sábado, 4 de febrero de 2012

¡ÉL ES EL NÚMERO UNO!

«Los hijos de Aarón le trajeron la sangre, y él, mojando su dedo en la sangre, untó con ella los cuernos del altar y derramó el resto de la sangre al pie del altar» (Levítico 9:9).

¿Qué puede hacer un dedo? Bueno, si estás explorando la naturaleza a través de la Biblia como lo hemos estado haciendo hasta ahora, puede, junto a los otros dedos, agarrar un bastón y ayudarte a mantener el equilibrio mientras bajas una colina.
Tu dedo puede ayudarte a recoger algo, o a indicarle a alguien que venga a donde tú estás.
Si alguna vez has visto un partido de fútbol o de béisbol, probablemente has visto a los seguidores de los equipos señalando al cielo con un dedo en señal de que su equipo es el número uno. La verdad es que no se necesita mucho para anunciar a los demás de qué equipo eres seguidor; ¿no es así?
Cuando Aarón untó la sangre en el altar con su dedo, como nos dice el versículo de hoy, estaba señalando el sacrificio de Jesús que ocurría algún día en el futuro. Nosotros también podemos usar nuestros dedos para señalar a otros a Jesús. Al abrir nuestras Biblias y usar nuestros dedos para señalar aquellos versículos que nos enseñan cuánto ama Dios a las personas, estamos diciendo que nuestro Dios es el número uno y nosotros somos sus mejores seguidores.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

CAMINEMOS CON JESÚS

No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia (Isaías 41:10).

A comienzo de nuestro año por lo general trazamos planes y metas para nuestra vida espiritual y profesional. En Mateo 28:20 Jesús nos dice: «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». Esta hermosa promesa me hizo pensar que Jesús estará con nosotros en nuestras luchas y pruebas durante este año y que si fidelidad y cuidado hacia nosotros nunca fallan.
¿Estamos llevando nuestra vida y nuestros planes de acuerdo a su voluntad? ¿Caminamos con Jesús a diario de forma que podamos sentir su presencia? Sí, hermana, es posible mantenernos junto a Jesús cada día; él es nuestro mejor amigo, conoce nuestros corazones y está dispuesto a ayudarnos. Pido a Dios que él pueda dirigir nuestros pasos y que podamos escalar los peldaños que nos conduzcan al reino de los cielos.
Te invito a elevar tu mirada para que contemples la Nueva Jerusalén; a caminar con Dios como lo hizo Enoc y .a ser fiel en lo que has creído, depositando tu confianza en aquel que nunca falla y que sustenta nuestras vidas. Ojalá que nuestra comunión con el Señor ocupe el lugar prioridad de nuestra existencia y que compartamos su amor con aquellos que sufren y necesitan una sonrisa.
Al abrir nuestros ojos cada mañana y al contemplar sus nuevas misericordias, digámosle al mundo que contamos .con un Dios vivo. Demos gracias a nuestro Dios por infundirnos su paz. Dejémosles saber a nuestros hijos y familiares lo mucho que los amamos. Mostremos en palabra y acción que no somos mujeres temerosas y que no desmayamos porque contamos con un Dios todopoderoso que nos ayuda y nos sustenta. ¿Cómo responderemos a sus hermosas promesas este año?
Señor, te pido que me ayudes a ser sensible a tu llamado. Me comprometo resueltamente a hacer tu voluntad. Que al final de cada día pueda ser considerada como una mujer «conforme al corazón de Dios».

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por María Elena Cura es cubana y actualmente reside en Miami, Florida. Le encanta compartir el evangelio.

DIOS TIENE EL CONTROL

Me presentaré ante el rey, por más que vaya en contra de la ley. ¡Y si perezco, que perezca! Ester 4:16, NVI.

Todavía no entiendo por qué los magnates de Hollywood no han llevado a la gran pantalla las incidencias del libro bíblico de Ester. Se encuentran allí lodos los elementos de una película que cautivaría a las audiencias y vendería millones.
Piensa, por ejemplo, en la ocasión en que el perverso Aman logra que el rey Asuero firme un decreto para exterminar a los judíos. Mardoqueo se entera del decreto y, sin pérdida de tiempo, se asegura de que Ester sepa lo que está ocurriendo. ¿Quién mejor que ella para interceder por su pueblo?
Cuando Ester escucha las malas nuevas, su atención parece concentrarse en las dificultades del desafío (ver Ester 4: 11). Cuando Mardoqueo nota cierta vacilación en Ester, le responde con un mensaje contundente: «No te imagines que por estar en la casa del rey serás la única que escape con vida de entre todos los judíos. Si ahora te quedas absolutamente callada, de otra parte vendrán el alivio y la liberación para los judíos, pero tú y la familia de tu padre perecerán» (vers.13-14, NVI). Y luego añade: «¡Quién sabe si no has llegado al trono precisamente para un momento como este!» (vers. 14, NVI).
Esas últimas palabras tuvieron un gran impacto sobre Ester. Se dio cuenta de que ella no había llegado al reino por casualidad. Entendió que, a pesar de la emergencia, Dios estaba en el control de la situación. ¡Entonces decidió arriesgar su vida! «Me presentaré ante el rey por más que vaya en contra de la ley. ¡Y si perezco, que perezca!» (vers. 16, NVI). Sin perder tiempo, pidió a los judíos de todo el reino que ayunaran. ¿Cuál fue el resultado? El rey dio un decreto para que los judíos se defendieran y Dios salvó milagrosamente a su pueblo de la destrucción.
Y tú, ¿estás enfrentando algún desafío grande en tu vida en este preciso instante? ¿Tienes que luchar contra una fuerte tentación a hacer lo malo? Si es así, entonces este es el momento de unir tu voluntad al poder de Dios. Ora con fervor. Y enfrenta el problema, cualquiera que sea, confiando en que el Dios que tiene en sus manos el control de este mundo, te dará la victoria para su honra y gloria.
Señor Jesús, en tu nombre resuelvo enfrentar los grandes desafíos de este día. ¡Y si perezco, que perezca:

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

¿TEORÍA O PRÁCTICA?

«Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios» (Mateo 5:9).

Hay cristianos teóricos y cristianos prácticos. Un cristiano teórico entiende la verdad; un cristiano práctico la vive. Si no se vive de manera práctica, la sola comprensión de la verdad o sus principios carece de significado. Ser «pacificador» no significa sentarse y elaborar una teoría sobre qué es ser pacificador.
Ser pacificador implica ponerlo en práctica en cualquier circunstancia de la vida cotidiana, teniendo en cuenta que la vida cotidiana es, precisamente, la que vivimos en el hogar. No pienso disculparme por decirlo de manera directa. Empiezo con una pregunta. ¿Qué significa ser pacificador en el hogar? En primer lugar, significa que se aprende cuándo es preciso callar. Bastaría con que supiéramos controlar la lengua para que en casa, e incluso en la iglesia, se redujeran las discusiones y las tensiones de manera considerable. El apóstol Santiago propone un ejemplo práctico. «Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse» (Sant. 1:19). En otras palabras, cuando alguien es desagradable con nosotros tendemos a responder del mismo modo. El pacificador no actúa de ese modo.
El pacificador no reacciona con palabras que sabe que harán daño. Sabe que no vale la pena herir a las personas. El pacificador controla sus palabras. A menudo, siente la necesidad de decir cosas que, en aras de la paz, calla.
Con frecuencia, escuchamos el comentario: «No puedo tolerar que esa persona me hable de ese modo. Le diré cómo me siento». ¿Qué pasaría si todo el mundo tuviera esa actitud? ¿Terminarían algún día la discordia y la venganza? No, hay un tiempo para hablar y un tiempo para callar. El pacificador sabe cuándo tiene que hablar. Si lo que va a decir trae paz, habla; si no, calla.
Cuando el pacificador se encuentra ante alguien que está enojado, mira a Jesús, quien, «cuando lo maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino que encomendaba la causa al que juzga justamente» (1 Ped. 2:23). Imagine un hogar y una iglesia en los que todos fuesen pacificadores. (Basado en Mateo 5:9)

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill