martes, 5 de enero de 2010

UN TOQUE DE LA MANO DEL MAESTRO

Y tocando su oreja, le sanó (Lucas 22:51).

Ingresó silenciosamente a mi cubículo y me dijo suavemente: "Vine para estar contigo. Nadie debería pasar por un procedimiento así sola". Muchos pensamientos pasaron por mi mente: Es solo una biopsia. Soy una persona fuerte ¡Es la jefa de las enfermeras, por todos los cielos! Debe tener muchas cosas más que hacer hoy. Sin embargo, mientras Mary sonreía y se sentaba al lado de la camilla, me sorprendí al darme cuenta de cuán bien me sentía por tenerla allí.
La enfermera terminó con los últimos preparativos, lo que incluía colocar un suero en mi brazo derecho, y me llevaron a la sala de tomografías. Mary estaba a mi lado. Qué interesante es experimentar de primera mano por lo que pasan los pacientes, pensé. Si todos aquí se preocupan tanto por ellos, no es de extrañar que los sanatorios adventistas reciban tantas felicitaciones por parte de sus pacientes.
El radiólogo que me intervendría se me acercó, con las agujas en la mano, y se presentó. Respiré profundamente, y me recordé a mí misma que debía permanecer calma. Puedo hacerlo. Mary se persignó, como buena católica que es, y me preguntó: "¿Te gustaría que sostuviera tu mano?" Dudé en responder. Soy una chica grande, pensé. ¿Necesito que alguien sostenga mí mano? ¿Quiero que alguien lo haga?
Tal vez, sintiendo mi indecisión, Mary simplemente estiró su mano, tomó la mía envolvió entre las suyas. En ese instante todo cambió. Sí, todavía era conciente de las agujas que clavaban en mi cuello y de todo el bullicio profesional que había a mi alrededor, pero mi atención se centraba en la sensación mi mano ente las suyas. Un sentido de comodidad, seguridad, camaradería conexión corría por mi cuerpo. Tiempo después, comprendí que el amor generado por el corazón amante de Mary fluía a través de sus manos. En el momento, simplemente me sentí agradecida de que me hubiese dado un regalo personal y transformador; uno que ni siquiera me había dado cuenta necesitaba o quería.
Ya en la sala de recuperación, me dije a mí misma: ¡Qué habrá sentido la gente cuando era tocada por el Maestro! Por primera vez en mi vida, me sentí ansiosa por sentir el toque de la mano de Cristo en la mía, en persona.
Arlene Taylor
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

CAMINAR CON DIOS

Y como anduvo fielmente con Dios, un día desapareció porque Dios se lo llevó. Génesis 5:24.

Muchas veces reflexionamos con respecto a la muerte de alguien y hacemos algunas de las siguientes declaraciones.
  • Se lo llevó su vida desenfrenada
  • Se lo llevaron sus malos hábitos
  • Se lo llevó su mala suerte.
  • Se lo llevó su adicción al trabajo.
En realidad, alguien o algo nos va a llevar. ¿No te gustaría entonces el agraciado epitafio: «Se lo llevó Dios»? Trescientos sesenta y cinco años era un poco menos que la tercera parte de la expectativa de vida en los tiempos de Enoc. Entre los 25 y 26 años de ahora. Enoc era un joven. ¡Sí! ¡Un joven que caminaba con Dios! El autor de la Carta a los Hebreos dice que Enoc agradaba a Dios (Hebreos 11: 5). Judas apóstol describe una interesante escena de Enoc. Una clara perspectiva del gran conflicto entre el bien y el mal. En su visión Enoc vio triunfar el bien: «Miren, el Señor viene con millares y millares de sus ángeles para someter a juicio a todos y para reprender a todos los pecadores impíos por todas las malas obras que han cometido, y por todas las injurias que han proferido contra él» (Judas 14, 15). «La visión es el arma más poderosa en la vida de un líder», dice Bill Haybels. La visión nos inspira, y cuando se comparte, también inspira a otros. Evidentemente Enoc tenía una visión que lo inspiraba a caminar diariamente con Dios. Sin duda, ponía enjuego las disciplinas espirituales de la oración y la meditación en los hechos y las obras divinas. Se trata de ejercicios vitales en la vertiginosa y ocupada vida del siglo XXI, donde la vida corre el riesgo de quedar atrapada en las tareas y el trabajo, los espectáculos y la diversión, los placeres inmediatos y más.

«Los jóvenes de aptitudes comunes, que se entreguen completamente a Dios, que no estén corrompidos por el vicio y la impureza, tendrán éxito y serán habilitados para hacer una gran obra para Dios». MJ 19

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

AGENDA DEL NUEVO AÑO

Examínense para ver si están en la fe; pruébense a sí mismos (2 Corintios 13:5).
Ya comenzó el año nuevo pero, ¿cuál debería ser nuestra agenda para transitar los doce meses? Es sabio el proverbio popular: «Nunca es tarde cuando la dicha es buena».
Quiero sugerirles que el comienzo de un año nuevo es una linda ocasión para recordar cuan maravillosamente nos ha guiado Dios en el pasado; recordar su amor, manifestado en las innumerables bendiciones que recibimos de su mano en los días del ayer. La pluma inspirada escribió: «Reunamos los tesoros del año pasado, y llevemos con nosotros al nuevo año el recuerdo de las bondades y la misericordia de Dios. Iluminemos el futuro con el pensamiento de las bendiciones pasadas» (Cada día con Dios, p. 358). La manera como el Señor nos ha guiado en el pasado es una poderosa lámpara que alumbra nuestra senda por recorrer. No tenemos temor al futuro porque miramos hacia atrás, a un pasado dirigido por Dios que nos da seguridad.
También el año que comienza debiera ser un tiempo para examinarnos a nosotros mismos. Se nos dice: «¡No permita Dios que en esta hora tan importante nos encontremos de tal manera preocupados por otros asuntos que no tengamos tiempo para realizar un autoexamen serio, candido y crítico! Dejemos atrás las cosas de menor importancia y ocupémonos ahora de las que conciernen a nuestros intereses eternos» (Exaltad a Jesús, p. 9). Debiéramos preguntarnos: ¿Qué hice durante el año que pasó? ¿Qué decisiones tomé? ¿Cómo me afectaron? ¿A qué situaciones me condujeron? Esto nos ayudará a hacer rectificaciones importantes para nuestra vida.
Además, el comienzo de un nuevo año debiera ser la ocasión para fijarnos nuevos propósitos. Pablo escribió: «Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús» (Fil. 3: 13-14). Este consejo es también oportuno: «Al entrar en un nuevo año, hazlo con la ferviente resolución de dirigirte hacia adelante y hacia arriba. Sea tu vida más elevada y más exaltada de lo que jamás ha sido» (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 237).

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C.