viernes, 13 de mayo de 2011

LAS LÁGRIMAS DE DIOS

Dijo Jehová a Samuel: «Oye la voz del pueblo en todo lo que ellos digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado. (1 Samuel 8:7).

Un niño le pregunto a su madre por que lloraba, y ella le contesto que nunca lo entendería. Convertido ya en adolescente, le pregunto a su padre la razón por la que su madre lloraba, y esta le respondió simplemente que las mujeres lloran mucho. Siendo hombre, le pregunto a Dios, y este le explico: «Cuando me dispuse a crear a la mujer, sabía que debía ser distinta. En ella coloque toda la fuerza del universo y la mezcle con la delicadeza y fragancia de una flor. Por eso puse él roció de sus lágrimas, para que refrescaran su abatido corazón».
Me sentí identificada con esas palabras, porque soy mujer y Dios ha puesto lágrimas en mí, por lo que puedo comprender las lágrimas que Dios derrama por sus hijos. Las lágrimas de Dios también son derramadas por ti. ¡Eres muy especial a sus ojos!
Cuando durante el día no dedicas tiempo a comunicarte con él por medio de la oración, sus lágrimas se desbordan, deseosas de sentir una mirada tuya o de escuchar tu voz. Él sabe que el enemigo trata de entramparte, de hacerte súbdito de su reino, y desea darte las fuerzas suficientes para vencer. Anhela reinar en tu corazón y otorgarte la victoria por medio de su sangre redentora. Las lágrimas de Dios se vierten cada día por ti y por mí.
Cuando te sientas sola, traicionada o abandonada por los que deberían estar a tu lado, mira hacia el cielo y veras que caen gotas cual lluvia derramada por tu Dios que sufre junto a ti. No dudes nunca de su infinito amor, y recuerda: las lágrimas de Dios son una expresión de su amor.
Cada día dedica un tiempo a compartir tu vida, tus sufrimientos, tus debilidades, fracasos y éxitos con aquel que estará a tu lado para sustentarte, alentarte y darte las fuerzas que necesitas. No le des nunca la espalda a ese Dios que tomo tiempo para hacerte, redimirte, cuidarte, limpiarte, salvarte y, sobre todo, para amarte.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

BAILANDO PARA DIOS

Y David danzaba con toda su fuerza delante de jehová; y estaba David vestido con un efod de lino. 2 Samuel 6:14.

Cinco señoritas que tenían entre catorce o quince años de edad entraron a mi oficina mientras estaban en recreo y con toda sinceridad me preguntaron: "Capellán, ¿por qué está mal salir a bailar? Desde muy chicas se nos dijo que es 'malo', que nunca debemos entrar en una 'disco', que allí adentro hay drogas y alcohol. Pero si nosotras nunca vamos a probar estas cosas, ¿también está mal salir con las amigas?"
Era consciente que aunque estas señoritas pertenecían a un colegio adventista, estaban sintiendo la presión del grupo para participar en una actividad aceptada por lo sociedad. La verdad es que si no es por motives religiosos, ¿qué tiene de malo salir a bailar? En todas partes se escucha la misma música, con sus temas de sexo, drogas, tabaco y alcohol, sin necesidad de asistir a un salón de bailes.
Es más, si la Biblia dice que David bailo, ¿por qué los adventistas nos empeñamos en luchar para que los jóvenes no asistan a ese tipo de lugares? ¿No será algo así como "bíblico", asistir a lugares donde se baila?
Si repasamos brevemente la historia de David, el contexto muestra que el rey y todo Israel estaban de fiesta porque "conducían el área de Jehová" hacia la capital del reino: Jerusalén. Desde que Israel había abandonado Egipto, el área del pacto había estado en diferentes partes del país, pero no se había establecido en un lugar fijo que fuese cabecera del reino. Israel había logrado independizar-se completamente del yugo de los filisteos y de las demás naciones extranjeras. Bajo el liderazgo militar de David, nunca habían perdido una batalla y todos ellos reconocían que era "Jehová de los ejércitos" quien otorgaba las victorias.
En ese contexto, una larga caravana encabezada por los sacerdotes y el rey, transportaban el área con espíritu de agradecimiento a Dios. Al son de la música sacra, interpretada por los sacerdotes, "David danzaba con toda su fuerza delante de Jehová".
Ahora piensa un momento: ¿Se parece en algo la danza de David a los bailes actuales? "La música y la danza de alegre alabanza a Dios mientras se transportaba el área no se asemejaban para nada a la disipación de los bailes modernos. Las primeras tenían por objeto recordar a Dios y ensalzar su santo nombre. Los segundos son un medio que Satanás usa para hacer que los hombres se olviden de Dios y le deshonren" (Patriarcas y profetas, p. 766).
Aunque tus amigos, familiares y la sociedad en general te sugieran que asistas a lugares que te brindan diversión, recuerda que la aprobación de Jesús debe ser lo más importante en tu vida.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

OBEDIENCIA

El pueblo respondió a Josué: A Jehová nuestro Dios serviremos y a su voz obedeceremos. Josué 24:24.

La palabra "obediencia" no encaja mucho en la mente de los jóvenes. De una manera u otra, la relacionan con falta de libertad. Pero, lo que más desea el joven es ser libre, vivir sin cercas ni rejas, ni prohibiciones ni nada parecido. Por lo tanto, la obediencia parece no formar parte de un diccionario moderno. Estoy hablando de la obediencia a Dios porque, cuando se trata de obedecer a los hombres, nadie duda en someterse a las reglas. Desde el deportista que, en el campo, debe obedecer las reglas del juego, pasando por los conductores, que necesitan someterse a las reglas del tránsito, y acabando con el lugar de trabajo, en el cual existe un horario de entrada, otro de salida, y es necesario respetar las reglas de la empresa.
Pero, cuando se trata de Dios, las cosas cambian. "Soy libre", parece ser el grito desesperado del joven de nuestros días; "Nadie tiene que decirme lo que debo hacer o no hacer"; "Cada uno sabe lo que es bueno". Sin embargo, en el mundo espiritual las cosas no son diferentes del campo de deportes o del trabajo: la organización y la obediencia son parte del orden, y Dios es un Dios de orden.
En el momento de la Creación, el Espíritu se movía sobre la tierra, desordenada y vacía. Su propósito era colocar la tierra en orden. Esto muestra que tú saliste de las manos de un Dios de orden, y jamás podrás ser completo y feliz si no regresas al orden. La obediencia es parte del orden.
En tiempos de Josué, el pueblo se encontraba ante el enorme desafío de conquistar la Tierra Prometida. Aquella tierra era el glorioso destine al cual Dios quería conducir a su pueblo; con ese propósito lo había liberado de la esclavitud de Egipto. Pero, Dios sabía que, sin orden, nadie llega a ningún lugar. Por eso, Josué desafió a su pueblo al orden y a la obediencia, y su res-puesta fue unánime y positiva.
¿Cuál es el desafío de tu vida? ¿Cuáles son tus sueños? ¿Adónde quieres llegar? Piensa en la experiencia de Israel, frente al reto de Josué. Tú esfuerzo y tú trabajo serán inútiles si no te organizaras, y si no abres la Palabra de Dios con el corazón dispuesto a obedecer los consejos divinos.
Tu Padre conoce el camino mejor que tú. Obedécelo, colócate en sus manos y déjate conducir por él. Y hoy, antes de correr en pos de tus sueños, recuerda: "El pueblo respondió a Josué: A Jehová nuestro Dios serviremos y a su voz obedeceremos".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón