viernes, 30 de agosto de 2013

BODA REAL

Lugar: Japón
Palabra de Dios: Mateo 4:10, RVR

La fiesta de casamiento se llevó a cabo en abril de 2003. Todo era perfecto, hasta el más mínimo detalle: la comida, las bebidas, la decoración, la música… Todos estaban de acuerdo en que la fiesta era digna de la realeza. Y no era de asombrarse; ya que el novio no era otro sino el príncipe Satohito, del clan Arisugawa; o así pretendía él, por lo menos.
Ciento cincuenta y tres invitados asistieron a la fiesta, y cada uno llevó un gran regalo en dinero. Querían felicitar al príncipe y desearle bien. Los regalos sumaron 6,9 millones de yenes (cerca de 67.000 Mares).
Pero, algo no estaba bien. «¿Alguna vez oíste hablar de este príncipe?» La gente hacía esta pregunta una y otra vez, hasta que alguien decidió investigar su linaje real. Para sorpresa de ellos, descubrieron que el clan Arisugawa había desaparecido en 1924. No tenía descendientes vivos, lo que significaba que el «Príncipe Satohito» era falso, un estafador que quería quedarse con dinero ajeno. Afortunadamente, lo atraparon a tiempo, antes de que él y sus cómplices huyeran.
¿Alguien pretendiendo ser un príncipe? Eso es lo que Satanás ha estado haciendo desde la caída de Adán y de Eva en el Jardín del Edén. El se llama a sí mismo príncipe de este mundo, gobernante sobre todos los que viven en la tierra. Hasta llevó a Jesús a una montana alta, mostrándole toda la riqueza y el esplendor del mundo; y le dijo que le daría todo si se arrodillaba y lo adoraba.
¿Cómo respondía Jesús? «Vete, Satanás, porque escrito esta: Al Señor tu Dios adoraras, y a él sólo servirás». Dios es el verdadero gobernante de este mundo. Satanás es un falsificador, un estafador que quiere atraparte. No cedas a sus engaños, sino «al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás».

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

¿LISTA PARA DAR EJEMPLO?

Deben enseñar lo bueno y aconsejar a las jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos, a ser sensatas y puras. Tito 2: 3-5

Cuando era niña, vivía con mis padres en una pequeña propiedad que contaba con una gran diversidad de árboles frutales. El consejo de mi padre siempre era el mismo: «No corten una fruta hasta que esté madura». Confieso que algunas veces ignoré esa indicación y torné alguna fruta antes de tiempo; en esos casos el sabor por lo general era agrio, quizá un tanto amargo. Por el contrario, ¡qué delicia era saborear una fruta que había llegado a su plena madurez!
Hay una etapa de la vida que llamamos «madurez» y de la que muchas mujeres intentamos escapar. Quizá es porque tenernos un concepto falso de lo que es la madurez. Las que estamos próximas a llegar a esa etapa, no debemos esperar su llegada envueltas en miedos, amarguras e improductividad. Quizá pensemos y creamos que lo mejor de la vida es la juventud, que ya se ha ido, y que es poco o nada lo que podemos hacer y ser… pero no es así. Antes al contrario, amiga mía, la madurez nos coloca en una posición muy especial con respecto a Las adolescentes y jovencitas que están comenzando a sufrir un proceso de maduración.
Una mujer madura debiera ser como una fruta cortada a tiempo: ¡Deliciosa! Jamás debemos esperar ni vivir la madurez revestidas de amargura. Alcanzar la madurez física, espiritual y emocional, nos capacha para presentarnos ante las demás como «maestras del bien», que tanta falta hacen en el mundo. Una sociedad que marcha sin dirección, sin conocer la diferencia entre el bien y el mal, sin distinguir la mano derecha de la izquierda, necesita gente madura que la guíe. Querida mujer madura, este es nuestro campo de acción. Aprovecha y comparte tus experiencias para aconsejar.
Aprovecha tus errores para prevenir, tus aciertos para crear optimismo, tus fracasos para infundir nuevos ánimos. Por último, emplea tus años para transmitir salud. Ser como frutas maduras implica cordura, humildad, inteligencia, conocimiento, así como ejercer una influencia positiva ante nuestras hermanas que vienen detrás de nosotras en la maravillosa senda de la vida.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

LA BUENA SUERTE DE FREDDIE

El mejor de ellos es más enmarañado que una zarza; el más recto, más torcido que un espino. Pero ya viene el día de su confusión; ¡ya se acerca el día de tu castigo anunciado por tus centinelas! (Miqueas 7:4).


Hay una historia muy reveladora de lo que Dios quiere hacer con nosotros. La cuenta Leo R. Van Dolson en Un llamado al reavivamiento. Un bebé llamado Freddie fue entregado a una agencia de adopción, pero como había nacido sin brazos se lo colocó en la lista de los difíciles de adoptar. Francés y Edwin Pearson llegaron a la agencia en busca de un niño. La señora Pearson le echó una mirada llena de orgullo a su marido, de porte atlético, y dijo que sería buen padre para un varoncito.

Los Pearson admitieron que no tenían mucho dinero, pero la esposa insistió, diciendo:
-Tenemos mucho amor… ¡Lo hemos ahorrado!
La trabajadora social entrevistó concienzudamente a la pareja y, finalmente, les dijo que había disponible un niño de trece meses. Los Pearson estaban entusiasmados. Entonces sacó la fotografía de Freddie, y les dijo:
-Es un chiquillo maravilloso, pero nació sin brazos.
Los Pearson estudiaron detenidamente la fotografía.
-Podría jugar fútbol -sugirió la señora Pearson.
-Los brazos no son tan importantes. Se las podrá ingeniar sin ellos. Si le faltara la cabeza sería otro asunto. Le podemos enseñar un montón de cosas -añadió el señor Pearson.
-¿Les parece que podrían acogerlo, entonces? -preguntó la representante de la agencia.
-¿Podríamos? ¡Podríamos! -respondieron los Pearson-, ¡Lo necesitamos!
Así fue como la feliz pareja acogió a Freddie en su hogar y sus corazones.
Dios nos necesita. Seis mil años de degradación nos han desfigurado, estropeado y deformado. ¡Pero Dios nos necesita todavía! Quiere recibirnos para sanarnos completamente.
Dios discute con nosotros como en los días de Miqueas: “Pueblo mío, ¿qué te he hecho?
¡Dime en qué te he ofendido!” (Miq. 6:3). La tragedia es que millones preferirán quedar deformes y torcidos como el espino y la zarza, negándose a ir a Cristo para que los adopte y los sane verdaderamente en el seno de su familia. Dios quiere ayudarnos y salvarnos más de lo que nosotros jamás podremos comprender. ¿Ya escuchaste y aceptaste su llamado? Si no, apresúrate, porque el tiempo apremia. No necesitas buena suerte, como Freddie, sino fe en Jesucristo.


Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes

¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

EL CALVARIO

Pero al fin vinieron dos testigos falsos, que dijeron: Este dijo:
Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo. Mateo 26:60, 61.

Esta era la única acusación que podía presentarse contra Cristo. Pero estas palabras habían sido declaradas y aplicadas mal. Cristo había dicho: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré… Mas él hablaba del templo de su cuerpo” (Juan 2:19-21).
Los sacerdotes y los gobernantes, con muchos otros, lo desafiaban con esta declaración falsa. Cuando pendía de la cruz, fue repetida en son de burla por los escribas y los fariseos y apoyada por la multitud. “Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo” (Mat. 27:40). Pero, aunque se las citaba mal, las palabras de Cristo se estaban cumpliendo. Se les daba publicidad, y se hacían más impresionantes por las proclamaciones de sus enemigos…
Los que con mofa dijeron: “Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios” (vers. 43), no pensaron que su testimonio repercutiría a través de los siglos. Pero aunque fueron dichas en son de burla, nunca hubo palabras tan ciertas. Llevaron a los hombres a buscar en las Escrituras por sí mismos. Hombres sabios oyeron, investigaron, reflexionaron y oraron. Hubo quienes no descansaron hasta que, por la comparación de un pasaje de la Escritura con otro, vieron el significado de la misión de Cristo.
Vieron que Aquel cuya tierna misericordia abarca todo el mundo proveía perdón gratuito…
Nunca antes hubo un conocimiento tan general de Jesús como cuando fue colgado de la cruz. Fue levantado de la tierra para atraer a todos hacia sí. En el corazón de muchos de los que presenciaron la crucifixión y oyeron las palabras de Cristo resplandeció la luz de la verdad. Con Juan, proclamarían: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29)…
Esta escena ocurrió a la vista del cielo y de la tierra. Los ángeles contemplaron la burla inmisericorde y el odio manifestado contra Jesús por quienes debían haberlo reconocido como el Mesías…
Nuevamente se escuchó el clamor, como de uno en agonía mortal: “Consumado es” (Juan 19:30). “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró” (Luc. 23:46). Cristo, la Majestad del cielo, el Rey de gloria, estaba muerto -Review and Herald, 28 de diciembre de 1897; ver un texto similar en El Deseado de todas las gentes, pp. 653, 696, 697.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White