martes, 16 de marzo de 2010

EL SALVOCONDUCTO A LA LIBERTAD

Alégrate, joven, en tu juventud; deja que tu corazón disfrute de la adolescencia. Sigue los impulsos de tu corazón y responde al estímulo de tus ojos, pero toma en cuenta que Dios te juzgará por todo esto. Eclesiastés 11:9.

¿Sabes lo que es un «salvo conducto»? Según el Diccionario de la Real Academia Española, en su primera acepción es: «Documento expedido por una autoridad para que quien lo lleva pueda transitar sin riesgo por donde aquella es reconocida». Y «salvoconducto» tiene una segunda acepción: «Libertad para hacer algo sin temor de castigo». Si ponemos todas estas palabras en una batidora y las mezclamos de forma homogénea, el resultado será una vida sin riesgo, una vida en el marco de la verdadera libertad, libre del temor.
El versículo de esta mañana es evocado por un joven estudiante que el día de hoy cumple gozosamente sus dos primeras décadas de vida. Leví Daniel Santiago Hernández participó en el concurso bíblico sobre los Libros Proféticos a nivel de toda la División Interamericana. Él destaca que este texto lo habilita para actuar en su juventud, cuando dice: «Tenemos las energías y fuerzas necesarias para servir a Dios y a la humanidad». Otra joven estudiante, Celia Villegas Cruz, dice que agradece a Dios porque en circunstancias de peligro espiritual ha evocado las palabras de nuestro texto de hoy, y las que siguen: «Quita, pues, de tu corazón el enojo y aparta de tu carne el mal, porque la adolescencia y la juventud son vanidad» (Eclesiastés 11: 10, RV95).
¿No es maravilloso que sean precisamente dos jóvenes, quienes recuerden la importancia de actuar con la genuina libertad que nos proporciona caminar a la luz de la presencia de Dios? La adolescencia es sinónimo de inquietudes. Es un período de nuestra vida en el cual se busca la propia identidad. También es el momento más apropiado para tomar tu decisión por Cristo. Si te identificas con él, podrás transitar por estos años tan decisivos y establecerás el fundamento sólido para el resto de tu vida.

«Recuerden los jóvenes que aquí han de formar caracteres para la eternidad, y que Dios requiere de ellos que hagan lo mejor que puedan». MJ 17.

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

ARREPENTIMIENTO

Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: «Esta vez reconozco mi pecado. El Señor ha actuado con justicia, mientras que yo y mi pueblo hemos actuado mal. No voy a detenerlos más tiempo; voy a dejarlos ir. Pero rueguen por mí al Señor» (Éxodo 9:27, 28).

La contrición conduce al arrepentimiento. Este dolor y tristeza por haber pecado se hayan tan íntimamente unidos al arrepentimiento, que muchas veces se los considera como parte de él. Pero la palabra arrepentimiento en sí, tanto en su origen hebreo como griego, denota un cambio de rumbo, de actitud, de pensamiento. En la mentalidad hebrea, es cambiar de dirección, en la griega es cambiar de mentalidad. Ambas cosas están relacionadas, pero primero cambiamos de pensamiento, y luego decidimos ir por otro rumbo. Lo importante es que cambiar de opinión afecta las decisiones de la vida.

La tristeza y el dolor por el pecado se relacionan estrechamente con el arrepentimiento; y así como hay dos clases de tristeza, hay dos clases de arrepentimiento: el genuino y el falso. La tristeza inducida por el Espíritu de Dios lleva al arrepentimiento genuino, mientras que la inducida por Satanás conduce al falso arrepentimiento. Ambos se parecen tanto, que solo Dios que conoce el corazón y los pensamientos puede saber cuál es cuál. En otras ocasiones, resulta evidente cuál es el genuino y cuál el falso, siguiendo el principio mencionado por el Señor de que por sus frutos los conoceréis.
Tal es el caso de faraón en conexión con el éxodo israelita. En el relato bíblico, varias veces se presenta al faraón como una persona arrepentida. Hasta le pidió a Moisés que orara por él y reconoció su pecado de obstinación. Pero después de pensarlo mejor, cambiaba de opinión. Demostraba con ello que su arrepentimiento no era sincero. Sí, parecía que era una persona arrepentida, pero sus acciones posteriores revelaban lo contrario, porque el genuino arrepentimiento implica no solo cambio de parecer, sino también de conducta. Lo mismo sucedió con Balaam y con Judas. Parecían arrepentidos, pero no lo estaban. Satanás es el maestro de la falsificación. Lleva a las perso¬nas a creer que están arrepentidos, pero es un arrepentimiento falso de principio a fin.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C