martes, 26 de febrero de 2013

CAMINO ARDIENTE


Lugar: Australia
Palabra de Dios: Salmo 91:14.

Los incendios fuera de control abundaban ese año, y quemaban árboles y pastizales y todo lo que hubiera en su camino. Los bomberos y los voluntarios trabajaban arduamente en un intento por controlarlos, pero algunos días parecía que estaban peleando una batalla perdida. Mientras uno de los incendios rugía, rápidamente rodeó una zona que tenía tres casas.
-Por favor, abandonen sus casas inmediatamente -gritó un oficial a través de un parlante.
Pero, nadie salió. Los bomberos hicieron lo que pudieron por salvar las tres casas, pero las llamas continuaban ardiendo fuera de control.
-Creo que esto no tiene esperanza -se lamentó uno de ellos.
Los otros asintieron, con un movimiento de cabeza. De pronto el fuego cambió de dirección: cortó un camino entre las casas, dejando los edificios intactos. Los bomberos observaban asombrados. "Esa gente sí que tiene suerte", debieron haber pensado.
Pero, no fue la suerte la que les salvó la vida. Cuando el fuego bajó lo suficiente como para que la gente saliera de sus casas, los bomberos les preguntaron si habían oído la advertencia.
-Sí, lo hicimos -respondieron los habitantes de la primera casa-. Pero las llamas y el humo eran tan fuertes que no pudimos salir. Todo lo que pudimos hacer fue reunimos en la sala y orar para que Dios nos protegiera.
Los residentes de la segunda y la tercera casas contaron historias similares. Ellos también habían orado pidiendo la protección de Dios. ¡Y Dios los salvó! Él respondió sus oraciones. Las familias se reunieron una vez más, para agradecer a Dios por su protección.
'Yo lo libraré, porque él se acoge a mí; lo protegeré, porque reconoce mi nombre", dice el Señor.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

SI QUIERES MOSTRAR EL CAMINO, ¡ANDA EN ÉL!


El que recibe instrucción en la Palabra de Dios, comparta todo lo bueno con quien le enseña. Gálatas 6:6.

Algunas veces me he puesto a meditar en las palabras del apóstol Pablo, cuando para exhortar a los hermanos de Corinto exclamó: «Imítenme a mí» (1 Cor. 11:1). He llegado a pensar que hubiera sido muy osado al hablar así, si no estuviera a continuación la frase conclúyeme: «Como yo imito a Cristo». Es aquí donde me lleno de admiración y de un profundo respeto hacia ese siervo del Dios vivo.
Amiga, ojala tú y yo pudiéramos decir lo mismo a los cientos de mujeres jóvenes que caminan por la vida detrás de nosotras: las niñas, las jovencitas, las madres y las recién casadas. Ojalá pudiéramos expresar algo semejante a lo que dijo Pablo, y no eso únicamente, sino decirlo con la autoridad que nos da el hecho de ser imitadoras de Jesús.
Lo que dará poder a nuestro liderazgo en el hogar, en la iglesia y en todo lugar, es mostrarnos como modelos dignos de imitar, y lo lograremos cuando nuestro modelo sea Jesucristo. Nuestra palabra tendrá poder cuando declaremos al mundo, con nuestros actos, que seguimos el ejemplo de nuestro Dios en todas nuestras actuaciones, sean públicas o privadas.
En el laberinto de la vida, muchas mujeres marchan sin dirección. Cuando hay confusión, qué agradable es encontrar a alguien que conoce el camino y lo puede mostrar a las que van detrás. Amiga, este es nuestro ministerio. Debemos ser mujeres que, fieles al mandato divino, seguimos el consejo: «Enseñar lo bueno y aconsejar a las jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos, a ser sensatas y puras, cuidadosas del hogar, bondadosas y sumisas a sus esposos, para que no se hable mal de la Palabra de Dios. [... ] A los jóvenes, exhórtalos a ser sensatos. Con tus buenas obras, dales tú [...] ejemplo en todo» (Tito 2: 3-7).
Indudablemente un gran reto, pero también una hermosa oportunidad para testificar de lo que Cristo ha hecho en nuestras vidas. El primer requerimiento del Señor para realizar esta tarea es mantenernos cerca de él con lazos inquebrantables de fe; esto nos permitirá vivir con decoro, siendo ejemplo en conducta, en palabras y en actitudes. Solamente así caminaremos tras las huellas del Maestro y seremos aptas para que nos sigan las que vienen detrás.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

DIENTES ÚNICOS


Tus dientes son como ovejas recién trasquiladas, que ascienden luego de haber sido bañadas. Cada una de ellas tiene su pareja; ninguna de ellas está sola (Cantares 4:2).

Bernardo de Claraval fue un monje y predicador del siglo XI. Predicó una serie de 86 sermones sobre el Cantar de los Cantares de Salomón. En uno de ellos dedicó un mensaje completo para explicar el significado de los «dientes» de Cantares 4:2. Dijo más o menos lo siguiente:
«Tal como los dientes son más blancos que el resto del cuerpo, así los religiosos son los miembros más puros de la iglesia. Así como los dientes están enclaustrados en los labios, así están enclaustrados los religiosos en las paredes del monasterio. Los dientes no disfrutan las cosas deliciosas que mastican, así también los religiosos no reciben crédito por el bien que hacen. Los dientes no decaen fácilmente, y así la perseverancia es una de las cualidades de la vida del claustro. Los dientes están colocados y fijos en un orden; así, en ningún lugar hay más orden que en un monasterio. Hay dientes superiores e inferiores, así el monasterio tiene dignatarios y miembros subordinados unidos en armonioso esfuerzo. Cuando los dientes inferiores se mueven, los superiores permanecen tranquilos, denotando la calma con la cual los superiores deberían gobernar, aun cuando haya conmoción en los rangos inferiores de la comunidad. Los dientes de la novia se comparan con ovejas trasquiladas, la esquila son las meditaciones inocentes que cortan las cosas externas, tales como el amor al mundo y el deseo de la sabiduría mundanal. Surgen del lavamiento de la contrición y las lágrimas penitenciales producen crías gemelas, porque desarrollan tanto la contemplación como la acción, o enseñan el precepto y el ejemplo». 
Mucha imaginación, la de Bernardo de Claraval. Interpretó el Cantar de los Cantares como una alegoría, y atribuyó significado simbólico a cada palabra y frase mientras avanzaba. Así seguía una antigua tradición de muchos eruditos judíos. Uno de ellos en el siglo X, Saadías ben Yosef, resumió todo un milenio de interpretaciones al iniciar así su propio comentario: «Usted hallará grandes diferencias de interpretación del Cantar de los Cantares. A decir verdad, difieren porque el Cantar semeja una cerradura cuya llave se ha perdido».
Seguramente el Cantar tiene significados muy profundos, como toda palabra que sale de la boca de Dios. Pero uno muy evidente es que describe cuan bella ve el esposo a su esposa. Me gusta pensar que Dios también nos ve así. ¿No te parece admirable?

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

FE QUE NO DUDA

Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. Juan 4:50.

En la ciudad de Capernaum, el hijo de un noble se encuentra enfermo de muerte. Su padre ha tratado en vano de salvarlo. Un mensajero llega a paso rápido a la mansión, y pide ver al noble. Este le dice que acaba de regresar de Jerusalén y que en Galilea hay un profeta de Dios, que muchos dicen que es el Mesías tan esperado... Quizá pueda sanar al niño.
A medida que el noble escucha, la expresión de su rostro cambia dé desánimo a esperanza... Mientras se prepara para el viaje, la esperanza nacida en su alma cobra fuerzas. Antes del amanecer, ya va camino a Caná de Galilea, donde supone que Jesús se encuentra...
Al encontrar a Jesús, le ruega que venga a Capernaum y sane a su hijo. "Si no viereis señales y prodigios, no creeréis" (Juan 4:48), le responde Jesús. Hasta cierto punto, el noble sí creía, de otra manera no habría hecho tan largo viaje en ese momento crítico. Pero Cristo deseaba aumentar su fe.
Con un ruego desesperado, el padre clama: "Señor, desciende antes que mi hijo muera". Teme que cada minuto que pasa colocará a su hijo fuera del alcance del poder del Sanador... Con el deseo de conducirlo a una fe perfecta, el Salvador le dice: "Ve, tu hijo vive".
"Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue" (vers. 49,50). Seguro de que la muerte que lo aterraba no le vendrá a su hijo, el noble no hace ninguna pregunta ni busca alguna explicación. Él cree. Vez tras vez repite las palabras, "tu hijo vive".
Y el poder de las palabras del Redentor fulgura como un relámpago desde Caná a Capernaum, y el niño es sanado... Los que velan junto a la cama notan casi sin respirar el conflicto entre la vida y la muerte. Y cuando en un instante la fiebre ardiente desaparece, se llenan de asombro. Sabiendo la ansiedad del padre se dirigen a su encuentro para compartir las alegres noticias. Él solo tiene una pregunta para hacerles: ¿Cuándo comenzó a mejorar el niño? Le dicen y queda satisfecho... Ahora su fe ha sido coronada con certeza...
En nuestro trabajo para Cristo, necesitamos más de la fe que no duda que tenía el noble... Aquel que confía implícitamente en el Salvador encuentra las puertas del cielo abiertas e inundadas con la gloria que procede del trono de Dios. — Youth's Instructor, 4 de diciembre de 1902.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White