lunes, 14 de noviembre de 2011

¡RENOVADOS! 2ª PARTE

Renueva un espíritu recto dentro de mí (Salmos 51:10).

El salmista comprendía muy bien lo que significaba una renovación del espíritu. Sus pecados habían sido muchos. Había tratado de acallar, de ocultar y silenciar su falla, pero comprendió que, mientras más callaba, más se consumían sus huesos y mayor era su llanto (ver Sal. 32: 3). El pecado te aleja de la única fuente de perdón y restauración. Si, cuando pecamos, en lugar de alejarnos, escondernos o justificamos, acudiéramos inmediatamente a Jesús, nuestro espíritu hallaría descanso.
En tiempos del Antiguo Testamento, las personas que cometían algún delito no intencionado buscaban amparo en las ciudades de refugio. Allí su espíritu se sentía a salvo, mientras los jueces aclaraban el asunto y dictaban sentencia. No es que fueran a ser librados de las consecuencias de sus errores, sino que en lugar de continuar errando, se colocaban en las manos divinas para que su misericordia les concediera paz. Si el rey David, después de haber tomado para sí a la mujer de Lirias, se hubiese acercado a Dios con humildad, no se habría convertido en un homicida. Ir al Maestro cuando fallas es activar el freno que te impide continuar cuesta abajo.
¿Por qué nos resulta tan difícil acudir a Jesús cuando pecamos? Porque nos da miedo enfrentar a Dios, como les sucedió a nuestros primeros padres. Cuando escucharon la voz del Señor en el huerto, se escondieron. Luego, al darse cuenta de que estaban desnudos, se hicieron ropas con sus propias manos. Y después, cuando se presentaron ante Dios, trataron de justificar su pecado acusándose mutuamente.
Nuestro proceder no dista mucho del suyo. Cuando transgredimos la ley de Dios, nos escondemos, dejamos de asistir a la iglesia y comenzamos a cambiar nuestras vestiduras. Ya no queremos parecer cristianas, sino pasar desapercibidas entre la multitud; cuando el Espíritu Santo nos enfrenta, tratamos de justificar nuestros actos acusando a la hermana que no nos trató como esperábamos o al pastor que no nos visitó.
Cuando resbales y caigas en el pozo del pecado, no desprecies la única soga que puede salvarle. Deja que Cristo haga el milagro de la renovación en tu vida y tu espíritu hallará un refugio de paz.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

¿SAPO DE OTRO POZO O CÓMODOS?

Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor. Hechos 11:21.

Soledad y Micaela llegaron a mi oficina y me dijeron: "Capellán, queremos bautizarnos; ¿qué tenemos que hacer?" Las atendí con sorpresa porque nunca me habían manifestado tan abiertamente ese deseo, y aunque apenas nos conocíamos, entablamos un lindo diálogo. Al finalizar la conversación, fijamos un día y un horario semanal para estudiar la Biblia por temas y les aconsejé: "Comiencen a asistir a la iglesia e intégrense en sus actividades".
A la semana siguiente cuando nos encontramos para estudiar las Escrituras, les pregunté si habían asistido a la iglesia y me respondieron: "Sí capellán, fuimos, pero no fue muy agradable. Chicos que nos conocían del colegio ni nos miraron, así que nos sentimos como sapos de otro pozo. ¿Siempre va a ser así?" Con un poco de dolor en mi corazón, intenté explicarles que en la iglesia no todos van por amor a Jesús, y tristemente muchos demuestran su vida inconversa incluso en el templo.
Una de las hermosas características de los primeros cristianos fue que vivían con "alegría y sencillez de corazón" (Hech. 2:46). Nadie se creía más que otra persona, todos se amaban y se respetaban, y a cada persona nueva se la atendía con mucho cariño, para que también aceptara a Jesús como Salvador. El relato bíblico de los primeros capítulos de Hechos de los Apóstoles describe una comunidad ideal, donde todos participaban en la ganancia de almas, algunos con la predicación y otros con el buen espíritu de hacer sentir bien a los demás.
Soy consciente de que no todos están capacitados para predicar desde el frente o para dar estudios bíblicos en los hogares, pero es deber de todos, no importa los talentos que posea, colaborar para que las visitas se sientan tan a gusto que deseen volver al lugar donde se enseña de Jesús y de su Palabra.
Si tú hace años que vas a la misma iglesia y un sábado ves que llega un joven que los visita por primera vez, no dejes que se sienta solo o que tenga que "pagar derecho de piso". Acércate como lo haría Jesús y hazlo sentir tan cómodo como si se conocieran de toda la vida. Esa tarea, por humilde que parezca, tendrá un valor infinito a los ojos de esa persona y a los ojos de Dios.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

MUCHO MÁS, AHORA

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Romanos 5:10.

El tema de la gracia jamás será entendido del todo por la limitada mente humana. ¿Cómo entender que el Dios todopoderoso, Creador del cielo y la tierra, se haya hecho hombre, y viniera a morir en la cruz del Calvario, para salvar al ser humano? Pasarán siglos. En la eternidad, estudiaremos este asunto, y jamás lo entenderemos. Por eso, Dios ilustró la gracia en la muerte del cordero: un animal inocente, que no tenía culpa, era llevado al altar, y era sacrificado con el fin de que el pecador recibiese el perdón.
Cuando las manos del pecador se extendían, con el cuchillo empuñado, en dirección de la garganta del animalito; al contemplar a aquel inocente ser, que moría sin dar un gemido, el pecador podía tener una leve idea de lo que Jesús haría por él, en la Cruz.
Los judíos creen que la interpretación cristiana de Isaías 53 es una inmoralidad. Esta posición parece demasiado dura, pero ellos explican: "Que un hombre malo muera por sus delitos, eso es justo y moral; pero, que un ser bueno, que no le hizo mal a nadie, muera por los delitos de los pecadores, eso es inmoral".
Tal vez sí; desde el punto de vista humano, con toda seguridad. Pero, Dios muestra su amor, para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Difícilmente alguien moriría por un amigo: ¡imagínate morir por un enemigo! Nosotros éramos enemigos de Dios y, sin embargo, el Señor Jesús entregó su vida por nosotros.
La eternidad no será suficiente para cantar loores de gratitud a Dios, por el don maravilloso de Jesucristo. Él ve, en ti, un potencial que nadie es capaz de discernir. Te acepta como eres, pero te ve como lo que, un día, transformado por su amor, llegarás a ser.
La base para esa confianza es el versículo de hoy: si Jesús te amó y se entregó por ti cuando vagabas en terreno enemigo, ¡mucho más ahora, que eres parte de su Reino! Él te tomará de la mano, y te guiará a los pastos verdes y a las aguas tranquilas. Te conducirá de victoria en victoria, hasta la victoria final.
Con esa seguridad en tu corazón, enfrenta las luchas de este nuevo día, "porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón