miércoles, 13 de febrero de 2013

VASIJAS DE BARRO


Lugar: Turquía
Palabra de Dios: Jeremías 18:4-6.

Cristy y sus amigas caminaban por la calle principal de Avanos, contemplando las vasijas y los platos exhibidos en los negocios. La ciudad de Avanos es muy conocida por su alfarería y está situada a orillas del río Kizilirmak, nombre que significa "Río rojo". De allí viene la arcilla. En una de las tiendas, vieron a un hombre trabajando en una rueda de alfarero y decidieron entrar y mirar. Ciertamente sabía lo que estaba haciendo.
-¿Quién quiere intentarlo? -preguntó el artesano.
Cristy se ofreció como voluntaria y se sentó. Pronto, descubrió que era más difícil de lo que pensaba. Mientras trataba de controlar la arcilla, ella y sus amigas se rieron mucho de sus torpes intentos por fabricar una vasija. Cuando se dio por vencida, Cristy se puso de pie y el alfarero tomó su lugar. Se sentó nuevamente ante la rueda, y pronto surgió de entre sus manos la forma de una vasija.
¿Alguna vez viste a alguien haciendo vasijas de barro? Es fascinante observar a un artesano que toma un montón de arcilla mojada y modela algo hermoso. Esa es la imagen que Dios usa cuando habla de moldearnos y modelarnos. Él nos toma, con todos nuestros defectos y debilidades, y nos transforma en algo muy valioso.
Lee lo que dice la Biblia: "La vasija que estaba modelando se le deshizo en las manos; así que volvió a hacer otra vasija, hasta que le pareció que le había quedado bien. En ese momento la palabra del Señor vino a mí, y me dijo: 'Pueblo de Israel, ¿acaso no puedo hacer con ustedes lo mismo que hace este alfarero con el barro? -afirma el Señor-. Ustedes, pueblo de Israel, son en mis manos como el barro en las manos del alfarero'".
¿No te alegra saber que Dios quiere obrar en ti? Dale tu vida a Dios, y deja que él te modele hasta llegar a ser la persona que él desea que seas.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

CUANDO LLAMAMOS A LO MALO BUENO



¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! Isaías 5:20

Vivimos en un mundo que lo relativiza todo. La línea divisoria entre el bien y el mal ya no es una línea recta que determina si una conducta es apropiada o inapropiada, correcta o incorrecta. Es más bien una línea ondulante que sigue la dirección de lo que creemos que nos conviene y se acomoda mejor a nuestros deseos.
En un mundo como el nuestro, los valores y los principios no son directrices de vida, sino únicamente opciones que se toman o se dejan de acuerdo a las circunstancias o la cultura. Son muchas las personas que ante una disyuntiva prefieren anteponer la palabra «depende» antes de tomar una decisión. Aun los niños cuestionan los valores.
Alguna vez interrogué a uno de mis pequeños alumnos acerca de cuan bueno o malo era golpear a un compañero si este le ofendía en algo. El niño respondió sin titubeos: «Si él me pega, yo también le pego». Esto me hace pensar que los valores se aprenden desde la cuna y se fijan con la práctica a lo largo de la vida.
Cuán importante es que las generaciones jóvenes sepan dónde comienza y termina la línea que divide lo bueno de lo malo. La confusión en la que muchos de ellos viven tiene que ver con la carencia de padres y madres que vivan y modelen frente a ellos lo que Dios manda. Y es aquí donde nosotras, las madres cristianas, desempeñamos el papel de modelos. Nuestros pequeños necesitan conocer y aprender por medio de la instrucción formal, pero también la informal y casual, valores que serán sus herramientas para la construcción de una vida exitosa.
Nunca un niño debiera crecer con dudas acerca de lo que es bueno o malo y de sus consecuencias. La conducta moral de un niño, que se forma desde los primeros años de vida, debiera desarrollarse al colocar como base los mandamientos de Dios. Y deben tener claro que son eso, mandamientos de Dios, no recomendaciones.
Cuando pensamos que el libre albedrío nos autoriza para interpretar a nuestro modo las ordenanzas de Dios, estamos en terreno de Satanás. Que nuestra voz no se quiebre, que nuestra mano no tiemble. Un «así dice el Señor» debiera ser el grito de batalla de las madres cristianas al enfrentar el desafío de sus hijos a la autoridad de Dios y a la nuestra.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

UNA CANCIÓN QUE NO SE OLVIDA


Escriban, pues, este cántico, y enséñenselo al pueblo para que lo cante y sirva también de testimonio contra ellos (Deuteronomio 31:19).

El caso de la amnesia de Clive Wearing, de quien te hablé ayer, es uno de los más graves de la que se tiene constancia. Debido a una infección en el cerebro, su memoria quedó totalmente borrada y su capacidad de formar nuevos recuerdos fue casi aniquilada. Clive lo olvida todo más o menos cada siete segundos.
Clive estaba en el hospital desorientado y totalmente perdido. No sabía quiénes lo rodeaban, ni dónde estaba. Todo era un enigma. Muy al principio de su enfermedad, Débora, su esposa, descubrió algo extraordinario. Tratando de establecer contacto con él, tomó una partitura y la sostuvo ante sus ojos. Clive había sido un renombrado musicólogo, virtuoso del piano y del órgano, y director de coros. Sin embargo, Débora no estaba preparada para lo que ocurrió. Cuando la mujer tarareó la melodía, Clive empezó a cantar la parte del tenor hasta el final de la pieza. ¡Las facultades musicales de Clive estaban totalmente intactas! Hasta el día de hoy, si el brillante músico se sienta al órgano con una partitura, puede tocar perfectamente y mover y ajustar los registros tan fácilmente como andar en bicicleta. Aun cuando Clive no puede encontrar el baño de su apartamento, ni siquiera recordar lo que dijo unos segundos antes, es capaz de dirigir un coro con elegancia y sensibilidad, dirigiéndose hacia las diferentes secciones y dándoles la entrada o corrigiendo sus errores. ¿Por qué? Porque los recuerdos musicales se guardan en el cerebro de manera diferente y probablemente más profunda.
No es extraño, entonces, que Dios pidiera a Moisés que escribiera un canto para que Israel lo aprendiera y no olvidara sus instrucciones y amonestaciones. Mediante la música, el mensaje de Dios quedaría profundamente grabado en sus mentes. Fácilmente olvidamos los sermones que escuchamos y los consejos que recibimos, pero las canciones que aprendemos quedan grabadas en la mente como un sello. Por eso es muy importante ser cuidadosos en cuanto a la música que escuchamos. ¿No te ha pasado que hay melodías que no te puedes quitar de la mente? ¿Qué mensaje graba esa melodía en tu mente? Ponte a pensar en la música que escuchas y analiza su mensaje. Ahí encontrarás uno de los factores para tu fortaleza o debilidad espiritual.
Y, por otra parte, aprovecha la música, como el antiguo Israel, para recordar la bondad y el cuidado de Dios. El canto sagrado tiene poder para reavivar la vida cristiana.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

CONDUCIDOS POR EL ESPÍRITU


He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida. Isaías 49:16.

Podemos seguir dos tipos de conducta. Una nos aparta de Dios y nos impide la entrada a su reino; y en este camino se encuentran la envidia, las luchas, el homicidio y todas las malas obras. Hemos de seguir la otra conducta y en su seguimiento se encontrará gozo, paz, armonía y amor... Es el amor que brillaba en el seno de Jesús lo que más necesitamos; y cuando se halla en el corazón, se revelará a sí mismo. ¿Podemos tener el amor de Jesucristo en el corazón, y que ese amor no se proyecte a los demás? No puede encontrarse ahí sin que testifique de su presencia. Se revelará a sí mismo en las palabras, en la expresión misma de nuestro rostro...
Cuando nuestro hijo mayor, en quien poníamos nuestras esperanzas más brillantes, y en quien esperábamos apoyarnos, y a quien habíamos dedicado solemnemente a Dios, nos fue arrebatado, cuando hubimos cerrado sus ojos en la muerte,* y llorado con gran pena debido a nuestra aflicción, entonces vino una paz a mi alma que superaba toda descripción, que traspasaba todo conocimiento. Pude pensar en la mañana de la resurrección; pude pensar en el futuro, cuando el gran Dador de la vida vendrá y romperá las ataduras de la tumba y llamará a los justos muertos de sus lechos de polvo; cuando soltará a los cautivos de sus cárceles; cuando nuestro hijo se encontrará nuevamente entre los vivos. En esto se encontraba una paz, un gozo, había una consolación que no puede describirse...
Cuando Cristo dejó el mundo, puso una encomienda en nuestras manos. Mientras estuvo aquí, él mismo llevó adelante su obra; pero cuando ascendió al cielo, sus seguidores quedaron para empezar donde él la había dejado. Otros tomaron el trabajo donde los discípulos lo dejaron; y así sucesivamente hasta que ahora nosotros hemos de hacer esta obra en nuestro propio tiempo...
No tenemos que caminar solos. Podemos llevar todas nuestras penas y pesares, problemas y pruebas, aflicciones y cuidados y derramarlos en el oído, dispuesto a escuchar, de Uno que presenta ante el Padre los méritos de su propia sangre. Él presenta sus heridas: "¡Mis manos, mis manos! Te he grabado en la palma de mis manos". Ofrece las manos heridas a Dios, y sus peticiones son oídas, y ángeles veloces son enviados para ministrar a hombres y mujeres caídos, para levantarlos y sostenerlos.— Review and Herald, 4 de enero de 1887.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White
* Henry Nichols White (1847-1863)