martes, 13 de agosto de 2013

ATRAPADOS EN UNA PELÍCULA

Lugar: Serbia y Montenegro.
Palabra de Dios: 1 Tesalonicenses 5:22

El equipo de producción hizo los preparativos finales necesarios para filmar la escena del robo. Habían hecho los arreglos con el dueño de un comercio, ubicado en una calle de Novi Sad. La iluminación era perfecta. Todos los elementos estaban en sus lugares. Los actores estaban preparados, con medias negras cubriéndoles las cabezas.
iLuz! iCamara! ¡Acción!
A la señal del productor, todo se puso en movimiento. Los actores irrumpieron en el negocio, blandiendo en el aire sus armas de plástico. Unos segundos más tarde, aparecieron nuevamente en la calle, llevando bolsas plásticas negras, que en realidad estaban llenas de diarios.
Justo cuando los actores llegaron al final de la escena, oyeron las sirenas de la policía. En pocos segundos, varios patrulleros los rodearon.
¡Quietos! gritaron los policías. ¡Suelten las armas y pongan las manos sobre la cabeza!
Los actores se miraron unos a otros, confundidos. Esto no formaba parte del guion.
Solo somos actores intentó explicar uno de ellos. Los policías no les creyeron.
Suelten las armas inmediatamente insistieron.
Los actores hicieron lo que se les ordenó, y los policías rápidamente se acercaron y confiscaron las armas de juguete y las bolsas con diarios. Luego, se llevaron a los actores a la comisaría, para interrogarlos. No les lleva mucho tiempo darse cuenta de lo que estaba pasando. Cuando se dieron cuenta de que el robo no era real, las autoridades dejaron ir a los actores, con la advertencia de que, en el futuro, les avisaran con anticipación lo que iban a hacer.
Aunque solamente estaban actuando, el robo simulado parecía tan real que los policías lo confundieron con uno verdadero. Esa es la razón por la cual la Biblia nos dice «eviten toda clase de mar.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

LA EXCELENCIA Y LA EXIGENCIA SON DOS CONCEPTOS QUE SE PARECEN

Ustedes, por su parte, ambicionen los mejores dones. 1 Corintios 12:31

Hoy en día, la mayor parte de los seres humanos aspira a que se diga de ellos que tienen un desempeño excelente. Sin embargo, son pocos los que conocen el significado de la verdadera excelencia y están dispuestos a pagar el precio de la misma. La exigencia es la mejor senda para llegar a la cima de la excelencia. Quien aspira a alcanzar dicha meta debe esforzarse en dar lo mejor de sí.
Para dar lo mejor de uno es necesario buscar en nuestro interior con el fin de descubrir los recursos que Dios nos ha concedido. Luego, dedicar tiempo y esfuerzo a trabajar con ellos, pulirlos y usarlos a favor de los demás, así como para honrar el nombre de Dios. Ese es el único camino hacia la excelencia, y no siempre resulta fácil. Para algunos significa la negación de deseos personales; suprimir cosas que para otros serían esenciales; tener disciplina y ser capaces de superar los fracasos momentáneos.
Dios quiere que seamos mujeres comprometidas con la excelencia. En la Biblia leemos: «Ustedes, por su parte, ambicionen los mejores dones» (1 Cor. 12: 31). Luego, la pregunta que nos toca formularnos es: ¿Cuál es el límite de esta sana «ambición» personal? Por supuesto, al reconocer que todo talento y don provienen de Dios, nuestra prioridad debería ser ofrecer al Señor y al prójimo un servicio abnegado y de calidad. «Vivan de manera digna del Señor, agradándole en todo. Esto implica dar fruto en toda buena obra, crecer en el conocimiento de Dios y ser fortalecidos en todo sentido con su glorioso poder» (Col. 1: 10-11).
Si nuestra búsqueda de la excelencia no está centrada en Dios, en quien se origina todo don, esta podría convertirse en una búsqueda infructuosa, frustrante y desgastadora. La medida de Dios para la mujer que anhela la excelencia está expresada en su Palabra: «Y todo lo que te venga a la mano, hazlo con todo empeño» (Ecle. 9: 10).
 Amiga, al realizar tus faenas diarias, recuerda que Dios espera lo mejor de ti, No importa en qué lugar te encuentres, en tu hogar, en la escuela, en el trabajo, recuerda servir a tu prójimo y glorificar a Dios en todo lo que hagas y también en la forma en que lo hagas.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

EL SECRETO DEL PERDÓN — 1

Hace mucho tiempo se me apareció el Señor y me dijo: “Con amor eterno te he amado; por eso te sigo con fidelidad” (Jeremías 31:3).

En su libro Perdonar y olvidar, Lewis B. Smedes cuenta la historia de Fouke y su esposa Hilda. Fouke era un panadero alto y delgado que vivía en la aldea de Faken, en lo más recóndito de Frisia, en los Países Bajos. Era tan recto que su justicia parecía brotar desde sus labios delgados y la gente prefería mantenerse alejada de él. La esposa de Fouke, Hilda, era pequeña y redonda. Su calidez no repelía a la gente con sus lecciones de honradez, sino que más bien los invitaba a su corazón que siempre parecía estar abierto para servir a todos.
Hilda amaba y respetaba a su esposo, pero anhelaba de él algo más que su justicia y rectitud, y en ese anhelo secreto residía la razón de su tristeza. Un día, después de haber trabajado toda la mañana amasando pan, Fouke regresó a casa donde encontró a un extraño en la cama con Hilda.
La historia del adulterio se convirtió en la conversación de la taberna y el escándalo de la congregación de Fouke. El recto panadero sorprendió a todos, sin embargo, cuando anunció que perdonaba a su esposa como la Biblia decía que debía hacerlo. Sin embargo, en lo profundo de su corazón, Fouke no podía perdonar a su esposa por haberlo traicionado tan dolorosamente. Cuando pensaba en ella sentía que el corazón se le llenaba de rabia. En su interior la despreciaba y la odiaba. Quizá sin saberlo, Fouke había perdonado a Hilda solo para castigarla con el peso de su rectitud.
La falsedad de Fouke, sin embargo, no era aprobada en el cielo. Cada vez que Fouke sentía ese odio secreto, un ángel bajaba y colocaba una piedrecita del tamaño de un botón en el corazón de Fouke. Las piedrecitas fueron aumentando el dolor y el odio. El corazón creció tanto que Fouke se dobló bajo su peso y el dolor se hizo insoportable hasta que el hombre deseó morir.
Esa noche, el ángel que colocaba las piedrecitas anunció a Fouke que su dolor podía ser curado. Si recibía el milagro de los ojos mágicos, su corazón lastimado se renovaría.
Mañana continuaré con esta historia. Es posible que tú pases por la situación de Fouke.
Alguien te lastimó, hay odio y dolor en lo más profundo de tu corazón. Ese dolor tiene solución si recibes el milagro de los ojos mágicos. Ese milagro lo puede hacer Dios en tu vida.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

JESÚS ERA DE NAZARET

¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Juan 1:46.

Los primeros treinta años de la vida de Cristo transcurrieron en la oscura aldea de Nazaret. La maldad de los habitantes de esta aldea era proverbial; he aquí la pregunta de Natanael: “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?” Poco dicen los evangelistas en cuanto a la vida temprana de Cristo. Exceptuando un breve relato de su ida a Jerusalén en compañía de sus padres, tenemos solo la sencilla declaración: “Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él” (Luc. 2:40)…
Los niños y jóvenes están frecuentemente colocados en un ambiente que no es favorable para la vida cristiana, y ceden fácilmente a las tentaciones, alegando como excusa por su conducta pecaminosa, que el ambiente es desfavorable para ellos…
Cristo recorrió el camino más desparejo que hayan de transitar alguna vez los niños y los jóvenes. No le tocó en suerte una vida de abundancia e indolencia.
Sus padres eran pobres, y dependían de su trabajo diario para ganar el sustento; la vida de Cristo fue, por lo tanto, una vida de pobreza, abnegación y privaciones. Compartió con sus padres su vida de laboriosidad diligente.
Nadie será jamás llamado a perfeccionar un carácter cristiano bajo circunstancias más desfavorables que las que rodearon a nuestro Salvador. El hecho de que Cristo viviera treinta años en Nazaret, lugar del cual muchos consideraban una maravilla que saliese algo bueno, es un reproche para los jóvenes que piensan que su carácter religioso debe conformarse a las circunstancias. Si el ambiente de los jóvenes es desagradable y positivamente malo, muchos hacen de esto una excusa para no perfeccionar un carácter cristiano. El ejemplo de Cristo sería un reproche para la idea de que sus seguidores han de depender del lugar, la fortuna o la prosperidad para vivir vidas sin culpa. Cristo les enseñaría que su fidelidad haría honorable cualquier puesto, por humilde que sea, al cual los haya llamado la providencia de Dios…
Cristo soportó sin murmurar las pruebas y las privaciones de los que se quejan muchos jóvenes. Y esta disciplina es la experiencia que necesitan los jóvenes, la que dará firmeza a sus caracteres y los hará como Cristo, fuertes en espíritu para resistir la tentación… Orando diariamente a Dios, recibirán de él sabiduría y gracia para soportar el conflicto y las severas realidades de la vida, y salir victoriosos —Youth’s Instructor, 1 de marzo de 1872; también se encuentra en Mensajes para los jóvenes, pp. 76-78.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White