viernes, 24 de mayo de 2013

NO PUEDO RESPIRAR


Lugar: Escocia

Palabra de Dios: Efesios 6:15

Un hombre vivía solo en su casa de campo. Un día, comenzó a tener dificultades para respirar, y se encontró en grandes problemas. No tenía a nadie cerca, que pudiera ayudarlo. Si tan solo pudiera llegar hasta el teléfono y llamar pidiendo ayuda... Pero, el teléfono estaba demasiado lejos, y no tenía fuerzas para moverse.
El hombre miró a su alrededor, y vio un pedazo de cartón y una botella a su alcance. Quizá podría escribir una nota; pero ¿cómo lo ayudaría eso? Como no se le ocurrió ninguna otra idea, decidió intentar esta. "No puedo respirar, necesito ayuda", escribió sobre el cartón. Luego, puso la notita dentro de la botella.
¿Y ahora qué? Viendo la ventana abierta, juntó suficiente fuerza como para arrojarla botella afuera. Y luego se quedó allí, tirado, esperando y esperando, deseando que alguien viniera a rescatarlo.
No fue una persona la que encontró la nota, sino un perro, un border collie llamado Ben. El perro había estado trabajando con un pastor de ovejas, cuando repentinamente salió disparado. Unos minutos más tarde, volvió a su lugar con la botella. El pastor se sorprendió de que su perro le hubiera traído algo, pero tomó la botella y miró dentro. Allí, encontró la nota desesperada del hombre. El pastor hizo una llamada telefónica, y pronto una ambulancia llevó al enfermo al hospital.
Alrededor de nosotros hay muchas personas que están clamando: "No puedo respirar... ¡necesito ayuda!"; y nadie las oye. Quizá sea el chico de al lado, que se siente solo y no tiene amigos. Tal vez, sea el vecino del otro lado de la calle, que está sufriendo porque ha perdido a un ser querido. O acaso sea alguien que quiere conocer a Cristo. Piensa en esto. ¿Qué puedes hacer para responder a sus pedidos desesperados? Dios quiere que te acerques a ellos, con los pies "calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz".

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

CORTESÍA Y EVANGELIO

Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos. Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro. El hombre es como la hierba, sus días florecen como la flor del campo: sacudida por el viento, desaparece sin dejar rastro alguno. Salmo 103:13-16.

Las mujeres cristianas deberíamos ser las personas más corteses que existen. El evangelio práctico debe llevarnos a ser amables, consideradas, generosas y respetuosas con los demás, y esto conlleva respetar también sus ideas y su filosofía de vida, aunque no estemos de acuerdo con ellas. No tolerar, sino respetar.
Discrepar con alguien no nos da derecho a ser insolentes e irrespetuosas. La mujer cristiana representa a su maestro Cristo Jesús mediante una actitud compasiva y empática con los que están en el error y piensan de forma diferente a ellas. Esto no significa que debemos faltar a nuestro compromiso con Dios, ni tampoco que debemos aceptar nada que sea contrario a su voluntad.
La reina Ester, respetuosa de las costumbres de un país que no era el suyo, al presentarse ante el rey, como una muestra de respeto, esperó hasta que él le hubiera extendido su cetro, señal de que la escucharía. No actuó con agresividad ni violencia, aunque estaba dolida por el maltrato que su pueblo recibía. No impuso su presencia, aun sabiendo que era la esposa favorita de Asuero. Fue prudente y recatada, sabia y cautelosa, e hizo posible que la pena de muerte que pendía sobre su pueblo fuera revocada (Ester. 5).
Las almas que llevemos a Cristo, posiblemente las vamos a encontrar en los lugares más insólitos y con las ideas más extrañas. A pesar de ello, tenemos que ser de lo más respetuosas. No hemos de discutir, debatir, ni sufrir arrebatos de violencia; el mejor método es mostrarles el amor de Dios.
Podemos ser leales a Dios y a su doctrina sin pelear. Hablemos de sus enseñanzas sin despreciar el estilo de vida de los demás. Que nuestro celo por Cristo no emane de un egoísmo personal, sino más bien del sincero interés por ganar almas para el reino de los cielos.
Permitamos que la gente se acerque a nosotros, como nosotros nos acercamos a Dios: «Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos» (Heb. 4:16).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

EL REGRESO DEL HIJO PRÓDIGO

Así que emprendió el viaje y se fue a su padre. Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó (Lucas 15: 20).

La historia del hijo pródigo es verdaderamente aleccionadora. Algo similar sucedió en 1955, cuando un pelícano, exhausto por su largo viaje migratorio, hizo una escala no prevista en la isla Míkonos, en el mar Egeo. La visita cambió la historia reciente de esa pequeña isla.
Debido a su situación, la enorme ave era incapaz de pescar por sí misma, de modo que los pescadores locales, compadecidos, la llevaron a la casa de Teodoro, quien amaba a los animales silvestres de todo tipo. El pelícano fue agregado a la colección de Teodoro, que ya incluía otras aves y una foca. Teodoro escogió el nombre de Pedro para el pelícano, porque recordaba a otro héroe de la misma isla que también se llamaba así.
Pronto Pedro se convirtió en la mascota de la isla. Todos lo mimaban, le daban pescado o le abrían los grifos para que tomara agua. Los lugareños comenzaron a decir que tal vez Pedro era el inicio de un buen augurio de prosperidad. El pelícano creció vigoroso en una isla donde era muy apreciado.
Cierto día de primavera Pedro desapareció. Los isleños estaban de duelo. Pero pronto llegó la noticia de que Pedro había sido encontrado en la cercana isla de Tenos. Todos se pusieron muy contentos, pero los habitantes de Tenos no quisieron devolver a Pedro, lo cual produjo una tremenda indignación.
—¿Cómo se atreven a retener a nuestro pelícano? —protestaron airadamente los de Míkonos.
—Pedro abandonó Míkonos y escogió nuestra isla —dijeron los hombres de Tenos.
El litigio fue conocido como «la guerra del pelícano». Finalmente el gobernador regional solucionó el problema ordenando que Pedro fuese devuelto a Míkonos. Los 36,000 habitantes fueron al puerto a recibir al pelícano. Mientras Pedro descendía solemnemente del barco, las campanas de la iglesia repicaban sin parar.
Interesante, ¿verdad? ¿No ilustra esto la alegría del regreso del hijo pródigo? ¿Y no dice algo de la alegría que hay en el cielo por un pecador que se arrepiente? Independientemente de las ilustraciones interesantes que nos ofrece la vida y que dan cierto atractivo a las lecturas matinales diarias, Dios mismo se goza cuando nos volvemos a él, aceptando su gracia. ¡Ven, no tardes más! Te espera con los brazos abiertos.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

UN SERVICIO GOZOSO

Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin. Hebreos 6:11.

El Señor mira con aprobación las obras de sus siervos fieles... El deber del pueblo escogido de Dios siempre ha sido laborar desinteresadamente; pero algunos descuidan la obra que deben hacer, y otros se sobrecargan para compensar sus deficiencias. Si todos hicieran su parte con alegría, serían sostenidos; pero los que se quejan y murmuran a cada paso no recibirán ni ayuda ni recompensa.
Dios estaba descontento con los hijos de Israel porque murmuraban contra él y contra Moisés, a quien había enviado como su libertador. Los sacó de su cautiverio en la tierra de Egipto de una manera maravillosa, para elevarlos y ennoblecerlos y convertirlos en una alabanza en la tierra. Pero había dificultades que enfrentar, y cansancio y privaciones que soportar. Para ellos era necesario soportar estas pruebas. Dios los estaba sacando de un estado de degradación y equipándolos para ocupar un lugar honroso entre las naciones, y para recibir legados importantes y sagrados...
Olvidaron su servicio amargo en Egipto. Olvidaron la bondad y el poder de Dios manifestado por ellos en su liberación del cautiverio. Olvidaron cómo sus hijos fueron salvados cuando el ángel destructor pasó sobre Egipto. Olvidaron la gran exhibición del poder divino en el Mar Rojo, cuando Jehová proclamó: "Y ahí parará el orgullo de tus olas" (Job 38:11), y las aguas se juntaron y formaron una pared sólida. Olvidaron que, entretanto ellos habían cruzado sin percances el camino que les fue abierto, el ejército de sus enemigos, cuando intentó seguirlos, fue destruido por las aguas del mar...
Dios no ata sobre nadie cargas tan pesadas a cada paso que tenga que quejarse por su peso. Lo que gasta la maquinaria es la fricción y no el movimiento constante. Es la preocupación continua, y no la obra que hacen, lo que mata a estas personas...
Hay paz y contentamiento en el servicio de Cristo. Cuando estaba a punto de dejar a sus discípulos, les hizo esta promesa de despedida: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da" (Juan 14:27).— Signs of the Times, 12 de junio de 1884.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White