miércoles, 6 de enero de 2016

CONFIAD EN JEHOVA

Confiad en Jehová perpetuamente: porque en el Señor Jehová está la fortaleza de los siglos. (Isa.26:1)

El es la grandeza, el poder y la gloria, la victoria y la majestad. No limitemos al Santo de Israel. ¡Qué fuente ésta a la cual podemos recurrir en todos los momentos de tribulación; el corazón no puede abrigar desconfianza! El hombre yerra, es empecinado y rebelde y se muestra desafiante aún frente a Dios; pero el Señor es benigno y paciente y de tierna compasión. Tiene el cielo y la tierra a su disposición, y sabe exactamente lo que necesitamos aún antes de que le presentemos nuestras necesidades y deseos.
Vemos apenas un corto trecho del camino que se extiende ante nosotros; pero “todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.” El jamás se confunde. El impera por encima de la confusión y las perturbaciones de la tierra, y todas las cosas están abiertas a su divina inspección; y desde su eterno solio, majestoso y sereno, puede ordenar lo que según su providencia considera mejor.
Si se nos encomendaran los planes, cometeríamos errores. Nuestros prejuicios y debilidades, nuestras ilusiones e ignorancia se manifestarían de maneras diversas. Pero la obra es del Señor; la causa es suya; él jamás deja a sus obreros sin instrucciones divinas… Por pesadas que sean las cargas, deposítalas sobre el Señor. El que vela sobre Israel no se adormece ni duerme. Reposa en Dios. El Señor guarda en perfecta paz a aquel cuyo espíritu descansa en él.
A veces quizá te parezca que no te será posible dar un solo paso más. Bien, espera y conoce que “Yo soy Dios.” “Sé fuerte y valiente; no tenías, ni desmayes: porque el Señor tu Dios será contigo por dondequiera que fueres…” Necesitamos atesorar fe. (Carta 19, 1892) Debemos aprender el arte sencillo de tomar a Dios por la palabra; luego estaremos afirmados sobre terreno seguro. 

Devocional Vespertino
“Mi Vida Hoy”
Enero – Una vida consagrada
Por: Elena G. de White

TRES COLORES

Tu Oración: Querido Dios, gracias porque diste colores a todas las cosas que creaste para que se vieran lindas..

Versículo para hoy: “Su Majestad vio mezclados el hierro y el barro, dos elementos que no pueden fundirse entre sí”. Daniel 2:43.

En la naturaleza podemos encontrar muchos colores, ¡y hermosos! Ayer mezclaste colores y obtuviste nuevos, pero hay tres colores que nunca se podrán lograr con ninguna mezcla. Son el amarillo, el rojo y el azul.
Haz este sencillo experimento para mezclar colores sin usar pinturas, sino solamente papel.

Un poquito de ciencia
Vas a necesitar tijeras de punta redonda y papel celofán rojo, azul y amarillo. Si no tienes papel
celofán, puedes usar plástico que tenga esos colores, o papel china.
Con ayuda de tu mamá, corta algunos círculos de 10 centímetros de diámetro. Luego, coloca los círculos en la mesa, apoyando uno sobre otro, y verás los colores que se van formando. Después, dibuja en tu libreta de observaciones los resultados que obtuviste.

Devoción matutina para niños pequeños 2016
Pequeños científicos de Dios
Por: Cesia Alvarado Zemleduch

DIOS NOS FORMÓ

Materiales: Plastilina o masilla; lápiz y papel.

«Entonces Dios el Señor formó al hombre de la tierra misma, y sopló en su nariz y le dio vida». Génesis 2:7

Me encanta la plastilina o masilla, con ella puedo hacer muchas figuras. Toma un poco y con la ayuda de mami o papi forma la figura que prefieras. Puedes hacer una serpiente, o tal vez una casa. Si no tienes plastilina toma lápiz y papel y dibuja la figura que quieras.
¿Sabes? Así mismo nos formó Dios. Cuando creó a Adán, él le dio forma de la misma manera como tú moldeaste la plastilina o hiciste el dibujo.
La Biblia también dice que Jesús puede dar forma a tu vida. Si cada día le pides que te ayude a ser mejor, él lo hará con sus propias manos.
¿Qué cosas no quieres seguir haciendo? Entonces ora a Jesús y él te moldeará como has hecho tú con la masilla y te hará semejante a él.
Oremos: Querido Jesús, te entrego mi vida para que la moldees.

Tomado de devoción matutina para niños pequeños 2016.
Pasito a pasito, Crezco y aprendo
¡Vive y crece sanamente!
Por: Kathy Hernández de Polanco

INTENTANDO ESCONDERSE DE DIOS

¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Ya dónde huiré de tu presencia? Salmo 139:7.


Todavía masticando el fruto delicioso que había arrancado del árbol, Eva corrió tan rápido como pudo para encontrar a Adán. Pero su tiempo se había acabado; debería haber corrido antes de pecar. Casi sin aliento y con el cosquilleo de la adrenalina de ese primer pecado, le soltó toda la historia a Adán.
Una tristeza extraña oscureció el rostro de Adán, quien frunció el ceño, y se fue. Pasmado y asustado, sabía lo que había pasado. Su esposa había sido engañada, y se lamentó de que Eva se hubiera ido de su lado alguna vez. Pero ahora la acción estaba hecha, y simplemente no podía pensar en estar separado de ella. Se olvidó de cómo el gran Dios de amor había creado a Eva y que él podía, así de fácil, proveer a alguien para que tomara su lugar. Adán “decidió afrontar las consecuencias. Tomó el fruto y lo comió rápidamente, y al igual que Eva no sintió inmediatamente sus efectos perjudiciales” (La historia de la redención, p. 37).
Dios les había dado a Adán y a Eva toneladas de alimentos que se veían geniales y sabían aún mejor. Todo en el jardín era para su felicidad y placer. Satanás no había mostrado amor. Todo lo que les había dado era una gran mentira. Oh, cómo se reía de su engaño exitoso. Había tenido éxito en hacerlos caer justo hasta donde él estaba, en rebelión contra Dios.
Cuando las noticias de la caída de Adán y Eva llegaron al cielo, hubo lágrimas. Los ángeles se quedaron sin habla y les resultó difícil cantar. Pensar que los primeros humanos eran tan ingratos como para unirse a las filas de Satanás era más de lo que cualquiera de ellos podía entender. Pronto, la hermosa luz que brillaba alrededor de Adán y de Eva se esfumó. Tiritaron y se sintieron avergonzados, tanto que salieron en la búsqueda de grandes hojas para cubrirse. Cada vez que la gente peca, siempre intenta cubrirlo de alguna manera. Lo siguiente que intentaron hacer fue esconderse. “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto” (Génesis 3:8).
Antes, cuando Adán y Eva oían a Dios caminar en su jardín hogar, se miraban, sonreían y corrían a su encuentro, saltando sobre los arbustos y esquivando los árboles. Ahora, cuando oyeron su voz, se escondieron detrás de esos mismos arbustos y árboles.
Por eso Dios odia tanto el pecado: le roba a sus amigos.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward

APRENDAMOS A DAR

Da lo mejor que tienes y llegarás a ser lo máximo que puedas ser. Ralph Marston

Los hijos de una mujer cristiana observaron con preocupación que su madre llevaba siempre el mismo viejo y desgastado abrigo a dondequiera que iba, tanto reuniones familiares como eventos sociales que requerían mejor presencia. Así que le regalaron un abrigo nuevo, más digno de ella y apropiado para cualquier circunstancia.
Durante el siguiente encuentro familiar, los hijos se fijaron en que su madre llevaba nuevamente el abrigo viejo, y le preguntaron: “¡Por qué no te has puesto el abrigo nuevo?” Ella contestó: “Porque una mujer pobre llamó a mi puerta y, cuando vi su chaqueta rota, se lo di”. “¿Pero por qué no le diste este abrigo en lugar del nuevo?”, insistieron. “Porque debemos dar lo mejor que tenemos”.
Dar lo mejor de nosotras, no entregamos a medias, es el camino al crecimiento espiritual. Porque es compartiendo nuestro propio pan con el hambriento -no el que nos sobra, sino el de nuestra mesa- como nace la luz del alba en nuestra vida; es recibiendo al sin techo en nuestra propia casa -no dándole unos dólares para que se busque la vida en la calle- como nuestras heridas sanarán muy pronto; es vistiendo al desnudo con nuestra propia ropa -no solo con la que otros depositan en ADRA ni con la que ya no queremos- como la gloria de Dios nos seguirá a cada paso; es no dejando de socorrer a nuestros semejantes sino saliendo activa y premeditadamente al encuentro de sus necesidades como llegaremos a convertimos en un manantial al que no le falta el agua. No lo digo yo, es la promesa divina dejada para nosotros en Isaías 58:6-11.
No hay nada que nos empequeñezca más como seres humanos que retener aquello que estamos en capacidad de dar para ayudar a los demás. En realidad, si lo pensamos bien, nuestras posesiones no son sino préstamos que nos ha hecho el cielo para que podamos ministrar a los necesitados, tomando el testigo de la obra que el propio Jesús hizo cuando estuvo en esta tierra. Teresa de Calcuta decía a sus colaboradores: “No tengo necesidad de que me den sus sobras; no quiero que me den lo que no necesitan. Lo que quiero es su amor y su bondad”. Es una buena máxima por la que vivir, ¿no te parece?

“El ayuno que a mí me agrada consiste en esto: […] en que compartas tu pan con el hambriento y recibas en tu casa al pobre sin techo; en que vistas al que no tiene ropa y no dejes de socorrer a tus semejantes” (Isa. 58:6-8).

Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz

NO ME AVERGÜENZO DEL EVANGELIO

“No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para que todos los que creen alcancen la salvación” (Romanos 1:16).

Alguna vez has sentido temor de compartir la Palabra de Dios con otros? Donald Knuth sabe bien a qué me refiero. El Dr. Knuth, profesor emérito de la Universidad de Stanford, California, es en la actualidad uno de los científicos más competentes en el ámbito de las ciencias de la computación. Es considerado el padre de la programación moderna y del análisis de algoritmos. Su obra The Art of Computer Programming [El arte de la programación de computadoras] goza de reconocimiento a nivel mundial. Por su exitosa labor científica, el presidente de los Estados Unidos lo condecoró con la Medalla Nacional de Ciencia en 1979. En 2010 fue galardonado con el Premio Fronteras del Conocimiento en la categoría de Tecnología de la Información, que otorga la Fundación BBVA, de España. Como ves, estamos frente a una de las grandes luminarias científicas de nuestro tiempo.
Junto con su interés por las ciencias informáticas, el Dr. Knuth es un apasionado hombre de fe que se ha esmerado en compartir la Palabra de Dios en los más encumbrados círculos académicos. ¿Será posible que un científico de su envergadura se dedique a hablar de un libro tan antiguo como la Biblia? En un momento de su vida, le dio vergüenza compartir el mensaje de salvación; sin embargo, logró vencer su temor al darse cuenta de que eminentes matemáticos como Pascal, Newton y Euler, también fueron hombres de fe.
La convicción de que Dios también desea salvar a los hombres de ciencia motivó a Knuth a organizar un grupo para estudiar la Biblia a la luz de ciertos principios científicos. En 1999 impartió una serie de charlas sobre la relación entre la fe y la ciencia en el prestigioso Massachusetts Institute of Technology. Además, escribió un libro titulado 3:16: B¡ble Text Illuminated [3:16: Arrojando luz sobre el texto bíblico], en el que analiza todos los versículos 3:16 de la Palabra de Dios.
Knuth ha sido un faro de luz para la comunidad científica. En la Palabra de Dios él encontró la verdadera sabiduría, esa que es capaz de llevarnos más allá de los límites de esta tierra. ¿Te gustaría llegar a ser como el Dr. Knuth? ¡Pues no te avergüences del evangelio!

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“VISITA MI MURO, 366 MENSAJES QUE INSPIRAN”
Por: J. Vladimir Polanco

LA MAYOR VERDAD

“Bendito sea el Señor, Dios de Israel, […] nos concedió que fuéramos libres del temor, al rescatarnos del poder de nuestros enemigos para que le sirviéramos”. Lucas 1:68, 74, NVI

Recuerdas la historia de la pareja de ancianos sin hijos a la que el Cielo dejó estupefacta con el anuncio, demasiado bueno para creérselo, de que iban a tener un bebé, lo que dejó al anciano literalmente sin habla durante nueve meses? Te acordarás de que el milagroso nacimiento del bebé que, crecido, fue conocido como luán el Bautista, aflojó la lengua de su padre, Zacarías, con un cántico de alabanza a Dios por el Salvador venidero. ¿Te fijaste en el resultado profetizado? La gente podría volver a adorar y servir a Dios “sin temor”. Pero, ¿se cumplió el cántico?
¿Te acuerdas de aquella mañana cuando una mujer sorprendida en adulterio fue arrojada como un saco a los pies de Jesús? ¡Estaban dispuestos a lapidarla! ¿Y el joven Mesías profetizado sobre el que cantó Zacarías? Leyendo una trampa urdida por los altivos ancianos, se agachó hasta el suelo del templo y escribió en el polvo los pecados de los acusadores de la mujer. Con el rabo entre las piernas, desaparecieron tan rápido como el registro de sus pecados en el polvo. Solo con la mujer, Jesús reveló un aspecto de Dios que ella no conocía, ni se imaginaba que existía: “Ni yo te condeno; vete y no peques más” (Juan 8:11). La sentencia emitida por Jesús aquella mañana confirmó su anterior declaración a avanzadas horas de la noche: “Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3:17). Ninguna condena. ¿Qué clase de Dios es este que nos eligió antes de que tan siquiera naciéramos y que nos elige después de que hayamos caído en el pecado una y mil veces? ¿Y sin condenarnos?
Es el mismo Dios que traspasa con su mirada el rostro de quien lo traiciona -que era también el malversador del grupo- y le dice lo que piensa de él. Mira, si alguna vez has sido traicionado por alguien a quien amas, alguien cercano a ti, ¡conoces bien el catálogo de expresiones que está a tu disposición para lanzar una sarta de insultos contra ese miserable! Pero Jesús no. En vez de ello, a la luz de las encolerizadas antorchas de Getsemaní, mira fijamente los ojos de Judas, teñidos de tonos anaranjados, y lo llama “amigo” (Mat. 26:50). Llamó “amigo” a quien lo traicionaba.
Jesús hizo trizas así la mentira del diablo, probando, por el contrario, que Dios no es alguien a quien temer: sino alguien digno de nuestra confianza. Después de todo, “el perfecto amor echa fuera el temor” (1 Juan 4:18).

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016 
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson