martes, 6 de agosto de 2013

LIRIOS DE UTAH

Lugar: Utah, EE.UU.
Palabra de Dios: Lucas 12:27, 28

En 1911, el lirio de sego (Calochortus nuttallii) se convirtió en la flor oficial del Estado de Utah. De acuerdo con uno de los relatos, se pregunto a los niños en edad escolar que flor elegirían como la flor de su Estado, y este lirio obtuvo el primer lugar.
Otra historia acerca de cómo el lirio de sego llegó a ser la flor estatal sostiene que, a mediados del siglo XIX, una plaga de langostas arrasó Utah y devoró las cosechas. Por causa de la escasez resultante, la gente tuvo que racionar los alimentos. Aprendieron, entonces, a ingeniárselas para encontrar algo de comer, incluso cavando para extraer y comer la raíz bulbosa de este lirio.
No sabemos si el Estado de Utah eligió el lirio por la encuesta hecha entre los niños en edad escolar o por la ayuda nutricional que brindo durante la hambruna. De cualquier manera, la belleza de la flor, probablemente, ayudó a que la legislatura la eligiera como la flor de su Estado.
Pero, si alguna vez viste lirios, entenderás lo que quiso decir Jesús cuando dijo: «Fíjense como crecen los lirios. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al homo, ¡cuánto mas hará por ustedes, gente de poca fe!»
Recuerda: Dios creó los bellos lirios. Si él cuida de algo que esta aquí un día y es tirado fuera al día siguiente, ¿No crees que pueda cuidar de ti? Por supuesto que puede… ¡Y  lo hará!

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

HABLA PARA QUE TE CONOZCA

Evita las palabrerías profanas, porque los que se dan a ellas se alejan cada vez más de la vida piadosa, y sus enseñanzas se extienden como gangrena. 2 Timoteo 2:16-17

Sócrates, el renombrado filósofo de la antigua Grecia, se distinguió por sus excelentes métodos de enseñanza. Acostumbraba a decir cuando le presentaban a alguien: «Habla para que yo te conozca».
Cuánta verdad hay en esta expresión, que no está relacionada con la capacidad visual. Conocemos quién es una persona cuando habla y escuchamos el contenido de sus expresiones. Sus palabras serán una manifestación bastante exacta de lo que hay en su interior. En la Biblia leemos: «El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce el bien; pero el que es malo, de su maldad produce el mal, porque de lo que abunda en el corazón habla la boca» (Luc. 6: 45).
Con cada expresión verbal que sale de nuestros labios mostramos de qué material estamos formadas. ¿Qué pensamos de una persona que continuamente habla mal de los demás? ¿Qué te dicen de determinada persona las palabras obscenas y los chistes de doble sentido que brotan de su boca?
Las palabras ponen al descubierto las creencias, los valores, los sentimientos y las emociones de quien las pronuncia. Aunque algunas personas hacen ingentes esfuerzos por ocultar el verdadero sentido de lo que dicen, por alguna «rendija» sus caracteres quedan en evidencia. El apóstol Santiago escribió: «Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a las personas, creadas a imagen de Dios. De una misma boca salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Puede acaso brotar de una misma fuente agua dulce y agua salada?» (Sant. 3: 9-11).
El Señor nos dio el maravilloso don del habla con propósitos santos y elevados. Algunos de ellos son:

  • Bendecir. Significa hacer bien a otros con lo que decimos. La invitación del Señor Jesús es: «Bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan» (Luc. 6: 28).
  • Edificar. Hagamos que nuestras palabras ayuden al crecimiento espiritual y emocional de los demás.
  • Recordemos: «Él murió por nosotros para que, en la vida o en la muerte, vivamos junto con él. Por eso, anímense y edifíquense unos a otros, tal como lo vienen haciendo» (1 Tes. 5: 10-11).


Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

TU FUTURO DEPENDE DE TI

Por cuanto has hecho esto, de ninguna manera permitiré que tus parientes me sirvan, aun cuando yo había prometido que toda tu familia, tanto tus antepasados como tus descendientes, me servirían siempre. Yo, el Señor, Dios de Israel, lo afirmo. Yo honro a los que me honran, y humillo a los que me desprecian (1 Samuel 2:30).

¿Leíste bien el texto de hoy? Dios tuvo que desdecirse de su promesa debido a la infidelidad de Eli y sus malvados hijos. Las más solemnes promesas y amenazas de Dios pueden ser condicionales. Con él no hay problemas. Todas sus promesas son más firmes que el cielo y la tierra. El problema somos nosotros. Incluso una promesa irrevocable es condicional. El apóstol Pablo dijo: “Las dádivas de Dios son irrevocables, como lo es también su llamamiento” (Rom. 11:29). Sin embargo, aunque por su parte sean irrevocables, quedan condicionadas por la nuestra. El Señor hizo a David un firme juramento: “A uno de tus propios descendientes lo pondré en tu trono. Si tus hijos cumplen con mi pacto y con los estatutos que les enseñaré, también sus descendientes te sucederán en el trono para siempre” (Sal. 132:11,12).
Dios hizo una promesa irrevocable sobre la presencia de los descendientes de David en el trono, pero únicamente si sus hijos eran fieles al pacto. Una continua desobediencia nos apartará del ámbito de las bendiciones prometidas y borrará nuestro nombre del libro de la vida del Cordero (lee Apoc. 3:5).
La gracia de Dios es gratuita y abundante. Debemos permitir que fluya constantemente sobre nuestra vida. El pasado no es más que un prólogo. El libro de nuestra experiencia de fe debe escribirse diariamente por una vida de obediencia al Señor. Cada día escribimos nuestro diario de victoria sobre el pecado a través de la fe en Jesús. Cada día escribimos nuestro diario de obediencia por fe. Si te apartaste del sendero de la fe y la obediencia, el destino no está escrito; puedes volver a Cristo porque su gracia es abundante.
¿Cómo están tus relaciones hoy con el Dios compasivo y misericordioso? Olvídate de tu pasado, haya sido bueno o malo. Lo que importa es lo que tienes delante. Ratifica hoy tu pacto con Dios. Las puertas de la gracia siempre están abiertas para que por ella entren todos los que desean perdón y regeneración.
El mal está en el perverso corazón humano que se niega a entregarse a Cristo. Pero él dice: “Al que a mí viene, no lo rechazo” (Juan 6:37). Búscalo hoy, mañana puede ser demasiado tarde.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

CRISTO COMO NIÑO


En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. Juan 1:10.

Los libros apócrifos del Nuevo Testamento intentan suplir el silencio de las Escrituras respecto de la vida temprana de Cristo, al dar un bosquejo imaginativo de sus años de infancia. Estos escritores relatan incidentes y milagros maravillosos que habrían caracterizado su niñez y lo distinguirían de otros niños.
Relatan cuentos ficticios y milagros frívolos que aseguran que él obró, atribuyéndole a Cristo demostraciones necias e innecesarias de su poder divino, y le achacan actos de venganza y travesuras crueles y ridículas.
La historia de Cristo registrada en los Evangelios -con su sencillez natural ofrece un contraste marcado con estas historias y cuentos alocados y ficticios, que no armonizan ni por lejos con su carácter. Se parecen más a las novelas que se escriben, que no tienen fundamento en la verdad, y cuyos personajes son de una creación fantasiosa.
La vida de Cristo se distinguía de la de los niños comunes. Su fuerza de carácter moral y su firmeza siempre lo llevaban a ser fiel a su sentido del deber, y a adherirse a los principios del bien, de los cuales no lo movía ningún motivo, por poderoso que fuera. Ni el dinero ni el placer, ni el aplauso ni la censura, podían comprarlo o adularlo, de modo que consintiera en una acción errada.
Era fuerte ante la tentación, sabio para descubrir el mal y firme para mantenerse fiel a sus convicciones…
Su sabiduría era enorme, pero era la de un niño, y aumentó según los años.
Su infancia poseyó una gentileza peculiar y un encanto notable. Su carácter estaba lleno de belleza y de perfección inmaculada…
El camino de la obediencia es elevado por la venida a la tierra de la Majestad del cielo, y su disposición a convertirse en un niño pequeño y vivir simple y naturalmente como viven los niños, a someterse a las reglas y la privación, y dar a los jóvenes un ejemplo de fiel aplicación, al mostrarles por su propia vida que el cuerpo y el alma están en armonía con las leyes naturales…
Aunque los niños viven en un mundo caído, no tienen que ser corrompidos por el vicio. Pueden ser felices y obtener finalmente el cielo, a través de los méritos de Cristo-Youth’s Instructor, 1 de abril de 1872.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White