domingo, 18 de diciembre de 2011

UN DÓLAR Y ONCE CENTAVOS

Pues habéis sido comprados por precio. (1 Corintios 6:20).

La pequeña de siete años no entendía lo que sucedía. Sus padres estaban muy tristes y su hermanito pequeño yacía muy enfermo. Había oído decir al doctor que era necesaria una operación urgente, y sus padres hablaban de vender todo lo que tenían, incluida la casa donde vivían. La mamá, entre sollozos, repetía: «Necesitamos un milagro». Rápidamente la pequeña fue hasta su habitación, rompió su vieja alcancía y contó todas las monedas. Salió sigilosamente de la casa y se dirigió a la farmacia. Después de esperar su turno le pidió al farmacéutico que por favor le vendiera un milagro. «¡Un milagro! ¡Qué ocurrencia, niña! Aquí no vendemos milagros».
El hermano del farmacéutico, que estaba de visita, era testigo de la conversación. Para quitársela de encima, o tal vez por curiosidad, aquel hombre elegantemente vestido le preguntó para qué quería un milagro. La niña le contó que su hermanito estaba muy enfermo y que necesitaba una operación. Sus padres decían que solo un milagro podría solucionar el problema, así que ella traía todo su dinero para comprar un milagro. «¿Cuánto dinero tienes?», preguntó el hombre con bondad. «Señor, tengo un dólar y once centavos, pero si vale más, estoy dispuesta a conseguirlo».
Los dos hombres se miraron; la agitación y la emoción los paralizó. El hermano del farmacéutico tomó a la niña de la mano y le pidió que lo llevara a su casa. Aquel hombre era un famoso neurocirujano y se convirtió en el milagro de un dólar y once centavos. El niño fue operado gratuitamente y su salud fue restaurada.
Tú también has sido comprada por un precio. El sumo sacerdote, le dio a judas treinta monedas de plata, pero para Jesús tu vida valía mucho más que eso. Él se convirtió en el milagro que necesitabas para restaurar tu vida. El precio que Jesús pagó por tu salvación va más allá de lo que el dinero puede comprar. No hay tesoro que pueda pagar su sangre derramada voluntariamente por ti.
Recuerda que eres un milagro de. Dios, porque has sido comprada a un precio muy alto. Dile al Señor: «Gracias por ser el milagro que salvó mi vida».

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

¿IDENTIDAD TERRENAL O IDENTIDAD CELESTIAL?

Conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Hebreos 11:13.

En estos tiempos no es fácil encontrar personas comprometidas con Cristo. Es más fácil encontrar personas que se comportan de acuerdo con la situación, en vez de vivir conforme a sus convicciones religiosas. Es decir, si están en una iglesia, actuarán como cristianos; si están en una cancha de fútbol, gritarán como verdaderos fanáticos; si una persona del sexo opuesto les hace una propuesta indecente, accederán para aprovechar la situación; si es posible obtener dinero sin trabajar y sin ser descubiertos, cuidarán los detalles para que todo parezca legal. Así se comporta hoy mucha gente, y así lo reportan las noticias que escuchamos a diario.
Pero más allá de cómo se comporte el resto del mundo, esta reflexión procura que tú, como cristiano, te identifiques con Cristo y su reino, sin importar la situación que te toque vivir.
En el capítulo 11 de Hebreos se nos muestra una galería de hombres de fe quienes, cuando Cristo vuelva, oirán su voz y resucitarán para vivir por la eternidad. Esos hombres y mujeres de la Biblia tuvieron las mismas tentaciones que nosotros para abandonar a Dios y vivir con una identidad terrenal; sin embargo "conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra". Ellos se consideraron extranjeros y peregrinos en este mundo sencillamente porque estaban identificados con el cielo y su reino.
Tu manera de hablar, tu forma de vestir, la música que escuchas, la comida que consumes, los programas de televisión que miras, las películas que te atrapan y los temas sobre los que te gusta charlar, ¿podrán continuar después de que Jesús regrese? ¿O sientes que la vida con Cristo será aburrida porque te faltará alguna de estas cosas?
Solo el Espíritu Santo puede cambiar nuestros gustos, nuestra manera de hablar y vivir, y darnos una verdadera identidad cristiana. Solo aquellos que nazcan de nuevo heredarán el reino de los cielos (Juan 3:5). Hoy el Espíritu de Dios desea forjar en ti un verdadero ciudadano celestial. Acepta el ofrecimiento que te hace Jesús e identifícate con él cada día.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

UNA CARTA DE AMOR

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16,17.

Son las 5:14 de la mañana, en el aeropuerto Saint Paul, de Minneapolis. Es verano, y el sol sale temprano. Parece una bola de fuego, que incendia el horizonte. Lo puedo ver, a través de la ventana, mientras bebo un jugo de naranja en el Café D'Amico's & Sons.
Espero mi vuelo para Miami, y aprovecho el tiempo para escribir este devocional. Dos mesas a mi izquierda, un hombre moreno, fuerte, de lentes gruesos, mira a un punto indefinido; no ve nada, solo mira. Debe tener problemas: se nota en su rostro, marcado por la vida; en la expresión de su voz cuando atiende el celular. Dice algo como: "¿Para qué me quieres de vuelta? Mi vida está llena de errores, no valgo nada".
¿Algún esposo que abandonó el hogar? ¿Un novio que no alcanzó las expectativas de la novia? ¿Un hijo que frustró al padre? No lo sé; lo veo sufrir, y pienso en el texto de hoy. Pablo habla de la perfección y de las buenas obras. El apóstol afirma que el propósito de la Biblia es instruirte y prepararte para "toda buena obra". ¿Sabes a lo que se refiere Pablo, con esta expresión? Al éxito, a la realización, a la prosperidad. ¿No es eso lo que tanto deseas en la vida?
Te preparas durante años en la universidad, realizas cursos de especializa-ción; sacrificas tiempo, dinero y esfuerzo. Tu objetivo es vencer, y ser feliz. Pero, lo que consigues, en realidad, es conocimiento. El conocimiento informa; la información ayuda, pero no te hace realizado ni feliz. Necesitas de sabiduría, pero no la recibes en las universidades: proviene de Dios, a través de su Palabra.
Solo la Biblia es fuente de corrección y de instrucción en justicia; solo ella es manantial de valores y de principios que dan vida y sentido al conocimiento humano: el conocimiento, sin valores espirituales, te ensoberbece, te llena de orgullo y te vuelve autosuficiente. El éxito, sin Dios, te convierte en el centro de un universo que solo existe en tu mente. Confundes riqueza con prosperidad, placer con felicidad, vida con existencia... Y sufres. Tu sufrimiento, aparentemente, no tiene razón de ser; pero, está presente en tus noches y en tus días.
Abre la Palabra de Dios hoy. Busca sabiduría; busca a Jesús. Camina con él a lo largo del día, y no te olvides de que la Biblia fue escrita para "redargüir, enseñar, corregir en justicia y prepararte para toda buena obra".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón