domingo, 21 de junio de 2009

DIOS SIEMPRE CONTESTA

Jesús les contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse (S. Lucas 18: 1).

¿Has pensado alguna vez que no vale la pena seguir orando por algo que Dios no te ha concedido? Debo confesar que en algunas ocasiones pensé así. Los seres humanos queremos respuestas inmediatas a nuestros pedidos. Nos hemos acostumbrado tanto a conseguir lo que queremos en un mínimo de tiempo que nos resulta difícil tener que esperar. Dios no tiene prisa, ni tampoco nosotros lo podemos apurar con las respuestas a nuestros pedidos. Dios es Dios y él contestará nuestras peticiones en el momento que lo considere oportuno. ¿Te has dado cuenta de que muchas de las cosas que son creadas por Dios toman tiempo? Un bebé toma nueve meses para nacer, una flor toma tiempo para abrir y un árbol crece y da frutos después de algunos años. Dios tiene un tiempo determinado para todo y nosotras debemos aprender a esperar. Cuando oramos, lo más importante es recordar que Dios nos escucha y responde. Es posible que no responda ni en el tiempo ni en la forma que de­seamos, pero siempre responde. Recuerdo lo mucho que mi madre oraba por la conversión de mi padre. Día a día, durante los cultos familiares desde la sala de nuestra casa, mi madre y yo doblábamos nuestras rodillas para pedirle a Dios por mi padre y por el regreso de mi hermana que se había apartado del Señor desde su juventud. En varias ocasiones yo pensaba que no valía la pena orar, pues no veía ningún interés espiritual ni en mi padre ni en mi hermana, pero mamá no dejaba de orar. Sus súplicas ascendían al cielo con fe y confianza de que algún día Dios le contestaría. Las oraciones de mi madre fueron respondidas en el momento oportuno. Oró más de cuarenta años por mi padre y quizá unos treinta y cinco por mi hermana, pero mi padre le entregó su corazón a Jesús con suficiente tiempo como para bajar al descanso en paz, y mi hermana regresó a la iglesia con suficiente tiempo para servirle al Señor sus últimos quince años de vida. Ahora am­bos esperan el día cuando el Señor los llame de vuelta a la vida para reunirse con los redimidos de todas las edades y con nosotros. Aunque a veces pensemos que Dios se demora en responder a nuestras oraciones, no perdamos la confianza, porque la respuesta llegará cuando estemos listos para recibirla.

Evelyn Omaña
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor

RESPETA LAS NORMAS

Señor, ponle a mi boca un guardián; vigílame cuando yo abra los labios. Salmo 141:3.

En enero mencioné la torre inclinada de Pisa y dije por qué se inclinó, mientras estuvimos de viaje por en Europa, Tom y yo pudimos subir a la famosa atracción turística. Si la torre hubiese estado en los Estados Unidos, a su alrededor habría habido un pasamano de protección para asegurarse de que nadie cayera por la baranda. Pero hace tiempo, antes de que la gente pusiera pleitos, nadie se preocupaba por estas cosas Si los turistas lo hubiesen deseado, podrían ir de un lado a otro de los pisos de la torre y caer al vacío. Según el guía, varias personas habían muerto de esa manera. Después de escuchar lo que sucedió a las personas que se acercaron demasiado a la baranda, la mayoría de nosotros permanecimos junto al pilar central. Pero, claro, habla algunos que querían acercarse tanto como pudieran a la baranda y mirar hada abajo sacando el cuerpo por encima. Algunas personas también se acercan al borde del precipicio con las palabras que dicen. Quizá no juren o usen palabras obscenas, pero usan lo que yo llamo malas palabras "vegetarianas". Son palabras que sustituyen a las que son de verdad. Son palabras como 'ostras', 'mecachis', 'Sus', 'caray', 'jolines' y 'jopé'. Si investigas un poco, te darás cuenta de que 'ostras', 'mecachis' y 'Sus' hacen referencia a la religión, a Dios y a Jesús, y se consideran un eufemismo. Por su parte, 'caray1, 'jolines' y 'jopé' sustituyen a otras tantas palabras obscenas. Cuando dices palabras como estas es más fácil caer en el hábito de usar palabra» obscenas y tomar el nombre de Dios en vano. Quienes respetan a Dios, a los demás y a sí mismos evitan el lenguaje ofensivo. Respetan las normas y se mantienen lo mal alejados posible del borde.

Tomado de la Matutina El viaje increíble.

¿HAY PELIGRO EN EL PROGRESO?

Pero engordó Jesurún, y tiró coces (engordaste, te cubriste de grasa); entonces abandonó al Dios que lo hizo, y menospreció la Roca de su salvación. Deuteronomio 32:15

Elena G. de White escribió estas líneas el año 1890: «Nuestro peligro no radica en la escasez, sino en la abundancia. Estamos siempre tentados a los excesos. Los que quieran preservar sus facultades intactas para el servicio de Dios, deben observar una estricta temperancia en el uso de los productos de la generosidad divina, así como abstenerse completamente de toda complacencia perjudicial o degradante» (Consejos sobre el régimen alimenticio, p. 32). ¿No será que nuestra ansiosa búsqueda del progreso material no es más que una búsqueda del peligro? No, el peligro no está en el progreso, sino en que este nos incite a olvidar los principios, de forma que usemos descuidadamente los productos de la generosidad divina. No es casualidad que el materialismo nazca y prospere en sociedades opulentas. Los pobres de este mundo son más proclives a ser ricos en fe. Los ricos tienen el lastre de sus posesiones, que los arrastran y los atan a la tierra. Un pato silvestre que volaba hacia el sur decidió detenerse y pasar el verano en el corral de una granja. Podría aprovecharse del grano y del abrigo, y permanecer con sus nuevos amigos domesticados. Pasó el invierno y llegó la primavera, y con ella las aves migratorias. El pato silvestre oyó la llamada de la bandada, y su corazón comenzó a latir más rápidamente. Pero cuando extendió sus alas para alcanzar a sus hermanos en el cielo, notó que no podía elevarse. Durante el invierno el alimento de la granja lo había engordado y estaba demasiado pesado como para que sus alas pudieran sostenerlo. Se elevó unos centímetros y cayó impotente sobre la tierra. ¿No correremos el mismo riesgo si somos ricos, prósperos, felices, dichosos, amados, respetados y elogiados? Es probable que en eso estuviera pensando el profeta cuando dijo: «Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud» (Lam. 3:27). En la Biblia dice: «Engordó Jesurún y tiró coces». Jesurún es el nombre poético de Israel. Abundan los casos en la historia del pueblo de Dios cuando la prosperidad conllevaba aspectos negativos. Cuando Israel prosperaba, se rebelaba a menudo contra Aquel que le había dado la prosperidad. Quizá a eso se deba la falta de éxito en la búsqueda desesperada de la prosperidad y la seguridad financiera. El Dios sabio y misericordioso no quiere dañarnos. Nos mantiene con el yugo puesto, por nuestro propio bien. Si viéramos las cosas así, seríamos más felices. Amemos a Aquel en cuyas manos está nuestra vida.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos