miércoles, 31 de agosto de 2011

UN SEPULCRO VACÍO

No está aquí, pues ha resucitado, como dijo, Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. (Mateo 28:6).

¿Te gustaría vivir en un cementerio? ¿Te imaginas despertarte cada mañana o irte a dormir cada noche con los nudos propios de un cortejo fúnebre? Parece aterrador, ¿verdad? Sin embargo, hay en nuestros días más de medio millón de personas que viven entre las tumbas y los mausoleos de la Ciudad de los Muertos, nombre con el que se conoce a dos cementerios gemelos localizados en la periferia de la populosa ciudad de El Cairo.
El texto de hoy también nos habla de un sepulcro, pero muy diferente. Un sepulcro que, aunque vacío, infunde presencia y vida. Un sepulcro que, sin ser una protección contra invasiones territoriales, se ha convertido en el símbolo de victoria sobre la muerte y las invasiones satánicas. Ese sepulcro que infunde paz, esperanza y vida es el que nos permite pensar en un futuro glorioso. En medio de un mundo que se autodestruye, ese sepulcro enciende una luz en la oscuridad, y nos proporciona un hogar donde morar.
Las palabras pronunciadas por el ángel a las mujeres aquel día glorioso resuenan todavía hoy en nuestros oídos diciéndonos: «Para ti, mujer moderna, que vienes a encontrarte con el Hijo de Dios, hay una tumba vacía, un sepulcro libre de muerte, enfermedad, dolor y separación. Para ti hay un lugar hermoso, fuera de las aglomeraciones urbanas, lejos de las carencias económicas, lejos de la enfermedad, de la traición, del engaño. Para ti hay un reposo divino en los brazos de ese Jesús que vive y permanece por los siglos. Para ti, que lees esta meditación, así como para mí que la escribo, hay un Cristo que ha dejado la tumba vacía, porque está preparándonos una mansión eterna».
¡Qué mensaje tan maravilloso! Cristo no permaneció en la tumba, sitió que vive y llevará con él a todos lo que anhelen y busquen su presencia. Esa tumba vacía es la razón de ser de nuestra esperanza, la prueba de su resurrección. ¿Eres tú una de esas mujeres que anhela vivir al lado de Jesús?

El sepulcro vacío es una garantía de la tierra nueva.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

LAS VERDADERAS RIQUEZAS (PARTE 2)

He aquí, yo estoy a La puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre La puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Apocalipsis 3:20.

Las siete iglesias del Apocalipsis representan siete períodos que vivirían los hijos de Dios desde que Jesús ascendió al cielo hasta su segunda venida con poder y gran gloria. Este tiempo que estamos viviendo hoy está representado por la iglesia de Laodicea.
Este período de muchas "luces" y gran discernimiento intelectual y científico, exhibe conocimientos tecnológicos sin precedentes. Se estudian e investigan una infinidad de temas. En las próximas décadas se esperan grandes avances en las comunicaciones, la medicina y la ciencia espacial. Con todo ese conocimiento actual, si el hombre de hoy se compara con el de un siglo atrás, sin lugar a dudas se podría considerar "rico".
Tristemente, a pesar de todo ese conocimiento, el mensaje que perdura, que prolonga la vida y que conduce al cielo, está oculto a la vista de multitudes, sencillamente porque el estudio de la Biblia "no está de moda". Aunque el hombre de hoy diga: "yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad", no sabe que en realidad es un "desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo" (Apoc. 3:17).
¿Qué te quiero decir con todo esto? A lo largo de este mes nos dedicamos a hablar sobre el uso del dinero y del tiempo, y no quiero cerrar este tema sin volver a mencionar que la verdadera riqueza humana consiste en vivir para Dios y para el prójimo. La utilización del tiempo y del dinero con un sentido egoísta solo sirve para un entretenimiento sin horizontes más allá de la muerte. Pero el uso de estos recursos, con Dios en el corazón y poniéndolos en sus manos, es una bendición que supera toda riqueza.
Laodicea creía ser rica por la cantidad de bienes que poseía, pero a la vista divina era muy pobre. No te conformes con el pensamiento laodicense. Acepta la invitación de Jesús que te dice: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo". Aceptar esa invitación, es ser realmente rico e invertir correctamente el tiempo.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

¿QUÉ HARÁS?

Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado! Mateo 27:22.

¡Por qué murió Jesús? Él no fue un loco suicida, que había perdido las ganas de vivir; tampoco era un revolucionario social, que pagó el precio osado de sus ideas. No fue un delincuente, condenado por sus delitos. Todo lo que había hecho, mientras vivió en la tierra, fue en favor del ser humano. Entonces, ¿por qué lo crucificaron?
Cuando, aquella tarde, la multitud gritó: "¡Sea crucificado!", no estaba haciendo otra cosa sino cumplir el plan trazado desde antes de la fundación del mundo: Jesús tendría que morir; el justo tendría que entregar su vida por los injustos. Era la única manera de salvar al pecador.
El hombre había caído, y estaba condenado a la muerte. No se trataba solo de la muerte eterna: la vida, en esta tierra, sería, para él, un permanente morir cada día, lentamente, de a poco... Pero, Jesús nos amó tanto que dejó todo en el Reino de los cielos, y vino a sufrir la muerte que nosotros merecíamos.
Pasarán los siglos, y la eternidad no será suficiente para entender la inmensidad del amor de Dios. ¿Por qué tendrías que vivir, entonces, cargando el peso de la culpa o pensando que no tienes el derecho de ser feliz? El precio de tu delito ya fue pagado; tus pecados ya han sido perdonados. Todo lo que falta es que digas qué harás con Jesús, llamado el Cristo.
Pilato preguntó al pueblo lo que él haría con Jesús. ¿Por qué necesitaba preguntar? Nadie te puede decir lo que harás con el Maestro; eres la única persona que puede responder a esta pregunta. ¿Qué harás con su sacrificio? ¿Habrá valido la pena que él muriera por ti?
Es lamentable que, muchas veces, tenemos miedo de asumir la responsabilidad de una respuesta; preferimos que otros decidan. Pero, cuando se trata de la vida espiritual, nadie puede responder por ti. Jesús ocupó tu lugar en la cruz, a fin de que tú no le dieses el lugar de tu responsabilidad a nadie. La respuesta es solo tuya, y de eso depende tu destino eterno.
Hoy es un nuevo día en tu vida. Podrá haber sombras, o tempestad o truenos, pero es un nuevo día; un día para decidir. Decidir es vivir; o morir: depende de lo que harás tú con el sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario.
Sal con este pensamiento, recordando que "Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado!"

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón