lunes, 28 de febrero de 2011

¡ACTIVATE!

Descubre el texto del día de hoy colocando la sílaba que le falta a cada palabra, de entre las que aparecen a continuación.

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«HE ES__Gl__ A BE___LEL [...], Y LO HE ___NADO DEL

ES___Rl___ DE DIOS, DE SA__DU___, IN___ Ll___ CÍA Y
CA__ Cl___ _____TI___», Éxodo 31: 2 y 3.

¡Es tan hermoso que el Señor nos use! Él puede hacer grandes cosas contigo si se lo permites.
¿Te imaginas qué sintió Bezalel cuando supo que Dios lo había elegido para tan importante misión? No era cosa simple diseñar el santuario. Era una labor importantísima. Iba a ser el lugar santo donde Dios se manifestaría, y era necesario seguir sus instrucciones al pie de la letra.

Es cierto que hay personas más creativas que otras. Te asombra lo que pueden hacer; si te comparas con ellas a lo mejor te sientes mal. Pero no te preocupes, porque cada quien actúa según su capacidad. Recuerda desarrollar al máximo los talentos que te ha dado Dios. Te asombrarás al ver que tú también puedes lograr hacer cosas que ni pensabas. Solamente necesitas ponerte en las manos de Dios y usar todas tus fuerzas. Conéctate con Jesús para que aproveches tu creatividad.

Tomado de meditaciones matinales para menores
Conéctate con Jesús
Por Noemí Gil Gálvez

MÁS ALLÁ DE LA DISTANCIA

Con amor eterno te he amado, por eso te prolongue mi misericordia. (Jeremías 31:3).

Cuando Penélope se vio presionada a casarse con otro hombre porque se decía que su esposo, Ulises, había muerto en la guerra de Troya, decidió que nada la separaría de su verdadero amor. Según cuenta la leyenda, prometió que aceptaría casarse de nuevo cuando terminara de tejer un sudario. Para que la elaboración del tejido le llevara la mayor cantidad de tiempo posible, Penélope deshacía por la noche lo que había hecho durante el día, y de esta forma se mantuvo casta los veinte años que Ulises tardó en volver a casa. Así logró la joven enamorada posponer su compromiso y cumplir con los requisitos sociales. Su sagaz astucia y su inalterable fidelidad fueron recompensadas con la recuperación de su amor.

El texto de hoy también es una muestra de amor eterno. Cuando leo este pasaje no siento que Dios está lejos de mí, sino que su presencia me muestra que tengo que acercarme más a él. Cuando el Señor apareció en mi vida no fue. para reprocharme mis errores pasados, sino para atraerme con su amor, para decirme que desde antes de que yo existiera, desde antes de que mis cromosomas fueran generados, ya existía su amor por mí.

A Dios no le interesa mi pasado, sino mi futuro. Él tiene para mí un porvenir grandioso, repleto de bendiciones y esplendor. Mi presente es el punto de partida para escalar ese futuro de victoria.
Tu nombre también es pronunciado por Dios con ternura, bendición y amor. No fueron tus padres los primeros en notar tu presencia en este mundo. Fue tu Dios quien, cuando eras apenas un punto microscópico, ya te amaba, te sentía y te bendecía con el don de la vida. También para ti son las palabras de nuestra meditación. Dios desea que le acerques a él. Desea decirte que te ama. Desea atraerte con bondad. Su amor te quiere alcanzar. Recibe hoy ese amor que es por los siglos, y por los siglos vivirás agradeciéndole, su forma incomprensible pero experimentada de amar. Con lazos de amor Dios te ata a su corazón.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

AMIGOS PARA SIEMPRE

Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. 1 Tesalonicenses 4:14.

David fue uno de los grandes amigos que me regaló Dios. Nos conocimos a los quince años y tuvimos la oportunidad de compartir tres años de nivel medio juntos, dos de los cuales fueron en la misma pieza del internado de un colegio adventista. Tenía un temperamento tranquilo y apacible, sin doble-i es ni hipocresía. Enfrentaba las situaciones con una madurez asombrosa, y Limbién sabía cómo conquistar y hacer reír a los que estaban a su lado. Era sumamente inteligente y tenía una memoria prodigiosa, así que en esos años de estudio, en más de una ocasión le pedí ayuda cuando no entendía la explicación del profesor. Luego de terminar el nivel medio ingresamos a la universidad, pero para hacer carreras diferentes: él Medicina y yo Ingeniería. Como nuestras universidades quedaban a unos seiscientos kilómetros de distancia, nos mantuvimos comunicados a través de las llamadas telefónicas y la correspondencia.

En esos años que estudié Ingeniería comencé a valorar la iglesia y la vida con Dios, y poco a poco volví de donde me había apartado. Como David era mi mejor amigo, le conté a través de una carta el cambio que estaba experimentando, a lo que me respondió: "Querido amigo, te felicito por las decisiones que estás tomando, porque nuestra amistad solo tendrá futuro si estarnos con Jesús. Yo no quiero que nuestra amistad se termine acá en el mundo, espero que la podamos continuar con Cristo en el cielo".

A los 24 años de edad, David, ya recibido de doctor en Medicina, tuvo que ser intervenido quirúrgicamente por un problema del corazón y perdió la vida. No tengo palabras para expresar lo que sentí al perder a un amigo tan querido, pero ¡qué reconfortante es saber que Cristo, el gran Amigo, vino a este mundo para darle una solución a la muerte! ¡Qué consuelo fue para mí saber que algún día volveré a encontrarme con David!

La iglesia de Tesalónica aparentemente no había entendido este tema, y ante la pérdida de algunos hermanos en la fe, se vieron afligidos por esta separación. El gran apóstol, al saber lo que estaban viviendo, les escribió una carta para que no se entristecieran "como los otros que no tienen esperanza" (I Tes. 4:13). Y luego les aseguró: "Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él". Sí, todos los amigos de Jesús volverán a la vida para morar eternamente a su lado, y si tú y yo nos preparamos, también formaremos parte de esa gran multitud que leubirá al Señor en el aire. Permítele a Jesús ser tu mejor amigo, y la eternidad no alcanzará para disfrutar de esa amistad.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

EL CAMINO

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Juan 14:6.

Les acababa de hablar de mansiones celestiales, sin dolor y sin tristeza; un mundo perfecto de eterna felicidad. Les acababa de decir que estaría preparando esas mansiones y que vendría a llevarlos.

La promesa era demasiado bonita para ser verdad. Especialmente, cuando se vive en un mundo en que todos los días enfrentas las acritudes de la vida y de la muerte. Entonces Tomás, el discípulo al que le gustaba tener pruebas de todo lo que se le decía, preguntó: "Señor, no sabemos cómo llegar allá. Por favor, muéstranos el camino". Fue en estas circunstancias que el Maestro les respondió: "Yo soy el camino, la verdad y la vida".

Es triste querer llegar a algún lugar sin conocer el camino; pierdes tiempo y esfuerzo. Te frustras, te desengañas, y hasta llegas a pensar que te han mentido. Entonces, abandonas tus sueños y esperanzas, y caes en el terreno del cinismo. El cínico finge que vive, aunque no vive; hace de cuenta que ama, pero odia; parece que sonríe y, sin embargo, llora. Y no se incomoda con lo que los otros o él mismo piensen; pierde la sensibilidad.

-¿Para qué seguir luchando? -me preguntaba el otro día una persona-. Me he esforzado por ser feliz, y nada he logrado. ¿Vale la pena intentar de nuevo, en un mundo lleno de injusticias?

¡Claro que sí! El secreto es encontrar el sendero, en medio de tantos caminos engañosos, seductores y atractivos. Caminos que te prometen luces y fuegos artificiales, fama, poder y placer, pero te llevan al pozo de la angustia, a las cuevas tenebrosas de la culpabilidad y del cinismo.
En medio de todo eso, suena la mansa voz de Jesús, que declara: "Yo soy el camino". ¿Es este mismo "Yo Soy" que se le presentó a Moisés, en las arenas del desierto? Sí, es este el mismo Dios eterno que le da sentido a una vida escondida en la montaña de los errores humanos. Es el mismo Dios que quita a Moisés de entre las ovejas, y lo lleva a conducir un pueblo rumbo a la tierra de sus sueños.

¡Jesús es el Camino! ¡Búscalo hoy, en humildad! ¡Sométete a él! Sigúelo por dondequiera que vaya, y tu existencia cobrará el brillo de las vidas victoriosas. Amanecerá un nuevo día, y no tendrás miedo de vivirlo. Marcharás en la fuerza del que te llamó para escribir una página en la historia de los vencedores. Por eso, hoy, no te atrevas a enfrentar las luchas que el día te trae sin recordar las palabras de Jesús: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón