sábado, 3 de noviembre de 2012

ÉL PENSÓ EN TODO


«Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!» (Romanos 8:38,39).

Hasta ahora hemos visto este año todas las cosas maravillosas que la naturaleza nos puede mostrar. Bueno, es lógico, ¿cómo podríamos ver las cosas que la naturaleza no nos puede mostrar? ¿Que cuáles son esas cosas? Permíteme explicarte. ¿Puedes pensar en algo que Dios haya creado que no se pueda ver todos los días? Seguramente hay muchas cosas, pero hoy vamos a hablar de los ángeles.
Dios creó a los ángeles para que hicieran cosas especiales. Ellos cuidan de los seres humanos, entregan mensajes importantes de parte de Dios y a veces, incluso ayudan a Dios a disciplinar.  Los ángeles son muy misteriosos.
El versículo de hoy nos dice que ni los ángeles podrán separarnos del amor de Dios. Yo sé que los ángeles de Dios jamás harían eso, porque nos aman demasiado. Ellos nos ayudan cada día a saber más del amor de Dios. Dios es tan maravilloso que nos dio esos protectores especiales. Dios realmente pensó en todo, ¿no es así?  Estoy ansioso porque llegue ese día en que pueda ver a los ángeles del cielo.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

MUJER AGRADECIDA


Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. (1 Tesalonicenses 5:18).

Mientras el pueblo de Israel iba camino hacia la tierra prometida, se quejaba al recordar «las cebollas» de Egipto, y despreciaba el maná que Dios les suministraba diariamente. Los israelitas, en una actitud poco agradecida, habían olvidado cómo Dios los había librado de la esclavitud, del maltrato y de la opresión.
En la Biblia leemos que nos esperan tiempos difíciles.  Asimismo, Pablo describe a la generación de los últimos días diciendo que serán blasfemos, crueles, impíos y amadores de los placeres más que de Dios. En esa lista de adjetivos que caracterizan a las personas que estarán vivas en los últimos días encontramos también a los ingratos.
Querida amiga, esforcémonos por no ser incluidas en ese listado. Cultivemos de manera constante un espíritu de gratitud. Agradezcamos a Dios cada día por:

  • La muerte de Cristo (Rom. 5:8). 
  • La gracia redentora de Dios (Efe. 2:8-9). 
  • El Espíritu Santo, que nos ayuda en nuestra debilidad (Rom. 8:26).
  • El acceso pleno al trono de la gracia (Heb. 4:15-16). 
  • Aquellos que nos enseñan la Palabra (Heb. 13:7). 
  • La familia, así como por nuestros hermanos y amigos. 

Cada una de nosotras debe aprender a decir «gracias», una palabra mágica que nos permitirá impactar a nuestro pequeño mundo.
«Nada tiende más a fomentar la salud del cuerpo y del alma que un espíritu de agradecimiento y alabanza. Resistir a la melancolía, a los pensamientos y sentimientos de descontento, es un deber tan positivo como el de orar. Si somos destinados para el cielo, ¿cómo podemos portarnos como un séquito de plañideras, gimiendo y lamentándonos a lo largo de todo el camino que conduce a la casa de nuestro Padre?» (El ministerio de curación, p. 194).
Una mujer agradecida a Dios es una mujer que lo conoce y que se acepta a sí misma tal como es. Es una mujer que ora, ama, perdona y sirve.
Señor, hoy deseo caminar contigo. Ayúdame a ser una persona agradecida por lo que me das y también por lo que en tu sabiduría no me concedes.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Mencia Brañes Ruíz

NUESTRA TARJETA DE PRESENTACIÓN


Y Dios vio que todo lo que había hecho estaba muy bien. Génesis 1:31

«Excelencia» es una de esas palabras que tienen su época. Todo el mundo habla de ella, pero muy pocos saben exactamente qué significa. ¿Qué es la excelencia? Si buscas la palabra en un diccionario, encontrarás que excelencia hace alusión a aquello que es excelente. Y si buscas excelente, encontrarás que es lo «eminentemente bueno, de primera clase, superior». P. R. Lidstrom nos ayuda a entender su significado cuando afirma que...

EXCELENCIA ES PROCURAR SIEMPRE HACER LAS COSAS DEL MEJOR MODO POSIBLE.
¿Y dónde podemos encontrar un buen ejemplo de excelencia!.  El mejor ejemplo lo encontramos, por supuesto, en nuestro Señor Jesús. Desde el pesebre hasta el Calvario, demostró su «pasión» por un trabajo bien hecho. De su trabajo la gente decía: «Todo lo hace bien». Y hablaba tan bien que los oyentes quedaban «admirados de las cosas tan bellas que decía» (Luc. 4:22).  Aun sus enemigos llegaron a exclamar: «¡Nunca ha hablado nadie como habla él!» (Juan 7:46). Sin lugar a dudas, la excelencia era para Jesucristo su tarjeta de presentación.
Ahora viene la pregunta importante: ¿Es la búsqueda de la excelencia una actitud permanente en ti? ¿Lo es para mí? ¿Es nuestra «tarjeta de presentación»? El caso es que si nos llamamos «cristianos», entonces se espera que representemos bien a Cristo. Y si algo dejan bien en claro las Escrituras, es que nuestro Señor nada tiene que ver con lo mediocre, lo chabacano, lo chapucero. Él todo lo hace bien. Se cuenta que Alejandro Magno, el gran conquistador, supo que entre los soldados de su ejército se hallaba uno cobardón, también llamado Alejandro. Un día lo mandó a llamar y, en términos contundentes, le dijo: «O demuestras que eres valiente, o te cambias de nombre».
El mensaje está claro: o aprendemos a hacer las cosas bien siempre, como las hace Jesucristo, o mejor nos cambiamos de nombre.

Señor, hoy me propongo hacer lo mejor para ti.  Prospera la obra de mis manos y glorifica de este modo tu nombre.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

¿QUÉ CLASE DE VINO?


«El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora; ninguno que por su causa yerre es sabio» (Proverbios 20:1).

Jesús y sus discípulos habían acudido a una fiesta de bodas; su madre lo había informado de que se había acabado el vino. Esto le dio la oportunidad de iniciar su ministerio con un milagro agradable y festivo: proporcionaría la bebida.
Se han planteado muchas preguntas respecto a qué clase de vino hizo Jesús en tal circunstancia. La Biblia lo llama vino, y estoy seguro de que era de muy buena calidad porque todo lo que hacía Jesús tenía que ser lo mejor. Esto es, precisamente, lo que Elena G. de White escribe en El Deseado de todas las gentes: «El vino que Jesús proveyó para la fiesta, y que dio a los discípulos como símbolo de su propia sangre, fue el jugo puro de uva. [...] Fue Cristo quien dio en el Antiguo Testamento la advertencia a Israel: "El vino es escarnecedor, la cerveza alborotadora; y cualquiera que por ello errare, no será sabio" (Prov. 20:1). Y él mismo no proveyó bebida tal. [...] El vino sin fermentar que él proveyó a los huéspedes de la boda era una bebida sana y refrigerante. Su efecto consistía en poner al gusto en armonía con el apetito sano» (Cap 15. p. 128)
Cuando vivíamos en el sur de Asia y necesitábamos mosto para el rito de comunión fuera de la época de la vendimia, poníamos pasas a remojo y luego las prensábamos hasta sacarles el jugo. Otra posibilidad era hervir el mosto y reducirlo hasta conseguir un concentrado espeso que se conservaba durante algún tiempo. Quizás una bebida similar era la que se servía en las grandes celebraciones. La bebida que Jesús proveyó era deliciosa y, para regocijo del maestro de ceremonias, probablemente sabía a uva recién prensada.
¿Cuánto vino hizo Jesús? No lo sabemos a ciencia cierta, pero se estima que, en aquel tiempo, las tinajas de agua contenían del orden de 75 a 115 litros cada una. Teniendo en cuenta que había seis, es posible que la cantidad ascendiera a unos setecientos litros. ¿Por qué tanto vino? Porque no era una boda como las que nosotros conocemos. En Oriente, todos los habitantes del pueblo acuden a las celebraciones de boda que, en ocasiones, pueden durar una semana o más. Es preciso alimentar a cientos de personas y no se le cierra el paso a nadie. En consecuencia, se necesita una gran cantidad de comida y bebida.
Jesús suplió las necesidades de la boda y también suplirá las nuestras. Basado en Juan 2:1-11

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill