domingo, 2 de septiembre de 2012

COMIDA PARA CALAMAR


«Ten otra vez compasión de nosotros y sepulta nuestras maldades. Arroja nuestros pecados a las profundidades del mar» (Miqueas 7:19).

Uno de mis sueños es quitarme las botas de explorador y poder entrar en un submarino. Pero yo no quiero dar un paseo en cualquier submarino. Yo quiero montarme en uno de esos submarinos científicos con forma de burbuja que pueden bajar muchísimos metros hacia las profundidades del mar y buscar un calamar gigante. Has oído bien, he dicho un calamar gigante. Esta es una criatura inmensa con ocho brazos muy largos y dos tentáculos que usa para atrapar su alimento y comérselo. A mí no me gustaría parame en frente de uno de ellos, sino solo verlo de lejos.
Pero espera, ¿qué son todas esas cosas que hay tiradas en el fondo del océano? Son «pecados». Los hay de todos los tamaños y de todas las clases. ¿Cómo han llegado hasta ahí? Lee el versículo de hoy. Dios los arrojó ahí. Lo que el versículo quiere decir es que Dios nos ha perdonado y ha «arrojado» nuestros pecados donde nadie pueda encontrarlos. Significa que, cuando pedimos perdón por algo, ya no tenemos que volver a preocuparnos por ello. Es como si un calamar gigante se los hubiera comido y quedaran en el olvido para siempre. Me pregunto cuál será la comida favorita del calamar gigante, en verdad me lo pregunto.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

PROMESAS PARA LOS QUE VIVEN EN ESCASEZ



Entonces tus graneros estarán colmados con abundancia y tus lagares rebosarán de mosto (Proverbios 3:10).

Quizá en algún momento hayas tenido que vivir en medio de estrecheces. Creo que todas conocemos lo que significa la escasez, ya sea material o espiritual. Muchas personas están acostumbradas a vivir con recursos limitados. Viven con el corazón y las manos vacías; sin embargo, el Señor anhela que tengamos abundancia.
Cuando el Padre nos dio a su Hijo, nos entregó con él todas las demás cosas, todo aquello que podamos necesitar, y en abundancia. Por eso Jesús afirma: «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Juan 10:10). Esa vida abundante tiene que ver con todos los aspectos del diario vivir. Jesús no solamente desea con cedernos riqueza espiritual, sino también material.
Si queremos ser prosperados hemos de permitir que el Señor ponga en nosotros una actitud diligente, pues como leemos en la Biblia: «Los planes del diligente ciertamente tienden a la abundancia» (Prov. 21:5). Para alcanzar la prosperidad hemos de volvernos a Dios y buscarlo, como hizo el rey Usías, quien fue prosperado (ver 2 Crón. 26:5). David, cuando dio instrucciones a su hijo Salomón para que edificara el templo, le dijo: «Ahora pues, hijo mío, Jehová esté contigo, y seas prosperado, para que edifiques; la Casa a Jehová tu Dios, como él ha dicho de ti. Que Jehová te dé entendimiento y prudencia, para que cuando gobiernes a Israel guardes la ley de Jehová, tu Dios.  Entonces serás prosperado, si cuidas de poner por obra los estatutos y decretos que Jehová mandó a Moisés para Israel.  Esfuérzate, pues, y cobra ánimo; no temas, ni desmayes»  (1 Crón. 22:11-13). Guardar la ley de Dios es el secreto de la prosperidad.
Al obedecer a Dios podremos apropiarnos de las bendiciones que el Señor tiene preparadas para toda hija suya que desee ser prosperada y no vivir en la escasez. «Pero todo lo he recibido y tengo en abundancia. Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús» (Fil. 4:18-19).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Lidia de Pastor

¿LENTES OSCUROS O TRANSPARENTES?


Los hombres sabios, los que guiaron a muchos por el camino recto, brillarán como la bóveda celeste; ¡brillarán por siempre, como las estrellas! Daniel 12:3.

Kris Gray cuenta la historia de un hombre que quería mudarse a un nuevo pueblo. Un día fue a visitarlo con la idea de saber cómo era la gente de ese lugar.  Llegó a una estación de gasolina y le preguntó a un anciano que estaba sentado al lado de su nieta.
—Amigo, quiero mudarme a este pueblo y quisiera saber cómo es la gente por aquí.
—¿Cómo es la gente en el lugar del cual usted viene? —preguntó a su vez el abuelo.
—Hay mucha gente criticona y abunda el chisme.
—Pues le diré que así también es la gente por estos lados.
Desencantado, el visitante se marchó. Pero al poco rato apareció otro con una pregunta similar.
—Amigo, ¿cómo es la gente por estos lados?
—¿"Cómo es en el lugar del cual usted viene? —preguntó el abuelo.
—Es gente muy amigable. Las familias se conocen y se ayudan unas a otras.
—Pues, así es la gente por aquí.
Apenas el hombre se alejó, la nietecita le preguntó al abuelo por qué había dado dos respuestas diferentes.
—Muy sencillo, preciosa. Porque el vecindario será bueno o malo según el color de los anteojos que uses para mirarlo. Si son oscuros, todo lo verás negativo. Si son claros, todo lo verás radiante (en Alice Gray, Stories for the Heart, [Relatos para el corazón], pp. 74, 75).
Lo que el abuelo quiso decir es que no vemos las cosas como son; las vemos corno somos: ¿Está el día medio nublado o medio asoleado? Este obstáculo, ¿representa un problema o una oportunidad ? Puedes ver una dificultad en cada oportunidad, o una oportunidad en cada dificultad. Puedes ver defectos, o puedes ver virtudes. Ya lo dijo muy bien el poeta Langbridge: «Dos presos miran a través de los barrotes de su celda: uno ve lodo, el otro ve estrellas».
¿Qué anteojos te pondrás hoy para enfrentar el día: los oscuros o los transparentes? ¿Qué actitud asumirás ante los desafíos? Te animo a vivir hoy con la convicción de que Dios tiene un plan para tu vida, y a creer que cualquier cosa que te suceda, mientras estés en sus caminos, será lo mejor para ti.
«Ayúdame, Señor; a ver hoy el lado brillante de la vida y de la gente. Y ayúdame a brillar para ti.»

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

«MIRAD CUÁL AMOR»


«Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, nos ha dado el Padre, para que seamos llamados, hijos de Dios. (1 Juan 3:1).

Estoy seguro de que ha habido ocasiones en que un hijo, o una hija, descarriado ha regresado a casa y sus padres no han dicho nada. Eso sí, estaban molestos porque su hijo les había causado tanto dolor y, cuando empezaron a hablar, le recordaron todos los errores que había cometido en la vida.
Sin embargo, cuando los pecadores acuden a Dios, él los recibe amoroso y, alegre, les da la bienvenida. Esta no es una bonita historia que Jesús contó para entretener a la gente. Quería que aquellos que acuden a Dios en busca de perdón tuvieran la certeza de que es misericordioso a causa del gran sacrificio de Cristo.
Cuando Dios dice que nos ama, siempre es así. En él no hay doblez. Quienes se arrepientan y acudan a él descubrirán lo mucho que los ama. Estimado lector, usted es incapaz de medir el amor que él tiene por usted. Lo amó desde antes de la fundación del mundo y lo amará cuando el tiempo ya no sea. No siempre somos conscientes de su inmenso amor.  Entonces el Espíritu Santo nos conmueve nos ha dado el Padre.  Cuando eso sucede, sentimos que el corazón nos estalla, Es como si un torrente de amor irrumpiera en el corazón, llevándose por delante todo cuanto encuentra a su paso. Así recibe Dios a los que piden ser salvados. «Con amor eterno te he amado; por eso, te prolongué mi misericordia» (Jer.31:3).
Cuando su padre lo recibió, el desdichado pródigo supo como nunca antes que su padre lo amaba. No le quedó ninguna duda al respecto. En el momento en que un pecador cree en Jesús recibe un torrente de amor. ¿Se ha fijado en el rostro de los que acaban de ser bautizados? Dios no siempre reserva el buen vino para el final.
He aquí una promesa: «Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar» (Isa. 55:7). Basado en Lucas 15: 11-32

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

LA PACIENCIA, ELEMENTO PARA LA PAZ


Pero el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad (Gálatas 5:22).

La paciencia frena en seco cualquier controversia.
Más que morderte los labios, más que taparte la boca con la mano, la paciencia es un suspiro profundo. Despeja el ambiente. No deja que la insensatez agite amenazante su cola de escorpión. Es la decisión de controlar tus sentimientos en lugar de permitir que estos te controlen, y recurre al tacto en vez de devolver mal por mal. Si tu cónyuge, amigo, compañero de trabajo o jefe te ofende, ¿tomas represalias con rapidez o permaneces bajo control? ¿Acaso el enojo es tu estado emocional por defecto cuando te tratan en forma injusta?
Si es así, estás esparciendo veneno en lugar de medicina.
En general, el enojo se produce cuando un fuerte deseo de algo se mezcla con la  desilusión o el dolor.   Cuando no  obtienes lo que  quieres, comienza a subir la temperatura en tu interior.
A menudo, es una reacción emocional que surge de nuestro propio egoísmo, de nuestra insensatez o de nuestras malas motivaciones. En cambio, la paciencia nos hace sabios. No se apresura a sacar conclusiones sin tener toda la información requerida, sino que escucha qué dice la otra persona.
La paciencia permanece a la puerta, allí donde el enojo hace todo lo posible por entrar, y espera a tener una visión completa de la situación antes de juzgar. La Biblia dice: "El lento para la ira tiene gran prudencia pero, el que es irascible ensalza la necedad" (Proverbios 14:29). Así como la falta de paciencia transformará tu hogar, tu oficina, tu sociedad en una zona de combate, la paciencia fomentará un ambiente de paz y tranquilidad. "La persona irascible suscita riñas, pero la que es lenta para la ira apacigua contiendas" (Proverbios 15:18). La paciencia es el punto en que el amor se une a la sabiduría. Y todo matrimonio necesita esa combinación para permanecer saludable.
Resolución: Hazte el propósito de desarrollar más tu paciencia para tu propia salud emocional.

PÍDELE A DIOS QUE TE DÉ O AUMENTE TU PACIENCIA PARA UNA MEJOR CONVIVENCIA CON LOS QUE TE RODEAN EN ESTE MOMENTO.


Tomado de 50 días de Oración
Por Pr. Juan Caicedo Solís
Secretario Ministerial, Dir. Hogar y Familia
Unión Colombiana del Sur.