miércoles, 14 de noviembre de 2012

TOMA FRUTO PARA TI


«El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio» (Gálatas 5:22,23, NVI).

¿Te has dado cuenta de que en varias de las aventuras que hemos tenido este año hemos hablado de frutas? Lo que ocurre es que a Dios le gusta hablar de frutas muy a menudo. Hoy él quiere que probemos otro tipo de fruto, y te digo algo: ¡es delicioso! Te voy a hablar del fruto del Espíritu. Créeme: tu vida será mucho más deliciosa si tienes este fruto.
En Gálatas 5: 22, 23 Dios compara las bendiciones del Espíritu Santo con frutos. Yo creo que lo hace porque sabe que cuando amamos a los demás, cuando nuestro corazón está lleno de alegría y cuando les damos un poco de paz a quienes están en medio de pruebas, somos personas «deliciosas» para la gente que nos rodea. Solo Dios puede darnos los frutos del Espíritu Santo.
Jesús hace que nuestra vida sea maravillosa. Hay tanta gente que no es feliz porque no tiene los frutos del Espíritu. Deja que Jesús plante el fruto espiritual hoy en ti. Cuando los demás vean lo que tienes, no podrán resistir desear ese mismo fruto para ellos.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

UN EJEMPLO DE OBEDIENCIA


Pero el que me escuche vivirá confiadamente, estará tranquilo, sin temor del mal. (Proverbios 1:33).

El texto bíblico de la meditación de hoy es uno de mis versículos favoritos. Recuerdo que desde muy niña mi madre me pedía que le leyera la Biblia. Prácticamente puedo decir que así aprendí a leer. Al familiarizarme con tantos bellos relatos y con sus protagonistas, también aprendí que la obediencia es importante en la formación del carácter.
¡Obedecer! ¡Cuánto nos cuesta obedecer! Sobre todo porque la naturaleza humana no se inclina a hacerlo. Muchas veces fui castigada por no obedecer, pero las enseñanzas relacionadas al castigo quedaron grabadas en mi mente infantil, e hicieron eco más tarde en mi conducta de joven y de mujer adulta.
Hay expresiones en la Biblia que pueden ayudarnos respecto a la obediencia y al desarrollo de nuestro carácter. Te animo a que las recuerdes a diario:
  • «Habla Señor, que tu siervo escucha», como dijo Samuel. 
  • « ¿Cómo haría yo tan grande mal pecando contra Dios? », preguntó José. 
  • «Oh rey, nuestro Dios puede librarnos de tu mano», afirmaron con gran seguridad los jóvenes hebreos ante el rey Nabucodonosor. 
  • «¿Quién sabe si para este tiempo he sido llamada? ¡Si perezco que perezca!», exclamó Esther.
  • «No fui rebelde a la visión celestial» dijo Pablo, animándonos a ser obedientes.
  • «No como yo quiero, sino como tú», nos invita Jesús.

Las expresiones anteriores y otras tantas son un legado de obediencia y representan la clave para vivir una vida feliz.
El mismo Jesús nos dio un gran ejemplo de obediencia al morir en la cruz del Calvario. ¡Cuán grande amor! Un amor que ha impactado mi vida y que he compartido con mis hijas y demás familiares. Un amor que asimismo deseo compartir contigo.
Hermana mía, ¡te animo hoy a que no seas rebelde «a la visión celestial»!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Coraduma Escobar de Villarreal

VIVIR CON DIOS MANDA - 1


Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos. Juan 14:15

¿Cuál es la mayor evidencia de que una persona cree en Dios y lo ama? Que viva como Dios manda. Una cosa es decir «Creo en Dios» y otra, muy diferente, es vivirlo. Ya lo dijo claramente el Señor Jesús: «No todos los que me dicen: "Señor, Señor", entrarán en el reino de los cielos, sino solamente los que hacen la voluntad de mi Padre celestial» (Mat. 7:21).
Si algo está claramente establecido en la Biblia es que hay una relación muy estrecha entre creer y hacer; es decir, entre el conocimiento y la conducta. Lo que yo creo de Dios tiene que influir en mi manera de vivir. Esto no debería ser difícil de entender. El problema se presenta cuando en la universidad y en los medios de comunicación se nos quiere vender la idea de que el conocimiento puede «ir» por un lado; y la conducta, por otro.
Si has estudiado o estudias en una universidad pública, ya sabes de qué estoy hablando. Los profesores presentan el contenido de sus clases como aquello que los estudiantes necesitan saber para aprobar la materia. Es decir, es un conocimiento totalmente divorciado de la vida y, más específicamente, de la moral. En ningún momento el estudiante percibe que eso que está escuchando de labios del profesor tiene que influir en su vida privada. Peor aún, en estas universidades no se espera que los profesores sean modelos de conducta. Lo que se espera es que conozcan bien lo que enseñan; lo que ellos hagan fuera del recinto universitario es su problema. Incluso puede darse el caso de un docente que enseñe la materia Ética de la Conducta y en su vida privada sea un pervertido.
Apreciado joven, estimada señorita, si crees en Dios, nunca olvides que el conocimiento es mucho más que la información. Lo que tú sabes debe influir en la manera cómo vives: cómo tratas a la gente, cómo te relacionas con tus amigos, cómo conduces tus negocios, etc. Si sabes que es malo engañar, robar, calumniar, etc. entonces no harás ninguna de estas cosas. Y no las harás porque sabes que son malas. Y porque el Dios en quien crees y a quien amas no hace ninguna de esas cosas.

Señor Jesús, que mi conducta hoy sea un fiel reflejo de lo que creo.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

«¡CUÁNTO AMO YO TU LEY!»


«¡Cuánto amo yo tu ley!  ¡Todo el día es ella mi meditación!» (Salmo 119:97).

¿Tiene una biblia? Quizá sea mejor preguntarle: ¿Cuántas Biblias tiene? En casa tengo muchas porque soy pastor y la Biblia es mi libro de texto. Pero, si no se las abre, poseer una, dos, cinco, diez, o las que sean, no tiene mérito.
Leer que Jesús citaba tantas veces el Antiguo Testamento me inspira. El nunca asistió a la escuela de los profetas y, sin embargo, conocía bien las Escrituras y las citaba correctamente una y otra vez. Sin duda alguna, su madre le dio las primeras lecciones. Ya me imagino a Jesús repitiéndole un versículo tras otro mientras trabajaban en casa. Sin duda, pasaba horas en la sinagoga, leyendo los rollos. Poco a poco, leyendo las sagradas páginas, fue aprendiendo cuál era su propio destino.
Jesús citó las Escrituras al diablo cuando lo tentó y muchas veces, cuando predicaba al pueblo, se refirió a ellas. ¡Ojalá todos conociéramos las Escrituras como las conocía Jesús!
Un hombre resultó gravemente herido en una explosión. Como resultado, quedó desfigurado, perdió la vista y le fueron amputadas las dos manos. Hacía poco había abrazado la fe cristiana y su mayor preocupación era que ya no podría leer la Biblia. Entonces se enteró de que en Inglaterra una mujer leía Braille con los labios. Con la esperanza de hacer lo mismo, pidió que le enviaran algunos de los libros de la Biblia en Braille. Para su pesar, descubrió que las terminaciones nerviosas de sus labios habían quedado destruidas con la explosión. Un día, al acercar una de las páginas en Braille a los labios, por accidente, la lengua tocó algunos de los caracteres en relieve y pudo distinguirlo. Al instante pensó: «Puedo leer la Biblia con la lengua». Al poco tiempo, el hombre había «leído» toda la Biblia de principio a fin varias veces.
Otra vez le pregunto: ¿Tiene una Biblia? ¿La lee con regularidad? ¿Últimamente ha memorizado algún versículo? ¿Sabe encontrar los libros de la Biblia con rapidez? ¿Podría explicar una doctrina importante usando solo la Biblia? La Biblia es la Palabra de Dios para usted. Asegúrese de que su Biblia no es tan solo un adorno en el estante. Basado en Juan 5:39

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill