lunes, 21 de febrero de 2011

¡ACTIVATE!

«El que habla, hágalo como quien expresa las palabras mismas de Dios», 1 Pedro 4: 11.


Ordena y escribe correctamente las palabras para que descubras las relacionadas con la cortesía.



CADUCIONE _________________________________
BAURDADNI _________________________________
ZACILIVICIÓN _________________________________
VERECIAREN _________________________________
DADAMALIBI _________________________________
TIZAGENLE _________________________________
CALAUTE _________________________________
TELANGARÍA _________________________________

Describe cómo puedes demostrar cortesía en:
  1. La iglesia: ________________________________________________
  2. La escuela:________________________________________________
  3. Tu barrio: __________________________________________________

Tomado de meditaciones matinales para menores
Conéctate con Jesús
Por Noemí Gil Gálvez

¿ESCLAVOS O LIBRES?

Ustedes han sido llamados a ser libres (Galatas 5:13).

La libertad es el don más valioso que Dios dio al ser humano cuando lo creó. Nadie puede ser feliz si carece de esta condición. Sin embargo, el concepto de libertad parece ser algo relativo hoy en día. Para algunos, ser libre es poder fumar, beber alcohol o consumir drogas, mientras que para otros consiste en no tener que dar explicaciones a nadie. Existe también una mayoría para la cual el cristianismo es una esclavitud, pues implica estar sujetos a un Dios cuya palabra preferida es «no». ¿Y tú, te consideras libre o esclava?

Recuerdo que desde muy pequeña soñaba con llegar a ser concertista. Cuando cumplí nueve años, mi madre, quien ya me había iniciado en los estudios, me llevó a una escuela de música para matricularme. El examen «me resultó muy fácil, ya que iba muy bien preparada, pero cuando parecía que mis sueños se iban a hacer realidad, un requisito cayó sobre mi como una losa, destruyendo mi castillo de arena: debía testificar en forma escrita si tenía alguna creencia religiosa, si pertenecía a alguna denominación y si creía en Dios. Mi madre y yo nos miramos, pues sabíamos perfectamente lo que significaba aquello. Entregamos la solicitud y, a pesar de que mis notas eran elevadas, recibimos una respuesta negativa. Lloré mucho. Nos tildaron de fanáticos. Y por si eso fuera poco, algunas amistades acusaron a mis padres de intolerantes y me vaticinaron una vida de fracasos.

Obviamente nunca llegué a ser concertista, pero sí he compuesto música para alabar a Dios. Mi voz se ha unido al coro celestial para agradecerle por su bondad infinita. Mi vida si ha sido un éxito, como atestiguan mis propias compañeras. La supuesta libertad que ellas gozaban no les sirvió para lograr la felicidad que yo tengo en Cristo.

No te atormentes si los demás consideran que en Cristo no eres libre. No te has perdido nada extraordinariamente bueno en la esclavitud del pecado. Si te decides por el amor divino, habrás encontrado la verdadera libertad. El amor rompe las cadenas de la esclavitud.


Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

¿ERES AMIGO DE JESÚS?

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Juan 15:14.

¡Te consideras amigo de Jesús? Responde antes de seguir leyendo. Jesús acepta a todos los que quieren ser sus amigos, pero para mantenernos en esa relación debemos vivir según su voluntad. Como nuestro Salvador, él sabe qué es lo mejor para nuestra vida y desea que hagamos su voluntad. Hacer la voluntad de Jesús es evidencia de que somos sus amigos.

Sé que no es fácil, no lo fue en la antigüedad y tampoco lo es ahora. Pedro se decía amigo de Jesús, lo acompañó a todas partes, presenció sus grandes milagros, atesoró sus extraordinarias enseñanzas y lo vio rodeado con la majestad divina en el monte de la transfiguración. Él estaba seguro que era amigo de Jesús porque hacía lo que él le mandaba, pero su confianza estaba en sí mismo y no en su Señor.

Delante de los otros discípulos, Pedro aseguró: "Señor, dispuesto estoy a ir contigo no solo a la cárcel, sino también a la muerte" (Lúe. 22:33). Su afirmación fue totalmente sincera, pues Pedro jamás imaginó que negaría a su amado Maestro. Pero lo hizo. No se conocía a sí mismo totalmente y negó tres veces al Amigo que se estaba entregando por él.

Hoy es posible volver a cometer el error de Pedro, porque el enemigo de las almas no quiere que seamos amigos de Jesús. A él le importa que seamos amigos solo de palabra, pero no de hechos. Jesús nos dijo: "Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando", y el enemigo dice: "Ustedes dicen que son sus amigos, pero hacen los que les venga en gana". Sin quererlo, eso fue lo que vivió Pedro. Dijo ser amigo de Jesús, pero en el momento de la prueba falló.

Tú también corres el riesgo de caer como Pedro si no pones tu confianza en Jesús. Puedes hacer firmes promesas de leer la Biblia todos los días, pero el enemigo pondrá mil excusas en tu mente para que falles; puedes proponerte orar tres veces al día, pero Satanás te mostrará que no es tan importante orar tantas veces; puedes asegurarle a Dios que dejarás de decir malas palabras, pero al estar con tus amigos volverás a decirlas como antes; puedes razonar que no volverás a mirar pornografía, pero cuando menos te lo esperes estarás otra vez con páginas obscenas delante de tus ojos.

Entonces, ¿qué podemos hacer? ¿Cómo se puede ser amigo de Jesús si es tan difícil hacer lo que él pide? Para lograrlo debes hacer lo mismo que Pedro, que dejó de tener confianza en sí mismo para confiar en Jesús. Al final de sus días, cumplió la promesa de morir por su Amigo, ya que como mártir cristiano lo crucificaron cabeza abajo. La clave está en unir el esfuerzo humano con el poder divino.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

TRANSFORMACIÓN

Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. 2 Corintios 3:18.

Mirar a Jesús todos los días, como en un espejo. Ese es el secreto de la transformación. El apóstol Juan es el mejor ejemplo de esa metamorfosis espiritual. Llegó un día a Jesús, cargando una personalidad deformada por el pecado. El pecado deforma las cosas bellas que Dios creó. Al salir de las manos del Creador, Adán y Eva eran semejantes a Dios en su carácter. Pero, el pecado deterioró en ellos esa imagen. Así, cuando Juan se aproximó a Jesús, traía la deformación del pecado; un temperamento explosivo, egoísta y orgulloso. Su apodo era "El hijo del trueno". ¿Te imaginas cómo era el carácter de este hombre, para que llevase ese apodo?
Gracias a Dios que lo que realmente importa, en la vida, no es lo que eres, sino lo que llegarás a ser, transformado por el poder divino. Juan buscó a Jesús de todo corazón; lo buscó en todos los momentos: lo observaba, lo contemplaba, lo miraba y lo admiraba. Se quedaba a su lado tanto en momentos de paz como de conflicto; en las horas buenas y en las horas malas. El resultado fue que, cuando Juan llegó a la ancianidad y estaba solo en la isla de Patmos, su apodo ya no era más "El hijo del trueno" sino "El discípulo del amor."
¿En qué momento cambió la vida de Juan? Nadie podría decirlo. La transformación que el Espíritu Santo opera en el ser humano es lenta, progresiva, e inadvertida por la propia persona. Los demás lo ven; quienes están en tu entorno lo perciben. Tú no; tú te sientes cada vez más indigno e insuficiente.
Mirar a Jesús no es algo romántico; no necesitas quedarte absorto, contemplando el retrato de Jesús. Mirar a Jesús significa buscarlo todos los días, mediante el estudio de la Biblia, de la oración y de la meditación.
Si haces eso, el carácter de Jesucristo irá reproduciéndose lentamente en tu vida, y serás cada día más semejante a él. Por eso hoy, antes de salir a enfrentar las luchas de un nuevo día, lleva a Jesús tus cargas. Llévale la montaña de promesas que no cumpliste; tus decisiones de arena; tus determinaciones humanas, y dile: "Señor, yo solo no puedo; necesito desesperadamente de ti. Ven y habita en mí". Porque "mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón