jueves, 11 de abril de 2013

UN AMIGO EN EL ÁRTICO

Lugar: Canadá 
Palabra de Dios: Salmo 116:4-6

Querido Dios, por favor, no me dejes solo. Envía a alguien, o moriré - oró Ignaus, en desesperación.
Solamente Dios podría haber oído su oración, porque no había nadie más en, por lo menos, 160 kilómetros a la redonda. La temperatura era de 40° C bajo cero, y la nieve cubría el suelo.
Ignaus estaba a cargo de transportar la correspondencia de un puesto ártico a otro. La correspondencia iba en un' trineo tirado por seis perros. Desafortunadamente, los perros habían muerto por algo contaminado en el pescado congelado que Ignaus había traído para alimentarlos. Ahora luchaba por avanzar, tirando del trineo... y sintiéndose muy solo.
-Señor, por favor, envía a alguien -oraba.
Una ráfaga de aire helado le pinchó la cara, e Ignaus sintió deseos de darse por vencido. Pero, siguió adelante, pensando en su esposa y en su bebé, que lo esperaban en casa.
Esa noche, Ignaus se acostó en su bolsa de dormir, temiendo la idea de pasar otra noche solo.
¿Qué era eso? Algo lo estaba empujando. Cuando abrió los ojos, vio un oso de pie delante de él. Por alguna razón, Ignaus no sintió miedo. En lugar de eso, sacó comida de su mochila y alimentó al animal.
Cuando Ignaus partió nuevamente, el oso trotó al lado de él, y a la noche los dos durmieron uno al lado del otro. Viajaron así, juntos, hasta que Ignaus estuvo a unos 8 kilómetros del puesto a donde iba. Entonces, el oso dio media vuelta y se fue. ¡Qué asombrosa respuesta a su oración!
"Entonces clamé al Señor: '¡Te ruego, Señor, que me salves la vida!.' El Señor es compasivo y justo; nuestro Dios es todo ternura. El Señor protege a la gente sencilla; estaba yo muy débil, y él me salvó".

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

LA RISA ILUMINA LA TRISTEZA

Nuestra boca se llenó de risas; nuestra lengua, de canciones jubilosas [..,]. El Señor ha hecho grandes cosas por nosotras, y eso nos llena de alegría. Salmo 126: 2-3.

La risa fue un invento de Dios para abrir nuestro corazón a la felicidad. Cuando una persona está apesadumbrada, triste y acongojada por los pesares de la vida, es incapaz de esbozar una sonrisa, menos aún de reír abiertamente. La risa sincera y espontánea es saludable para el cuerpo y generadora de alegría. Los expertos aseguran que aun la risa forzada puede generar algo de bienestar.
Sin embargo, en la vida circunspecta que llevamos, llena de preocupaciones y factores de estrés, hay poco tiempo para una carcajada. La mayoría de nosotros, envueltos en una nube de tristeza, olvidamos que la risa es una buena medicina para disipar las penumbras y generar luz. Las consecuencias de esta falta de alegría en nuestra vida se notan a primera vista.
Si las madres rieran más en sus hogares habría menos hijos enfermizos e inseguros; si en las escuelas los maestros demostraran alegría con mayor frecuencia, serían menos los alumnos que suspenderían, pues el miedo inhibe la capacidad de aprendizaje. Si en los hospitales los enfermeros dieran a los pacientes medicina junto con una dosis de alegría, habría más curaciones milagrosas. Si en las oficinas los funcionarios públicos demostraran felicidad natural en su trato, habría menos disputas y reclamaciones. El sabio expresó que hay «un tiempo para llorar, y un tiempo para reír; un tiempo para estar de luto, y un tiempo para saltar de gusto» (Ecl. 3: 4). ¿Hay alguna razón para que no sea este un tiempo de reír?
¿Cuándo fue la última vez que saltaste de alegría? ¿Puedes recordar un momento en que la risa brotara de tus labios como una cascada melodiosa? La gente que goza de buena salud mental es asertiva al expresar sus emociones; acostumbrarnos a vivir de luto y en las penumbras de la existencia puede ser indicador de falta de fe y confianza en Dios, y lo peor de todo es que puede transformarse en un hábito.
Vivamos este día en la compañía de Dios para que una alegría envuelta en carcajadas se haga sentir dondequiera que estemos. En casa, en la escuela, en la oficina, en la calle y en las plazas, sé portadora de la alegría que emana de tu relación íntima y diaria con Dios.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

PELIGROS DE LA OCIOSIDAD


Nos hemos enterado de que entre ustedes hay algunos que andan de vagos, sin trabajar en nada, y que solo se ocupan de lo que no les importa. A tales personas les ordenamos y exhortamos en el Señor Jesucristo que tranquilamente se pongan a trabajar para ganarse la vida (2 Tesalonicenses 3:11,12).

La vagancia es uno de los vicios más comunes entre muchos jóvenes. Ahí está el germen donde se forman las pandillas juveniles, que pueden llegar a convertirse en graves focos de delincuencia en la sociedad.
Román era un chico cuya familia gozaba de una buena posición económica. El jovencito siempre llevaba dinero en la bolsa y presumía de su costosa bicicleta de aluminio con sus amigos. Mientras sus compañeros de clase estaban estudiando y cumpliendo tareas escolares, a él se le podía ver todas las tardes paseando en su bicicleta por las calles de la ciudad. Tampoco le gustaba ir a la escuela, así que era común que se escapara a jugar al billar en horas de clase. La situación empeoró cuando su padre le obsequió un automóvil. La vagancia se acrecentó notablemente. Por supuesto, los fines de semana el muchacho estaba listo para asistir con sus amigos a cuantas fiestas se organizaran. Al poco tiempo dejó la escuela. Luego se juntó con otros muchachos a los que también les gustaba la vagancia. Un par de años después apareció en los periódicos como parte de una banda de delincuentes que la policía había capturado.
¿Te das cuenta del precio tan alto de la vagancia? Creo que no es ningún juego. Es entendible que a muchos jóvenes les moleste que los manden a trabajar cuando desean un poco más de descanso. Pero lo cierto es que adquirir hábitos de trabajo durante la juventud es muy importante. En realidad, es un asunto más relevante de lo que te imaginas.
La filosofía del trabajo es de vital importancia para darle sentido a la vida. Puede ser que no «prosperes», como otros, pero siempre tendrás lo necesario para dar salud a tu cuerpo y a tu alma. Como indica el Comentario bíblico adventista refiriéndose al versículo de hoy, «el verdadero cristiano se ocupa de sus deberes callada y modestamente, es diligente en sus actividades y sirve al Señor».
No todos podemos tener en nuestros esfuerzos los mismos resultados que ciertas personas exitosas, porque eso depende de otros elementos que escapan a nuestro control. Pero todos podemos disfrutar del fruto de una vida diligente: comer sosegadamente nuestro pan, ganado honestamente, cumpliendo los consejos prácticos de Dios. Entonces tendrás una vida de mejor calidad que glorificará siempre al Señor.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

LOS OBREROS

Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña. Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Mateo 20:1, 2 (lea Mateo 20:1-16).

Cristo enseñó por medio de figuras y símbolos. En una ocasión habló una parábola acerca del empleo de obreros para ilustrar la manera en que Dios trata con los que se dedican a su servicio...
Era costumbre que los hombres que buscaban empleo esperaran en el mercado, y allá iban los contratistas a buscar siervos; esta costumbre aún está en boga en Europa. Quienes necesitan ayuda van al mercado para encontrar siervos que puedan emplear. Se representa al hombre de la parábola saliendo a diferentes horas para emplear obreros. Los que son empleados en las primeras horas acuerdan en trabajar por una suma determinada; los que son contratados más tarde dejan su sueldo al juicio del dueño de casa.
"Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros. Y al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario. Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario"...
La lección de los obreros guarda relación con la cuestión por la que habían disputado los discípulos en el camino: quién debe ser el mayor en el reino de los cielos. El Redentor del mundo vio un peligro que perjudicaría a su iglesia, y buscaba despertar a su pueblo a una comprensión de su posición; porque esta parábola no era más que una continuación de la lección enseñada cuando Pedro preguntó: "He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿que pues, tendremos?" (Mat. 19:27)...
Con una confianza implícita hemos de permanecer en Dios y permitir que el corazón repose en él sin preguntarnos cuál ha de ser la medida de nuestra recompensa...
Jesús no desea que los que están ocupados en su servicio estén ansiosos por recompensas, ni sientan que deben recibir compensación por todo lo que hacen... El Señor mide el espíritu y recompensa según esta medida; y el espíritu de amor, puro, sencillo, como de un niño, hace la ofrenda preciosa a sus ojos.— Review and Herald, 3 de julio de 1894; parcialmente en Palabras de vida del gran maestro, p. 327.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White