mi ser
sus ondas de amor celestial.


Patricia M. Hernández de Sánchez
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.

EL TÚ DE VERDAD

Eres de gran valor y yo te amo. isaías 43:4

Cuando Larry empezaba su carrera como saxofonista, tocaba con un grupo de músicos en un salón de baile de Nueva York. La sala estaba repleta. Debajo del escenario, la gente se apelotonaba codo con codo, A Eddie, otro saxofonista, le gustaba hacer un poco de espectáculo mientras tocaba. Uno de sus números preferidos era andar por la maroma. Durante cierta canción Eddie empezaba a andar por el borde del escenario mientras tocaba el solo de saxo, Con cuidado, ponía un pie delante de otro, como si fuera un equilibrista de circo que anda sobre un cable. Cuando estaba seguro de haber captado la atención del público, Eddie se dejaba caer de espaldas sobre el mar de fans que lo adoraban. Ellos lo tomaban en brazos y luego lo volvían a subir al escenario; y allí terminaba la canción. Larry pensaba que el número de Eddie era un signo de distinción. Por eso. Algunos meses más tarde, cuando volvió a tocar en el mismo salón de baile, quiso hacer el nú­mero de la maroma. Cuando llegó el momento adecuado, Larry se dejó caer sobre la multitud. Pero no se había percatado de que no había tanta gente como cuando tocaba Eddie. Había mucho espacio para moverse. Así que, cuando cayó sobre el público, todos, sencillamente, se apartaron a un lado y dejaron que diera con sus huesos en el suelo. ¡Au! Por suerte, Larry no salió de esa con nada demasiado herido, excepto el orgullo. Dios nos ha hecho a todos distintos los unos de los otros. Que a veces sintamos la necesidad de copiar a los demás en lugar de ser nosotros mismos es muy malo. Todos podemos recurrir a algún truco de vez en cuando, pero nunca dejes de ser tú mismo. A la gente le gusta más conocer quién eres tú de verdad antes que una burda imitación de otro.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

BASTA UNA SAMARITANA PARA CONVERTIR UNA CIUDAD

Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: «Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo?» Juan 4: 28, 29.

Lo que no habían hecho los discípulos escogidos, los colaborados mas intimos y especiales del Salvador —Pedro, Andrés, Felipe, Natanael...— lo hizo una mujer de corazón valiente, una mujer extranjera que apenas acababa de conocer a Jesús. Lo que ellos habían mantenido en secreto, esta mujer lo publicó inmediatamente. Y, lo que es aún más admirable, en lugar de las burlas, la indiferencia o la hostilidad que cabía esperar, los habitantes de Sicar prestaron oído al relato emocionante de la pecadora; se habían sentido ganados por la sinceridad de su cristianismo y ahora la pequeña ciudad se trasladaba en bloque para ver a Jesús.
Dios tiene necesidad de nosotros. Basta una samaritana para convertir una ciudad. Pero Dios necesita a esa samaritana. No lo puede hacer sin ella. A Dios le hacen falta los apóstoles para difundir el evangelio en el mundo. Esos apóstoles son los padres en el hogar, el estudiante en el colegio, el aprendiz en la fábrica, la costurera en su taller, el empleado en su oficina. Es ese cristiano que habla, que escribe, que lee, para contarle al mundo la alegría, el gozo y la paz que ha encontrado en Jesús. Es el cristiano que enseña a los demás a ilusionarse por el bien. Es el cristiano que hace a los demás amar a Jesucristo a través de su conducta limpia, por encima de todas las cosas. Es el medio más eficaz para evangelizar al mundo.
Dios te llama hoy para ser su instrumento, como la samaritana, en la evangelización de un mundo perdido. Te necesita para restablecer la paz entre los hombres y para conducirlos de nuevo hacia Dios. El Señor te ha asignado un lugar especial en su viña. Nadie más puede ocupar tu lugar. Eres una persona única; no hay otra como tú. Nadie más puede realizar tu tarea ni ocupar tu lugar. Usa los dones que el Señor te ha dado. Haz la obra del Señor según tus talentos y tus circunstancias. Como la samaritana, abre las compuertas de tu corazón, deja que se desborde tu vida cristiana, tu testimonio, tu gozo, tu salvación. Pon de cabeza a tu ciudad, crea un impacto cada día dondequiera que te encuentres, revoluciona tu vecindario, haz popular a Jesús. Que él sea el tema de conversación, dondequiera que vayas. Deja brillar tu luz.
Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.