miércoles, 15 de junio de 2011

UNO MARCÓ LA DIFERENCIA

Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8)
El amor de Dios continúa siendo un misterio para los seres humanos. Mientras estemos en este mundo y no conozcamos más que el amor humano, limitado y egoísta, no podremos comprender a cabalidad la fuerza que impulsó a Dios a amarnos de tal manera.
Hasta mí llegó este hermoso poema anónimo que nos hace reflexionar sobre el sacrificio de Cristo en la cruz:

Tres hombres fueron juzgados por el gobierno.
Dos tuvieron un juicio justo. Uno no.
Tres hombres cargaron sus cruces.
Dos se las merecían. Uno no.
Tres hombres recibieron burlas y
fueron escupidos lodo el camino.
Dos maldijeron y escupieron también. Uno no.
"tres hombres murieron en las cruces.
Dos por sus propios pecados. Uno no.
Tres días después, dos hombres permanecían en sus tumbas. Uno no.
¡Qué maravilloso mensaje! El amor de Dios ha marcado la diferencia en mi vida. Ahora tengo la oportunidad de recibir ese amor por su gracia, y de aferrarme a él. Soy salva porque Cristo me amó incluso desde antes de nacer. El poema concluye con las siguientes palabras:
Tres personas discuten este poema.
Dos se burlan y lo ignoran eternamente.
Una no. Espero que esa, seas tú.
Tres personas analizan su condición espiritual.
Dos se arrepienten demasiado tarde. Una no.
Espero que esa, llegues a ser tú.
El amor divino es real, lo aceptes tú o no. Es muy importante que seas esa persona que acepta el amor divino. ¿Lo harás?
«Angosta es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan» (Mat. 7: 14).

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

EVITA LAS DISTRACCIONES

Y la mujer dio a luz un hijo, y le puso por nombre Sansón. Y el niño creció, y Jehová lo bendijo. Y el Espíritu de Jehová comenzó a manifestarse en él en los campamentos de Dan, entre Zoray Estaol. Jueces 13:24, 25.

Las cualidades físicas e intelectuales de Sansón fueron extraordinarias. Al igual que otros héroes de la fe, estaba destinado a ser grande, un "superhombre", pero las malas decisiones que tomó en su juventud opacaron esa vida extraordinaria que Dios había planeado para él, y hoy solo nos queda su recuerdo como una débil luz. Las Escrituras solo dedican algunas páginas a este personaje que poseyó una característica única entre los hombres: una fuerza descomunal. Si Sansón hubiera utilizado esa fuerza según el plan divino, quizá tendríamos todo un libro de la Biblia dedicado a su vida.
Dios llamó a Sansón como libertador de Israel del dominio filisteo. ¿Puedes imaginar el ejército que podría haber formado Sansón, si con visión militar hubiera decidido cumplir con su misión? Es más, él solo era casi como un ejército.
Luego de haber quemado los campos de trigo, las viñas y los olivares de los filisteos, Sansón peleó con ellos "y los hirió cadera y muslo con gran mortandad" (Jue. 15:8). Todo el ejército enemigo acampó en Judá para prender al depredador de sus tierras y agresor de sus hermanos, pero al enfrentar a este forzudo, fueron derrotados como si hubieran peleado con una multitud. Sansón mató a mil filisteos con una quijada fresca de asno que halló en el campo.
Entonces, ¿por qué Sansón no logró más victorias? ¿Por qué su vida terminó prematuramente? La respuesta se halla en las distracciones. Sansón decidió hacer su voluntad. Y el que tenía todo a su favor se distrajo con las mujeres enemigas, y lo que no lograron los filisteos con la fuerza de sus ejércitos, lo consiguieron sus mujeres por medio del amor fingido.
Lo asombroso es que el Dios que le impartía la fuerza sobrehumana, no obligó a Sansón a cumplir con su llamamiento ni a mantenerse siempre del lado de la verdad. Le permitió seguir el rumbo elegido, aunque terminara mal.
¿Por qué entonces estudiamos la vida de este hombre si parece un perdedor? Porque el aprendizaje de los errores ajenos nos puede ayudar.
Jamás permitas al enemigo de las almas que te distraiga con diversiones que te hagan perder el rumbo que Dios te ha trazado. Mantén firme la mirada en lo que deseas lograr, y el Dios de paz estará contigo para que alcances tus metas.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

REFUGIO

No hay santo como Jehová; porque no hay ninguno fuera de ti, y no hay refugio como el Dios nuestro. 1 Samuel 2:2.

Las montañas de Colorado se muestran blancas esta mañana. Es el invierno, que llegó temprano y vistió sus picos con su sábana de nieve. Contemplando el paisaje desde el avión, escribo este devocional. "No hay refugio como el Dios nuestro", dice el texto.
Tú solo comprendes el valor del refugio cuando la tormenta llega o el peligro acecha. Si alguien anduviese perdido en estas montañas majestuosas, moriría sin un refugio. El refugio es la cueva salvadora; el escondrijo donde estás a salvo del enemigo.
Esta vida es una permanente lucha. Hay un enemigo que quiere destruir las cosas más preciosas que Dios te dio. No quedará satisfecho mientras no te vea postrado a sus pies: tratará de destruir tus sueños, planes e ideales; colocará barreras en el camino; usará a los otros y, muchas veces, tus propias debilidades para alcanzar su objetivo.
Pero, la promesa de hoy es que tú tienes un Dios que jamás falla: en las horas de dolor y de lágrimas; cuando piensas que llegaste al fin. Él es santo; no hay otro como él. Será refugio en el momento de crisis.
¿En qué sentido es refugio? Cuando vas a él, a través de la oración, Dios elimina el temor y coloca paz en tu corazón. Un corazón sin temor es capaz de vislumbrar salidas que el miedo impide ver. Está comprobado que, en las horas de mayor peligro, lo que provoca más tragedias es el pánico, y no el accidente en sí. El pánico tiene sus raíces en el miedo.
Tal vez, este sea tu problema más grande: el miedo te incapacita para vencer; te hace huir hasta de una hormiga; te lleva a imaginar dificultades que no existen, y te paraliza.
Qué bueno es, entonces, tener un refugio en Dios. Correr a sus brazos; esconderte en su regazo; conversar con él en oración. Y, de allí, salir sin temor para enfrentar las luchas de la vida.
No salgas hoy de casa sin correr a los brazos de tu Refugio eterno. Cuéntale tus temores; dile tus tristezas. Abre tu ser a él, y recibe la inspiración y la fuerza para vencer. Jamás estás acabado y si tienes un refugio. Y recuerda: "No hay santo como Jehová; porque no hay ninguno fuera de ti, y no hay refugio como el Dios nuestro".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón