martes, 7 de febrero de 2012

«DESENGÁRZATE» DE ESE ASUNTO

«Las siguientes aves ustedes las rechazarán y no los comerán, porque las considerarán animales inmundos: [...] la cigüeña, toda dase de garzas, la abubilla y el murciélago» (Levítico 11:13-19,NVI).

En nuestra expedición de hoy seguiremos examinando las aves que Dios no quería que los israelitas comieran. Una de las aves del versículo de hoy es la garza. Cuando vivía en Florida, Estados Unidos, siempre veía muchas garzas ceniza. Esta es una hermosa ave azul grisácea que, con las alas abiertas, puede llegar a medir casi dos metros de un extremo al otro de sus alas.
Pero lo que más me gustaba era verlas volar. Ellas baten lentamente sus inmensas alas y se elevan poco a poco en el aire. Al alzar el vuelo curvan curiosamente su cuello en forma de S.
Algunas personas también hacen eso con sus cuellos: los tuercen de todas las maneras posibles para tratar de escuchar lo que dicen los demás. Son capaces de pegar su oído a una puerta para poder oír lo que están hablando del otro lado, o de acercarse sigilosamente para enterarse de lo que dos personas están conversando en privado. Parecieran no tener suficiente con sus propios asuntos. Por favor no caigas en eso. «Desengárzate» de los asuntos que no te competen y dobla tu cuello solo para escuchar lo que Dios te quiere decir

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

NUESTRO AMPARO Y FORTALEZA

Pedid, y se os dará; buscad, y hallareis; llamad, y se os abrirá. (Mateo 7:7).

Jesús nos dijo que Dios sustenta aun a los pajarillos, y cuánto más hará por nosotros, que somos sus hijos. Recuerdo que mientras estudiaba en una de nuestras instituciones atravesé un momento difícil. Debía una suma considerable de dinero a la universidad, y si no la pagaba perdería mi derecho a presentarme a los exámenes finales.
Una noche conversaba con mi novio acerca de mi situación. Oramos y luego, mientras caminábamos, nos pusimos a contemplar el hermoso cielo estrellado. Minutos después nos encontramos con un grupo de hermanos norteamericanos que nos señalaron algunas constelaciones, mencionándolas por su nombre. Ese fin de semana continué pidiéndole a Dios que me mostrara qué hacer, pero mi Señor ya lo tenía todo preparado.
El domingo, después de la cena, me senté en una banca fuera del comedor. De pronto volví a pensar en mis problemas financieros y sentí que la cabeza me daba vueltas. Ya había agotado todos los recursos a mi alcance y no sabía qué hacer. En medio de sollozos reclamé las promesas de ayuda divina. Me resultaba difícil controlar mis emociones. Estaba lejos de mi país, sin dinero y sin nadie a quien acudir. En aquel momento llegó mi novio y se sentó junto a mí.
Mientras conversábamos pasó cerca uno de los hermanos norteamericanos que habíamos conocido hacía tres días. Le preguntó a mi novio la razón de mi congoja, y él se la explicó, mientras yo me sentía avergonzaba de que me vieran llorar. Sin embargo, aquella noche, Dios quiso utilizar a nuestro hermano que apenas hablaba español para enseñarme que nuestro Padre celestial conoce nuestras necesidades y las suple. Aquel amable caballero me preguntó cuál era el importe de mi deuda. Al mencionarle la suma sacó varios billetes y me puso en la mano seiscientos dólares diciéndome: «Hija, ve y paga tu deuda mañana». Me abrazó y me dio unas palabras de ánimo. Con el poco inglés que sabía le di las gracias y alabé a Dios por su bondad. ¡Mi Dios es el Dios de lo imposible! Nuestro Señor se interesa en cada detalle de nuestras vidas y en su momento él nos concederá todo lo que necesitamos. Ten la seguridad de que él tiene algo preparado para ti hoy, no importa qué problemas o carencias estés atravesando. Él te conoce y sabrá cómo ayudarte.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Margarita Calixto Pertuz

LA ESCUELA DE LOS ANIMALES

No descuides los dones que tienes. 1 Timoteo 4:14

Cuenta un relato que cierto día los animales decidieron organizar una escuela. Como habían escuchado hablar de la «educación integral», la que desarrolla todas las facultades del individuo, decidieron que su escuela seguiría ese estilo.
Lo novedoso del programa de estudios consistía en que cada animal podía desarrollar todas las habilidades básicas: correr, trepar, nadar y volar. Por ejemplo, el pato, conocido por sus excelentes habilidades para nadar, podría aprender a correr; el conejo, experto corredor, podría aprender a nadar; y así por el estilo. Cuando se dio inicio al curso escolar, la emoción no podía ser mayor.
No pasó mucho tiempo, sin embargo, antes de que los directivos de la escuela se dieran cuenta de que el programa prometía más de lo que podía cumplir. El pobre pato se esforzó tanto en correr que las membranas de sus patas se dañaron y, al final del año escolar, casi no podía nadar. El conejo, por su parte, terminó recluido en un sanatorio. Le fue tan mal en las clases de natación, que sufrió un colapso nervioso. La ardilla, la mejor trepadora de la clase, sufrió calambres cuando tomó las clases de vuelo. El águila, la reina de los aires, tuvo que recibir respiración boca a boca porque casi se ahogó cuando intentó nadar. Y peor le sucedió al perezoso: las clases de velocidad lo dejaron tan cansado que no pudo subirse a su árbol preferido durante varias semanas.
Cuando el año escolar llegó a su fin, la escuela cerró sus puertas. Pero no todo se perdió, porque los animalitos aprendieron al menos dos grandes lecciones. En primer lugar, aprendieron que cada criatura de este mundo tiene por lo menos una habilidad natural, y que es un privilegio desarrollarla hasta el máximo de su potencial. La segunda, aprendieron que no tiene ningún sentido insistir en cultivar habilidades que no tenemos, solo porque otros sí las tienen.
¿Ya descubriste los talentos que Dios te dio? Quizás no tengas una voz como la de Jaime, un cuerpo como el de Julia, la inteligencia de Felipe, pero eso no tiene por qué quitarte el sueño. Trata simplemente de descubrir tus talentos, sean pocos o muchos, y desarrollados de manera plena, para el servicio y la gloria de Dios.

Gracias, Señor, por los talentos y habilidades que has Concedido. Me propongo usarlos para la gloria de tu nombre.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

NO BATA EL HIERRO MIENTRAS ESTÁ CALIENTE

«Cuando lo maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba,
sino que encomendaba la causa al que juzga justamente» (1 Pedro 2: 23).

Un viejo refrán dice: «A hierro caliente, batir de repente». Por supuesto, se refiere a la labor del herrero. Esto significa que debemos aprovechar las oportunidades en el momento preciso en que se presentan. Sin embargo, la experiencia me ha enseñado que en las relaciones humanas batir el hierro caliente es exactamente lo que no hay que hacer.
Supongamos que mi hijo conduce el automóvil en el que viaja toda la familia y, por alguna razón, hace una maniobra muy arriesgada que nos pone a todos en peligro. Yo podría sentirme tentado a gritarle: «¡Eh, ten cuidado! ¿Qué pretendes, matarnos? ¿Te dieron la licencia en una tómbola?».
Si reacciono de esa manera, probablemente mi hijo se sienta humillado y me responda: «Conduciría mejor si no me gritaras todo el tiempo. Estoy harto de que siempre me digas qué tengo que hacer».
He descubierto que cuando los sentimientos y las emociones son intensos, lo más sabio es callar. Es mejor esperar hasta que los ánimos se han enfriado un poco. Más tarde, con una sonrisa en los labios, podría decir: «Hijo, esta mañana, cuando ibas conduciendo, me asustaste de veras». Con eso basta. Es casi seguro que mi hijo dibuje una sonrisa forzada y me responda: «Lo siento, papá, intentaré ir con más cuidado».
Este mismo principio se aplica a los maridos y a las esposas, e incluso a los miembros de iglesia. Por alguna razón, por tendencia natural, sacamos a relucir los problemas cuando estamos enojados. Sin embargo, lo que se dice de forma airada no hace otra cosa que echar más leña al fuego y es más que probable que nos persiga durante un buen tiempo. Hay dos textos que podemos recordar cuando estallan las emociones: «La respuesta suave aplaca la ira, pero la palabra áspera hace subir el furor» (Prov. 15: 1); y: «Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse» (Sant. 1: 19).
Hay momentos en que lo correcto es hablar y otros en que lo mejor es callar; hay maneras de decir las cosas que son correctas y otras que son incorrectas. Una buena oración para hoy es: «Pon guarda a mi boca, Jehová; guarda la puerta de mis labios» (Sal. 141: 3). Basado en Mateo 5:9

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill