viernes, 9 de agosto de 2013

BIENVENIDO A CASA

Lugar: Filipinas
Palabra de Dios: 1 Tesalonicenses 4:16, 17

—Volveré en dos semanas —dijo papa, mientras llevaba su maleta al auto.
Se dirigía al país de Bangladesh, a enseñar una materia en la escuela de extensión de nuestro colegio. Mi hermano y yo contamos ansiosamente los días que faltaban para que papa volviera. Diez días más, nueve, ocho, siete… A medida que el día de su regreso se acercaba, se me ocurrió una idea.
—Hagamos algo especial para darle la bienvenida a casa.
Fuimos rápido hasta la librería, después de la escuela, y compramos unas cartulinas. Cuando llegamos a casa, comenzamos a trabajar en nuestro proyecto. Usando marcadores de colores brillantes; dibujamos en las cartulinas. El toque final fueron las palabras «Bienvenido a casa, papa», que escribimos con colores fuertes.
El día de su llegada pegamos los carteles sobre la puerta del garaje para que, cuando papa llegara con el auto, lo primero que viera fuera nuestros carteles. Queríamos que papa supiera que estábamos felices porque había regresado.
Los carteles se convirtieron en una tradición en nuestra casa. Cada vez que alguien se iba por un tiempo más o menos largo, los demás miembros de la familia hacían carteles nuevos, para pegar sobre la puerta del garaje. El mensaje siempre decía: «Bienvenido a casa».
«Bienvenido a casa». Eso es lo que Jesús quiere decirnos a ti y a mí. Él ha prometido volver y llevarnos a vivir con él para siempre. «El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitaran primero. Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre».

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

LA APARIENCIA DEL ESPOSO HABLA MUCHO DE SU CÓNYUGE

Mujer ejemplar, ¿donde se hallará? […] Anda en busca de lana y de lino, y gustosa trabaja con sus manos. Proverbios 31: 10, 13

Camisas planchadas, calcetines limpios y todo bien acomodado en un cajón del armario; un perfume varonil; corbatas sin manchas y navajas de rasurar nuevas, son los mejores artículos de belleza que todo varón aprecia. La imagen que tu esposo presenta en su trabajo, ante sus compañeros, ante sus amigos y ante los vecinos, es vital para que tenga éxito como persona. No necesitamos tener cuerpos perfectos, ni tampoco llenar los armarios con ropa costosa para mostrar una buena imagen. Únicamente hacen falta dos elementos: buen gusto y pulcritud.
El arreglo personal de su esposo es la mejor promoción que una esposa hace de sí misma. No importa lo «arregladitas» que andemos nosotras, si nuestro esposo es la personificación del mal gusto y del descuido en su arreglo personal, quedará en entredicho la clase de esposas que somos.
Mucha gente dice que los varones acunan con más denuedo el niño que todos tenemos dentro. Muchos de ellos esperan de su esposa asesoría y consejo a la hora de escoger su indumentaria, así como lo hace un chico. Hazlo con gusto, corno si fueras tú la que va a vestir determinada prenda. Los cuellos arrugados, los puños ennegrecidos, las corbatas manchadas, los calcetines rotos, la falta de pulcritud en el corte de pelo, te dejan a ti muy mal parada en cualquier lugar donde tu esposo se presente.
Amiga, en esta época en la que hay tanta tecnología, todavía existen el agua y el jabón, las agujas y las planchas. Si no tienes los medios económicos para encargar a otras personas el cuidado de la vestimenta de tu esposo, ¡hazlo tú misma! Esta puede ser una de las mejores demostraciones de amor y cuidado. Piensa que la apariencia personal de tu esposo depende en gran medida de ti. No importa si él se desempeña como ejecutivo de una gran empresa, o quizá como conductor de taxi, comerciante o albañil. El asunto es que necesita verse bien para sentirse bien, y te aseguro que igualmente te sentirás también orgullosa al verlo feliz.
Haz que por tu medio se cumpla en tu esposo lo que el sabio escribió: «Su esposo es respetado en la comunidad; ocupa un puesto entre las autoridades del lugar» (Prov. 31: 23).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

AMA A TUS ENEMIGOS

Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y malvados (Lucas 6:35).

Esta orden de nuestro versículo para hoy es una de las más difíciles de cumplir porque se opone totalmente a la naturaleza humana. Pero Peter Miller, un bautista del séptimo día que vivía en Efrata, un pueblo de Pensilvania, en los Estados Unidos, la cumplió.
Cerca de su casa había un hotel, propiedad de un hombre llamado Michael Whitman.
Whitman era enemigo de la revolución y miembro de la Junta Directiva de la Iglesia Reformada local. Michael Whitman odiaba a Peter Miller. Un día se encontró con él y le escupió en la cara. Miller no le hizo caso y Whitman siguió hostigándolo y humillándolo. Una noche dos hombres llegaron al hotel de Whitman para hospedarse. El parlanchín Whitman no sabía que eran agentes encubiertos, así que lo apresaron.
Pocos días después, Miller supo que Whitman había sido sentenciado a morir en la horca.
¿Qué habrías hecho tú en lugar de Peter Miller? Se dirigió a pie, por caminos nevados, a entrevistarse con el general George Washington. Intercedió por la vida de Whitman, pero fue en vano. El general Washington le dijo:
-No, Peter, no puedo perdonar a su amigo. Deseo dar un escarmiento con él.
-Él no es mi amigo -dijo Miller- Michael Whitman es mi peor enemigo. Me provoca continuamente, pero mi Señor me ha ordenado que bendiga a quienes me maldicen y me persiguen.
Washington quedó impresionado.
-¿Dice usted que caminó más de cien kilómetros en medio de este horrible invierno para rogar por la vida de su peor enemigo?
Washington firmó la nota de indulto y la entregó a Miller, que de inmediato se puso en camino a Westchester, lugar donde se llevaría a cabo la ejecución. Miller llegó en el momento justo en que Whitman era conducido al cadalso. Al verlo, Whitman gritó burlonamente.
-Miren, ahí viene ese vejete de Miller, ha caminado cien kilómetros a través de la nieve desde Efrata para darse el gusto de verme colgado en la horca.
Apenas terminó de pronunciar aquellas palabras, Miller gritó a los verdugos:
-¡Alto, traigo una orden de indulto!
Whitman se salvó de la horca, y cuentan que Miller lo llevó de vuelta a Efrata, ya no como enemigo, sino como amigo. Eso hacen los cristianos. ¿Puedes hacerlo tú?.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

EL JOVEN JESÚS

Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres. Lucas 2:52.

Antes de venir a esta tierra, Jesús era un gran Rey en el cielo. Era tan grande como Dios; no obstante, amaba a los pobres de esta tierra tanto que estuvo dispuesto a deponer su corona real, su hermoso manto y venir a esta tierra como uno de la familia humana… Podría haber venido a la tierra con una belleza tal que habría sido distinto de los hijos de la humanidad… Podría haber venido a la tierra de una forma que encantara a quienes lo vieran; pero esta no fue la manera en que Dios pensó llegar entre nosotros. El habría de ser semejante a los que pertenecían a la familia humana y a la raza judía. Sus rasgos habrían de ser como los de otros seres humanos, y no habría de tener tal belleza personal que hiciera que la gente lo señalara como diferente de los demás… Había venido para tomar nuestro lugar, a ofrecerse a sí mismo en nuestro lugar, a pagar la deuda que los pecadores debían. Habría de vivir una vida pura sobre la tierra, y mostrar que Satanás había mentido cuando propuso que la familia humana le pertenecía a él para siempre, y que Dios no podía arrebatarla de sus manos.
La raza humana contempló a Cristo como bebé, como un niño. Sus padres eran muy pobres, y no tuvo nada sobre la tierra, excepto lo que tienen los pobres.
Pasó por todas las pruebas que enfrentan los pobres y los humildes desde que son bebés y niños, desde su juventud hasta su adultez…
En su juventud, trabajó con su padre en el oficio de carpintero, y así mostró que el trabajo no es algo de lo cual avergonzarse. Aunque era el Rey del cielo, trabajó en un oficio humilde, y así reprendió toda ociosidad en los seres humanos…
Quienes están ociosos no siguen el ejemplo que Cristo ha dado, porque desde su niñez fue un modelo de obediencia e industria. Era un placentero rayo de sol en el círculo del hogar. Hacía su parte fiel y alegremente, cumpliendo los humildes deberes que se le pidieron en su vida de pobre. Cristo se hizo uno con nosotros, para poder hacernos bien… El Redentor del mundo no vivió una vida de desahogo y placer egoístas. No escogió ser el hijo de un hombre rico, o estar en una posición en que la gente lo alabara y adulara. Pasó las vicisitudes de los que trabajan para ganarse la vida, y podía aliviar a todos los que tienen que trabajar en un oficio humilde. Se escribió acerca de su vida de trabajo para que nosotros podamos recibir alivio -Youths Instructor, 21 de noviembre de 1895.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White