jueves, 6 de diciembre de 2012

AUXILIO, ¡ESTOY PERDIDO!


«Antes eran ustedes como ovejas descarriadas, pero ahora han vuelto al Pastor que cuida de sus vidas» (1 Pedro 2:25, NVI).

Hoy vamos a caminar por un pastizal para aprender lecciones importantes de las ovejas. Las ovejas nos dan lana para hacer ropa, pero también nos dan carne, leche y queso. Sin embargo, hay algo más que quiero decirte sobre ellas. No le digas a ninguna oveja que yo te he dicho esto, pero las ovejas no son muy inteligentes para ciertas cosas. Se asustan muy fácilmente. Si una hoja de papel vuela por el aire donde ellas están, salen corriendo. Si por casualidad se ven rodeadas de agua no tienen idea de qué hacer y se pueden ahogar en poca agua. Y lamentablemente, si el lugar donde están se incendia, simplemente se quedan quietas y mueren. No hay duda: las ovejas necesitan nuestra protección absoluta.
Pero no te sientas muy halagado. El versículo de hoy nos dice que nosotros somos muy parecidos a las ovejas. Pedro dice que somos como ovejas descarriadas lejos de su pastor.  Nosotros seguimos nuestras propias ideas. Pero hay esperanza. Jesús, nuestro buen Pastor; está justo a nuestro lado esperando que le digamos: «Te amo, y quiero que me salves». Habla hoy con el buen Pastor y dile que tú no quieres perderte nunca más.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

HUMILDE Y OBEDIENTE


Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. (Lucas 1:30).

La promesa de los siglos estaba a punto de convertirse en realidad. Era el momento oportuno para colocar, en el seno materno seleccionado, la simiente divina que habría de redimir a la humanidad caída, según la promesa manifestada a Adán y Eva. María, como toda mujer, anhelaba el privilegio de ser madre. Por esa razón no pudo ocultar su gozo cuando José le pidió que fuera su esposa. Cuán lejos estaba de imaginar que todo cambiaría abruptamente. Grande fue su sorpresa cuando el curso de los eventos cambió, muy por encima de sus sueños y contra todas las costumbres y tradiciones de la época. La llegada del Mesías prometido le era anunciada mediante un ángel que exclamaba: «Has sido tú la gran favorecida de Dios, el Señor está contigo; bendita eres y serás entre todas las mujeres, porque llevarás en tu vientre al Redentor de la humanidad».
Sobrecogida por lo espectacular del momento, María enmudeció, se sintió confundida y tuvo temor. Pero el ángel continuó diciendo: «María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús» (Luc. 1:30-31). Mientras, ella pensaba: «¿Cómo podrá esto suceder si no estoy casada?». Pero el ángel no le dio tiempo a expresar sus dudas.
Como mujer dispuesta a obedecer, pudo finalmente decir con humildad: «Aquí está la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra» (Luc. 1:38). Marta finalmente alaba a Dios. Como depositaría de esa simiente eterna, ella asumió con humildad y obediencia el bendito privilegio para el que fue llamada por el dador de la vida.
«Cristo, el Inmaculado, sobre quien se derramó el Espíritu Santo sin medida, reconoció constantemente su dependencia de Dios, y buscó renovada provisión de la Fuente de poder y sabiduría. Cuánto más los seres finitos y falibles deberían sentir esta necesidad de ayuda divina» (A fín de conocerle, p. 250).
Alabo a Dios por el evangelio de Jesucristo y por su llamamiento santo. Asimismo por el privilegio que me concede como su colaboradora en la perpetuación de la vida.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Coraduma Escobar de Villarreal

EN LA PRESENCIA DEL REY


Todos los que el Padre me da, vienen a mí; y a los que vienen a mí, no los echaré fuera. Juan 8:37

Elena no había hecho nada que se pudiera considerar inmoral, pero no se creía digna de entrar en el cielo. ¿Qué podría hacer para tener la seguridad de que sus pecados habían sido perdonados? Entonces escuchó un sermón que cambió radicalmente su vida.
Ese día el predicador habló sobre la experiencia de la reina Ester y de la fe que necesitó ejercer para entrar a ver al rey Asuero sin que este la hubiera llamado.
—No esperen hasta ser buenos —dijo el predicador— para ir a Cristo. Vayan a él tal como estén. Al igual que Asuero extendió el cetro como señal de que Ester podía estar en su presencia, Dios te extenderá el cetro de su misericordia...
Esas palabras tocaron el corazón de Elena. De inmediato se arrodilló y oró: «¡Ayúdame, Jesús! No cesaré de implorarte hasta que oigas mi oración y reciba el perdón de mis pecados». Después que oró de esta manera, sintió que la paz de Dios inundó su corazón. En ese momento una señora se acercó a ella.
—Querida hija —le preguntó— ¿has encontrado a Jesús?
Elena ya iba a responderle cuando la señora se le adelantó.
—Ya sé que lo has hallado. Lo puedo ver en tu rostro (ver Notas biográficas de Elena G. de White, pp. 24-26).
Afuera había lluvia y el tiempo estaba nublado, pero en el corazón de Elena había luz. Ese fue el comienzo de una amistad que duraría toda la vida; la amistad entre Elena Harmon (más tarde llegaría a ser Elena G. de White) y su Salvador Jesús.
Si ahora mismo sientes que hay tinieblas en tu corazón, en el nombre de Jesús, tu mejor amigo, acércate al trono de la gracia. Allí está tu Padre celestial esperando por ti, anhelando rodearte con sus brazos de amor y otorgarte el perdón que tu corazón tanto anhela. No hagas caso al maligno si te insinúa que no mereces el perdón de Dios. Hay poder en la sangre de Cristo para perdonarte ahora mismo, si se lo pides.
Amado Jesús, vengo a ti apoyado en la promesa de que no me echarás fuera.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

«YO SOY EL CAMINO»


«Jesús le dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí» (Juan 14:6).

Probablemente alguna vez haya oído a alguien decir: «Cree lo que quieras, lo importante es que creas». Piénselo. ¿Es verdad? ¿Conducen todos los caminos a Roma? ¿Cómo puede alguien decir que da igual lo que crea, siempre y cuando crea? ¿Acaso no se ha perdido gente que creía estar en el camino correcto?
Por otra parte, ¿qué pasa con los mecánicos que reparan los automóviles? ¿Puede alguien decir que da lo mismo lo que el mecánico crea al reparar el motor siempre que sea sincero? Y podríamos alargar tanto como quisiésemos esta ilustración.
A través de los años, los seres humanos se han inventado cualquier excusa para justificar que no es necesario creer en el Dios verdadero. Todo comenzó en el cielo cuando Lucifer dijo: «Sobre las alturas de las nubes subiré y seré semejante al Altísimo» (Isa. 14: 14). Los seres humanos se han creado sus propios dioses, como Buda, Krishna o Confucio, para sustituir al Dios verdadero. Asimismo, también ha habido falsos profetas como Joseph Smith y Mahoma.
Todos esos dioses son, en su origen, invenciones de los seres humanos, que han escogido rechazar al Dios verdadero y crearse sus propios dioses. Para algunos, el mayor de los dioses del hombre es el hombre mismo. Así piensan los seguidores de la Nueva Era, que creen que no necesitamos ningún Dios porque nosotros mismos ya somos dioses. Es bastante obvio que, aunque el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios, la humanidad no es en absoluto Dios.
Mi esposa y yo servimos durante años en el sur de Asia. Allí pude ver «vacas sagradas», «monos sagrados» y «árboles sagrados». Inspirado por el Espíritu Santo, el apóstol Pablo escribió sobre «los que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén» (Rom. 1:25).
No, todos los caminos no conducen a Roma. En otras palabras, no todos los que hablan del cielo entrarán en él. Isaías 45:22 afirma claramente: «¡Mirad a mí y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay otro!».  Basado en Juan 14:1-16

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill