lunes, 1 de febrero de 2010

LOS DÍAS DE LA REGLA DE ORO

Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas (S. Mateo 7:12).

Días de escuela, días de escuela, días de la antigua Regla de Oro". Así dice la traducción de una corta melodía que Will Cobb y Gus Edwards compusieron en el año 1907. Hay una magia mística en el cambio de estaciones y en los nuevos comienzos. La caja de lápices de 64 colores, con puntas nuevas y filosas, tiene que ser la compra más añorada de los niños que vuelven a la escuela en todas partes del mundo. Sin embargo, hay muchas variaciones ante esta simple elección: lavables, con brillo, perfumados, colores pasteles, tamaño gigante para dedos pequeños, y más.
Rara vez se ve algo simple en estos días. Pero, la verdad simple en 1907 era -y lo sigue siendo hasta el día de hoy- la Regla de Oro. Por ejemplo, "Dios es amor" y cómo alcanzarlo, comprenderlo y vivirlo se ha dicho en un millón de palabras, canciones y voces. Pero, son los niños quienes se parecen más a Dios: frescos, inocentes, que muestran amor simple, puro e incondicional. Por otro lado, ellos pueden desaprender del amor de Dios al observarte a ti y a mí en nuestro orgullo y mundo apresurados.
En la quietud de la mañana, cuando suena la alarma del reloj, disfruta de la magia de una nueva estación. Vuélvete como una niña. Que tu oración sea, simplemente: Querido Señor, ayúdame hoy a vera través de los ojos de una niña. Juega a los barquitos con el cereal en la leche. Disfruta saltando con tu nuevo par de zapatillas. Háblale al gato como si no tuvieras nada más que hacer en el día. Da gracias a Dios por las pequeñas bendiciones, tales como tener todos los dientes sanos (o algún reemplazo apropiado). Pierde tiempo en el baño haciendo dibujos y burbujas con la pasta dental. ¡Ríete mucho! Canta una canción de camino al trabajo. Sírvete el almuerzo que comería una niña: un sandwich de manteca y mermelada, una manzana y confites de chocolate (deja que se derritan en tus manos). Lávate las manos y salpícate agua sobre ti misma, sobre el espejo y sobre tu corazón.
Preparadas... listas... ¡ ya! ¡Volvamos a la escuela! La lección para hoy es la Regla de Oro. Así de simple, y nosotras la hacemos tan desafiante y complicada.

Judy GoodSilver
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

UN CÁNTICO LIBERADOR

El Señor es mí fuerza y mi cántico; él es mi salvación. Él es mi Dios, y lo alabaré; es el Dios de mi padre, y lo enalteceré. Éxodo 15:2.

Moises había llegado solo. Con ideales de libertad y emancipación, pero... ¡solo! «¡Mejor que no hubiera venido!», muchos exclamaron, cuando, por la agitación provocada por Moisés, les impusieron «tareas más pesadas» (Éxodo 5:9). Ahora, en la otra orilla del Mar Rojo, todos estaban seguros de que Moisés no habla venido solo. Dios había cumplido su promesa. Todo había ocurrido muy rápido. Las escenas comenzaron a correr vertiginosamente por las mentes de todos mientras miraban la más reciente intervención de Dios: El ejército del faraón se había ahogado en las aguas del Mar Rojo.
Las plagas para Egipto y la protección divina para sus hijos. La salida apresurada cargados de todo cuanto pidieron a los egipcios. La columna que providencialmente había aparecido para darles iluminación en la noche, en forma de fuego, y sombra en el día, en forma de nube. De pronto se vieron en un espantoso callejón sin salida frente al mar y perseguidos por el ejército más poderoso de la época. La situación les hizo dudar de la sabiduría de Moisés y de Dios mismo al haber tratado de liberarlos. Acorralados, sin escapatoria aparente, hablan dicho: «¡Mejor nos hubiera sido servir a los egipcios que morir en el desierto!» (Éxodo 14: 12).
Vieron el portentoso milagro de las aguas del Mar Rojo que se abrieron para que el pueblo de Dios lo atravesara. Sí, ¡todo lo había hecho Dios! Moisés no había venido solo. El gran «Yo Soy» lo había enviado, no había ninguna duda. Por eso el cántico del capítulo 15 de Éxodo habla no solamente de la gran hazaña realizada, sino de la confianza en el futuro. En el canto se expresa la seguridad de la conquista. «Las naciones temblarán al escucharlo [...]. Los cananeos perderán el ánimo» (vers. 14, 15).
Y no solamente para la conquista de Canaán, sino que, en una frase profética, el canto asegura: «¡El Señor reina por siempre y para siempre!» (vers. 18). Es el canto de una experiencia de liberación, similar al que entonarán los redimidos en el mar de vidrio, el cual no te puedes perder.

«No hemos de confiar en nuestra fe, sino en las promesas de Dios». MJ 109


Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

TENER FE EN JESÚS

¡En esto consiste la perseverancia de los santos, los cuales obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles a Jesús! (Apocalipsis 14: 12).

Como adventistas que esperamos la segunda venida de Cristo, estamos convencidos de que tenemos un papel importante que jugar en el desarrollo de los eventos finales. Uno de esos papeles consiste en proclamar el mensaje del tercer ángel. Decimos comúnmente que este mensaje es una proclamación de la ley de Dios, y particularmente de la vigencia del cuarto mandamiento. Este mensaje se dará en el marco de un conflicto abierto contra Babilonia. Todo esto es verdad.
Lo que se nos ha pasado por alto, por alguna razón, es que la proclamación del mensaje del tercer ángel, que incluye la observancia de los mandamientos de Dios, también incluye la fe en Jesús. Este desliz me parece que ha sido motivado por la traducción literal de la versión Reina-Valera, que dice: «y la fe de Jesús» (Apoc. 14: 12). En realidad, esta expresión debiera entenderse como «los que tienen fe en Jesús». La Nueva Versión Internacional dice: «y se mantienen fieles a Jesús». Es decir, no es que debemos tener la fe que Jesús tenía, sino tener fe en Jesús. Si no la tenemos en medio de esta crisis final, no participaremos del mensaje del tercer ángel. Observen: «El tiempo de prueba está precisamente delante de nosotros, pues el fuerte pregón del tercer ángel ya ha comenzado en la revelación de la justicia de Cristo, el Redentor que perdona los pecados» (Mensajes selectos, t. 1, p. 425).
La justicia de Dios se revela en el mensaje del tercer ángel. Este tiene un antecedente en el mensaje de la justificación por la fe. Es interesante que Elena G. de White pensara que el reavivamiento que surgió en nuestra iglesia en conexión con la predicación del mensaje de la justificación por la fe después de 1888, era un preludio del pregón del mensaje del tercer ángel. Esto implica que no se puede participar de este mensaje a menos que se experimente la justicia de Cristo, que es la esencia del evangelio. Llama la atención el hecho de que el mensaje del primer ángel, que obviamente antecede al tercero, es una proclamación del «evangelio eterno» (Apoc. 14: 6). Se deduce que los que participen en el mensaje del tercer ángel serán predicadores del evangelio.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C