domingo, 28 de febrero de 2010

¡ORAR ES TAN FÁCIL!

Orando en todo tiempo con toda oración y suplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos (Efesios 6:18).

Estaba sentada en el patio de mi casa conversando con mi hija de 6 años acerca del jardín de infantes, de la escuela, del próximo cumpleaños del abuelo y de nuestras últimas vacaciones en Austria. De pronto, el rostro de Janina adquirió una expresión pensativa. Se puso de pie de un salto, corrió al corredor y miró el reloj. Por un tiempo no se movió; estaba atónita.
Cuando volvió al patio conmigo, se sentó a mi lado, juntó las manos en oración y cerró los ojos. Habló para sí misma en un tono muy suave. Había un completo silencio. Yo me preguntaba de qué se trataría eso. Finalmente, Janina abrió los ojos y me dijo: "Mi amiga, Samira, está haciendo un examen hoy en la escuela. Ella me mostró a qué hora sería, y de qué forma estarían las manecillas del reloj. Le prometí que estaría pensando en ella; y sé que Dios la puede ayudar".
Me sentía emocionada por la fe de esta niña, y la abracé fuertemente. ¡Que simple y natural es orar para un niño pequeño! ¡Qué bueno sería que nosotras, como adultas, pudiésemos hacer lo mismo! A Dios le encanta que lo incluyamos en nuestras actividades diarias. Él añora compartir nuestros gozos y tristezas. Dios responde las oraciones. ¡El orar hace la diferencia!
¡Qué privilegio es dejar cada nuevo día al cuidado y la orientación de un padre amante! Saber que nada me puede ocurrir en la vida sin que primero pase ante la vista de Dios me ayuda a enfrentar cada nuevo día con fe.
La oración es una de las experiencias supremas que Dios nos ofrece para aliviar nuestro nivel de estrés. Al final de cada día podemos entregar en las manos de Dios todo lo que ha representado una carga, tristeza o dolor. Más aún quiere que hagamos esto una y otra vez.
Sin embargo, no es solo en los tiempos difíciles que hablo con Dios, sino también en los momentos felices. Algunas situaciones de la vida me exigen más de lo que puedo dar. En esos momentos, me ayuda mucho recordar que conoce y me comprende.
Gracias, Señor, por este día, por el gozo que me das y por que me conoces y me amas.
Sandra Widulle
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

LA IMPORTANCIA DE LA BENDICIÓN

E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió. 1 Crónicas 4:10.

Si hicieras tuya esta oración, ¿qué significado tendría para ti el pedido de Jabes?

«Bendíceme». ¿Has pensado en los planes y anhelos de Dios para tu vida personal? Te invito a que leas la Biblia en tu devoción personal; concéntrate en aquellos pasajes en los cuales Dios expresa sus buenos deseos para sus hijos. «Ensancha mi territorio». Es necesario que ampliemos nuestro ámbito de influencia. En la escuela, en el aula de clases, con tus compañeros, maestros. Si ya trabajas entonces con tus jefes y compañeros. Si viajas con frecuencia con quien va a tu lado. Con quienes haces tratos comerciales. Este es el ámbito que debes expandir, ensanchar, ampliar.
«Ayúdame y líbrame del mal».Esa es una petición que aparece también en la oración modelo, el Padrenuestro: «Líbranos del maligno» (Mateo 6: 13; «del mal», RV95). Nuestras peticiones a Dios son siempre un compromiso, un acuerdo, un pacto. Significa entonces que tú no te acercarás por tu propia cuenta al mal. «Para que no padezca aflicción». No andes por malos caminos. Desde una mala elección en tus hábitos alimentarios, que dañan el cuerpo, hasta una mala elección en las películas que ves, que dañan tu intelecto.
Jabes fue el más ilustre de sus hermanos. ¿Acaso fue por lo que pidió? ¿O por lo que Dios le dio? ¿Estaña Dios dispuesto a dártelo a ti también si haces tuya la oración de Jabes? Te animo a que te coloques del lado de Dios, que derramará sus bendiciones abundantes y así se diga de ti: «Y Dios le concedió su petición».
«Mientras atendemos a nuestros quehaceres diarios, deberíamos elevar el alma al cielo en oración. Estas peticiones silenciosas suben como incienso ante el trono de gracia, y los esfuerzos del enemigo quedan frustrados». MJ 247.


Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

LA RELIGIÓN SUTIL DEL MÉRITO

Algunos que habían llegado de Judea a Antioquía se pusieron a enseñar a los hermanos: «A menos que ustedes se circunciden, conforme a la tradición de Moisés, no pueden ser salvos» (Hechos 15: 1).

En la fe cristiana, la religión del mérito se importó, como era natural, del judaísmo de sus días. Los judíos convertidos a la reli¬gión de Cristo, especialmente los de origen sacerdotal y farisaico, no podían entender cómo los gentiles que se convertían a la fe de Cristo podían unirse a lo que llamaban el remanente de Israel, sin ser judíos. Estos creían que la única forma era convirtiéndolos al judaísmo primero. Por eso insistían en que debían circuncidarse en armonía con la ley de Moisés. Notemos: La circuncisión era la señal del pacto que Dios hizo con Abraham. Era natural que ellos, siendo judíos, pensaran que para tener derecho a las promesas de Abraham deberían circuncidarse. Así que insistían que los gentiles debían circuncidarse. Pero el problema real detrás de la escena era que decían algo así: «Está bien que hayan creído en Cristo, ¡pero si no se circuncidan de nada les vale creer!».
El apóstol Pablo se dio cuenta del verdadero problema: No es Cristo el que salva, es la circuncisión. Ese es el problema de la religión del mérito. Sí, Cristo está bien, pero necesitas hacer algo más para que Dios te acepte, entonces Cristo no es el único camino.
En la actualidad ya no tenemos el problema de la circuncisión o cualquier otro requerimiento de la ley ceremonial mosaico, pero puede ser otra cosa más sutil. Como por ejemplo, fe y buenas obras. Pero siempre es Cristo y algo más la fórmula engañosa de la religión del mérito. Como la circuncisión era algo razonable, así las buenas obras son algo razonable. Notemos estas palabras oportunas: «No hay un punto que precisa ser considerado con más fervor, repetido con más frecuencia o establecido con más firmeza en la mente de todos, que la imposibilidad de que el hombre caldo haga mérito alguno por sus propias obras, por buenas que estas sean. La salvación es solamente por fe en Cristo Jesús» (Fey obras, p. 16).

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

sábado, 27 de febrero de 2010

LOS DÍAS EN QUE EL ME LLEVO EN SUS BRAZOS

Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando fases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti (Isaías 43: 2).

Me casé, y al poco tiempo quedé embarazada. Faltaba poco para el parto, y mi esposo y yo estábamos muy felices, íbamos a tener una niña. Me preparé para ir al médico, pero en el camino hubo un accidente. No me lastimé, pero estaba en un gran estado de shock. Me llevaron rápidamente a la sala de partos, donde el médico nos dijo que mi presión sanguínea estaba tan alta que si querían salvar mi vida tendrían que romper la placenta y dejar morir a mi hija. Di a luz a una hermosa beba, pero había muerto. Fue la experiencia más triste que viví. Estaba pasando por las aguas, pero Dios estaba conmigo y me acompañó durante las muchas noches de dolor, angustia y lágrimas.
El tiempo pasó, y dos años más tarde me encontraba nuevamente en el mismo hospital para dar a luz a nuestra segunda hija. Un nuevo médico y una partera aprendiz vinieron a hacerme un control, y me dijeron que estaba lista para dar a luz. Les pedí que esperaran hasta que mi médico y mi esposo llegaran, pero no lo hicieron. En vez de esto, indujeron el trabajo de parto, y cuando no pudieron sacar la cabeza de la beba de manera rápida, usaron la ayuda de una aspiradora. En el proceso, dañaron el cerebro de mi niña. En los días y las noches que siguieron pasé por los ríos, por momentos parecía que me ahogaría, pero Dios no permitió que esto ocurriera.
Diez años más tarde, mi hija fue hospitalizada y murió poco tiempo después. El día antes de su funeral, sentí que me moriría. Nunca antes había sentido un dolor tan profundo en mí. Estaba pasando por el fuego de la aflicción. Entonces, dos de mis hermanos, que son médicos, me animaron a llorar. Cuando logré hacer esto, me sentí mucho más aliviada y con fuerzas para continuar. En el sueño profundo que Dios me suministró, sentí su presencia cerca de mí. Fue entonces que Dios me llevó en sus brazos y me permitió asistir al funeral de mi hija al día siguiente. Él trajo paz a mi mente.
Desde aquel entonces, Dios me ha recompensado. Me permitió dar a luz con éxito a dos hijos varones; uno de ellos es pastor, como su padre. El otro es un piloto. Puedo cantar de las bondades del Señor, porque en verdad él cumple todas sus promesas.
Shirnet Wellingtoi
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer

Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

UNA EXPERIENCIA PROPIA DE SALVACIÓN

Puse en el Señor toda mi esperanza; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. Me sacó de la fosa de la muerte, del lodo y del pantano; puso mis pies sobre una roca, y me plantó en terreno firme. Puso en mis labios un cántico nuevo, un himno de alabanza a nuestro Dios. Al ver esto, muchos tuvieron miedo y pusieron su confianza en el Señor. Salmos 40:1-3

El texto parece el resumen de una historia en varios tiempos:

  • Desesperación; sin poder avanzar mientras se trata de caminar.
  • Paciencia: Espera, intervención divina.
  • Cántico: Alabanza.
  • Testimonio.
Nada más poderoso que el testimonio de nuestra propia experiencia de reencuentro con nuestro Salvador. Parece que este Salmo de David es un canto de este tipo de vivencias. Si lees todo el Salmo te darás cuenta que David se siente frustrado, chasqueado de mucha gente a su alrededor. También se siente desilusionado de sí mismo a causa de sus «maldades». Siente temor de sus enemigos.
Una vez enterado de la existencia de un tesoro en un campo, un hombre vende todo lo que tiene. ¿Recuerdas el requisito que Jesús puso al joven rico? Y compra el terreno. Sin duda, cuando entró en la propiedad se dio cuenta que no estaba bien cercada y había muchos matorrales, la tierra era dura y, tal vez, tendría que invertir mucho esfuerzo para poder sembrar en ella. ¿Crees que se puso a mirar todo eso? ¡Claro que no! Se fue directo a buscar el tesoro. ¡Nada lo distrajo!
Supon que, ya con el tesoro en las manos, se comenzó a dar cuenta de la realidad del terreno que había comprado y dijo: «Bueno, ahora me voy con mi tesoro para otra pane». No puede, porque el tesoro representa a Cristo. Y la Biblia enseña que Cristo es la cabeza de la Iglesia; y que la Iglesia es el cuerpo de Cristo. ¿Verdad que no podemos tener una cabeza sin cuerpo, ni un cuerpo sin cabeza? No dejes de mirar a Cristo y mantente en su Iglesia para que tengas un canto de tu propia experiencia de salvación.
«No hablemos, pues, de nuestra debilidad y falta de eficiencia, sino de Cristo y de su fuerza». MJ 103.

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

EL INVENTO DE SATANÁS

No he venido a llamar a justos sino a pecadores para que se arrepientan (Lucas S: 32).

Este asunto de tratar de justificarse por obras meritorias no era tan usual en el judaísmo como lo era en el paganismo. Todas las religiones paganas, sin excepción, son religiones que se basan en el mérito propio para alcanzar la salvación. Las religiones antiguas que ofrecían sacrificios como parte de su adoración, lo hacían con el propósito de aplacar la ira de sus dioses.
La religión judaica, con el tiempo, se convirtió en una religión que enfatizaba el mérito personal para alcanzar el favor de Dios. Notemos: «El principio de que el hombre puede salvarse por sus obras, que es fundamento de toda religión pagana, era ya principio de la religión judaica. Satanás lo había implantado; y doquiera se lo adopte, los hombres no tienen defensa contra el pecado» (E¡ Deseado de todas las gentes, p. 26).
De acuerdo con esa declaración, el principio de la religión basada en el mérito tiene varios problemas. En primer lugar, es un invento satánico. En segundo lugar, es un principio que viene del paganismo. En tercero, cuando se lo adopta no hay defensa contra el pecado. Puesto que la presencia de Cristo en el alma es lo que nos ayuda a vencer nuestra naturaleza carnal, cuando creemos que lo podemos hacer con nuestro esfuerzo personal, caemos en un autoengaño. Ante tal situación, la victoria contra el mal es imposible.
Cuando muchos judíos se hicieron cristianos, trajeron consigo esa manera de ver la relación con Dios. De acuerdo al libro de Hechos, habla muchos que, educados en ese sistema, veían la religión cristiana desde esa perspectiva. Sin embargo, no era la salvación por obras descarada del paganismo, sino la forma en que los judíos la habían adoptado. Una forma sutil de religión por obras: necesitas tener buenas obras para que Dios te acepte. Esto significaba simplemente: para que Dios te acepte, necesitas tener méritos. Dios le preguntaría a las personas: ¿Dónde están tus méritos para que me convenzas que te acepte? De acuerdo a la religión de la Biblia, Dios no pide eso. Quiere que vayamos a él como somos, a fin de limpiarnos y capacitarnos para vencer el mal.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

viernes, 26 de febrero de 2010

VEINTE AÑOS MÁS TARDE

He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia., para librar sus almas de la muerte, y para darles vida en tiempos de hambre (Salmo 33:18,19).

¡Qué mejor lugar para estar un hermoso día de verano que en una piscina! Mis hijas y yo estábamos en una, pero mientras ellas se divertían -el agua, yo me quedaba en la orilla tratando desesperadamente de refrescarme, a pesar de mi inhabilidad para nadar. Para mi sorpresa, mi hija menor, Jennifer, nadaba fácilmente el largo de la piscina. Ante su hazaña, le pregunté:
-Jenny, ¿desde cuándo sabes nadar? Hasta donde yo recuerde, nunca te dejé nadar sola y nunca tomaste lecciones.
Cuando me contó que había aprendido por sí misma, le pregunté cómo podía ser.
-Cuando tenía 6 años y fuimos a una reunión campestre en Saint Damien, los chicos siempre jugaban en la piscina, mientras los adultos estaban en la carpa grande, en la reunión de oración.
-Ya veo. Así que ¿fue allí fue donde aprendiste a nadar?
-Bueno, no exactamente. Esta es la historia -respondió ella rápidamente, antes es que yo pudiera decir otra palabra-. Algunos de nosotros estábamos en la piscina y, por supuesto, yo no sabía nadar. Entonces Angelina, que tenía 7 años en ese momento, prometió cuidarme. Quiso hacerme una broma y me tiró en la parte profunda. Pero yo me hundí hasta el fondo, y comencé a luchar desesperadamente para salir a la superficie. Finalmente lo logré, pero estoy segura de que fue la mano de Dios que me empujó hacia arriba para evitar que me ahogara.
Muy emocionada, logré decir:
-Nunca me lo habías contado. Ahora, casi veinte años más tarde, descubro que casi te ahogas si no fuera por la gracia de Dios. Pero todavía no me contaste cómo aprendiste a nadar.
-Supongo que cuando estaba abajo del agua sucedió algo milagroso en el momento en que Jesús me sacaba, porque nunca tomé lecciones de natación; pero aquí estoy, ¡y puedo nadar!
Dios a quien sirvo siempre ha protegido a mi pequeña hija; esta misma niña que, cuando tenía dos años y medio de edad, se paró frente a la iglesia para recitar el Salmo 23. Hoy en día, sus palabras tienen otro significado para mí: "Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo" (Sal. 23:4).
Jeannette Belo
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer

Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

MÁS ALLÁ DE LO QUE PODEMOS VER

«No tengas miedo», respondió Elíseo. «Los que están con nosotros son más que ellos». 2 Reyes 6:16.

El rey de Siria trazaba las estrategias de campañas bélicas para compartirlas con sus siervos. Pero el profeta Elíseo recibía por revelación divina estos secretos de guerra y los compartía con el rey de Israel. Así, el rey evitaba emboscadas y ataques sorpresivos de los sirios. «¿Quién es el traidor que lleva información al rey de Israel?», preguntó el rey sirio. Uno de los siervos dijo que el profeta Elíseo era capaz de escuchar las palabras que el rey sirio dijera en su cámara más secreta.
El rey sirio puso en marcha sus servicios de inteligencia para encontrar el lugar donde estaba Elíseo. Pronto averiguó que el espía estaba en Dotan. Entonces una compañía militar fue enviada para prenderlo. Elíseo representaba un peligro tan grande que un ejército tuvo que sitiar la ciudad. Al amanecer el siervo de Elíseo vio sitiada la ciudad y tuvo miedo. El profeta trató de animarlo para que confiara en el Señor. Los ojos del siervo fueron abiertos en respuesta a la oración de Elíseo, y vio gente de a caballo y carros de fuego colocados entre Eliseo y los sirios. La fe nos ayuda a entender que Dios hace más por su pueblo de lo que podemos darnos cuenta a simple vista. Esta es una ilustración del cumplimiento de las promesas de Dios por la seguridad y el cuidado de sus hijos.
En el sur de México, un pastor tenía reuniones de evangelización con nuevos creyentes. Una noche, mientras se preparaba para dormir en la casa donde se hospedaba, le avisaron que un grupo de gente armada lo buscaba para matarlo. Alguien le dijo que saliera por la puerta trasera de la casa. Aquella misma persona lo guió por un camino hasta llevarlo a una vereda. Allí se quedó unos minutos. Luego pasó otra persona y se lo llevó en su vehículo. Tiempo después, cuando las circunstancias violentas se habían calmado en el pueblo, el pastor volvió. Buscó el camino por donde lo habían llevado, pero se dio cuenta que no existía, y tampoco pudo localizar a la persona que lo guió. Para él no cabe duda de que una vez más los ángeles salvaron milagrosamente la vida de un servidor del Eterno.

«Mientras tengamos la mirada fija en el Autor y Consumador de nuestra fe, estaremos seguros». MJ 102.


Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

FRACASO ESPIRITUAL

Así dice el Señor: «¡Maldito el hombre que confía en el hombre! ¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza y aparta su corazón del Señor!» (Jer. 17: 5).

Otro gran riesgo que corre el que busca la justificación por méritos propios, es fracasar en la experiencia cristiana. El apóstol lo puso de esta manera: «¿Qué concluiremos? Pues que los gentiles, que no buscaban la justicia, la han alcanzado. Me refiero a la justicia que es por la fe. En cambio Israel, que iba en busca de una ley que le diera justicia, no ha alcanzado esa justicia. ¿Por qué no? Porque no la buscaron mediante la fe sino mediante las obras, como si fuera posible alcanzarla así. Por eso tropezaron con la piedra de tropiezo» (Rom. 9: 30-32).
Es lamentable que el pueblo de Israel cayera en el fracaso espiritual cuando iban en busca de la justicia. La razón de su fracaso es que, aunque querían justicia, deseaban la justicia de ellos, no la justicia que Dios les prometió. Dios les había prometido la justicia que se alcanza por la fe en Cristo, pero ellos querían la justicia que se alcanza por el mérito propio, es decir, con el esfuerzo personal.
El fracaso espiritual es el resultado seguro de buscar una justicia basada en el mérito. El éxito en la vida espiritual depende de nuestra relación estrecha con Cristo, una relación que se realiza por fe, es decir, por tener confianza en él. Cuando confiamos en nosotros mismos, entonces el fracaso está a las puer¬tas. La confianza propia es señal segura de fracaso.
La razón de esto estriba en que nuestra naturaleza es una naturaleza débil y frágil. No tenemos las fuerzas morales para resistir el mal. Podemos resistir algunas cosas, pero el bombardeo del mal es tan persistente que finalmente caemos. Ya hemos mencionado que el apóstol Pablo exclamaba: «¿Quién me librará de este cuerpo mortal?» (Rom. 7: 24). La naturaleza humana con¬taminada por el mal es impotente para oponerse a este enemigo poderoso. La justificación por la fe implica que colocamos nuestra confianza en lo que Dios puede hacer por nosotros, y no en lo que nosotros podemos hacer con nuestra propia fuerza. Si confiamos en nosotros, fracasaremos espiritualmente como sucedió con Israel.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

jueves, 25 de febrero de 2010

JESÚS SE PREOCUPA POR NOSOTRAS

La mujer que teme a Jehová, esta será alabada (Proverbios 31:30).

Jesús tiene a las mujeres en alta estima; y hay numerosas evidencias en la Biblia que confirman esta idea. Cuando Cristo se levantó del sepulcro, a la primera persona que se le apareció fue a una mujer, y le pidió que llevara las buenas nuevas de su resurrección a los discípulos. ¡Qué misión! ¡Qué her-moso privilegio!
Jesús utilizó a la valiente reina Ester para libertar a su pueblo en un mo-mento en que parecía no haber otra salida. Y qué coraje tuvo para presentarse ante el rey: "Y si perezco, que perezca".
Ante la muerte de Lázaro, Jesús consoló a María y a Marta, confundiendo sus lágrimas con las de ellas. Luego, les devolvió a su hermano.
Pienso en la mujer sorprendida en adulterio. Cuando todos los demás se volvieron contra ella gritando que fuera apedreada, Jesús no la condenó; la perdonó y la libertó.
Cuando la viuda de Naín lloraba por la pérdida de su único hijo -el único que podía sustentarla-, Jesús tuvo compasión de ella y con amor le devolvió la vida al muchacho.
Jesús se preocupa grandemente por las mujeres. Es muy compasivo con nosotras. Nos comprende, nos ama incondicionalmente y conoce nuestra estructura, porque él nos formó. En la Creación, cuando el Creador vio cuan solo estaba el hombre, le dio una compañera: Eva, que fue tomada de un hueso del costado de Adán. Dios eligió cuidadosamente ese hueso del costado; no de la cabeza, porque él no sería su gobernante, ni de su pie, porque nunca debía pisotearla. Tomó el hueso del lugar más cercano al corazón del hombre -el lugar de los afectos-, y creó a la mujer. El hombre debe conservar a la mujer cerca de su corazón. La mujer debe estar al lado del hombre como su compañera, su amiga y su igual. Ese es el plan de Dios.
Es una pena que esta bendición se haya manchado por el pecado. No obstante, Jesús todavía se preocupa por nosotras. Su amor hacia nosotras no ha cambiado. Desea restaurarnos a nuestro estado original y Jesús ya hizo provi¬sión para eso. Quiere restaurar nuestros caracteres, nuestras vidas y nuestros hogares a lo que una vez fuera la familia edénica. Toda mujer alcanzará su potencial máximo. ¿No añoras ese día? ¡Yo sí! ¡Preparémonos!
Jacqueline Hope HoShing-Clarke
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer

Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

EL VALOR DEL TESTIMONIO

En cierta ocasión los sirios, que salían a merodear, capturaron a una muchacha israelita y la hicieron criada de la esposa de Naamán. 2 Reyes 5: 2.

Una muchachita hebrea había sido llevada cautiva a la casa del general del ejército que la privó de su familia. A pesar de estar en otro lugar ella tenía una confianza inalterable en su Padre celestial.

Observa la seguridad con que ella visualiza la curación del militar sirio en el versículo 3: «Un día la muchacha le dijo a su ama: "Ojalá el amo fuera a ver al profeta que hay en Samaría, porque él lo sanaría de su lepra"».
Ben-adad, rey sirio, habla derrotado a Israel y dado muerte al rey Acab. Desde entonces la frontera norte israelita era asediada y atacada constantemente por los sirios. Naamán, el general de aquel ejército triunfador, lo tenía todo: Éxito, admiración y dinero. Pero le faltaba la salud, y no podía disfrutar de todo lo que tenía. Hasta que una pequeña esclava fue mensajera de Dios, ella confirmó al general que su lepra podía ser curada por medio del profeta que estaba en Samaría. La historia nos dice que Naamán fue finalmente a Israel y, con ciertos refunfuños, aceptó las indicaciones del siervo de Dios, ¡y fue curado!
¿Cómo puedes ser testigo de Dios en tiempos de crisis? Aquella muchachita fue enseñada desde sus primeros años en el conocimiento de Dios. La vida devocional en su hogar era una prioridad. Lo que se siembra en los tiernos años de la infancia tendrá repercusiones eternas en la vida de los hijos. El estudio de la Biblia nos capacita para enfrentar cualquier crisis de la vida, y ser una bendición para otros, incluso para los que se declaran enemigos de Dios.
¿Te has preguntado por qué Dios te ha colocado precisamente en el lugar en el que estás ahora? Probablemente tú no lo habrías planeado y seguramente no habrías tomado decisiones para estar ahí. A igual que la muchacha del texto, Dios tiene preparado algo para ti, para que testifiques a su Hijo.
«"Vosotros sois mis testigos" [Isaías 44: 8, RV95]. ¿Ante quién? Ante el mundo, pues han de llevar consigo una influencia santa». MJ 198.


Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

¿MURIÓ EN VANO?

No desecho la gracia de Dios. Si la justicia se obtuviera mediante la ley, Cristo habría muerto en vano (Calatas 2: 21).

Otro riesgo que el apóstol pablo menciona, y que está íntimamente relacionado con los ya mencionados, es hacer vano el sacrificio de Cristo. Resulta lamentable pensar que la actitud de justificarse por méritos propios invalida la muerte de Cristo. Decir que puedo salvarme de alguna otra manera hace, inútil el sacrificio de Cristo. Declara que Cristo murió por nada.
En el tiempo que Cristo fue crucificado había muchos que morían de esa manera. Cruces con cadáveres que pendían de ellas era una escena común en la Palestina de ese tiempo. ¿Creen ustedes que alguna de las personas que pasaban junto a esas cruces clavadas a la vera del camino, levantaban su rostro para mirar a los que estaban crucificados, y decir: «Él murió por nosotros?» Obviamente, no. Por lo menos deben haberse preguntado: «¿Por qué habrán crucificado a este? ¿Qué crimen debe de haber hecho que lo crucificaron?» Porque los que morían crucificados en ese tiempo eran ladrones, asesinos, asaltantes, secuestradores y esclavos fugitivos.
Tratar de justificarnos por méritos propios es invalidar la razón por la que Cristo murió en la cruz. Equivale a haber pasado debajo de su cruz, y haber exclamado: «¡Quién sabe por qué murió!».
Los sacerdotes y dirigentes judíos que conspiraron para que Cristo fuera crucificado decían saber por qué murió Jesús: «Señor —le dijeron—, nosotros recordamos que mientras ese engañador aún vivía, dijo: "A los tres días resucitaré"» (Mat. 27: 63). De acuerdo a ellos, Jesús era un engañador que merecía morir porque decía que era el Mesías, y no lo era. Por eso, decían ellos, murió en una cruz. Hicieron vano el sacrificio de Cristo porque hacían que hubiese muerto por sus propios delitos, no por los pecados de la humanidad.
Cuando creemos que la salvación depende de lo que hagamos, no de lo que Cristo hizo, hacemos vano su sacrificio y muerte. Proclamamos que Cristo mu¬rió de balde. Los escritores bíblicos no hacían vano el sacrificio de Cristo; creían que Cristo murió por nosotros.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

miércoles, 24 de febrero de 2010

AMOR ILIMITADO

Mirad cuan bueno y cuan delicioso es habitar [las hermanas juntas] en armonía! (Salmo 133:1).

La hostilidad es una barrera muy difícil de superar entre medio hermanos. Como el José de la Biblia, yo experimenté una situación similar, aunque ni grado menor. No obstante, no era menos dolorosa. Tal vez porque era la mayor y la primera niña de la familia, mis abuelos sentían gran afecto por mí, y esto causaba celos entre los otros nietos. Sin embargo, nuestra familia no hablaba de nuestros problemas, y yo no entendía la hostilidad.
Cuando tenía 11 años de edad, mis padres se separaron, y la situación entre mis medios hermanos y yo se volvió insoportable. Me casé a los 15 años solo para marcharme de mi hogar. Luego, mi padre se mudó a San Pablo, y allí aceptó a Cristo como su Salvador. Poco tiempo después, tres de mis medios hermanos se mudaron a la casa de mi padre, y también aceptaron a Cristo. Cuando tenía 20 años de edad, me separé de mi primer esposo y también me mudé a San Pablo. En la casa de mi padre todos eran cristianos... excepto yo. Como amaba a mi padre y lo respetaba, iba a la iglesia. Pero no me sentía .atraída hacia Jesús. La relación que tenía con mis medio hermanos me lastimaba profundamente. Pero el amor de Dios es grande. Aprendí de Jesús, y poco después lo acepté como mi Salvador.
Contrariamente a mis expectativas, la relación con mis hermanos y hermanas empeoró, en especial con una hermana. Decidí obedecer el mandato de Dios de pagar bien por mal. Tres años más tarde, mi hermana tuvo que realizarse una cirugía de emergencia. Dejé todas mis tareas de lado para cuidarla. A los 41 días de estar hospitalizada, sorpresivamente mejoró. Apretó mi mano, me miró a los ojos y me dijo: "María, Dios tiene una hermosa corona para ti. Yo nunca podría hacer lo que tú hiciste por mí. Perdóname por todo". Al día siguiente, por la tarde, mientras yo sostenía su mano, ella falle-i u'). Kspero ansiosamente el regreso de Jesús para que finalmente podamos ilisl rutar de una buena relación como hermanas.
¡Alabo a Dios porque nos ayuda a amar incluso a aquellos que nos tratan mal! Tal vez tengamos la oportunidad de ver que alguien reconoce sus errores y se arrepiente. Pero, en esta mañana pido que el amor de Jesús nos envuelva de tal forma que seamos capaces de amar a otros, sin importar cómo nos traten.
María Chévre
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

EL PRECIO DE LA VIDA ETERNA

«Para los hombres es imposible», aclaró Jesús, mirándolos fijamente, «mas para Dios todo es posible». Mateo 19:26.

Jesús acababa de dejar a un joven, que ganó su aprecio en el primer encuentro, según se registra en el Evangelio de Marcos, que no pudo reclutar porque «tenía muchas posesiones». ¡No lo pudo incorporar a sus seguidores! ¿Entonces qué pasó con aquello de que «para Dios todo es posible»?
El joven rico jamás iba a poder vencer su egoísmo y su deseo de acumular más riqueza sin la ayuda de Jesús. El muchacho tenía una buena percepción de Jesús, a quien le llamó «Maestro» (vers. 16). Además, exhibía una conducta aceptable, pues dio un claro testimonio de su obediencia a la Ley durante su corta vida.
—¿Qué más me falta?—, preguntó a Jesús.
—Anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres —respondió el Señor.
¿Acaso exigió Jesús un requisito demasiado elevado a este joven? ¿Te imaginas deshacerte de tanto? Y no para conseguir dinero en efectivo e invertirlo en algún negocio, sino, ¡para regalarlo a los pobres!
¿Lo imaginas más tarde conversando con sus amigos?
—¿Me creerían si les dijera que hoy fui a comprar la vida eterna?
—Pero, ¿qué dices?—, preguntaron los amigos.
—Sí, es en serio. Hoy fui a comprar la vida eterna. —¿Y la compraste? Con eso de que tú puedes comprar todo lo que quieras, podría existir una posibilidad.
—No, no la compré.
—¿Acaso no te alcanzó el dinero?
¿Cuánto dinero es necesario para comprar la vida eterna? Yo pienso que el requerimiento de Cristo no fue demasiado alto. Simplemente estaba a la altura de lo que el joven había venido a buscar. Jesús le puso un precio a la vida eterna: «Debes dar todo lo que tienes».
«Nosotros, y todo lo que tenemos, pertenece a Dios. No deberíamos considerar un sacrificio el darle el afecto de nuestro corazón». MJ 68


Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

CAER DE LA GRACIA

Aquellos de entre ustedes que tratan de ser justificados por la ley, han roto con Cristo; han caído de la gracia (Calatas 5: 4).

Las personas que creen que se pueden justificar ante Dios por obras meritorias, corren el riesgo de caer bajo maldición. Una cosa es estar bajo la maldición de los hombres; otra muy distinta es estar bajo la maldición de Dios. La maldición de los hombres puede destruir tu cuerpo, pero eso es todo; la maldición de Dios puede destruir tu alma, y por consiguiente puedes perder la vida eterna. No es un riesgo de poca monta. Después de todo, es una distorsión del evangelio de Cristo.
Los que tratan de hallar la salvación por méritos propios corren otro riesgo también muy peligroso. Dice Pablo que es el riesgo de caer de la gracia. ¡Qué tremendo! Ahora nos damos cuenta por qué los que invocan la justificación propia están bajo maldición. ¡Es que se han desligado de Cristo! Cristo es el único medio que Dios proveyó para la redención del ser humano. Fuera de Cristo, entonces, no hay salvación. Así que los que dicen que se pueden salvar por sus propias obras, desdeñan la salvación que Dios les ofrece. Despre¬cian el sacrificio de Cristo provisto en lugar del pecador. Que los que creen en la justicia por obras se pierdan, no es para sorprenderse: Es el resultado natural de despreciar el sacrificio infinito de Dios por el pecador.
El apóstol considera que esa actitud implica romper con Cristo. Es, para todo fin práctico, darle la espalda a Cristo. Es como decirle: «Tú moriste por mí, pero, en realidad, no era necesario. Yo tengo otra forma como se podría haber logrado. He descubierto algo mejor». Las consecuencias de esta actitud son terribles. Dice Pablo que es caer de la gracia. La gracia es la bondad maravillosa de Dios que nos ofrece la salvación a través de lo que Cristo hizo. Caer de la gracia es rechazar esa oferta. ¡Con cuánto cuidado debiéramos considerar nuestra experiencia cristiana para no caer en este error fatal!

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

martes, 23 de febrero de 2010

EL ME OYÓ

Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído (Isaías 65:24).

A las 6 de la mañana sonó la alarma del celular, avisándome que tendría un examen a las 8. Ese día, mientras hacía mi devoción personal, le pedí a Dios que me mostrara el camino, porque no estaba segura del lugar donde debía tomar el examen.
Después de desayunar, me preparé y fui a la calle, y me dirigí hacia donde tomaría el autobús. Era temprano, pero comencé a preocuparme por la demora. Entonces oré, con un poco de impaciencia: Señor, ¡envía el autobús pronto! Antes de que terminara de orar, el autobús había llegado. Pensé en preguntar al conductor dónde debía bajarme, pero permanecí en silencio ya que este había sido el autobús que me habían indicado cuando pedí la infor-mación. Y oré una vez más: Señor, ¡muéstrame el camino!
Tenía cierta idea de la parada en que debía bajarme, pero no sabía qué dirección tomar desde allí. Me bajé del autobús y comencé a caminar. Cuando corroboré la dirección, me di cuenta de que Dios me había guiado a la calle correcta. Ahora solo me quedaba encontrar la facultad. Oré con gratitud en mi corazón: Señor, muéstrame el camino, muéstrame dónde está la facultad. Cuando terminé de orar, levanté la vista y vi el letrero de la facultad. ¡Había llegado treinta minutos antes!
Dios nos escucha inclusive antes de que hablemos, y nos responde antes de que hayamos terminado de expresar nuestra petición. ¡Cuán maravilloso es tener la seguridad de la presencia del Señor! No tenemos nada que temer a su lado; se nos asegura la victoria.
El día del examen aprendí cuan bueno es caminar con Dios y depender de él a cada instante. Cuan bueno es sentir su presencia con nosotros y saber que podemos confiar en él frente a todas las situaciones de la vida.
El Señor nos escucha y está cerca de nosotros. Que nada nos impida hoy hablar con Dios, contarle todas nuestras dificultades, y agradecerle porque siempre nos escucha y sabe lo que es mejor para nosotros.
Que tu corazón diga: Señor, gracias por ayudarme a buscarte. Quédate conmigo hoy, camina, conmigo y guía mis pasos. Amén.
Carmem Virginia
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer

Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

NO LIMITES EL PODER DE DIOS

«¿Y qué puedo hacer por tí?», le preguntó Elíseo. «Dime, ¿qué tienes en casa?» «Su servidora no tiene nada en casa», le respondió, «excepto un poco de aceite». 2 Reyes 4:2.

Solo contaba con una vasija de aceite. La viuda de Sarepta habría tenido que reconocer que solamente poseía un puñado de harina y un poco de aceite. En la dinámica de Dios para cumplir tu misión es importante que consideres tres elementos que aparecen en 2 Reyes 4: 3-7:

  • Consagrar al Señor lo que tienes.
  • Invertir lo que posees.
  • Actuar con entusiasmo para recibir las bendiciones de Dios.

Recuerdo mi primera noche en Peña Blanca, Honduras. Había ido a impartir una clase de nuestro programa de extensión de maestría en Liderazgo. Me visitó un matrimonio con su hija. Primero ellos expresaron su deseo de que Gloria, su hija, fuera a estudiar a la Universidad de Montemorelos. Luego ella habló con la convicción que proporciona el llamado de Dios para cumplir una misión en la vida. Únicamente contaban con los recursos para la realización del viaje y solicitaban para ella una oportunidad de trabajo como alumna becaria.

Gloria llegó a Montemorelos. Se desempeñó con entusiasmo y realizó las tareas que le proporcionaban una beca inicial. Luego se enroló en la actividad de colportaje. Fue ahí donde obtuvo los recursos para continuar y terminar sus estudios, además, aprovechó diversas oportunidades para desarrollar su liderazgo.
El versículo 6 dice que cuando ya no hubo más vasijas, cesó el aceite. ¿Qué hubiera pasado si se hubieran encontrado más vasijas? No limites el poder de Dios. No pares en tu actividad y recibe el aceite que te abrirá las puertas para la realización de la misión de tu vida.
«Si cada uno comprendiese que tiene que rendir cuenta ante Dios por su influencia personal, en ningún caso estaría ocioso, sino que cultivaría sus aptitudes y adiestraría todas sus facultades». MJ 186

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

UNA MALDICIÓN

Sin embargo, al reconocer que nadie es justificado por las obras que demanda la ley sino por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos puesto nuestra fe en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en él y no por las obras de la ley; porque por estas nadie será justificado (Gálatas 2: 16).

La segunda característica de la justificación por la fe, es que es por la fe sola; es decir, solo por fe. Este es uno de los postulados de la Reforma protestante del siglo XVI. Al estudiar la Epístola a los Romanos, Martín Lulero llegó a la conclusión de que la justificación se obtie¬ne solo por la fe. Al margen de la palabra fe del texto «el justo vivirá por la fe», escribió la palabra «sola». Llegó al convencimiento personal de que somos justificados solo por la fe.
Si recordamos lo que hemos estado considerando acerca del significado bíblico de la fe, diríamos que somos justificados solamente por la fe en Cristo, y nada más. Frecuentemente, en los escritos de Pablo se opone la justificación por la fe con la justificación por las obras, o, como él lo dice, por las obras de la ley: «Porque sostenemos que todos somos justificados por la fe, y no por las obras que la ley exige» (Rom. 3: 28). «Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte» (Efe. 2: 8, 9).
Para Pablo, decir que la justificación se podía obtener por las obras de la ley, es decir, obras meritorias, era una violación del evangelio. Esta violación o distorsión del evangelio involucra varios riesgos muy serios: el que concluya que la justificación se puede conseguir por obras meritorias, recibe una maldición de Dios. «Pero aun si alguno de nosotros o un ángel del cielo les predicara un evangelio distinto del que les hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición! Como ya lo hemos dicho, ahora lo repito: si alguien les anda predicando un evangelio distinto del que recibieron, ¡que caiga bajo maldición!» (Gal. 1: 8, 9).

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

lunes, 22 de febrero de 2010

UNA LÁGRIMA PARA RECORDAR

Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron (Apocalipsis 21:4).

Era joven y estaba confundida. Me arrodillé al lado de la cama de mi padre en el hospital. Él era un hombre fuerte que rara vez se enfermaba, pero había tenido un ataque cardíaco y estaba pálido y semiconsciente. No me reconocía.
Como yo estaba en la escuela cuando él tuvo el ataque, no había podido ir con él hasta el hospital.
Mi padre hablaba mientras yo le sostenía la mano. Sus palabras reflejaban lo que había ocurrido hacía mucho tiempo, antes de que yo naciera. Su hijo se llamaba Johnny, de quien solo había visto fotos felices en el álbum de familia. Era un niño pequeño con una gran sonrisa, y zapatos negros y brillantes, Johnny había muerto cuando tenía 4 años de edad. Mi padre casi nunca había hablado de él, pero ahora lo estaba llamando.
Me partía el corazón. Lo único que podía hacer era sostener su mano. No le podía traer a Johnny. Ni siquiera podía decirle que lo amaba. Estuve sentada a su lado por un rato, con lágrimas rodando por mis mejillas. Entonces escuche que se abría la puerta. Me di vuelta y vi a una enfermera joven, no mucho mayor que yo, con un uniforme claro. Tenía ojos marrón oscuro; los ojos más grandes y expresivos que jamás he visto. Se paró justo en frente de la puerta, como si no quisiera interrumpir ese momento precioso; claramente no estaba acostumbrada al dolor que a menudo se encuentra en una habitación de hospital. Nos miramos la una a la otra por largo rato; ninguna de las dos dijo nada. Entonces vi que una lágrima corría lentamente por su mejilla. Esa lagrima me dijo que ella se preocupaba por mí y me comprendía.
¿Me abrazó? ¿Se marchó de la habitación para darme privacidad? No recuerdo lo que ocurrió después, pero cuarenta años más tarde todavía la recuerdo: la enfermera de hermosos ojos oscuros y esa única lágrima que rodó lentamente por su mejilla.
A menudo la Biblia nos habla de lágrimas y de que algún día Dios las enjugará. Mientras tanto, podemos ministrar por medio del cariño y la ternura.
Alabo a Dios porque mi padre se recuperó del ataque cardíaco y regresó a un hogar, con mi madre y conmigo.
Edna Maye Gattington
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer

Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

EL MANTO DEL ESPÍRITU SANTO

Elias salió de allí y encontró a Elíseo hijo de Safat que estaba arando. Había doce yuntas de bueyes en fila, y él mismo conducía la última. Elias pasó junto a Elíseo y arrojó su manto sobre él. 1 Reyes 10:19.

En las instituciones educativas hay algunas ceremonias en las que investimos a los estudiantes con algunas prendas representativas. En la graduación se usa la «toga», es una especie de manto o bata que significa que el estudiante ha terminado sus estudios. También tenemos el «birrete», que se coloca en la cabeza y de él cuelga la «borla». En el momento de graduación se pasa la borla de un lado a otro, acto que simboliza que el plan de estudios ha terminado. En algunas instituciones agregan cordones de diferentes colores a la vestimenta de graduación para diferenciar los promedios de calificaciones. También se usan medallas con significado especial sobre el liderazgo de los estudiantes.
En la carrera de enfermería, en algún momento del avance del curso de estudios, colocan sobre la cabeza de las mujeres una cofia, prenda muy emblemática de las enfermeras. A los hombres les insertan un pin en su camisa de enfermero. A los estudiantes que inician la carrera de medicina les proporcionan una «bata blanca» en una ceremonia de compromiso con la profesión. A los de la carrera de odontología les proporcionan un pequeño espejo que es típico en el consultorio del dentista. A los que terminan teología les dan una Biblia en una ceremonia de consagración. Te das cuenta que los estudiantes reciben prendas simbólicas en el ejercicio de su profesión. Acostumbro decir a los estudiantes: «La institución educativa les dará un diploma, alguna organización les ofrecerá un trabajo, pero la misión la proporciona Dios. La misión es un llamado al servicio abnegado, a la consagración de todos los talentos al cumplimiento de la misión de Cristo». Es como recibir el manto de Elias, símbolo de la conducción del Espíritu Santo en las tareas laborales y profesionales. Fue el manto que después le dejó Elias como respuesta a la petición de Elíseo de recibir una «partida doble» de su espíritu (2 Reyes 2: 9). Fue el manto con el que Elíseo golpeó las aguas del río Jordán y estas se abrieron. Ese manto está preparado para ti, para que el Espíritu Santo guíe tu misión.
«A medida que trabajen por otros, el poder divino del Espíritu obrará sobre sus almas». MJ 195.

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

LA FE ES UN DON DE DIOS

Para el que cree, todo es posible (Marcos 9: 23).

No se debe poner mérito en la fe, ya que distorsiona el mensaje del evangelio. Hace que la salvación se base en el mérito propio, no en los méritos de Cristo. Es verdad que debemos tener fe, pero esta no debe nunca considerarse un mérito.
Digamos que hay una persona que se está ahogando en un río. Nadie la puede sacar. Lucha desesperadamente por mantenerse a flote, pero es imposible. Cuando está a punto de perder el conocimiento, alguien le extiende una rama para que se aferré a ella. La persona se aferra desesperadamente a la rama. La llevan a la orilla y le dan los primeros auxilios. Cuando ya está recuperada, imagínense que exclama: «¡Qué bueno soy, porque me aferré de la rama!». Eso seria inaudito. Se supone que el mérito es de la persona que le arrojó la rama. Así sucede con la concepción de la fe como mérito. El mérito es de Cristo que nos salvó, no de nosotros que tenemos fe en él. La señora Elena G. de White dijo: «La fe es rendir a Dios las facultades intelectuales, entregarle la mente y la voluntad, y hacer de Cristo la única puerta para entrar en el reino de los cielos» (Fe y obras, p. 24).
Otra consideración que prohíbe que consideremos la fe como un mérito es el hecho de que la fe es un don de Dios. Nosotros no tenemos fe por nosotros mismos, es decir, no producimos la fe. La recibimos de Dios. Dice el apóstol: «Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, [...] según la medida de fe que Dios le haya dado» (Rom. 12: 3). A todos los seres humanos Dios no ha dado la capacidad de creer. Todos tenemos una medida de fe, es decir, podemos creer. Este don, como todos los dones que Dios da, puede usarse para bien o para mal. Al usar el don de la fe para el bien, el don se fortalece. Así desarrollamos la capacidad de creer en Dios. Esto es lo que quiere decir que Dios aumenta nuestra fe. Pero enorgullecemos de que tenemos fe y atribuirle un valor meritorio, es distorsionar el evangelio de Cristo.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

domingo, 21 de febrero de 2010

RESCATADOS

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16).

Con un pequeño grupo de personas de nuestra ciudad recientemente formamos un refugio para animales. Las leyes de la comunidad ordenan que se debe encerrar a todos los animales que andan sueltos. Tienen la triste tarea de poner a dormir a más de dos mil perros y gatos cada año. Algunas personas han entregado sus mascotas esperando que se encontrara un nuevo hogar para ellas, solo para enterarse más tarde de que las habían puesto a dormir porque eran muy viejas, o nadie las quería. Los planes de este refugio para rescatar mascotas ayudan a las personas a tenerlas para su hogar o a encontrar otros hogares para ellas.
Parece que somos una sociedad de desecho. Nadie quiere esos tiernos gatitos o cachorritos una vez que son grandes o están viejos. A menudo ocurre lo mismo con la gente mayor. Cuando ya no son útiles y no se pueden cuidar por sí mismos, los ponen en un hogar de ancianos, los visitan poco, los hacen vivir sin esperanza y los dejan morir solos.
En nuestra pequeña comunidad, hay muchas personas mayores que viven cerca de nuestra casa. Estoy agradecida de que la mayoría de los vecinos están dispuestos a ayudar a otros. La semana pasada una viuda anciana vino a vernos, angustiada. Su garaje se había inundado y el agua estaba arruinando algunas cajas. Mi esposo y otro vecino pronto localizaron el problema. El termotanque tenía una pérdida. Los dos hombres sacaron las cajas y llamaron a la compañía de gas, quien le trajo un nuevo termotanque y se lo instaló. Estaba inmensamente feliz de haber sido rescatada.
Cuando Jesús vino a la tierra por primera vez, siempre estuvo disponible para ayudar a los jóvenes, a los enfermos y a los ancianos. Vino a rescatarnos de un mundo enfermo y malvado. Nosotras podemos imitar muchas de las cosas que él hizo por los demás. Si hubiera vivido para sí mismo, como hacen muchas hoy, estaríamos eternamente perdidas. No consideró la idea de desechar a ninguna persona. El murió por cada una de nosotras y por las que creerán en él.
Querido Señor, gracias por haber enviado a tu Hijo en rescate por nosotros. Ayúdanos a vivir por los demás cada día como lo hizo Jesús.
Loraine F. Sweetland
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

MÁS QUE INFORMACIÓN

Yo te ruego que le des a tu siervo discernimiento para gobernar a tu pueblo y para distinguir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo? 1 Reyes 3:9

¿A caso Salomón solicitaba que le fueran impartidos cursos superiores de Ciencias Políticas y Derecho cuando pidió «discernimiento para gobernar a su pueblo»? ¿A lo mejor un curso de Ética «pa¬ra distinguir entre el bien y el mal»? ¿Tal vez pedía información? Porque la información es poder. No es lo mismo saber que saber hacer. Salomón fue capaz de pedirle a Dios lo que en la actualidad, en el vocabulario pedagógico, se conoce como «desarrollo de competencias». «Discernimiento», significa que tienes la capacidad para escuchar con atención para analizar toda la información que te llega de diferentes fuentes. Significa que tienes la habilidad para distinguir lo falso de lo verdadero, por muy sofisticada que sea la falsificación, sobre todo con respecto de lo que las personas dicen o son, o de lo que otros dicen de ellas. «Discernimiento» significa que tienes un marco de referencia con respecto de convicciones acerca de lo importante, lo prioritario, lo verdadero. ¿Qué cursos hay que tomar para adquirir todas estas «competencias»? ¿Te das cuenta que la educación es mucho más que ir a las aulas y mucho más que buenas calificaciones? Por eso es que la verdadera educación tiene su origen en Dios, fuente del conocimiento verdadero y la sabiduría. Jesús dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Juan 14; 6). Cuando Jesús prometió la dirección del Espíritu Santo en la vida de los creyentes, les dijo que mediante su ministerio les daña una clara conciencia del pecado, la justicia y el juicio (Juan 16: 8). También les dijo que los guiaría «a toda la verdad» (Juan 16: 13). Por eso la verdadera educación se pone de manifiesto con mucho más que la exhibición de un diploma, un título, incluso de muchos diplomas y títulos. No te conformes con saber y acumular información. Pídele hoy a Dios la conducción de su Espíritu Santo para que puedas desarrollar tus habilidades de escuchar, analizar, comparar y tomar decisiones en el marco de su Palabra, que vive y permanece para siempre.

«Consagrados a Dios y teniendo la protección de su gracia y la influencia vivificante de su Santo Espíritu, manifestarán un poder intelectual más profundo que los simples mundanos». MJ 188, 189

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes ¡
Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

¿ES LA FE MERECIDA?¿ES LA FE MERECIDA?


Jesús se dio vuelta, la vio y le dijo: «¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado» (Mateo 9:22).

La fe es tener fe en Jesús. Es decir, confiar en una persona, específicamente, en lo que hizo esa persona. Así que la fe no es un mero asentimiento intelectual. Implica depositar nuestra confianza en una persona, lo que requiere una relación personal. Por lo tanto, somos justificados por tener una relación personal de confianza con Cristo.
A veces, cuando leemos la Biblia sin tomar en cuenta su contexto más amplio, podemos concluir que la fe es un mero asentimiento intelectual, solo un ejercicio mental. Jesús dijo a varias personas a las que iba a sanar: «Ten fe». En otra ocasión dijo a sus discípulos: «Si tuviereis fe». Con esto, sin mucha reflexión, podríamos concluir que la fe es solo un ejercicio abstracto de la mente. Pero no es así cuando lo vemos a la luz de lo que afirman los escritos de Pablo.
La cuestión de la fe se complica un poco más cuando le atribuimos a ese ejercicio mental una cualidad meritoria. Es decir, llegamos a pensar que la fe es un mérito, porque si no tienes fe, no puedes conseguir lo que quieres. Entonces, la fe se convierte en un mérito propio, porque el que tiene la fe es la persona involucrada; por lo tanto, es su mérito personal. Este concepto es muy peligroso cuando lo llevamos a la justificación o salvación. Si la fe es un mérito personal, entonces somos justificados por tener ese mérito. En este caso serla: es por la fe, pero por la fe que yo tengo. Por lo tanto, me salvo por mérito propio.
En la Biblia se oponen la salvación por obras y la salvación por fe. La fe es el medio que nos lleva a aferramos de Cristo, quien es el que nos salva. La fe no salva; el que salva es Cristo. No se debe poner mérito alguno en la fe porque distorsiona el evangelio de Cristo. Notemos: «Es peligroso considerar que la justificación por la fe pone mérito en la fe» (Fe y obras, p. 24).

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

sábado, 20 de febrero de 2010

PIERNAS FLACAS

El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón (1 Samuel 16:7).

Era muy pequeña cuando nací y he sido pequeña toda mi vida. Incluso después de haber tenido mis dos hijos, perdí el peso que tanto me había tostado subir. Me veo más joven de lo que soy, y a menudo la gente se confunde con mi edad. Mientras escribo esta meditación, trato de convencerme a mí misma de que no suena tan mal lo que les cuento. Sin embargo, la verdad es que nací pequeña en un lugar equivocado del mundo. Nací en la pequeña isla de Haití, y ser pequeña en esa cultura es una señal de pobreza, hambre y necesidad. Sin generalizar, algunos amigos de otras islas me han contado que la gordura es reverenciada en sus países.
De niña me llamaban Piernas Flacas, y ahora, siendo adulta, mi peso es a menudo el tema de conversación. "Nunca engordas"; "Pensé que ya no estabas tan flaca"; o "¿Qué talla usas ahora?" Estos son los comentarios que suelo escuchar de mi familia y mis amigos. Sin embargo, nada se iguala a la manera en que mi madre trató el tema de mi talla. Cuando era niña, ella me alimenta para "poner un poco de carne en esos huesos". También me compraba ropa que era varias veces más grande que mi talla real, y me encantaba usarlas porque me hacían sentir más grande.
Cuando fui adulta, mi madre continuó comprándome ropa grande. La compraba como obsequio, pero luego comencé a sentirme incómoda con esos “obsequios”. ¿Por qué me sentía tan mal? ¿Quería ser grande... o no?
Al contemplar mi vida, me doy cuenta de que yo no elegí nacer así, ni tampoco quise cambiarme a mí misma. Soy más que un cuerpo pequeño e insignificante. ¡Soy una hija del Rey! Él me acepta tal como soy. De hecho, estoy segura de que se deleita en mi tamaño pequeño porque demuestra su creatividad al hacer cada persona tan única como los copos de nieve que caen del cielo. Él me redimió, me liberó del pecado y me llamó hija suya. Como si la salvación no fuera poco, me dio una familia maravillosa, salud y amigos. Todo esto, pero no mi peso, me da motivos para gritar de gozo.
Señor, ayúdame a amar a los demás así como son. Ayúdame también a valorar las cosas que son eternas, y a. aceptar las que son temporales.
Rosejoseph Thomas
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

INVITADO A LA MESA

Y moraba Mefi-boset en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del rey; y estaba lisiado de ambos pies. 2 Samuel 9:13.

Mefi-boset es uno de los protagonistas de una de las historias mas conmovedoras de la Biblia. El relato comienza con un brote de misericordia. David, consolidado ya como rey, busca honrar la amistad
y amor por Jonatán. Entonces dice la Biblia: «El rey David averiguó si había alguien de la familia de Saúl a quien pudiera beneficiar en memoria de Jonatán» (2 Samuel 9: 1). Así es como reaparece en el escenario Mefi-boset. Habla sido mencionado en 2 Samuel 4: 4 con muy mala fortuna. Cuando llegó la noticia de la muerte de Saúl y Jonatán, su nodriza huyó del lugar y, en las prisas, el niño, entonces de cinco años, se le cayó, así quedo tullido de sus piernas.
Mefi-boset tuvo, entonces, que vivir escondido, a pesar de su parálisis, por temor a las represalias del rey contra su familia. Pero el clamor de David llegó hasta Lodebar, así como el clamor divino había ido tras Adán y Eva, quienes se escondieron al pensar que Dios tomaría venganza contra ellos. Su manera de presentarse ante el rey habla de la baja autoestima que Mefi-boset tenía y de sus escasas expectativas hacia el futuro: «¿Y quién es este siervo suyo, para que Su Majestad se fije en él? ¡Si no valgo más que un perro muerto!» (2 Samuel 9: 8).
«No temas», fueron las primeras palabras de David; las segundas fueron de misericordia; las terceras de redención; y las últimas de adopción como miembro de la familia real (vers. 7). Es una historia realmente impresionante, porque ilustra muy bien la tierna misericordia de Dios hacia nosotros, que nos amó de tal manera que nos redime y adopta para formar parte de la familia que comerá siempre a su mesa (Apocalipsis 3: 20). No tengas temor, tu mala fortuna ha terminado. Dios ha enviado a su Hijo para conducirte al palacio.
«Cristo nos escogió primero, pagando un precio infinito por nuestra redención, y el verdadero creyente escoge a Cristo como lo primero, lo último y lo mejor en todo». MJ 116.

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

EL ÚNICO CAMINO

Separados de mí no pueden ustedes hacer nada (Juan 15: 5).

La fe que salva debe dirigirse hacia una persona, es decir, la fe es una condición que implica una relación personal con Cristo. Uno puede creer en muchas cosas o personas, pero para alcanzar la justificación delante de Dios hay que tener fe en Jesús.
Esto está en armonía con las enseñanzas de Cristo registradas en los evangelios. Él dijo: «Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo» (Juan 10: 9). Es interesante que Jesús no dijo que él era "una" de muchas puertas que conducen al redil de Dios y a la salvación. Dijo que era "la puerta". Es obvio que para él no hay tantas puertas, no hay tantas maneras de llegar a Dios y de salvarse. Si queremos ser salvos tenemos que entrar por esa puerta, que es él; es decir, tenemos que creer en él.
Cristo también hizo otra declaración impresionante: «Yo soy el camino, la verdad y la vida [...]. Nadie llega al Padre sino por mí» (Juan 14:6). También es importante notar que Jesús no dijo que era un camino para llegar a Dios. Para él no había muchos caminos para llegar al Padre. Dijo que había uno solo, y que él era ese camino. También dijo que era la verdad. Vino a revelar el plan de la salvación que incluía su muerte para redimir al hombre. Y también dijo que era la vida. Es decir, la vida eterna, que hay solo una. Para hallar el camino de regreso a Dios, tenemos que creer en Jesús. No hay otra fórmula.
Los seres humanos han inventado muchos caminos para llegar a Dios, muchas maneras de salvarse. Llámese Buda, Confucio, Lao Tsé, Mahoma, Krishna, etcétera, todos son caminos falsos que no llevan al Dios verdadero. Pedro lo dijo con claridad meridiana: «De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual poda¬mos ser salvos» (Hech. 4: 12).

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

viernes, 19 de febrero de 2010

SER COMO UN LÁPIZ

Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas (Eclesiastés 9:10).

En 1943, cuando comencé a ir a la escuela, se utilizaban la pizarra y el pizarrín en Sudáfrica. Las pizarras eran rectangulares y tenían un marco de madera. Al año siguiente se utilizaban los lápices de mina de grafito.
Con el paso del tiempo, los alumnos se sentaban en bancos de madera, y en la parte de arriba de cada pupitre, del lado derecho, había un agujero circular para el tintero. Para escribir, utilizábamos una pluma anexada a un pedazo de madera circular, que sumergíamos en la tinta negra. Esto era siempre muy desastroso, continuamente necesitábamos papel secante para secar las manchas. Más adelante, se nos permitió usar plumas estilográficas con tinta azul. Esto era mucho mejor, y quedaba más prolijo. Luego apareció el invento de los bolígrafos, cuya tinta no se podía borrar.
Los tiempos han cambiado y la tecnología ha avanzado desde entonces. Cuando recuerdo aquellos años, me doy cuenta de que todavía me gusta usar lápiz y goma, porque cuando cometo un error tengo la posibilidad de borrarlo prolijamente.
Hay varias lecciones que podemos aprender de los lápices de grafito que se aplican a nuestra vida espiritual. Soy inútil, a no ser que Alguien me levante y me sostenga. El Maestro Artesano quiere que sea la mejor llevando el mensaje de amor y esperanza al mundo. Pero esto ocurre únicamente si me dejo sostener en sus manos. Cuando cometo errores, pueden ser borrados por Alguien que está muy cercano. Y no funciono eficientemente a menos que tenga el grafito del Espíritu Santo dentro de mi estructura. No importa el tamaño, la edad o el color exterior; lo más importante está en el interior.
El proceso de afilado es muy doloroso, pero debe realizarse con la fina-lidad de que pueda escribir un mensaje claro y efectivo. Todas enfrentamos desafíos en la vida, pero esas experiencias nos hacen personas más fuertes en Cristo Jesús. No importan las circunstancias, siempre debo dejar mi marca -una buena impresión- en los que me rodean; no importa cuan difícil sea la situación.
Todas somos como lápices, traídas a la existencia por el Creador para un propósito único y especial. Avancemos con un propósito significativo para hacer grandes cosas por Dios.
Priscilla Adonis
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

UNA RELACIÓN DETERMINANTE

Puedes irte tranquilo», le dijo Jonatán a David, «pues los dos hemos hecho un juramento eterno en nombre del Señor, pidiéndole que juzgue entre tú y yo, y entre tus descendientes y los míos». Así que David se fue, y Jonatán regresó a la ciudad, 1 Samuel 20:42.

En el cumplimiento con la misión que Dios te ha dado, te encuentras con personas sin las cuales hubieras podido realizar tu cometido. En la plataforma de los hombres ilustres de la Biblia, David ocupa un lugar prominente. Es sin duda uno de los preferidos. ¿Pero qué hubiera sido de David sin Jonatán? ¿Con qué palabras calificarlas esta relación? ¿Amistad? ¿Afecto? ¿Lealtad?
Imagínate que Jonatán hubiera sentido celos por David. Tenía muchas razones para sentirlos, incluso más que el propio Saúl, que ocupaba el trono y figuraría en la historia como el primer rey de Israel. Tuvo su oportunidad. Sus activos y sus pasivos como gobernante. Jonatán era el heredero al trono. Sin duda que la experiencia de su padre se constituía en una escuela para él. Cada día recibía lecciones de cómo gobernar y cómo no gobernar cuando se presentara la oportunidad.
Repentinamente aparece otro aspirante al trono. Así lo entendió Saúl y se lo advirtió a Jonatán. Le dijo: «Mientras el hijo de Isaí viva en esta tierra, ¡ni tú ni tu reino estarán seguros!» (vers. 31). El dilema en que vivió Jonatán en cuanto a sus lealtades quedó resuelto cuando aceptó la voluntad de Dios. Así es como se pueden resolver los dilemas.
Necesitas estar seguro de la voluntad de Dios en tu vida. Debes asegurarte de la misión que Dios te ha encomendado, para que cuando por tu lealtad entres en conflicto tomes la mejor decisión, la que honre a Dios. En el capítulo 20 del primer libro de Samuel hay algunos deseos que será bueno recordar: «¡Que el Señor sea siempre testigo del juramento que tú y yo nos hemos hecho!» (vers. 23). «Juzgue [Dios] entre tú y yo» (vers. 42). ¿No te parece que si tus relaciones amistosas las vincularas a tu relación con Dios te iría mejor en todos los sentidos?
«Es inevitable que los jóvenes tengan compañías, y necesariamente sentirán su influencia [...]. Los jóvenes pueden ayudarse y fortalecerse mutuamente, mejorando en conducta, disposición y conocimiento». MJ 409

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

JUSTIFICADOS POR SU SANGRE

Pero ahora en Cristo Jesús, a ustedes que antes estaban lejos, Dios los ha acercado mediante la sangre de Cristo (Efesios 2: 13).

Tener fe en Cristo es tener fe en su sangre, es decir, tener fe en que :entregó su vida, que murió como sacrificio por el pecado. Para el apóstol Pablo era muy importante este concepto de tener fe en la sangre de Cristo. Veamos este pasaje: «Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Y ahora que hemos sido justificados por su sangre, ¡con cuánta más razón, por medio de él, seremos salvados del castigo de Dios!» (Rom. 5: 8, 9). Notemos: Cristo murió por nosotros, hemos sido justificados por su sangre. Esta justificación nos salva del castigo de Dios, porque Cristo murió en nuestro lugar. La fe que salva es la fe que se enfoca en la persona de Cristo, particularmente, en su muerte, porque su muerte fue una muerte expiatoria, no una muerte cualquiera.
Esta es la razón por la que la sangre de Cristo se conecta con la redención: «En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia» (Efe. l:7). Esta redención no es otra cosa que la redención del pecado, que solo es posible mediante el perdón de Dios. Al justificarnos, Dios nos perdona, y al perdonarnos, nos redime. Así que la justificación es, en esencia, la redención del ser humano.
Otra idea importante que se vincula con la sangre de Cristo es la reconciliación: «Y, por medio de él, reconciliar consigo todas las cosas, tanto las que están en la tierra como las que están en el cielo, haciendo la paz mediante la sangre que derramó en la cruz» (Col. 1: 20). La muerte de Cristo logró hacer la reconciliación de Dios con el hombre y del hombre con Dios. Por su muerte Dios está en paz con nosotros, porque nos ha justificado: «Ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo» (Rom. 5: 1). La reconciliación es un corolario de la justificación que recibimos por la fe en su sangre.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

jueves, 18 de febrero de 2010

MI COLECCIÓN DE SOUVENIRS

No temas porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú (Isaías 43:1). Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón (Jeremías 29:13).

Cuando me llamaron por primera vez para trabajar en países distantes, comencé a coleccionar cucharillas pequeñas, como souvenirs que con-memoraban los lugares que había visitado. Quería recordarlos con algo que llevara su nombre.
Después de algunos años, tenía una gran colección. Encontré marcos para las cucharas, para poder colgarlas en la pared, y comencé a ubicarlas en el orden que las había conseguido. Algunas están grabadas con diseños intiincados y forman un lindo cuadro en la pared con diferentes formas, brillos y colores.
Cuando terminé de llenar uno de los marcos con las cucharas pequeñas de tierras extranjeras, encontré otro para las cucharas más pequeñitas del interior de mi país. Pronto necesité otro marco, para las que había comprado en parques nacionales y lugares turísticos.
Ahora tengo tres marcos llenos de pequeñas cucharas. Son un recuerdo muy inspirador de mis viajes, y disfruto mostrando cada una de ellas a mis amigos cuando me visitan, nombrando los lugares que visité uno por uno. ¡Que hermosos recuerdos vienen a mi mente cada vez que miro las pequeñas cucharas! Esta experiencia me hace recordar los versículos de hoy acerca de nuestro salvador. Quiero buscarlo a él así como busqué cada una de esas pequeñas cucharas. Y estoy feliz de saber que él tiene una colección de nuestros nombres escritos en el Libro de la Vida. Pronto un día Jesús vendrá, y reunirá a los pueblos de la tierra para su Reino en los cielos. "Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe" (Mal. 3: 17). Él nos conoce por nombre, y nos llama hoy para que formemos parte de su colección de personas redimidas que seremos reunidas en su Reino para siempre.
Querido Señor, te agradezco hoy por las promesas de que podemos estar contigo. Ven pronto a llevarnos al hogar, donde tú estás.

Bessie Siemens Lobsien
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

RUMBO A LA ETERNIDAD

Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Apocalipsis 21:4.

Estas palabras forman parte de la descripción de un «cielo nuevo y una tierra nueva» (vers. 1). La diferencia en esta descripción, con relación a «las primeras cosas que han dejado de existir» (vers. 4), la produce el hecho de que Dios estará con su pueblo, no solo de visita ciertos días del año, sino que, ¡«acampará en medio de ellos»! (vers. 3). Cuando Dios está presente, ¡la muerte huye!
Hoy es el cumpleaños de Lizzeth Yajaira Velázquez Monarres, estudiante de Contaduría Pública. Ha dejado en el cementerio ya a sus padres y a dos de sus hermanos. Por eso el texto que encabeza nuestra meditación de hoy la llena de esperanza. Lo maravilloso es el efecto que esta esperanza tiene en nuestras vidas. Como dice Lizzeth: «A pesar de todo, he visto la mano de Dios sobre mí».
Mientras llegas al escenario renovado que se describe en el capítulo 21 de Apocalipsis, hay dos maneras en que la esperanza te fortalezca. Es como las dos caras de una moneda. Ante todo, la gracia de Dios que te sostiene en medio de la crisis. Hay muchas promesas bíblicas que te aseguran la compañía de Dios cuando caminas por el «valle de sombra de muerte» (Salmos 23: 4, RV95). El Espíritu Santo cumple su misión de ser un Consolador para quienes derraman sus lágrimas. Hace que recuerden la manera en que terminará la historia y da una visión del futuro glorioso sin muerte, dolor o llanto.
Lizzeth dice también en su reflexión: «A pesar de que me encuentro sin el apoyo de mi familia, en este lugar [la Universidad de Montemorelos] me siento bien. Este es mi hogar». Esto es lo hermoso de vivir en medio de una comunidad de creyentes. No solamente comparten una esperanza, sino también su cariño y apoyo. Una comunidad donde cada uno cree que su nombre está escrito en el libro de la vida.
«Cristo ha sido un compañero diario y un amigo familiar de sus fieles seguidores. [...] Están preparados para la comunión del cielo; pues tienen el cielo en sus corazones». MJ 164.

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna