lunes, 11 de abril de 2011

CARA A CARA

Lo veré por mismo; mis ojos lo verán, no los de otro (Job 19:27).

La historia de Fanny Crosby surge ante nosotros como un sólido pedestal de fe, confianza y alabanza para aquel que un día no muy lejano restauraría su vida dando luz a sus ojos: «Y cara a cara lo veré, / y viviré con el allí /y para siempre cantare: / "Salvado por su gracia fui.
Para muchos resulta extraño que, estando sumida en la oscuridad, esta mujer no buscara culpar o acusar a Dios de su desgracia. Por lo general, siempre que el ser humano se ve afectado por alguna anomalía física, trata de desahogarse buscando un culpable, alguien a quien acusar por su condición desfavorable y, generalmente, ese alguien es Dios, quien recoge los lamentos y las quejas.
Pero esta mujer es digna de imitar porque supo, desde bien pequeña, transmitir a los que la rodeaban y que muchas veces se compadecían de ella, un espíritu de agradecimiento, seguridad y fe en el Dios que le había dado la oportunidad de vivir. Fanny Crosby era tan valiosa, tan hermosa y tan especial, que Jesús no escatimo venir a esta tierra a vivir y a permitir que cerraran sus ojos con la muerte para que los de ella, un día, pudieran ver su rostro. Ese era el ferviente anhelo de aquella mujer que lomo su lápiz para escribir, no un libro de quejas, sino versos inspiradores que han trascendido la historia llegando hasta nuestros días con la misma le con que fueron escritos. Entre ellos, destaca el himno número 269 del Himnario Adventista: «Tuyo soy, Jesús, pues oí tu voz / que en amor llamóme a mí; / más anhelo en alas de fe subir, / y más cerca estar de ti / Aun más cerca, cerca, de tu cruz, / llévame, oh Salvador; / aún más cerca, cerca de la luz / viva yo, ¡oh buen Pastor!».
¿Estas afectada por alguna limitación física? ¿Crees que Dios es injusto porque permitió que nacieras así, o porque no obra un milagro para sanarte? Remonta tus ojos como Fanny y contempla a Jesús, quien un día, voluntariamente, dejo de ver, oír y hablar para asegurarte una vida completa y abundante. No te lamentes. Recuerda: Dios te ama.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

HABLA CON EL

Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mateo 18:15.

Una alumna llego muy enojada a mi oficina, y después de cerrar la puerta tras ella, hacerla tomar asiento y procurar calmarla, le pregunte: "¿Que te está pasando?" Suspiró por unos segundos y luego me pregunto: “¿Capellán, por qué son tan chismosos en este colegio?” Comentarios hirientes sobre su persona, muchos de ellos sin fundamentos y basados en mentiras, hablan ocasionado dolor y tristeza en el corazón de esta joven que se veía ultrajada por personas en quienes alguna vez había confiado.
El chisme es lo que alguien dice de otro a sus espaldas, en la mayoría de los casos con una connotación negativa, con el resultado de causar daño a la reputación de la persona. ¿Por qué se produce tanto dolor con el chisme? Porque la persona que fue objeto se entera lo que se dijo de ella y no lo que le dijeron a ella.
Moisés, inspirado por Dios cuando dio las leyes morales y nacionales, dijo a los israelitas: "No andarás chismeando entre tu pueblo" (Lev. 19:16); también Salomón como poeta y rey exhorto: "El que anda en chismes descubre el secreto; no te entremetas, pues, con el suelto de lengua" (Prov. 20:19). Pedro, como apóstol y pastor de la iglesia cristiana naciente, aconsejo: "Porque: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal" (1 Ped. 3:10).
Quizá te preguntes por qué este pecado tan doloroso se encuentra en todos los círculos sociales y es tan atractivo. El mismo Salomón te responde: "Las palabras del chismoso son como bocados suaves, y penetran hasta las entrañas" (Prov. 18:8); pero el hecho que sea atrayente no significa que pierde su malignidad, ya que Jesús ubico a este pecado junto con otros de horrenda magnitud al decir: "Porque de adentro, es decir, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los asesinatos, los adulterios, la codicia, las maldades, el engaño, los vicios, la envidia, los chismes" (Mar. 7:21, 22, Dios había hoy; la cursiva ha sido añadida).
¿Que debes hacer para erradicar esta maldad del corazón? En primer lugar, frena rápidamente a aquel que llega a contarte el error de un tercero. No lo dejes continuar, detenlo de inmediato. En segundo lugar, aplica el consejo bíblico que nos dice: "Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano". ¡Cuánto daño se podría evitar si cada persona chismosa aplicara este principio! ¡Cuántos estarían en nuestra iglesia y jamás la habrían dejado si el consejo de Jesús se hubiera llevado a la practicar! En tercer lugar, desde hoy y para siempre, deja que Cristo tome tu voluntad y con su sangre preciosa te permita vivir una vida santificada.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

ANDAR

Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios. Colosenses 1:10.

Camino por las calles del recuerdo. Recuerdos imprecisos, que se esconden en el tiempo. Escucho ruidos extraños. Gritos de agonía que sobreviven. Llantos de vida, que languidecen...
La ciudad de mis recuerdos parece indiferente, ciega; como si no quisiese ver nada ni percibir mi búsqueda insistente. Recuerdo mis derrotas, mis frustradas intenciones de agradar a Dios... Y los altos edificios parecen sonreírme, compasivos. Mis intenciones son efímeras como el día; pasajeras como la nube. Nada logro.
En las calles congestionadas de mi juventud, soy apenas eso: una sombra imprecisa y tambaleante, deformada, a veces, por las luces de los autos. Hasta el momento de mi encuentro con Jesús; entonces cobro forma; descubro el rumbo de mi existencia. Y mi camino se ilumina. Ya no tambaleo ni camino en zigzag. Mis pasos son firmes y mis pies, seguros. Finalmente, he aprendido a andar. El versículo de hoy habla de la vida cristiana como de un proceso de crecimiento. Vivir es andar; andar es crecer. Crecer, avanzar.
El error de mi juventud fue andar solo. Me perdía en la arena movediza de mis fracasos. Intenciones frustradas golpeaban mis noches. No había estrellas en mi cielo hasta entender que, sin Jesús, no hay cristianismo. Él es la esencia de la vida; la propia vida, la vida abundante.
Jamás podré expresar mis GRACIAS con palabras. La eternidad no bastara para alabar al que un día me encontró caído, me extendió la mano y me levanto.
¡No luches en soledad! No pierdas el tiempo creyendo que vivir el cristianismo es una misión imposible. No lo es.
Intentarlo solo si, es vivir y fracasar; buscar y no encontrar; reír y no ser feliz. Hasta descubrir que, con Jesús, la vida es andar y avanzar. Paso a paso. Crecer y vislumbrar un futuro radiante, iluminado de vida eterna.
Por eso, hoy, no salgas de casa sin la certidumbre de que el Señor del cristianismo te toma de la mano y camina contigo. Necesitas hacerlo, "para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón