sábado, 31 de marzo de 2012

AHORA VEO CLARAMENTE


«Dios concedió a Salomón mucha sabiduría e inteligencia, y una comprensión tan abundante como la arena que está a la orilla del mar» (1 Reyes 4:29).

¡Mira que era sabio Salomón! Tenía una sabiduría tan abundante como la arena del mar.  Nosotros no sabemos exactamente cuánta arena hay a la orilla del mar pero puedo contarte algo interesante sobre una clase de arena especial que se llama sílice.
La arena de la playa está compuesta por millones de pequeñas partículas de piedra. La sílice, que está compuesta principalmente de cuarzo (un tipo de piedra muy hermosa) se usa para fabricar vidrio. Así como lo oyes, uno de los ingredientes de los vidrios de las ventanas es la arena. La sílice es calentada a altas temperaturas y después enfriada rápidamente. Así es como se hace el vidrio.
A veces los problemas de la vida son como la arena, parecieran ser demasiados, pero Dios puede darnos sabiduría para enfrentarlos. A veces no podemos ver más allá de los problemas, pero Dios puede tomar cualquier situación oscura y hacerla clara como el vidrio.
Pídele a Dios que te dé una dosis de su sabiduría para que puedas ver claramente la necesidad de depender totalmente de él.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

DEPOSITANDO EN EL BANCO DEL HOGAR

Por esto causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo (de quien toma nombre toda familia en los ríelos y en la tierra) (Efesios3: 14-15). 

La familia representa algo preciado para Dios. Es una de las dos instituciones maravillosas que el Señor instituyó en la misma Creación. Al colocarlas una al lado de la otra ha permitido que el sábado proporcione reposo y renovación a la familia. Sus miembros serán renovados y restaurados cuando se acerquen al Creador y con cánticos de alabanza y de gozo lo adoren participando de una plena comunión con él. 
Cuando el Señor instituyó el matrimonio, estaba seguro de que era la forma más perfecta y armoniosa para que se extendiera la semilla del evangelio. Dios consideró que las familias de sus hijos proclamarían los preceptos divinos al poner en práctica los dictados de su Palabra. Al vivir de acuerdo a los preceptos del evangelio sus hijos alcanzarían ideales más nobles y elevados. 
En la sociedad actual se ha dejado de creer en la institución del matrimonio, en el amor, e incluso en la unidad familiar. Ahora está más bien de moda pregonar la inmoralidad y los valores opuestos a dichos conceptos e instituciones, inculcándolos a niños y jóvenes a través de los medios de comunicación, e incluso en las mismas escuelas. 
Hemos de luchar contra las adversidades, permitiendo que en nuestras vidas brille el sol de la esperanza. Nos corresponde sentirnos animadas para escalar las montañas de las dificultades, y al mismo tiempo arrodillarnos a diario con fe frente al altar familiar para presentar a nuestra familia ante Dios. 
Elena G. de White nos dice: «Una familia bien ordenada y disciplinada influye más en favor del cristianismo que todos los sermones que se puedan predicar. Una familia así prueba que los padres han sabido seguir las instrucciones de Dios y que los hijos le servirán en la iglesia. [...] La mejor prueba de cristianismo en un hogar es el carácter desarrollado por su influencia. Los actos hablan en voz más alta que la profesión de piedad más firme. 
«Nuestra tarea en este mundo [...] es ver qué virtudes podemos enseñar a nuestros hijos y nuestras familias a poseer, para que ejerzan influencia sobre otras familias y así podamos ser un poder educador aunque nunca subamos al estrado» (El hogar Cristiano, cap. 4, p.32). 
Señor, permite que nuestras familias puedan vivir un evangelio vivo y atractivo para aquellos que nos rodean. 

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer 
Una cita especial 
Textos compilados por Edilma de Balboa 
Por Lidia de Pastor

«HAZ CLIC»

Por eso, todos nosotros [...] somos como un espejo que refleja la gloria del Señor. 2 Corintios 3:18.

¿Sabes lo que significa la palabra «icono»? Si la buscas en un diccionario, encontrarás que dice «representación pictórica», «imagen», o «símbolo». Y para encontrar ejemplos solo tienes que encender tu computadora. O quizás, lo que es más fácil aún, basta con que yo diga Internet Explorer, o Adobe, o Microsoft Word, o Google, para que en tu mente aparezca el icono de ese programa, o buscador, o antivirus, o lo que sea. 
Hace algún tiempo leí un interesante artículo donde su autor, David Edgren, preguntaba al lector: «¿Qué icono seleccionarías para representarse a ti mismo?». La pregunta me dejó pensando: ¿Qué imagen escogería yo? Quizás un libro, porque me gusta mucho leer. O tal vez una pelota de béisbol o de basquetbol, mis deportes favoritos. O una manzana, mi fruta preferida. ¿Y cuál escogerías tú? ¿Qué icono representaría mejor tu persona? 
Luego el autor se tornó más personal. Preguntaba al lector qué información aparecería al hacer clic en su icono particular. Con esa sugerencia me dejó preocupado. «Si alguien hiciera clic en mi icono —me pregunté— ¿qué información aparecería al abrirse el programa?» ¡Vaya! Que con solo hacer clic la gente pueda saber cuáles son mis gustos, pasatiempos, aspiraciones, secretos... (Signs of the Times [Señales de los tiempos], mayo de 2008, pp. 28, 29). 
¿Te imaginas? Menos mal que en la vida real solo Dios tiene esa facultad de leer» todo lo que hay en tu mente y en la mía. Ahora bien, que Dios pueda leer lo que hay en nuestro corazón, ¿es una buena o mala noticia? Serían malas si Dios usara esta información para andar por ahí chismeando lo malo que hacemos. Pero no es así. Nuestro Padre celestial solo espera que, arrepentidos, confesemos nuestras faltas para limpiarnos del «virus» del pecado. Para ello dispone del «antivirus» más poderoso del universo: la preciosa sangre de su Hijo Jesucristo. 
¿Qué te parece si, ahora mismo, le pides a Dios que la sangre de Jesús te limpie de todo pecado? Si lo haces de corazón, quedarás tan limpio que si alguien «hiciera clic en tu icono», vería a una persona transformada por el poder del Señor Jesucristo.
Ayúdame, Señor a reflejar, como un espejo, tu gloria. 

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes 
Dímelo de frente 
Por Fernando Zabala

DIGA PALABRAS DE PAZ

«Estas son las cosas que habéis de hacer: Hablad verdad cada cual con su prójimo; juzgad según la verdad y lo conducente a la paz en vuestras puertas» (Zacarías 8:16).

Ignoramos su nombre. La conocemos como «la suegra de Pedro». Con toda seguridad, fue una mujer piadosa por varias razones: una de ellas es que fue capaz de educar a la que sería la esposa del impetuoso Pedro. 
Simón Pedro era un hombre rudo, áspero, fuerte, impetuoso, emotivo, inestable y de palabra franca. Con estas palabras se podría describir al Pedro anterior a su conversión. Pedro fue quien se negó a que el Señor le lavara los pies, quien le cortó la oreja al siervo del sumo sacerdote, quien quiso andar sobre las aguas y quien negó a su Señor. 
Pero después de su conversión, fue Pedro quien acudió al sepulcro vacío; fue él a quien Jesús perdonó tres veces; el primero en declarar que Jesús era el Cristo, el hijo del Dios viviente. Fue Pedro quien arrojó la red en el lugar donde sugirió Jesús; fue él el autor de varios libros del Nuevo Testamento; y quien predicó en el día de Pentecostés. La suegra de Pedro tuvo que haber inculcado en su hija unos valores y un discernimiento que la capacitaran para ser la gema en bruto de un áspero pescador como Simón Pedro. 
Es más que probable que Pedro estuviera fuera de casa durante largos períodos de tiempo. Quizá por esa razón la suegra de Pedro vivía con ellos. Además, era costumbre que los padres vivieran con sus hijos mayores. Por la razón que sea, vivía en casa de Pedro y era bien recibida. Con toda seguridad tuvo que aprender a controlar la lengua y a no tomar partido en las discusiones. Sin duda alguna, la adornaban la diplomacia y la cortesía. Es probable que no fuera exigente y tampoco se compadeciera de sí misma. En lugar de ser una carga, ayudaba en lo que podía. De hecho, el día que enfermó se encontraba colaborando con Jesús y sus discípulos. Era una pacificadora. 
Si usted se encuentra atrapado entre la juventud y la independencia de antaño y la ancianidad actual, porque necesita un poco de ayuda, sea pacificador. Sepa que en el cielo se registran sus esfuerzos. «Por lo tanto, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación» (Rom. 14:19). Basado en Mateo 8: 14,15. 

Tomado de Meditaciones Matutinas Tras sus huellas, 
El evangelio según Jesucristo
 Por Richard O´Ffill

viernes, 30 de marzo de 2012

INTELIGENCIA GRIS


«Por lo tanto, actúa con inteligencia y no lo dejes tener una muerte tranquila» (1 Reyes 2:6).

¡Atención! Pisemos con mucho cuidado con nuestras botas. Estamos otra vez en la cabeza de una persona, pero esta vez, de alguien con la cabeza gris. Bueno, lo que es gris no es su cabeza, sino su cabello. ¿Conoces a alguien que tenga el cabello gris? ¿Sabes por 'qué el cabello se pone de ese color? Te explico:
Tu cuerpo bombea algo llamado pigmento. El pigmento es el que da el color a la piel de las personas y también al cabello. El pigmento es básicamente color Cuando la gente envejece, el pigmento no llega tan fácilmente al cabello, y por eso pierde su color
Algunos creen que cuando una persona envejece y su cabello se pone gris deja de ser útil. Es verdad que a medida que envejecemos ya no podemos movernos tan rápido como antes o hacer algunas de las cosas que hacíamos cuando éramos jóvenes, pero se posee algo que los jóvenes no tienen: experiencia y sabiduría.
Recuerda: tener gente mayor a nuestro alrededor es un regalo de Dios. Habla con ellos y pídeles que te cuenten lo que han aprendido de Dios en sus años de vida. Su experiencia te ayudará a ser una mejor persona para Jesús.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

SERVICIAL COMO DORCAS

Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, (que traducido es «Donas»). Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía. (Hechos 9:36).

En los días de la iglesia primitiva los apóstoles iban y venían predicando el evangelio. Era inmensa la tarea y numerosas mujeres colaboraban con ellos en el trabajo misionero que se debía hacer. Era imposible que los discípulos permanecieran estáticos. Ni siquiera podían hacerlo las mujeres, especialmente las de temperamento activo como Dorcas, cuyo nombre significa «gacela». Quizá fue llamada así por su espíritu vivaz, ya que en todo trataba de ser diligente: creía y demostraba que no había tiempo alguno que perder.
Dorcas había aprendido que se debe aprovechar todo momento disponible con el fin de servir a los demás, especialmente a los desamparados. Así que incansablemente pasaba los días atendiendo a los huérfanos, a las viudas y a los enfermos de su vecindario. A Dorcas le agradaba estar en acción porque deseaba ser como su maestro, Jesús. Creía que el Señor la había llamado para servir de esa forma ayudando a los demás, por lo que hacía todo cuanto estaba a su alcance para ayudar a los pobres y a los menesterosos.
Un día sucedió lo inesperado. Quizá Dorcas había descuidado su salud, trabajando demasiado, y su cuerpo no resistió. Dorcas enfermó y murió. Sin embargo, Dios, que se interesa en todo momento por nosotros, les indicó a los hermanos lo que debían hacer en aquella ocasión. Sabían que Pedro estaba en un poblado cercano. Algunos fueron a rogarle que viniera rápidamente a Jope. Al llegar a la casa de Dorcas, el apóstol pidió que lo dejaran solo en la habitación de la difunta. Se puso de rodillas y oró, luego le ordenó a Dorcas que se levantara.
¡Qué alegría para todos!, especialmente para aquella fiel sierva de Dios, quien ahora podría seguir compartiendo el evangelio mediante sus actos caritativos. Ella estaba segura de que Dios la había llamado para trabajar y servir en el gran plan de salvación. 
Hermana mía, tú y yo hemos de abundar en buenas obras, trabajando y sirviendo a quienes necesitan de nuestra ayuda porque hemos sido llamadas a ser parte de ese gran plan divino. 

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer 
Una cita especial 
Textos compilados por Edilma de Balboa 
Por Coraduma Escobar de Villarreal

¿BEBER O NO BEBER?

No vivan ya según los criterios del tiempo presente. Romanos 12:2 

Hace poco cayó en mis manos un ejemplar de la Adventist Review (edición en inglés de la Revista adventista) con una portada muy atractiva. Ahí se podía leer el título del artículo principal: «¿Beber o no beber?». Se refería al hábito de consumir alcohol. Pero lo que más llamó mi atención fue una sección en la que varios jóvenes adventistas respondían a esa pregunta. ¿Qué dijeron? 
Diana, una estudiante universitaria, proviene de una familia que no consume alcohol. Pero ha visto el daño que el licor ha causado en las familias de sus parientes lejanos. Por eso responde: «Cuando veo la angustia y el dolor que el alcohol ha causado, ¿cómo puedo pensar en consumirlo siquiera en cantidad moderada?». 
Rebeca, otra joven, ya culminó sus estudios superiores. Ella dice que sus compañeros de estudio la consideraban «rara» porque no bebía alcohol. «¿Cómo puedes tener diversión sin alcohol?», le preguntaban. ¿Qué respondía ella?: «Me gusta disfrutar de la compañía de mis amigos, ver una película, ir de campamento, escalar montañas. Pero no necesito del alcohol para disfrutar de esas actividades. De hecho, creo que se disfrutan mejor sin alcohol». 
Kevin, un joven graduado, piensa que cuando del alcohol se trata, lo mejor que un joven puede hacer es decidir de antemano cuál va a ser su respuesta al presentarse la tentación. «Siempre ha habido una lucha por el control de nuestra mente —opina—. Dios me creó con la habilidad de distinguir el bien del mal y con la capacidad de ejercitar ese poder. Nunca he permitido que el alcohol interfiera en el ejercicio de esta prerrogativa» (Adventist Review, 12 de enero de 2006, pp.8-13). 
¿Y tú qué piensas? ¿Beber o no beber? Es una pregunta que solo tú puedes responder. Tus padres, tus pastores, desean que te abstengas. Pero te toca a ti decidir. Las evidencias son abrumadoras: el alcohol daña la salud, destruye las familias e interfiere con el proceso de nuestra toma de decisiones. En otras palabras, es una maldición, porque además de dañar el cuerpo, destruye la mente, el único medio por el cual Dios se comunica con nosotros. 
En tus manos tienes un tesoro de incalculable valor: tu salud. Y debes decidir qué harás con él: invertirlo o malgastarlo. Que Dios te ayude a dividir bien. Padre celestial, ayúdame a vivir según tus criterios, no los de este mundo. 

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes 
Dímelo de frente 
Por Fernando Zabala

EL PRECIO DE LAS GEMAS

«Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Su valor sobrepasa largamente al de las piedras preciosas» (Proverbios 31:10). 

 La meditación de hoy está dedicada a todas las esposas fieles y madres que lean este libro día a día buscando inspiración que las ayude a llevar a cabo sus múltiples tareas. Es nuestro deseo, y por ello oramos, que encuentren en estas páginas esa pizca de luz y verdad que haga un poco más luminoso su diario vivir. 
¿A veces tiene la sensación de que lo que hace no tiene valor? No lo crea. Salomón dijo que el precio de una mujer virtuosa es muy superior al de las piedras preciosas. No tengo ni idea del valor que tienen las gemas pero, evidentemente, son valiosas. Quizá usted no sea hermosa o rica, pero sí puede ser virtuosa. Si es así, usted es valiosa.
Puede que no tenga un título universitario, pero es probable que esté calificada para más de un empleo, como por ejemplo, conductora, jardinera, consejera familiar, personal de limpieza, ama de llaves, cocinera, puericultora, recadera, contable, diseñadora de interiores, dietista, secretaria, relacionista pública o azafata. Estoy seguro de que podría ampliar la lista. Muchas de ustedes se hacen cargo del cuidado de la familia a la vez que, fuera de casa, desempeñan un empleo a tiempo completo. Realmente, son admirables. 
El Salmo 128:3 dice que los niños son «como plantas de olivo alrededor de tu mesa». Los bebés son como pequeños brotes verdes recién salidos de la tierra. Crecen como las plantas: primero un tallo, luego una hoja, después otra... Pronto maduran y empiezan a florecer. Y el ciclo se repite cuando tienen sus propios hijos. La influencia de la madre en la educación de niños maduros, responsables y cristianos está fuera de toda medida. 
En una presentación de Escuela Sabática, un niño se olvidó de sus frases. Su madre estaba en la primera fila para apuntarlo. Ayudándose de gestos, dijo las palabras con los labios y en silencio, pero no sirvió de nada. Su hijo se había quedado en blanco. Finalmente, se inclinó y susurró: «Yo soy la luz del mundo». El niño sonrió y con gran sentimiento y una voz clara y fuerte dijo: «¡Mi mamá es la luz del mundo!». 
Si usted es madre (o padre), es la luz de la vida de sus hijos. Para ellos usted está en el lugar de Dios (ver Patriarcas y Profetas, cap. 27, p. 280). Sea fiel y recibirá su recompensa. Basado en Mateo 8:14,15 

Tomado de Meditaciones Matutinas Tras sus huellas, 
El evangelio según Jesucristo 
Por Richard O´Ffill

jueves, 29 de marzo de 2012

FRIJOLES SALTARINES

«Y le llevaron camas, palanganas y ollas de barro, y también trigo, cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas» (2 Samuel 17:28).

Estos hombres sí que eran atentos. Cuando fueron al desierto llevaron todas esas cosas a David y a su gente. ¿Te has dado cuenta de todos los granos que llevaron? Existen muchas clases diferentes de granos y frijoles, y todos son buenos para nuestra salud. Hoy, sin embargo, quiero hablarte de un frijol que no es en realidad un frijol.
Se lo conoce como «frijol saltarín». Aunque se le llama frijol, se trata de la semilla de un arbusto mexicano. Estas semillas saltan porque tienen unos pequeños gusanos dentro que algún día se convertirán en mariposas y verán la luz del día. A medida que van comiendo dentro de las semillas, estas parecer que saltan.
A veces el mundo en que vivimos puede ser oscuro y sombrío. Podemos sentirnos atrapados como los pequeños gusanos dentro del frijol saltarín. Pero muy pronto también veremos una luz brillar en el cielo. Jesús y sus ángeles aparecerán en las nubes y nosotros, que hemos estado atrapados en este oscuro mundo de pecado, veremos la luz de su venida y volaremos al cielo con él.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

UN DIOS DE MILAGROS

Pues nada hay imposible para Dios (Lucas 1:37).

Los desafíos, las presiones y la violencia que enfrentamos en la actualidad pueden hacer que nuestra vida parezca un sueño imposible. Sin embargo, Dios muestra su poder y amor al realizar milagros a favor de sus hijos.
Mi vida cambió cuando dediqué más tiempo a orar por mis hijos, por mi esposo y por mi familia. Soy miembro de un grupo de oración y nos toca orar por todas las peticiones que nos llegan de aquellos que desean que Dios tome el control de sus vidas. He podido experimentar en un vida los milagros constantes de Dios y el cuidado que tiene con cada ser humano.
En cierta ocasión nos tocó orar por el hermano Germán, cuya situación económica lo obligó a emprender un valioso viaje para alcanzar «el sueño americano». A los quince días, por fin llegó a su destino. Sin embargo, a las pocas horas de estar en territorio norteamericano, fue apresado por la policía fronteriza.
Germán cumplía años al tercer día de su detención. Precisamente ese día, a la hora del desayuno, se le acercó un agente y le dijo: «Joven, aquí están tus papeles y tus cosas. Hoy es un día especial para ti. Te puedes ir». Germán no podía creer lo que le estaba sucediendo. Eso era algo insólito. Nadie lo podía creer, ni tan siquiera los que viajaban con él y estaban también en prisión; pero así fue.
En la actualidad Germán viven en Dallas. Está sumamente me agradecido al Señor por ser un Dios tan misericordioso y por cumplir sus promesas. Yo aprovecho también para testificar que los milagros existen, y que se producen a diario. Pero, ¡cuidado con los milagros! No todos provienen de Dios.
«Miles de voces predicarán el mensaje por toda la tierra. Se realizarán milagros. Los enfermos sanarán y signos y prodigios seguirán a los creyentes. Satanás también efectuará sus falsos milagros, hasta el punto de hacer caer fuego del cielo a la vista de los hombres. Es así como los habitaciones de la tierra tendrán que decidirse en pro o en contra de la verdad» (El cólportor evangélico, p. 158).

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Roxana Elizabeth Menjivar

SI MI BIBLIA ESCRIBIERA UN DIARIO…

Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino. Salmo 119:105.

Imagina que tu Biblia escribiera un diario. ¿Qué cosas diría? Hace unos cuantos años leí en una Revista Adventista una ilustración titulada, precisamente, el «Diario de una Biblia». En ella un autor anónimo describe las aventuras (¿o desventuras?) de una Biblia (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia):
15 de enero. Descansé toda la semana. Mi dueño me leía todas las noches al comienzo del año, pero creo que ya se olvidó de mí.
2 de febrero. Día de limpieza. Me quitaron el polvo y luego volvieron a colocarme ni mi sitio.
8 de febrero. Mi dueño estuvo buscando algunas referencias. Hoy fui a la iglesia.
2 de abril. Mi dueño tenía que dirigir un culto de oración y buscó algunos versiculos. Le costó mucho trabajo encontrarlos.
1 de mayo. Pasé toda la tarde en el regazo de la abuela, quien vino de visita. Derramó lágrimas al leer Colosenses 2:5-7.
6 de mayo. Nuevamente en manos de la abuela. Hoy estuvo meditando en Primera de Corintios 13.
7 al 9 de mayo. Otra vez en el regazo de la abuela. ¡Qué lugar tan acogedor! Unas veces me habla y otras me lee.
10 de mayo. La abuela regresó hoy a su casa. He vuelto a mi lugar habitual.
3 de junio. Alguien colocó algunas florecillas entre mis páginas.
1 de julio. Me metieron dentro de una maleta. Parece que voy a viajar.
10 de julio. Todavía estoy en la maleta, aunque ya sacaron todas las otras cosas.
15 de julio. De regreso en casa. Hice un largo viaje, pero no entiendo para qué me llevaron.
1 de agosto. ¡Qué calor tan insoportable! Me pusieron encima varias revistas y un sombrero.
5 de septiembre. Limpieza. Me quitaron el polvo v me colocaron en mi sitio acostumbrado.
10 de septiembre. María me usó durante breves minutos. Necesitaba un versículo apropiado para una carta a una amiga...
Si tu Biblia escribiera un diario, ¿qué diría? Te invito apartar unos minutos cada mañana para leerla, con oración. Trata de memorizar algunas preciosas promesas. Entonces tendrás el privilegio de escuchar que la voz de Jesús habla a tu corazón. Y esas promesas serán una lámpara a tus pies y una luz en tu camino.
Me propongo, Señor, escuchar cada dé tu voz que me habla desde tu Santa Palabra.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

«LÍMPIAME»

«¡Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado!» (Salmo 51:2).

Jesús dijo al leproso: «Sé limpio». En esas palabras hay fuerza y poder. Tienen autoridad y energía. Cristo sana nuestras almas con esas mismas palabras: «Sé limpio». Dicho de otro modo: «Desea ser limpio».
¿Quiere ser limpio? Si el Salvador nos dice: «Sea», nos está diciendo que quiere que seamos limpiados. El pecado y la enfermedad no pueden existir en presencia del Salvador si su voluntad es que seamos sanados. Ninguno de los que realmente quieran ser purificados quedará impuro.
Tan pronto como las palabras salieron de boca de Jesús la lepra del hombre desapareció. La naturaleza trabaja poco a poco, pero el Dios de la naturaleza obra inmediatamente. Él habla y se hace. Ordena y existe (ver Sal. 33:9).
Después de que el hombre fuera sanado, Jesús le dio una orden: «No le digas a nadie hasta que hayas presentado ante el sacerdote y él dictamine que estás limpio; y así tendrás una prueba legal de que eras un leproso, pero que ahora estás totalmente curado» (ver Mat. 8:4; Lev. 14:2).
Jesús le dio esas instrucciones para proteger al hombre recién sanado. Lo que quiso decir fue: «No se lo digas a nadie hasta que te hayas presentado ante el sacerdote. Haz que certifique públicamente que ya no tienes lepra, porque si se entera de que yo te sané, quizá por despecho, rechace darte el certificado de curación y entonces tú tendrías que volver a vivir con otros leprosos». Cristo tuvo la precaución de observar la ley para que no se lo acusara de transgredirla y mostrar que estaba a favor de hacer las cosas de manera ordenada y respetando a las autoridades.
Jesús también le dijo al hombre que presentara la ofrenda que ordenó Moisés como agradecimiento a Dios y en contrapartida por los servicios del sacerdote. Jesús mostró respeto, humildad y consideración. Nuestro Salvador cuida hasta el más mínimo detalle.
¿Cree usted que al leproso curado le resultó difícil dar una ofrenda de acción de gracias? ¿Se quejaría porque necesitaba todo cuanto tenía para reabrir su negocio? ¿Piensa que dio una moneda cualquiera sacada de su bolsillo?
Quizá haya una razón para que nosotros también demos una ofrenda de acción de gracias. Basado en Mateo 8:1-4

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

miércoles, 28 de marzo de 2012

UNA CANTIDAD DESCABELLADA

«¡Te juro por el Señor que no caerá al suelo ni un pelo de la cabeza de tu hijo!» (2 Samuel 14:11).

Imagina que eres muy pequeñito, tanto, que puedes caminar entre el cabello de la cabeza de alguien. Sería como andar en medio de un gran bosque de cabello. Es un bosque tan espeso, que ni siquiera puedes ver; a menos que estés caminando en la cabeza de un calvo.
¿Sabes cuántos cabellos tiene una persona en su cabeza? Adivina el número. Te voy a dar la respuesta: la mayoría de la gente tiene entre 100 mil y 150 mil cabellos en su cabeza. ¡Son muchos!
Jesús dijo en Mateo 10: 30 que Dios sabe el número exacto de cabellos que tenemos. ¿No es asombroso? Jesús sabe todo de nosotros y aun así nos ama. A pesar de los errores que cometemos, las cosas que decimos, o aquello que nos avergüenza, .Jesús nos ama. Él nunca deja de hacerlo. Tengamos pelo o no, ¡me alegra que Dios nos conozca tanto y nos ame como lo hace!

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

PAZ

Él me esconderá en su Tabernáculo en el día del mal, me ocultará en lo reservado de su morada, sobre una roca me pondrá en alto (Salmo 27:5).

Promesas como las anteriores serán nuestro escudo de protección en el «tiempo de angustia cual nunca fue». Si las reclamamos y creemos en ellas estaremos a salvo. «Levantad un muro de pasajes de las Escrituras a vuestro alrededor, y veréis que el mundo no puede derribarlo» (Eventos de los últimos días, p. 68).
Algo que me llamó bastante la atención en cuanto a los huracanes es que en medio de los vientos destructores se encuentra el ojo del huracán. Esta es una zona de calma donde la presión es extremadamente baja. ¡Imagínate, un área de calma en medio de tan devastadora agitación! Amiga, en medio de la agitación que nos rodea está el remanso de paz y tranquilidad que representa el cuidado de nuestro Padre celestial. Recordemos que él «es nuestra paz» (Efe. 2:14). Asimismo que «la paz de Dios, que supera todo entendimiento, guardará vuestro corazón y vuestros pensamientos en Cristo Jesús» (Fil. 4:7). ¡Qué promesas tan animadoras!, ¿verdad?
Querida amiga, hay mucho que hacer antes de que llegue el gran huracán. Las pequeñas tormentas de nuestra vida diaria nos irán preparando para la gran tormenta que ha de venir, aunque recordemos que Dios ha hecho provisión para que escapemos de ella.
«La tempestad se avecina y debemos prepararnos para afrontar su furia mediante el arrepentimiento para con Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo. El Señor se levantará para sacudir terriblemente la tierra. Veremos desgracias por todas partes. Miles de barcos serán arrojados a las profundidades del mar. Armadas enteras se hundirán, y las vidas humanas serán sacrificadas por millones. Estallarán incendios inesperadamente y no habrá esfuerzo humano capaz de extinguirlos. Los palacios de la tierra serán arrasados por la furia de las llamas. Serán cada vez más frecuentes los desastres ferroviarios; en las grandes vías de tránsito habrá confusión, choques y muerte sin la advertencia de un momento. El fin está cerca, el tiempo de gracia termina. ¡Oh, busquemos a Dios mientras puede ser hallado, llamémosle en tanto que está cercano!» (Eventos de los últimos días, p. 24).
Es mi ruego que el Señor nos toque y reforme nuestros corazones, de tal manera que no ignoremos su advertencia.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Jenny Avaylon

¿QUÉ HAY EN TU CAJA?

Donde esté tu riqueza, allí estará también tu corazón. Mateo 6:21.

«¿Para qué estoy yo en este mundo?» El pastor Karl Haffner narra una historia que ilustra muy bien la importancia de responder esta importante pregunta. Es la experiencia de un exitoso hombre de negocios llamado Robert Buford. Robert vivía en una lujosa mansión, manejaba automóviles caros, y no le faltaba nada de lo que uno llama «los bienes de este mundo». Pero tenía un problema. Aunque era cristiano, sentía que había un vacío en su vida.
En su afán por encontrar respuestas, Robert contrató a un experto en planificación estratégica llamado Mike. Se reunieron y conversaron largamente. Entonces Mike, el experto, tomó un lápiz y un papel, dibujó una caja y le preguntó a
Robert:
—¿Qué hay en tu caja?
La pregunta tomó por sorpresa a Robert. Entonces Mike explicó que para cada individuo, empresa o institución, hay un valor supremo en la vida. Ese algo es la prioridad número uno.
—Robert —preguntó Mike— en tu vida, ¿cuál es ese valor supremo, tu prioridad número uno? De acuerdo a lo que me has dicho, por momentos pareciera ser el Señor Jesús, pero por momentos pareciera ser el dinero. ¿Qué hay en tu caja?
Las palabras de Mike dieron en el clavo. Por primera vez en su vida Robert entendió que había estado intentando servir a dos señores: a Dios y al dinero. Ahora
debía decidir.
—Bueno, si se trata de escoger solo uno —respondió— en mi caja pondré al Señor Jesús.
Dice el relato que cuando Robert decidió qué ocuparía el lugar de honor «en su caja», entonces fue fácil para él conocer el propósito y la razón de ser de su vida: glorificar el nombre de Dios por medio de sus talentos y posesiones (Soul Matters [Asuntos del alma], pp. 16, 17).
¿Qué hay en tu caja? Es decir, ¿qué o quién ocupa el primer lugar en tu vida? Si no es Dios, entonces algo, o alguien, está ocupando el lugar de honor que solo Dios se merece. Te animo a colocar a Dios en el trono de tu corazón. Dos cosas muy buenas ocurrirán si lo haces. Una, sabrás para qué naciste en esto mundo. La otra, todo lo demás que necesites (amor, salud, realización personal éxito...) «vendrá por añadidura)
Señor Jesús quiero que seas el número uno en mi vida.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

«QUIERO»

«Mira mi aflicción y mi trabajo y perdona todos mis pecados» (Salmo 25:18).

Los tiempos bíblicos no son los únicos en los que había lepra. Todavía hoy es una enfermedad común en muchos países, en especial los de clima templado, tropical y subtropical. Además de producir profundas úlceras y grandes bultos que causan graves deformidades, la lepra causa daños neurológicos en los brazos y las piernas. Las personas que hace tiempo están enfermas de lepra pueden perder manos y pies porque, cuando sufren una herida, no se percatan de ello.
El pecado es la lepra del alma. Si no recibe tratamiento, comenzamos a volvernos insensibles, tanto al mal como al bien. En otras palabras, el mal no parece tan repugnante y el bien no es tan atractivo. Nos adormecemos y perdemos la capacidad de sentir. Esta situación es más temible que cualquier enfermedad.
Reconforta saber que podemos acercarnos a Jesús, el Gran Médico, sabiendo que, si quiere, puede purificarnos. No hay pecado, por grave que sea, que él no pueda perdonar. No hay tentación, por fuerte que sea, que sea invencible para su gracia.
Al acercarnos a Jesús es necesario que imploremos su piedad. No podemos exigirla como si de una deuda se tratase, sino como un favor: «Señor, si esa es tu voluntad, me echo a tus pies y, si perezco, que sea allí».
La respuesta de Cristo a la súplica del leproso estaba llena de ternura. Extendiendo la mano, lo tocó. A pesar de que la lepra era una enfermedad temida y repugnante, Jesús lo tocó. Hasta este momento, nadie, ni siquiera su propia familia se habría atrevido a tocarlo. Tocar al leproso, a quien se le consideraba un pecador, equivalía a contaminarse. Pero Cristo quería demostrar que, cuando hablaba con los pecadores, él no corría el peligro de infectarse.
Jesús dijo al leproso: «Quiero. Sé limpio». No le dijo: «Ve y lávate en el Jordán»; tampoco le sugirió una larga y tediosa terapia; sencillamente, dijo una palabra, lo tocó y el hombre quedó sanado. Jesús está dispuesto a darnos la ayuda necesaria. Cristo es un Médico al que no es necesario buscar porque siempre está ahí. No os necesario insistirle porque, al hablarle, escucha. Y tampoco es necesario pagar por sus servicios, porque sana gratuitamente. Pidámosle que nos sane. Basado en Mateo 8:1-4

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

martes, 27 de marzo de 2012

CRUZANDO EL DESFILADERO

«Entre los desfiladeros por donde Jonatán procuraba pasar a la guarnición de los filisteos, había un peñasco agudo de un lado, y otro del otro lado; uno se llamaba Boses y el otro Sene» (1 Samuel 14:4,RV95).

Un desfiladero es una hendidura ancha, profunda y peligrosa en medio de dos grandes rocas. En la historia de hoy había que atravesar uno, y no había " otro camino. Jonatán y su escudero tuvieron que ingeniárselas para cruzar estos dos peñascos y llegar al campamento de los aterrorizados filisteos. Jonatán le dijo a su escudero que si los filisteos les pedían que se acercaran, esa sería la señal de que Dios los ayudaría a derrotarlos. Cuando los filisteos los vieron, dijeron: «¡Suban a donde estamos, que les vamos a contar algo!». Cuando Jonatán escuchó esas palabras entendió que Dios lucharía por él, y eso fue exactamente lo que ocurrió. Puedes leer la historia completa en 1 Samuel 14.
En la vida, a veces las cosas se ponen difíciles. Tal vez alguien te ha tratado un poco mal, o algo que estás haciendo es muy difícil. Parece como si hubiera dos grandes peñascos a cada lado de tu vida sin un rumbo que seguir Jesús siempre sabrá cómo sacarte de esas dificultades. Él puede guiarte entre desfiladeros y acantilados, y siempre te ayudará a cruzar al otro lado. Y créeme, también luchará por ti, si se lo permites.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

UN REFUGIO SEGURO

Clamé a ti, Jehová; dije: «¡Tú eres mi esperanza y mi porción en la tierra de los vivientes!» (Salmo 142: 5).

Hay diversas formas de protegerse de un tornado o de un huracán. Se afirma que uno de los lugares más seguros para estar durante alguna de esas tormentas es bajo tierra. Muchas de las casas en las zonas susceptibles de sufrir tornados tienen refugios ubicados en los sótanos.
Nuestra protección se encuentra en la relación que tengamos con Cristo. Esa relación debe estar bien arraigada y no ser algo superficial, o que se base en las apariencias. Nuestras raíces deben permanecer firmemente ancladas en la fe de Jesús, para que los vientos de tormenta no las puedan remover. Jesús será nuestro inconmovible «refugio» en medio de la tempestad que se avecina.
Se les aconseja a quienes viven en lugares susceptibles de sufrir tornados que en caso de emergencia acudan a una habitación o cuarto pequeño, permaneciendo arrodillados debajo de un mueble pesado. Ese «cuarto pequeño» representa nuestra comunión, el acto de arrodillarnos a diario delante del señor. «Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto» (Mat. 6:6).
Al caer de rodillas ante el Señor podremos acercarnos a su trono de misericordia. De esa forma el Espíritu Santo tomará posesión de nuestro corazón. Nuestras vidas serán transformadas y nuestra fe fortalecida a través de los lazos de su maravilloso amor y de su poder perdonador.
También se recomienda a quienes se encuentran fuera de sus casas durante un tornado o tormenta que traten de guarnecerse en alguna zanja o depresión del terreno. De esa forma se protegerán de los escombros u objetos que hayan sido lanzados al aire por el viento. La Biblia puede representar ese escudo que nos protege de los escombros del miedo, la duda y el desánimo. Necesitamos «refugiarnos», escondernos, en la Palabra de Dios, llenando nuestras mentes con sus dichos y promesas, para evitar así los dardos del enemigo.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Jenny Avaylon

AFILANDO LA SIERRA

¿Jesús les dijo: «Vengan, vamos nosotros solos a descansar un poco en un lugar tranquilo». Marcos 6:31.

¿«Afilando la sierra»? ¿Qué significa? La expresión la usa Stephen Covey en una fábula de dos hombres que están tratando, cada uno por su lado, de aserrar un árbol. No cualquier árbol, sino ¡un señor árbol! Pero lo curioso es que, mientras uno de los aserradores trabaja sin descanso, el otro, en cambio, reposa cada hora. Cuando llega el final de la faena, el hombre que trabajó sin descanso, totalmente exhausto, trata de recuperar el aliento. En ese momento mira hacia el lugar donde está el otro aserrador y... ¡sorpresa! No puede creer lo que sus ojos ven. El árbol de este hombre está casi listo para ser derribado. ¿Cómo lo logró?
—Amigo —pregunta el asombrado aserrador— ¿cómo lograste avanzar tanto aunque te sentabas a descansar cada hora?
—Lo que tú no viste es que cada vez que me sentaba a descansar aprovechaba para afilar la sierra (The 7 Habits ofHighly Effective Families [Los siete hábitos de las familias muy efectivas], p. 277).
«Afilar la sierra» significa, entonces, que tenemos que dedicar el tiempo necesario para renovar nuestra vida en todos sus aspectos: físico (por ejemplo, por medio del ejercicio, el sueño adecuado, la buena alimentación), mental (la buena lectura, el estudio, el desarrollo de habilidades y talentos), espiritual (la oración, el estudio de la Biblia, la asistencia a la iglesia) y social (por la interacción con familiares, el cultivo de buenas amistades, etc.). La lista es interminable, pero quedaría incompleta si no menciono el medio ideal que Dios proveyó desde la fundación del mundo para nuestra renovación: el sábado, su día de reposo.
¿Cómo te sientes físicamente? ¿Puedes decir que estás fuerte, con energías para enfrentar tus desafíos? ¿Estás desarrollando tus facultades mentales, por ejemplo, con la lectura de buenos libros? ¿Apartas tiempo cada día para la oración y el estudio de Ia palabra? ¿Es el sábado un día de delicia para ti? ¡Tienes una red de amigos y amigas que te ayudan a ser mejor persona? Si tu respuesta es sí a todas preguntas, ¡felicitaciones! Pero si es no en algunos varios aspectos, entonces, mi amigo, mi amiga, toma las cosas con más calma. ¡Es hora afiliar la sierra!
Me propongo, Señor, apartar tiempo cada día para renovar mis energías y para la comunión contigo.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

JESÚS NOS LIMPIARÁ

«Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus maldades, el que sana todas tus dolencias» (Salmo 103:2-3).

Jesús se apercibió de que a su alrededor se estaba congregando una gran multitud, subió a la ladera de una colina para que el gentío pudiera verlo y oírlo sin dificultad y empezó a pronunciar un sermón muy largo. Es probable que el leproso se situara al margen de la multitud y que el sermón que escuchaba lo empujara a acercarse a Jesús para pedirle que lo sanara. Había oído decir que aquel Maestro que hablaba con tanta autoridad también era capaz de sanar. Así, a pesar de las críticas de los demás, se acercó lo suficiente a Jesús para pedirle a gritos: «Señor, si quieres, puedes limpiarme» (Mat. 8:2).
Jesús se preocupa por nuestras dolencias. Se compadece de nuestras debilidades (ver Heb. 4:15). Nosotros también podemos acercamos a Jesús, el cual tiene poder sobre todas las enfermedades. Su poder para curar enfermedades es el mismo ahora que cuando anduvo en la tierra; pero siempre tenemos que someternos a su voluntad: «Señor, si quieres, puedes».
No siempre podemos tener la certeza de que lo que pedimos armoniza con la voluntad divina, pero sí podemos estar seguros de que Dios tiene poder para concederlo; porque su poder es ilimitado si lo que pedimos es para su gloria y nos hace bien. Además, podemos confiar en su sabiduría y su misericordia. Por eso podemos decir: «Hágase tu voluntad». Esto nos asegura que, sea cual sea el resultado, estaremos en paz.
Jesús no curaba siempre de inmediato. Pero en este caso, tan pronto se hizo la petición la concedió. Cuando, en oración, pedimos bendiciones terrenales, es probable que la respuesta a nuestra oración se demore o que Dios nos responda de un modo distinto al esperado; pero no sucede así cuando pedimos que nos libre del pecado. Limpiarnos del pecado, convertirnos en sus hijos y prepararnos para vivir una vida de santidad ha sido siempre su voluntad. «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1:9). Esa oración recibirá una respuesta inmediata. Basado en Mateo 8:1-4.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

lunes, 26 de marzo de 2012

TORMENTA DE AMOR

«Ahora que es el tiempo de la cosecha de trigo, no llueve, ¿verdad? Pues yo clamaré al Señor y él mandará truenos y lluvia, para que ustedes reconozcan y comprendan que, tal como lo ve el Señor, ustedes han hecho muy mal en pedir un rey» (1 Samuel 12:17).

¡Dejemos de caminar y corramos! ¡Busquemos refugio! ¿Has oído ese trueno? Es peligroso quedarse afuera. ¿Te gustan las tormentas eléctricas? Mientras me encuentre a salvo, a mí sí. La lluvia, los rayos, el sonido de los truenos... Dios sin duda creó fuerzas poderosas en la naturaleza.
El trueno produce un sonido sorprendente. ¿Sabes cómo ocurre? Cuando cae un rayo, este calienta el aire a su alrededor Y se calienta tan rápido, que explota. Esa explosión es el trueno. Así que, como podrás imaginar, un rayo es muy caliente.
Las palabras pueden ser como los rayos y los truenos, pueden herir y quemar a los demás. A veces explotan en la boca de una persona y, al igual que un rayo, hieren rápidamente los sentimientos de los demás. Cuando esas palabras poderosas e hirientes salen de la boca, resuenan tan fuerte como un trueno para quien las recibe. Esfuérzate para que tus palabras sean como una ligera llovizna. Que refresquen los corazones de los demás y ayuden a que el amor crezca en ellos. Crea tu propia «tormenta de amor».

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

REFUGIO EN LA TORMENTA

Parque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fueran acortados, nadie sería salvo. (Mateo 24:21-22).

Jesús nos hace una advertencia que no debemos pasar por alto. Quizá hemos leído esas citas muchas veces, al punto que han dejado de impactarnos. Creo que si las volvemos a leer con detenimiento, meditando en sus palabras, escucharemos la urgencia con que se nos alerta respecto a los terribles tiempos que se avecinan.
Elena G. de White nos dice: «Sucede muchas veces que los peligros que se esperan no resultan tan grandes como uno se los había imaginado; pero este no es el caso respecto de la crisis que nos espera. La imaginación más fecunda no alcanza a darse cuenta de la magnitud de tan dolorosa prueba» (El conflicto de los siglos, cap. 40, p. 607).
No es fácil pronosticar la aparición y trayectoria de los tornados. Por esta razón se emiten avisos graduales que comienzan con una «vigilancia de tornado». Si un tornado es detectado se convierte en «advertencia de tornado». De igual forma, ya hemos recibido mediante las profecías un aviso de vigilancia respecto a ese tiempo de angustia sin igual que se avecina. La tormenta ha sido detectada y ahora escuchamos la advertencia.
Mi pregunta es: «¿Qué estamos haciendo para prepararnos?». ¿Estamos actuando de tal manera que nuestra fe no sea destruida al enfrentar las adversidades y dificultades? Jesús nos dice: «Pero sabed esto, que si el padre de familia supiera a qué hora el ladrón habría de venir, velaría y no lo dejaría entrar en su casa» (Mal. 24:43). ¿Acaso la tormenta que se aproxima como ladrón en la noche nos encontrará sin preparación y descuidadas?
Pienso en la conocida historia de Jonás, cuando el capitán de la nave se le acercó y le dijo: «¿Qué tienes, dormilón? Levántate y clama a tu Dios. Quizá tenga compasión de nosotros y no perezcamos» (Jon. 1:6). En este tiempo nosotros también debemos clamar a Dios y humillarnos ante él para que nos sostenga.
¿Deseas sobrevivir a esa tormenta y ser salva? Como dice el profeta Ezequiel: «Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel?» (Eze. 18:30-32). Nuestro Padre celestial desea que no perezcamos; desea salvarnos.
El día de tribulación está a las puertas, ¿Estamos acaso durmiendo durante este tiempo de advertencia?

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Jenny Avaylon

«EL SIGUIENTE»

He aprendido a contentarme con lo que tengo. Filipenses 4:11

«Pertenezco al "Club del siguiente". No escogí ser parte de él. El problema es que no pude resistirme». Estas palabras las escribió Mark Buchanan en un interesante artículo publicado en la revista Signs of the Times (Señales de los tiempos, junio de 2001 ,pp. 8,9).
¿En qué consiste ese «club»? En que sus miembros viven pendientes de «el siguiente traje», «el siguiente par de zapatos», «el siguiente modelo de IPad», «el siguiente automóvil». Y claro, también «la siguiente cámara digital», «la siguiente computadora», y pare usted de contar.
Los publicistas conocen muy bien esta realidad; por eso no cesan de bombardearnos para que consumamos más, y más y cada vez más.
¿Cuál es el problema con este «club»? Básicamente, que se basa en el deseo de tener más cosas, aunque no las necesitemos.
Esta realidad la ilustra Patricia Maxwell en su artículo «Los siete secretos de una vida satisfecha» (Signs of the Times [Señales de los tiempos], agosto de 2007, p. 27). Cuenta ella que estaba en una tienda probándose unos zapatos cuando se le acercó una señora.
—¿Me quedan bien estas sandalias? —le preguntó la señora a Patricia. —Sí, le quedan bien.
—Yo no sé por qué estoy probándome estas sandalias —dijo la señora, mientras se reía—. Lo que pasa es que no puedo resistir la tentación de comprar. Ya tengo 69 pares de zapatos en casa, y lo peor es que no los puedo usar en mi trabajo porque cuido enfermos y ahí me exigen usar un calzado especial.
¡69 pares! Es verdad que el ejemplo de esta señora ilustra un caso extremo. Pero ¿podría ser que, sin damos cuenta, los cantos de sirena provenientes de los centros comerciales nos estén induciendo a consumir cada vez más? Quizás una mirada al clóset de ropa nos ayude a responder esta pregunta. ¿Cuántos vestidos tienes? ¿Cuántos trajes? ¿Cuántos pares de zapatos? ¿Tienes lo suficiente? Si es así, entonces ¿por qué sigues comprando más de lo mismo?
No sé si participas de este culto al consumismo. Pero, por si acaso, he aquí una humilde recomendación. Dale gracias a Dios por lo que tienes y púlele que le dé sabiduría para adquirir lo que de ventad necesitas.
Ayúdame, Señor, a estar contento con lo que tengo, y a usar sabiamente los recursos que pones en mis manos.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

JESÚS PUEDE LIMPIARNOS

«Esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho» (1 Juan 5:14-15).

Piense en la peor de las enfermedades que se conocen hoy día: eso es lo que pensaba la gente de los tiempos bíblicos sobre la lepra. De hecho, se consideraba que la lepra era un castigo divino por algún terrible pecado que hubiera cometido la persona.
En realidad, todas las enfermedades son, a la vez, el resultado y símbolo del pecado. Todo empezó en Edén, con Adán y Eva desobedeciendo a Dios. Y desde entonces, el diablo ha acumulado en nosotros enfermedad sobre enfermedad. Pero la lepra era una enfermedad que despertaba un temor especial. Estaba tan asociada al pecado que quien la padecía tenía que separarse completamente de todo lo santo y era considerado impuro.
La gente creía que esta enfermedad procedía de la mano de Dios y, por lo tanto, solo él podía quitarla. La capacidad de curar la lepra era una de las señales del Mesías (ver Mat. 11:5). El rey de Israel preguntó: «¿Soy yo Dios, que da vida y la quita, para que este me envíe a un hombre a que lo sane de su lepra?» (2 Rey. 5:7).
Se consideraba que la lepra era incurable a menos que Dios interviniera. Por esa razón, un leproso nunca acudía a un médico para que lo sanara. ¿Qué podría hacer el médico si la curación era obra de Dios? En su lugar, el sacerdote, el ministro del Señor, tenía la responsabilidad de examinar al presunto leproso y declararlo puro o impuro. Si el sacerdote veía evidencias de enfermedad, la persona era declarada impura. Si no percibía ninguna evidencia, la persona podía volver a su casa.
¿Se imagina qué era levantarse una mañana y descubrir que se padecía la lepra? El leproso tenía que abandonar de inmediato la casa y la familia, tenía que vivir fuera de la ciudad, con los enfermos incurables y, cada vez que pasaba cerca de una persona sana, tenía que gritar: «¡Impuro!».
De hecho, todos sufrimos la lepra del pecado. Somos impuros y tenemos que permanecer apartados de las cosas santas. La ley de Dios, como el sacerdote, nos puede mostrar que somos impuros, pero no nos puede curar. Jesús puede hacer lo que para la ley es imposible (Rom. 8:3). Jesús, nuestro Sumo Sacerdote, quita el pecado, nos limpia y nos declara sanos. Ya no somos impuros. Demos gracias a Dios por Jesús, el Gran Médico. Basado en Mateo 8: 1-4

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

domingo, 25 de marzo de 2012

NO SEAS UNA RATA

«Así que hagan imágenes de los tumores y de las ratas que han devastado el país, y den honra al Dios de Israel. Tal vez suavice su castigo contra ustedes, sus dioses y su tierra» (1 Samuel 6:5, NVI).

¿Imágenes de ratas? Eso suena terrible. ¿Quiénes iban a hacer esas imágenes y por qué? Los filisteos, enemigos de los israelitas, se habían robado el arca del pacto y la habían colocado en el templo de su dios Dagón.
Pero ahora los filisteos estaban regresando el arca porque habían ocurrido cosas terribles. Su dios se había derrumbado y había sido aplastado, la gente se estaba enfermando en masa, y las ratas habían infestado el país. Los filisteos pensaron que su única opción era regresar el arca con ídolos de ratas como un regalo para aplacar al Dios de los israelitas. Qué idea tan tonta, ¿no?
¿Sabes algo? A veces incluso los cristianos adoran ídolos. Podrían ser un automóvil nuevo, o el televisor, o la computadora, o algún deporte. Obviamente no nos inclinamos ante ellos, pero si estos objetos ocupan el tiempo que debería ser dedicado a Dios, se convierten en ídolos. Estos no tienen nada de malo siempre y cuando no olvidemos poner a Dios en primer lugar. Así que olvídate de las ratas, y sé una imagen del amor de Dios.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

CUANDO LLEGA LA TORMENTA

Será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces (Daniel 12:1)

Mi hija y yo descubrimos, al trabajar juntas en un proyecto escolar, que la dinámica de los tornados es algo interesante. Uno de los artículos que encontramos explicaba que los tornados se forman cuando una masa de aire caliente choca con un frente frío. Como resultado se forma una poderosa tormenta, que establece las condiciones propicias para la formación de tornados.
Personalmente nunca he presenciado un tornado, aunque sin duda es un fenómeno que no deseo que me toque experimentar. Se nos dice que al aproximarse un tornado, se escucha un rugido inmenso, mientras que el viento destroza todo lo que encuentra a su paso. Esta es probablemente una de las peores pesadillas que los seres humanos pueden experimentar.
Mientras estudiábamos dicho tema, pensé en otra gran tormenta y en sus efectos destructivos. La misma descenderá sobre los habitantes de la tierra con una gran furia.
En comparación con un tornado, esa tormenta no afectará únicamente a una zona determinada, sino que abarcará el mundo entero.
Amiga, en los problemas y en los desastres que ocurren comprobamos que la tierra gime bajo el peso del pecado. Incluso se aprueban sutilmente leyes que afectarán nuestra libertad de conciencia, utilizando como pretexto la seguridad pública. Todos esos elementos son avisos de la terrible tormenta que se aproxima.
Elena G. de White dice: «En el camino ancho todos están ocupados consigo mismos, con sus vestidos y placeres. Participan abundantemente de alegría y fiestas, y no piensan en el final del camino, en la ruina que aguarda al final de todo. [...] Una forma de piedad no salvará a nadie. Todos deben tener una experiencia profunda y viva. Solamente esto los salvará en el tiempo de angustia que nos espera. [...] Los que desean realizar cualquier sacrificio por la vida eterna, la conseguirán. Y vale la pena sufrir por ella, vale la pena crucificar el yo por ella, y sacrificar los ídolos por ella» (A fin de conocerle, p. 302).
Preparémonos hoy, porque nuestra redención está cerca.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Jenny Avaylon