martes, 8 de septiembre de 2009

¿AMARGADA O VICTORIOSA?

Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos (Hebreos 12: 15).

Conozco a una mujer que hace tiempo decidió no perdonar a alguien que la había herido, y en su lugar permitió que una semilla de resentimiento fuera plantada en su corazón. Sufrió un desengaño tras otro, al punto de que de la semilla del resentimiento comenzó a crecer la raíz de la amargura. Ahora ella tiene líneas de amargura reflejadas en su rostro y sus palabras hirientes reflejan el endurecimiento de su alma. Tristemente decidió ser una mujer disgustada en vez de ser una mujer victoriosa.
¿Vale la pena sacrificar la vida en aras de la amargura cuando podemos ser felices y aprovechar el tiempo que Dios nos ha obsequiado? Si tan solo nos diéramos cuenta de lo fugaz que es la vida y lo rápido que pasa el tiempo, el cual ya nunca se recupera. La vida cristiana no es fácil, hay espinas, dolor, sufrimiento, desilusiones y mucho más; pero ten la seguridad que nuestro Padre celestial usa cada problema, cada desengaño, incluso cada crisis, para purificar nuestras vidas y pintar un óleo de su imagen en nuestro corazón. Examinemos frecuentemente nuestro corazón, para asegurarnos de no dejar ninguna raíz de resentimiento morando en él, ya que estas raíces pueden esparcirse hasta nuestra alma. Conserva la gracia de Dios que ya has alcanzado. Decide hoy ser una mujer que viva sin amarguras. Decide ser una mujer victoriosa para la gloria de Dios.
Addry Gómez
Tomado de Manifestaciones de su amor

AYUDA DEL CIELO

¿Hay acaso algo tan difícil que el Señor no pueda hacerlo? Génesis 18: 14

La situación de Lucile parecía desesperada. La biblioteca cerraría en una hora. No había manera de terminar las otras siete preguntas del examen. Entonces se sintió empujada a andar por los pasillos, entre los estantes. Se levantó de la silla y, al mismo tiempo que oraba, fue hacia allí. De repente, un libro cayó de uno de los estantes y quedó en el suelo. Lucile tomó el libro. No podía creer lo que veían sus ojos. Estaba abierto por la página que contenía la respuesta a una de las preguntas que le quedaban por responder. De todas partes empezaron a caer libros. De aquí y de allí. Lucile se apresuró a tomar un carrito y empezó a tomar los libros que habían quedado esparcidos y abiertos por la página exacta en que se encontraba la información que necesitaba. Los empleados de la biblioteca, al oír que los libros caían al suelo, acudieron al lugar. —¿Quién está arrojando los libros al suelo? -preguntaron. Lucile se limitó a sonreír y a seguir recogiéndolos. El lunes, cuando el profesor recogió los exámenes, Lucile era la única que había completado las diez preguntas. En la Biblia leemos las historias de las grandes cosas que Dios ha hecho por su pueblo; cosas como apartar las aguas del Mar Rojo, cerrar la boca de los leones y resucitar a los muertos. Pero cuando una dificultad se interpone en nuestro camino pensamos que Dios no puede hacer nada para sacarnos del lío en que nos encontramos. La historia le Lucile nos recuerda que Dios tiene la respuesta para todos nuestros problemas. Si le pedimos ayuda, él hará que tengamos éxito.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

¡QUE MUERA EL EGO Y QUE VIVA LA UNIDAD!

¡Mirad cuan bueno y cuan delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! salmo 133: 1

Todos tenemos nuestras propias opiniones. De hecho, todos creemos tener razón. Mi deporte predilecto es el fútbol, y una de mis debilidades es que cuando sucede algo en el partido y empieza la discusión, siempre creo llevar la razón. Sé que la mayoría de las veces me equivoco, pero la cuestión es que todos queremos tener la razón. Cuando sostenemos un punto de vista, queremos que los demás estén de acuerdo con nuestra opinión, porque si no lo están sentimos que lo que entra en juego es nuestro orgullo personal. Así es que siempre vamos a procurar manipular a la otra persona para hacer que esté de acuerdo con nosotros. Sin embargo, el hecho de querer que las personas que nos rodean coincidan siempre con nosotros es algo que no agrada a Dios. Por eso la unidad del Espíritu es uno de los logros más grandes. La unidad del Espíritu no es natural; es sobrenatural. Por eso no puede ser explicada naturalmente ¿A qué me refiero con esto? Cuando nos encontramos con una persona muy ambiciosa para lograr el éxito, sentimos celos y experimentamos sentimientos negativos en contra de ella por el hecho de que nosotros queremos ser más exitosos que todos los demás. Pero la unidad del Espíritu es algo magnífico, porque implica que somos dominados por un poder más fuerte que el yo. Cuando estamos dominados por el Espíritu hacemos a un lado lo que una vez fue natural, y, cuando queramos imponer nuestra opinión, escucharemos con calma la opinión de los demás, y, si hay que estar de acuerdo con ellos, lo aceptaremos. Esto implica que si Dios les entrega el éxito antes que a nosotros, nos gozaremos con la oirá persona y alabaremos a Dios por lo que hasta el momento hemos alcanzado. Estar dispuestos a deshacernos de nuestro propio orgullo y respetar la opinión de los demás es la base de la unidad. Hay tres razones por las cuales la unidad es indispensable para cada uno de los hijos de Dios. 1. Siempre hay bendición donde hay unidad (Sal. 133: 3). 2. La unidad es una de las armas más temidas por Satanás. Él vendrá como ángel de luz para tratar de causar división entre nosotros, y entre nosotros y Dios. Cuando estamos en la unidad del Espíritu, los intentos del enemigo son inútiles. 3. La unidad en el Espíritu no es un asunto opcional en los hijos de Dios. Dios quiere que cada uno de sus hijos posea un espíritu de humildad y aceptación de los demás. Estar unidos con Dios a través del Espíritu Santo nos transforma y nos ayuda a convivir y a aceptar a los demás aun cuando están equivocados. Todos somos un cuerpo.

Tomado de la Matutina Siempre Gozos.